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Estado español :: 28/02/2008

Abstención frente al fraude y la represión

J. M. Álvarez
El 9 de marzo tendremos una consulta electoral que volverá a ser un nuevo fraude dirigido por el control mediático-financiero, a lo que hay que sumar, en esta ocasión, el veto a más partidos y las viejas ilegalizaciones.

Como siempre, la cita electoral viene acompañada de la típica jauría de politiqueros con sus mítines y debates, como el celebrado entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, quien, en el colmo de la desvergüenza, llamaba mentiroso al primero mientras soltaba el embuste de que su partido representaba al cincuenta por ciento de la población del Estado español, cuando la realidad dice que el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista (PSOE) juntos, no representan ni al 40 por ciento. Mentiras apropiadas para una democracia de mentira.

Por supuesto, ninguno de los dos habló de la precariedad dramática del empleo, de los ínfimos salarios, de las causas reales del estancamiento de la economía, derivadas de la especulación inmobiliaria que ha enriquecido a oligarcas y demás piratas. En definitiva “prometieron”, entre palabras titubeantes, pequeños tartamudeos y miradas bisojas, lo de siempre, es decir, que los problemas se resuelven con más neoliberalismo y más retroceso social. Parece increíble que semejantes sujetos, cuya única diferencia estriba en los modales, estuvieran más de una hora engañando a millones de ilusos.

Como es lógico, nadie utilizará como arma electoral las denuncias sobre torturas, porque todos saldrían salpicados. Es evidente la existencia de un acuerdo tácito, que procura tapar las vergüenzas de un régimen represor de movimientos sociales radicales y de organizaciones independentistas revolucionarias. Por cierto, asumo el magnífico comunicado de Batasuna sobre la independencia de Kosovo, en el que apoya la libre determinación de los pueblos, rechazando al mismo tiempo que ese derecho lo implemente, hipócritamente, el imperialismo opresor de naciones. ¡Qué diferencia con las declaraciones de los nacionalistas burgueses vascos y catalanes!

Retomando el hilo electoral, parece que para captar votos hay que decirle a la gente quién es el más represivo, quién ha encarcelado a más gente, quién ha creado más policías y guardias civiles. Por si ello fuera poco, los máximos dirigentes del bipartido hacen gala de un patriotismo chirigotero. Rajoy renueva insultos contra los mandatarios de otros países, Zapatero repite su defensa de un fascista criminal de guerra “porque es español”, y reitera que él es el mejor chambelán de las multinacionales españolas instaladas en una América Latina que exige socios y no patronos. Estoy seguro de que el banquero Emilio Botín votará a Zapatero porque éste procura mantener “con otro talante”, el saqueo de la región, mientras que Aznar complicó los intereses de banqueros y empresarios, originando conflictos diplomáticos y apoyando golpes de estado.

Pero los obreros no somos Botín; por tanto no tenemos por qué sufragar a sus camarlengos. Zapatero, Rajoy y el resto de comparsas, tienen como prioridad el mantenimiento de los intereses de los millonarios. Los trabajadores están excluidos de la toma de decisiones políticas y económicas, sólo son requeridos para que acudan a votar, nunca para ofrecerles un trabajo digno. Los partidos obreros de ámbito nacional que concurran a los comicios, saben que no tienen posibilidades, carecen de recursos, tropezarán con el filtro sectario de los medios, y la alineación de la población. Por eso, desde el momento en que los sucesores de Franco lograron consolidar esta democracia de pacotilla (golpe de estado del 23-F), he propugnado la abstención, con la excepción del País Vasco por las circunstancias que allí concurren, y que el régimen ha revertido momentáneamente, mediante la opresión.

La abstención es una postura de resistencia política ante un entorno social adverso, es una manifestación de rebeldía, es el derecho a decir que no a un sistema represivo. Abstenerse conscientemente nada tiene que ver con el pasotismo, significa resistir frente al poder totalitario de la plutocracia. Si nos llaman para votar, es porque temen a la abstención, a la que la burguesía considera su peor enemigo, como lo manifiesta todos los días, pero ¿a nosotros qué nos importa que la abstención beneficie a unos partidos y perjudique a otros si, en definitiva, todos defienden los intereses de la oligarquía?

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