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Europa :: 17/11/2007

Manifestacion "Volver a Génova, por Carlo Giuliani", el 17 de noviembre en Génova (Italia)

Acción Global Madrid
"La historia somos nosotrxs" no es un slogan. Es un enfoque claro: por un lado está la historia social y por el otro la historia del poder.

Quienes la han narrado en estos últimos años lo han hecho con la voluntad de quien sabe haber vivido una parte importante de la Historia, oficiosa u oficial, la que sea.

Y lo han hecho pensando en Genova 2001. Y por todos los medios posibles. Desde el 21 de julio de 2001 la justicia y la policía comenzaron la revisión de la historia que cada uno de nosotrxs vivió en su piel: lxs que se revelaron contra una cierta visión del mundo se han convertido en terroristas; lxs que sembraron el pánico en las calles de Genova se han convertido en los guardianes del orden y la justicia .Durante seis largos años todo esto ha recorrido las salas de los tribunales, mientras nuestra voz colectiva se debilitaba, en un proceso de degradación que ha hecho que muchos olvidaran que Genova no solo fue el terror en uniforme, también y sobre todo fue la fuerza y la energía de muchísima gente que por lo menos durante unos días pensaron que el mundo podía ser diferente del que siempre nos han contado y representado.

Durante seis largos años el teatro de las cortes penales ha sustituido a la toma de palabra por parte de la gente viva, con la convicción de que la verdad jurídica y la realidad histórica en algún modo convergieran, con la esperanza de que, de algún modo, todo se pusiera en su sitio y no fueran pocos los que pagaran la furiosa venganza del poder.

Las investigaciones de los fiscales Anna Canepa y Andrea Canciani en el proceso que juzga a las 25 personas imputadas por devastación y saqueo, ha completado la operación de revisión de la historia que empezó el día después las movilizaciones contra el g8 del 2001 y que se ha concluido con la petición de 225 años de cárcel.

Pensamos que ha llegado el momento de tomar otra vez la palabra, de gritar con fuerza que los eventos de julio 2001 nos pertenecen a todxs nosotrxs, es el momento de movilizarse en masa y con inteligencia para hacer que estas 25 personas no paguen por una cosa de la cual fuimos protagonistas todxs, ningunx excluidx.

Queremos volver a lanzar con fuerza la movilización de masas el próximo 17 de noviembre en Génova, y todas las iniciativas van encaminadas a que nos reapropiemos de nuestra propia memoria y del sentido de aquellos días lejanos de hace 6 años, que todavía sigue vivo.

Quisiéramos que todxs vuelvan a lanzar este llamada sin firmas, sin identidad, sin e"si pero", porque Génova no ha terminado, esta todavía aquí, hoy, y concierne a todos y todas y todxs deben hacerse cargo sin exclusiones.

Para empezar primera cita en Genova: 17 noviembre 2007.

La historia somos nosotrxs.

Llamamiento

Nosotrxs, lxs de Via Tolemaide

Es cierto, hay una historia de las luchas, de los movimientos, de las personas y una historia del poder. Sobre esto no cabe duda y Génova lo confirma. La historia del poder está escrita a menudo por la vía judicial. Los fiscales que han acusado de devastación y saqueo a 25 manifestantes y que mantienen por ahora en sus archivos centenares de expedientes abiertos en contra de otrxs tantxs participantes en las manis de la contracumbre sintetizan bien en sus acusaciones esta práctica. Reescribir y modificar, subvertir lo que ha ocurrido para intentar no solo de cambiarle el sentido sino también para quitar las anomalías que representa la señal tangible de la crisis de un sistema.
Reescribir la historia para el uso y consumo propios, de hecho, no es solo un viejo vicio de quien manda sino también la medida de cuanto esta democracia, en crisis profunda e irreversible, tenga la necesidad de crear artificiosamente, alrededor de sí, aquella legitimidad que ya no existe. Las escandalosas palabras elegidas con sabiduría por este o aquel siervo del estado, pronunciadas en las salas de un tribunal, tendrían que cubrir lo que centenares de miles de personas han vivido y que millones ya conocen. Aquellas palabras se volverán historia oficial cuando sean escritas en negro sobre blanco, en condenas a años de cárcel para quien ha tenido la desgracia de haber sido elegido como chivo expiatorio y la culpa de haber estado en Génova el 19, 20 y 21 de julio de 2001 para contraponerse al G8.

El sobreseimiento del homicidio de Carlo Giuliani ha sido el primer capitulo de la historia de Génova, escrita por el poder de los tribunales.

Sin embargo, cometeríamos un grave error si pensáramos que la cuestión termina así, de forma simplificada. En la acusación de los fiscales y la gestión del juicio de Génova existe más que la simple confirmación de un asunto en el que todos los movimientos de lucha se han visto involucrados. Ante todo por un hecho muy simple: la historia del poder y aquella “social” no son paralelas, sino que se encuentran y chocan. Y es la fuerza con la que produce este impacto la que determina el resultado. Si se deja espacio a lo que el “sistema democrático”, desde el parlamento a los tribunales, quiere producir sobre Génova, es el evidente que el resultado siempre será a favor del mantenimiento del poder y de clausura contra los movimientos de entonces, pero sobre todo, los que han de venir. El segundo error grave sería pensar que también la historia del movimiento está escrita en negro sobre blanco, que es estática y perenne. No es así. Esta historia está viva, a diferencia de la escrita por parte de los tribunales, y crece o, si no, se vuelve invisible, rota, junto con quienes la han vivido. Después de las jornadas de Génova ningunx de los que, de diferentes maneras, hemos contribuido a constituir aquella extraordinaria insurgencia que, como todas las cosas verdaderas, ha saldado cuentas también con las tragedias, supimos retomar la palabra con fuerza. Algunxs porque, después de la experiencia de revueltas, muy sencillamente han preferido volver, o saltar, a la madriguera de la “política oficial”, en los parlamentos y en los partidos.

Otros porque, a veces, la practica de los movimientos te lleva hacia nuevos caminos difíciles de experimentar, llenos de dudas e incertidumbres. Por lo general no hemos sido capaces de asumir los procesos en contra de algunxs de nosotrxs como hecho político fundamental, y demasiado a menudo hemos permitido entonces que nuestra historia fuera escrita por otros. Pero, ¿que significa retomar la palabra con fuerza? Creemos que tiene poco que ver con el simple hecho de hablar, denunciar, testimoniar. Esto, es cierto, es lo mínimo, pero, como hemos visto, si no hay algo que se vuelva el motor de todo lo demás, también lo que se da por sentado viene engullido por una rutina que se vuelve rápidamente incapacidad.

Es una idea-fuerza que ha producido Génova, y no la suma de quienes ahí participamos. El nudo de Via Tolemaide, que ha sido también la marcha con mas convocatoria de esos días, es la anomalía que viene atacada por parte de quienes reescriben la historia desde el punto de vista del poder.

Alrededor de las mas de 20.000 personas de Via Tolemaide y del Carlini, contra las cuales se generó la carga de los carabinieri, giran todos los hechos del 20 de julio, incluyendo el homicidio de Carlo.

La desobediencia, la violación de la ley, se volvía espacio público y directamente constituyente por una enorme comunidad de sujetos, individuos y colectivos. Viendo hoy lo que están haciendo lxs compañerxs de Copenague, aquello que ha ocurrido en Rostock, se tiene la dimensión espacial y temporal de como aquella elección renovada y enriquecida se ha vuelto practica de movimiento. No se trata de la forma de lucha, aunque si las técnicas, por ejemplo la de los escudos, las hemos visto ya utilizarse por todos lados, sino del paradigma de la desobediencia.
La elección de violar la zona roja y declararlo públicamente y, por tanto, no clandestinizar ni las prácticas ni el proceso de construcción de este trayecto, es parte de esta anomalía atacada por los tribunales y por el estado.

Los 20.000 de Via Tolemaide han sido posibles gracias a esto. Y esta elección, ser tantos y constituirse a partir de una practica compartida y no de otra forma, la encontramos hoy en muchas experiencias de resistencia que acompañan verdaderos movimientos que se baten contra las bases o contra la TAV (Tren de Alta Velocidad). Pero haber transformado el propio objetivo en un hecho público constituyente lleva a otra incompatibilidad para el estado que los jueces luego en los tribunales tratan de criminalizar: el consenso.

La marcha de Via Tolemaide y la experiencia del Carlini podían contar con un apoyo aunque fuese solo en términos de opinión, que iba mucho más allá del número de participantes. ¿Es posible para el poder admitir esta extrañeza? Pueden ser malísimos, ferocísimos, pero se necesita que sean pocos, aislados de todxs, constituyentes solo de la propia derrota: esto es compatible. Mejor, más allá de la voluntad de los protagonistas, a veces generosos y llenos de años de cárcel, el estado asigna un papel a todo eso, como lo asigna a los testimonios y a la denuncia. Lo importante es que el resultado final fortalezca las instituciones y su vinculo precario con la legitimidad y el consenso.

Pero, ¿y si el consenso se halla por un momento en algo que anuncia una no aceptación de las leyes y lo practica colectivamente? Via Tolemaide era esto también.

Otro nudo, fundamental, es lo que ha ocurrido tras la carga de los carabinieri. El ejercicio de un derecho de resistencia, espontáneo, directo, difundido. La desobediencia no se ha convertido en un juego de roles, de hecho. En las alteraciones a menudo operadas por parte de los que dentro de aquella trayectoria hablaban de desobediencia pero pensaban gobierno, la desobediencia arriesgó marchitarse varias veces.
Primero perdiendo su originalidad vinculada al contexto que la había producido, y refiriéndose en modelos “históricos”: como decir que la no violencia de los movimientos birmanos es lo mismo que la propagada por ciertos parlamentarios italianos que, entre otras cosas, votan la guerra. Luego, arriesgándose a volverse un fetiche, una identidad cerrada y pesada, fundamentada sobre las técnicas de lucha mas que sobre un sentido común.

Via Tolemaide con el ejercicio por parte de la desobediencia, del derecho a la resistencia, ha arrasado con todas las tentativas de este tipo. La desobediencia no podía ser considerada mas como un modelo o una forma.

Hoy en día en Italia y en Europa nos parece demostrado que se trata de la asunción de un trayecto que puede tener formas y modalidades distintas y articuladas y encuentra su fundamento en unas líneas de tendencia. Desde el Carlini se salió con un objetivo: actuar con la desobediencia. Nos encontramos resistiendo con cualquier medio posible, en la imprevisible furia que los carabinieri y la policía descargaron sobre esa marcha. Esto ha sido un paso natural y por eso que la resistencia de esa marcha, reivindicada colectivamente hasta el final, es para el estado, los tribunales y las instituciones difícil de digerir. Y es en ese contexto en el que hay que entender el homicidio de Carlo. En ausencia entonces de posibles manipulaciones simplistas, en aquel caso el estado eligió el sobreseimiento.

Es este el nudo que se trata de unificar con el juicio de Génova.
Porque habla a los otros movimientos, los de hoy y los de mañana, y lo hace con esperanza y determinación, con rabia y lucidez. Via Tolemaide puso en dificultad al poder y por eso se necesita tratar de reescribir la historia, haciendo que quepa en un contexto compatible. En Génova con el lema “En Via Tolemaide eran todxs violentxs”, en Consenza con la imputación de “asociación subversiva compuesta por mas de 20.000 adhesiones”.

Con esta idea-fuerza tenemos que retomar nuestra carrera, que ha sido ahí interrumpida, en aquella calle de Génova, en aquella plaza poco distante, bañada de la sangre de uno de nosotrxs. Otrxs han vuelto a correr en Alemania, en Dinamarca, en Val de Susa, en Vicenza. Sabemos de donde salir para alcanzarlos. Desde la defensa de todxs lxs compañerxs bajo juicio, del reconocimiento de lo que nos ha entregado Génova, desde Via Tolemaide.

Suscribimos lo dicho para tomar un empeño: organizar una movilización durante la deliberación de los jueces del juicio de Génova, una movilización. La sentencia, es decir, la tentativa de rescribir la historia desde el punto de vista del poder, debe encontrar un choque directo por parte de todxs lxs que en esos días de 2001 salieron a la calle a pesar de la amenaza y la arrogancia, la violencia desatada contra quienes queríamos cambiar. Hemos empezado nosotrxs con nuestros nombres y apellidos, porque, ante todo, aquí está la elección, personal y política, de seguir batiéndonos por una verdad que no sea domesticada, que no sea ocasión para cerrar ulteriormente los espacios de los movimientos y disensiones en este país. Pero apelamos desde ya a todas las realidades individuales y colectivas para que se adhieran a las iniciativas que se propondrán para que todos los compañeros procesados en Génova sean libres, para que la historia del poder no sea un obstáculo en la carrera de todxs, lxs que estaban y lxs que vendrán, hacia la libertad. Con Carlo en el corazón.

 

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