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Pensamiento, Mundo :: 18/02/2009

Una auténtica resistencia popular no se convierte en terrorismo salvo en la propaganda imperialista

Luciano Alzaga - La Haine
Reproducimos una de las últimas entrevistas con el activista y filósofo marxista francés Georges Labica, donde se explaya sobre la justificación de la violencia popular

Nota de La Haine: Reedición de la entrevista con Georges Labica -colaborador y amigo de La Haine-, publicada originalmente el 31/10/2007.


"El recurso a la violencia es algo que la clase dominante impone a los dominados, a causa de su propia violencia, incluso la que parece perfectamente pacífica, sin derramar sangre, como en las empresas donde reinan las múltiples formas de explotación del trabajo"

El activista y filósofo marxista francés Georges Labica se explaya en esta entrevista -realizada durante el II Congreso Internacional Civilización o Barbarie en Serpa, Portugal-, sobre diversos aspectos de la violencia revolucionaria y el llamado "terrorismo", como ya hiciera en varios de sus textos publicados en La Haine.

Muchos medios alternativos y organizaciones populares ponen el eje en demostrar que son pacíficos, y llegan a rechazar a otras organizaciones que sí usan la violencia, defensiva u ofensiva. Qué opina?

- Yo pienso que hoy la actitud pacífica no es una actitud adecuada a la realidad de la agresión imperialista. Esta agresión es militar y económica, pero también social, política y cultural. La actitud pacífica es una actitud moralmente deseable, sin compromiso, pero en la actualidad yo creo que, frente a la apisonadora imperialista, aunque fuera de mala gana, hay que rehabilitar la violencia.

Qué opina de las quemas de coches, colegios, guarderías, etc. en Francia?

- Es algo, a mi parecer, muy, muy importante. Con algunos amigos escribimos un pequeño libro sobre esa cuestión, titulado Una descolonización abortada, para explicar que lo que se puede llamar “la revuelta de los suburbios” es un aspecto muy significativo de la situación actual en Francia, habida cuenta de su herencia colonial. Porque en esos suburbios los jóvenes, que son franceses pero de origen esencialmente magrebí, son una suerte de condenados, privados de educación, privados de tejido social, privados de posibilidades de expresarse y, sobre todo, privados de trabajar. Y por si fuera poco son el blanco de desprecio y de racismo. Entre el 50 y el 70 % están desocupados.

Lo significativo es que la izquierda en Francia no tuvo en cuenta la importancia de la revuelta de los jóvenes. Al contrario, lo único que hizo fue dar consejos a los jóvenes para que no quemen vehículos, no quemen escuelas, no ataquen los edificios sociales, etc. Rechazaron comprender lo que pasaba, mientras que el poder tomaba verdaderas medidas de guerra, cuando no hubo ninguna acción contra personas por parte de los rebeldes.

Qué se puede decir de esas acciones, si no que representan el único medio de protesta y de manifestación contra una situación que se volvió insoportable? Yo creo que eso nos deja también una lección sobre la actitud de la izquierda hoy, que se ha integrado al sistema.

Por qué en otros países europeos, donde hay tanta explotación capitalista como en Francia, la gente no utiliza ese tipo de “violencia”?

- En primer lugar es preciso considerar cada situación nacional y naturalmente las relaciones de fuerzas, es decir el estado de la lucha de clases en un momento determinado. Y, por otra parte creo que hay una actitud que se puede llamar “servidumbre voluntaria”, en el sentido que utilizó Etienne de La Boétie, en el siglo XVI, y que toma forma bajo dos principios de la ideología dominante. El primero es la fatalidad: todo pasa como si la clase dominante hubiera podido imponer la creencia de que las situaciones, sobre todo en el aspecto económico, fueran necesariamente como son, que no se pueden modificar. Por otro lado, tenemos lo que yo llamo el “discurso del terrorismo”, como consecuencia directa del 11 de septiembre del 2001 en EE.UU.

Cuando se debate sobre a quién beneficia el crimen, claramente beneficia a los poderosos, porque después del choque de los aviones contra las torres gemelas todos los gobiernos de Europa, siguiendo el modelo del “Patriot act” estadounidense, han modificado o creado legislaciones que endurecen las leyes contra el terrorismo. Pero “contra el terrorismo” no significa contra el terrorismo de los “terroristas”, si no contra todas las transgresiones posibles al sistema establecido, transgresiones como las reivindicaciones sociales, con métodos de censura, de vigilancia con cámaras, medios electrónicos, y, sobre todo, con la represión policial.

Por otro lado, debemos tener en cuenta que las organizaciones de izquierda, sindicatos, partidos, han renunciado totalmente a una actitud de oposición de clase al poder, a la burguesía. Por el contrario, han aceptado reajustes sin ninguna posibilidad de reversión. Por eso la situación que vemos se puede llamar de servidumbre voluntaria. El hecho de que 19 millones de electores votaron a Sarkozy en las ultimas presidenciales francesas, nos da una prueba adicional.

Ud. justificó las acciones de los suicidas palestinos, dijo que les iban a levantar un monumento. Sigue pensando que son válidas?

- En oposición a la opinión de la izquierda, que condena virtuosamente, incluso por principio, a los suicidas palestinos, yo pienso que los suicidas son la última posibilidad de contestar a la ocupación, a la agresión israelí. Es decir que frente a las técnicas del ejército de ocupación, -carros de asalto, aviones de bombardeo, bloqueo, edificación del “muro de la vergüenza”, confiscación de tierras, prohibiciones de circular, nuevas colonias, aniquilamiento de pueblos, asesinatos selectivos, detenciones arbitrarias, de niños inclusive, para no hablar de medios sofisticados como guerra electrónica, y tampoco de la complicidad activa de casi toda la comunidad internacional-, la única técnica de que disponen los Palestinos es su propio cuerpo.

Es una cuestión que suscita muchas emociones, pero creo que cuando Jerusalén sea la capital de la Palestina libre, habrá un monumento para sacralizar a los que han sacrificado su vida por la libertad.

Es más justificable la violencia de los resistentes iraquíes que la de los jóvenes que tiran piedras cuando la policía reprime, o que la acción directa contra los Mc Donalds por ejemplo?

- Para mí es el mismo fenómeno, bajo formas más o menos violentas. Salvo que en el caso de Iraq, la resistencia -hay que llamar por su nombre a lo que está ocurriendo: resistencia-, a la agresión, a la ocupación de EE.UU., es una respuesta muy diversa. Hay movimientos de resistencia orgánicos, son los que provienen de las antiguas fuerzas políticas, como el antiguo partido dominante, los comunistas, los socialistas, y ciertos sectores islamistas. Pero estos reciben perturbaciones a través de formas que se pueden definir como auténticamente terroristas, que son manipuladas por los hombres del poder y los invasores, los que cometen muchos atentados que luego son atribuidos a la resistencia orgánica. Es sumamente difícil comprender la situación tan grave, tan complicada, tan contradictoria de Iraq hoy.

La pregunta va más en el otro sentido, en el de la defensa o crítica de la actitud de los jóvenes. Hay muchos partidos de izquierda europeos que, al mismo tiempo que defienden a los resistentes iraquíes, critican a los jóvenes españoles o franceses que tiran piedras o que rompen un Mc Donalds...

- No estoy seguro de que haya tantos partidos de izquierda que defiendan la resistencia de Iraq. No lo creo porque mi experiencia en Francia es de haber organizado un mitin con amigos, hace unos años, después de la invasión, en apoyo a la resistencia y al pueblo de Iraq. Invitamos a las organizaciones de izquierda, a los sindicatos, a las organizaciones solidarias, pero nadie vino. Nos quedamos solos. No hay verdadera solidaridad, hay buenas palabras sí, pero con muchas limitaciones, y eso para no contraponerse al “discurso del terrorismo” que se ha impuesto a una opinión enteramente domesticada.

Tampoco creo que esa izquierda apoye a los jóvenes que tiran piedras o a unos activistas que rompen Mc Donalds, aunque esa iniciativa contra un típico símbolo yanqui sea muy simpática. Lo que ocurre en la izquierda francesa con respecto a la resistencia iraquí es lo mismo que ocurre con respecto a la lucha en los suburbios franceses. La izquierda huye de las dos luchas, no le interesa implicarse porque tiene miedo, mucho miedo.

Considera que la okupación de casas, edificios, y otros ataques al principio de la propiedad privada son violencia?

- Pienso que son actitudes legítimas, a las cuales conducen las situaciones de desesperación, pero lo importante para mí es entender porqué actúan así los jóvenes. Okupar un local, una escuela, un gimnasio es una manera de denunciar sus condiciones de existencia, en frente a los políticos que hablan de medidas en favor de los jóvenes, cuando en realidad no hacen más que agredirlos de diversas maneras.

Por poner un ejemplo, decía una mujer, durante los 'disturbios': ”No tienen cojones esos jóvenes, por qué no van a quemar en los barrios ricos!” Se podría haber contestado: ”Sí señora, buena idea, pero usted olvida que en París, ellos no pueden tomar el metro para ir simplemente desde sus chabolas a una zona como la de un Sarkozy (Neuilly). Como podrían ir a atacar las viviendas de los burgueses en las zonas caras, que están sumamente protegidas? Entonces atacan los edificios que tienen a su disposición, en el gheto donde viven".

Tiene sentido hoy la lucha armada (FARC, ETA, etc.) o piensa que esos métodos ya no son aplicables?

- Yo creo que son dos cosas bastante diferentes. No conozco muy bien la historia reciente de ETA, por eso me limitaré a una impresión. Sin criticar de ningún modo lo bien fundado de la lucha de los Vascos para romper con el Estado español y llegar a la posibilidad de un auto-gobierno, me parece que hoy las acciones violentas se encuentran en buena parte separadas de las masas, y me pregunto si la fuerte autonomía arrancada en el combate no pudiera por sí misma extenderse; todo eso, repito, con reservas.

Del lado de las FARC no hay, para mí, la menor duda. El recurso a las armas, es decir a la violencia revolucionaria, obedece a la necesidad, ella misma consecuencia de las relaciones de fuerzas. Son una fuerza que se opone, no solo al Gobierno opresor de Colombia, si no al imperialismo norteamericano, que quiere controlar el país, su riqueza, y tener una posición determinante en esa zona de América Latina. Los miembros de las FARC son gente que lucha en condiciones muy difíciles, como lo hiciera el maqui durante la resistencia antinazi. Notemos, una vez mas, la extrema discreción del sostén y de la solidaridad de nuestras izquierdas con las FARC. Ellas prefieren llorar, con sus burguesías, por los “rehenes”, también de preferencia burgueses.

Se justifica hoy la violencia ofensiva en países que no sufren invasión extranjera directa (como Colombia, México, Filipinas) o debe ser siempre defensiva?

- Es necesaria. El análisis es muy sencillo. Hay una agresión por parte imperialista, a escala mundial y en cada país, que es de una brutalidad excepcional, que no se ha visto en la historia. Y por eso la respuesta debe ser también brutal y se puede recurrir a la violencia en países que son o se pretenden“democráticos”, como México, Colombia y otros.

La violencia es revolucionaria sólo cuando hay posibilidades cercanas de toma del poder, como en Colombia o Somalía?

- No. A pesar de, como decía antes, la brutalidad del imperialismo en todo el mundo, la amenaza de destrucción del planeta, la represión a todo movimiento contestatario: obrero, juvenil, de protesta, etc., la cuestión de la violencia revolucionaria fue alejada de las preocupaciones y de los programas de los partidos de izquierda, a través de un sentimiento de culpabilidad consecutivo a la caída del muro de Berlín, que no puedo examinar en esta charla. Sin embargo ahora la cuestión está volviendo a la actualidad, porque el imperialismo nos impone la necesidad de recurrir a la violencia para luchar contra sus agresiones, sus amenazas.

No es algo que se pueda decir de manera neutral, de manera sencilla. Es una cosa muy grave, porque cuando los pueblos, los dominados, los que se llaman de manera tan fuerte en América Latina “los silenciados”, recurren a la violencia, no es por su parte una elección. Nunca los dominados eligen la violencia. Aprendieron de duras experiencias históricas que en caso de antagonismo violento, son ellos los que pagan el precio más bochornoso de esa violencia. Por lo tanto el recurso a la violencia es algo que la clase dominante impone a los dominados, a causa de su propia violencia, incluso la que parece perfectamente pacífica, sin derramar sangre, como en las empresas donde reinan las múltiples formas de explotación del trabajo.

Sin embargo, yo me arriesgaría a decir que la mayoría de la izquierda opina que la lucha armada ya no es viable. Inclusive personalidades como Fidel Castro, en la entrevista con Ramonet, lo dice: que ya hay que hacer las cosas de otra manera, que ahora hay que utilizar métodos electorales...

- No. Yo creo, con respecto a Cuba y a Fidel, que no es una respuesta adecuada, que no se corresponde a la situación de hoy. Lo que decía esta mañana en la conferencia [Serpa 2007] Ángeles Maestro sobre Nigeria, es una situación tan tremenda que una respuesta no violenta no tiene ningún sentido. Es algo que se impone, creo que en todo el mundo, porque ahora la amenaza es contra los pueblos, contra los dominados en general, pero también una amenaza contra la naturaleza, es decir contra el oikos, la casa de la humanidad. Y si no podemos reaccionar frente a esta amenaza, eso demuestra una división total entre las fuerzas productivas y las fuerzas de izquierda.

La toma del poder, sin la cual ningún cambio social, ninguna alternativa, es factible, no se debe confundir con los procesos electorales, que las burguesías tan bien saben falsificar en su beneficio. Y el poder nunca cae como peras maduras. La situación se encuentra en un estado más grave que en épocas pasadas, y sin embargo Batista no fue derribado pacíficamente.

En qué casos la violencia popular se convierte en “terrorismo”?

- Una auténtica resistencia popular no se puede convertir en terrorismo salvo en la propaganda imperialista, la de los usurpadores, para ellos es casi un deber calificar de terrorismo a la lucha popular a fin de reprimirla.

Ocurre que ciertas acciones de resistencia pueden parecer o ser llamadas “terroristas”, en el sentido del “Terror” imputado a Robespierre y sus compañeros, como proceder a ejecuciones de adversarios o traidores o poner bombas o similares, pero son acciones “terroristas” que pertenecen a la resistencia, que son sus expresiones, por lo tanto son válidas. Aquí, como en otras partes, los que aconsejan son unos y los que pagan son otros. La consigna del Manifiesto sigue siendo valida: “Los comunistas apoyan en todos los países todo movimiento revolucionario contra el orden social y político existente”.

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