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Estado español :: 16/12/2010

Controladores y controlados

David Delgado
La izquierda moderada, que dice tener conciencia de clase, ha repetido entre otras lindezas frases como: ?los controladores aéreos no son trabajadores?

Los anticapitalistas repetimos hasta la saciedad que los grandes medios televisivos, periodísticos, radiofónicos y digitales, funcionan como órganos ideológicos y propagandísticos de la burguesía, ya que los reducidos grupos empresariales que financian a estas publicaciones, a fin de cuentas, tienen entre su accionariado a banqueros y demás ralea que, por supuesto, no van a tolerar que estos medios sean críticos con sus propios intereses. Lo repetimos una y otra vez, y es verdad. El problema es que no es menos cierto que como seres humanos sociales que somos, no podemos escapar a la influencia ideológica que ejerce la clase dominante a través de esos medios y de otros también muy poderosos.

Pensamos que por informarnos en otros medios alternativos, por tener conciencia de clase (supuestamente), por tener grabado en nuestro hipocampo que en la televisión y los periódicos se manipula todo, y demás “ventajas” que nos atribuimos con respecto a las masas desinformadas y aborregadas a las que casi miramos con lástima y, a veces, hasta con aversión, estamos a salvo de las sombras de la caverna de Platón y del dominio ideológico de la oligarquía. Pero desgraciadamente no es así.

Podemos constatarlo con un ejemplo muy reciente y muy ilustrativo: la lucha entre el colectivo de controladores aéreos y el gobierno español, que actúa en defensa de los intereses de las grandes compañías aéreas, grupos hoteleros y, en definitiva, de los capitalistas cuyo negocio depende del tránsito aéreo de personas, del turismo, y que tienen la mirada puesta en la privatización de AENA y de los grandes aeropuertos españoles que lleva a cabo el gobierno.

Ya hemos asistido anteriormente al linchamiento mediático de otros colectivos de trabajadores como los vilipendiados funcionarios (ya saben: no dan un palo al agua y encima cobran sueldazos que les pagamos entre todos y todas), o aquí en Canarias con los trabajadores portuarios. En ambos casos, ciertas capas de la sociedad, pero afortunadamente ni de lejos la mayoría, se tragó el discurso gubernamental, propagandístico y patronal, y se posicionaron de parte de sus propios enemigos de forma inconsciente por diversas razones. Por su parte, la izquierda anticapitalista, como movimiento político social que es (o sea, que surge y está compuesto por sujetos de esta sociedad), no estuvo exenta de deficiencias a la hora de analizar la problemática de estos colectivos de trabajadores, y muchos militantes absorbieron la campaña antiobrera de turno. Pero ahora todos estos defectos han quedado más que nunca al descubierto.

Así, muchos que se definen revolucionarios o que son de la izquierda moderada, que dicen tener conciencia de clase, han repetido entre otras lindezas frases como: “los controladores aéreos no son trabajadores”; “con lo que cobran ya les vale causar tantas molestias a otros trabajadores”; “yo por lo que ganan ellos aceptaría cualquier cosa”; “no tienen derecho a protestar porque ganan 5 veces más que cualquier obrero”; etc. Y van estirando el chicle hasta el punto de que llegan a negarles su derecho a la huelga, su derecho a realizar cualquier tipo de reivindicación, y acaban posicionándose del lado de la reacción que decreta el estado de alarma y militariza al colectivo dando un importante paso en la ofensiva capitalista.

Y es un paso importante que se enmarca en la ofensiva capitalista contra la resistencia obrera y popular, porque este no es un hecho aislado, sino un acontecimiento destacado en la lucha de la oligarquía por acabar con el derecho a la huelga y la negociación colectiva, cargar el peso de la crisis sobre los trabajadores aumentando el porcentaje de las rentas del capital sobre la masa salarial, acometer la privatización de las empresas y entidades públicas de los sectores esenciales y estratégicos, y dar un golpe de autoridad tanto de cara al capital extranjero como a los propios trabajadores del Estado español.

A mí me gustaría preguntarles a toda esa gente que secunda la cruzada antiobrera desde las filas de la izquierda los siguientes interrogantes: ¿desde cuándo la pertenencia a una clase social se determina por la cantidad de salario que se percibe? ¿Desde cuando un grupo de trabajadores tiene que convencer y explicar al resto de trabajadores las motivaciones que les llevan a declararse en huelga para obtener permiso para hacerla? ¿Cuándo se acabó la guerra entre clases? ¿Cuándo se decrete el estado de alarma nuevamente, o el estado de excepción o de sitio, con la agudización de la crisis y la radicalización de los trabajadores y las trabajadoras qué piensan hacer? ¿Por qué sólo se posicionan sin ambigüedades y no esconden la cabeza debajo de la tierra como los avestruces cuando estalla un conflicto en el que el sector perjudicado no está criminalizado previamente? ¿Acaso porque resta votos apoyar a los privilegiados, como les llaman?

Fíjense hasta que punto hemos llegado, que algunas de las discusiones en torno a esta lucha giran en torno a la nómina de los controladores. Por la red pueden encontrar debates de algunos atrevidos que llegan al punto de buscar desesperadamente nóminas de controladores aéreos para demostrar que no ganan tanto como dicen. ¡Cómo si no supiéramos que el gobierno siempre infla los sueldos de los trabajadores que se declaran en pie de guerra para enfrentarlos con el resto del pueblo y ocultar a los verdaderos vividores multimillonarios que son ricos a costa del trabajo ajeno!

Esto me creó el que podríamos llamar “el dilema salarial del asalariado moderno”: si gano poco me costará llegar a final de mes pero gozaré del apoyo solidario y cristiano de los camaradas, mientras que si gano mucho no pasaré necesidades, pero seré excluido de las filas de la clase obrera y no tendré derechos. Así que ya saben, cuando vayan a negociar el convenio colectivo (hasta el día que lo eliminen por decreto) háganlo a la baja como auténticos proletarios revolucionarios. Mientras más capital obtenga el patrón por tu trabajo mayor será tu gloria.

Paulino Rivero, presidente del Gobierno autonómico de Canarias, cuyo sueldo anual bruto asciende a varias decenas de miles de euros y cuyo gobierno aprobó una pensión vitalicia para los ex presidentes, dijo que había que poner en la calle a los 2.400 controladores aéreos porque son unos privilegiados que se están pasando. Incluso puso de ejemplo a Ronald Reagan, cuando despidió a más de 11.000 controladores aéreos que se habían puesto en huelga.

Los comunistas decimos que con quienes hay que acabar es con los verdaderos privilegiados, que son tanto la oligarquía monopolista que vive a costa de la explotación del trabajo de otros, como de los políticos que gobiernan para ellos, como el propio Paulino Rivero.

Y advertimos que la intensificación de la lucha de clases como consecuencia del recrudecimiento de la crisis capitalista será muy dura y habrá que luchar con todas las herramientas y los medios que estén a nuestro alcance sin ningún miedo.

En Canarias los trabajadores y las trabajadoras deben saber lo que es la militarización de una empresa en pleno régimen democrático burgués, pues lo hicieron en marzo del año 1979 con los asalariados de Unelco. Lo que deben saber, para no vivir engañados y religiosamente esperanzados, es que la crisis capitalista apenas está enseñando los dientes.

¡Adelante pues, compañeros y compañeras!

PRC Canarias

 

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