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Estado español :: 20/08/2008

60 días en Huelga de Hambre: Amadeu Casellas, resistirá hasta el final

Uhuru
Hasta en el último momento, Amadeu sacará fuerzas de donde sólo él sabe. De esa actitud rebelde que después de más de 20 años, todavía no han podido doblegar. Amadeu les duele y él también lo sabe y estoy seguro que, si llega ese último momento, él se incorporará aunque sólo sea para reírse de ellos.

Tenemos que presionar a esos indeseables, para obligarles a que vayan a ver y hablar con Amadeu.

Este pasado sábado 16 de Agosto, pude entrar a ver a Amadeu Casellas, en la unidad hospitalaria penitenciaria que se encuentra en el Hospital de Terrassa. Al contrario que en la anterior ocasión, la puerta del recinto estaba abierta y después de pasar por todos los protocolos penitenciarios de entrada, me subieron a la planta en la que se encontraba Amadeu. La semana pasada, en el pasillo por el que se accede a las habitaciones, había más actividad. De hecho, Amadeu se encontraba al fondo, mirando a través de los cristales ahumados, pues acababa de ver como llegaba su madre con dos personas que la acompañaban.

Al llamarle la funcionaria por su nombre, se giró y con un grito de alegría pronunció el mío, a la vez que me preguntó, "¿Qué tal estás?".En esta ocasión, Amadeu ya no estaba de pie, ni miraba a través de los cristales a ver si venía alguna visita.

Me lo encontré postrado en la cama y fuí yo quien le preguntó: "¿Cómo estás Amadeu?". Tuve una mal sensación. Aquel hombre tan batallador, que se encontraba postrado en la cama, tenía que hacer un gran esfuerzo para incorporarse. Me acerqué rápidamente para evitar que se pusiera de pie, y le dí un abrazo. Su respuesta era evidente, "pues ya me ves..., echado en la cama, porque es mejor que no camine y que descanse...". "¿Has vuelto a perder el conocimiento...?", le pregunté un poco alarmado. "Sí, pero en esta ocasión no me caí contra la pared o el suelo, porque cuando me dí cuenta que se me iba la cabeza, estaba cerca de la cama y me dejé caer en ella. Luego, los médicos me atendieron inmediatamente, y me pusieron suero y me recuperé en un momento...". Estas fueron, más o menos, sus palabras.

Amadeu ya no hablaba con su desparpajo habitual, se le notaba que hasta eso le cansaba y me dediqué a explicarle e informarle de lo que se estaba haciendo en diferentes lugares. Me comentó que su madre le había hablado de la entrevista con la jueza, pero que él no esperaba nada de ella. Realmente, su situación física y esa salud que se nota que se le escapa cada día con más fuerza, me hacía sentir mucha tristeza. Ya no le salía aquella sonrisa con la que siempre nos regalaba y recibía. La viveza del brillo de sus ojos, estaba como apagada y ya no se le iluminaban cuando hablaban.

Me explicó que los médicos le decían que había perdido ya 28 kilos y que no entendían como podía aguantar con la huelga de hambre, en el estado en el que se encontraba, y que le habían informado que en breve, ya tendrían que ponerle suero. Que harían el informe para remitírselo al juez que debe ordenar la alimentación forzosa y que esperarían la respuesta.

Parece ser que tras el último desfallecimiento, le dieron un poco de zumo para subirle los azúcares, pero su organismo lo rechazó y lo devolvió todo. "Ya casi no puedo ni beber agua...", me comentó, "pero yo voy a resistir hasta el final, y creo que podré estar 30 ó 40 días más. Aquí no se explican de dónde saco fortaleza y me respetan porque se han dado cuenta que no era broma cuando les dije que iba a llegar hasta las últimas consecuencias".

En estas y otras muchas ocasiones, uno se pregunta si toda esa lucha y ese riesgo, no será en vano. Pero estos pensamientos no se pueden compartir con la persona que asume el riesgo. Para él no hay duda, y la duda está en nuestros miedos, en nuestro temor de perderlo. Tanto él como nosotros, sabemos que esos indeseables de los responsables de las instituciones penitenciarias, no son gente de fiar, y no van a hacer nada, a no ser que la presión política, mediática o social, los ponga en un apuro. Personalmente, no me parece que esto sea posible hoy por hoy, y por eso mis temores por la situación de Amadeu aumenta conforme pasan los días.

"Cuídate mucho, querido amigo..., y recuerda que ya has hecho lo que tenías que hacer...". Le dí un abrazo con esa triste emoción que me embargaba en ese momento, intentando evitar que él notase mi pesimismo y enfilé el pasillo tras los pasos de la funcionaria que me conduciría hasta la salida.

Antes de salir del recinto, en recepción, otra funcionaria me señaló unas bolsas de esas que se utilizan para la basura y me comentó que, dentro de ellas, estaba la ropa de Amadeu. Me explicó que, seguramente, en el traslado de la prisión al hospital-cárcel, se debío de verter el jabón o el champú, y había empapado toda la ropa. En ese momento, a mi pensamiento vino el recuerdo de esos "accidentes involuntarios" y el maltrato que tan a menudo se dan, en estas instituciones, a los objetos personales..., y a las mismas personas presas.

Mientras salía del recinto, me imaginé con cierto dolor a Amadeu esperando postrado en la cama de aquel hospital-prisión. Esperando a que ciertos responsables penitenciarios, concluyan sus vacaciones. Esperando a que determinados cargos de la institución, se dignen a verlo para entrevistarse con ellos y salir de esa situación. Me imaginé a un Amadeu ya muy débil y que en toda esa, inútil para mí, espera; ya no tenía ni fuerzas para hablar.

Pero hay algo que no me imagino, sino que lo sé. Hasta en el último momento, Amadeu sacará fuerzas de donde sólo él sabe. De esa actitud rebelde que después de más de 20 años, todavía no han podido doblegar. Amadeu les duele y él también lo sabe y estoy seguro que, si llega ese último momento, él se incorporará aunque sólo sea para reírse de ellos.

Tenemos que presionar a esos indeseables, para obligarles a que vayan a ver y hablar con Amadeu.


Sección Especial en La Haine: Amadeu Casellas en huelga de hambre

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