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México :: 08/01/2009

Siete vientos en los calendarios y geografías de abajo (III y IV)

Subcomandante Insurgente Marcos
Participación del subcomandante en el Primer Festival Mundial de la Digna Rabia, 3 y 4 de enero :: La democracia es la de discutir, la de escucharse, la de mirarse

Tercer Viento: un digno y rabioso color de la tierra

Buenas noches. Vamos a tratar de ser breves, porque la jornada ya de por sí ha sido larga y porque después la Lupita y la Toñita les van a leer unos cuentos que prepararon especialmente para ustedes.

Va pues:

De especialistas y especialidades.

Seguramente algún historiador serio podrá dar cuenta del momento en que en la sociedad humana aparecen los especialistas y las especialidades. Y tal vez podrá explicarnos qué fue primero: la especialidad o el especialista.

Porque, en nuestro asomarnos y asombrarnos al mundo, los zapatistas hemos visto que muchas veces alguien define su ignorancia o cortedad de miras como una especialidad y se autodenomina especialista. Y se le alaba y se le respeta y se le paga bien y se le hacen homenajes.

No lo entendemos, para nosotros alguien con un conocimiento limitado es alguien que debe esforzarse por aprender más. Pero resulta que en la academia, mientras menos se sepa más presupuesto de investigación se recibe.

El Viejo Antonio, en alguna de esas mañanas que nos sorprendían caminando montaña abajo, se reía de esto que le contaba y decía que entonces los primeros dioses, los que nacieron el mundo, eran especialistas en especialidades.

En fin, es sabido que nuestras limitantes frente a lo producción intelectual son enciclopédicas, así que ahora quisiéramos referirnos brevemente a una especie especial de especialistas: los políticos profesionales.

Ya en una próxima ocasión de este festival, mañana creo, tendremos la oportunidad de escuchar, en voz del Teniente Coronel Insurgente Moisés, algunas semblanzas sobre lo que es el quehacer político interno en las comunidades zapatistas.

Uno de estos quehaceres políticos, no el único, es el trabajo de gobierno. Está también, por ejemplo, el trabajo político de las mujeres zapatistas, del que ya nos platicará la Comandanta Hortensia, y muchos otros.

Y resulta que esos trabajos no sólo no reciben paga, tampoco son considerados como una especialidad. Es decir, quien un día es presidente municipal autónomo el día anterior estaba en la milpa o en el cafetal, sembrando o cosechando. Muchos de nuestros gobernantes zapatistas ni siquiera fueron a la escuela o no saben hablar español, o sea que no son especialistas de nada, mucho menos de la política.

Y sin embargo nuestros municipios autónomos tienen más avances en salud, educación, vivienda y alimentación que los municipios oficiales que son gobernados por políticos profesionales, es decir, por especialistas de la política.

En fin, esperemos esas pláticas de mis compañeros para tratar de entendernos. En este momento sólo quiero señalar algunas de nuestras incapacidades para entender el quehacer político de arriba, cuando menos en México.

Por ejemplo, no entendemos cómo se decide, se acepta y se hace ley que un diputado gane más que un albañil. Porque el albañil hace algo, trabaja, levanta casas, muros, edificios. Y sabe cómo hacer la mezcla, como acomodar los ladrillos o los blocks.

Aquí tienen por ejemplo este auditorio en el que estamos. Aquí se puede albergar más personas que en el Teatro de la Ciudad de aquí de San Cristóbal de Las Casas y, según me cuentan, fue construido, desde su concepción hasta su concreción, por manos indígenas. El piso, los niveles, las paredes, puertas y ventanas, techo, herrería e instalación eléctrica fue realizada por no especialistas, indígenas además, y que son compañeros de la Otra Campaña.

Bueno, volviendo al albañil, él sí trabaja. Pero el diputado… el diputado… bueno, no sé si alguien pueda decirnos qué hace un diputado… o un senador… o un secretario de estado.

Hace poco oímos a un secretario de Estado decir que la crisis económica, que ya se venía arrastrando desde hace años, no era más que un resfriado pasajero.

¡Ah!, pensamos nosotros, un secretario de Estado es como un doctor que diagnostica una enfermedad. Pero quedamos pensando, ¿por qué alguien con un poco de pensamiento le pagaría a un doctor que le dice que tiene un resfriado y resulta que uno está con una pulmonía y él le receta un té caliente de hojas de limón y quedará como nuevo. Pero parece que el secretario de Estado en cuestión gana bien y hay una ley que dice que tiene que ganar mucho dinero.

Alguien nos dirá que los diputados y senadores hacen leyes y que los secretarios de Estado hacen planes para que esas leyes se cumplan. Sea. ¿Cuánto le costó a la Nación que se hiciera, por ejemplo, la contrarreforma indígena que incumplió los acuerdos de San Andrés?

Y hace unos meses, un legislador del PRD, cuestionado sobre el por qué votó a favor de una ley absurda e injusta (como la mayoría de las leyes en México), dijo en su defensa… ¡que no la había leído!

Y cuando estuvo el debate sobre el petróleo en el centro neurálgico del país (o sea, en los medios de comunicación). ¿No dijo el gobierno de Calderón que no se debía consultar a la gente porque era algo que sólo entendían los especialistas? ¿Y el llamado movimiento en defensa del petróleo no actuó como si tal cuando encargó a un grupo de especialistas la confección de su propuesta?

La especialización es, según nosotros, una forma de propiedad privada del conocimiento.

El que algo sabe, lo atesora y complicándolo hasta hacerlo parecer algo extraordinario e imposible, algo a lo que se pueden acceder unos pocos, se niega a compartirlo. Y su coartada es la especialización.

Son como los brujos del conocimiento, como los antiguos sacerdotes que se especializaban en hablar con los dioses. Y les creen todo lo que dicen.

Y esto pasa en la sociedad moderna que nos dice a los indígenas que somos nosotros los retrasados, los incultos, los incivilizados.

En nuestro dilatado recorrido por el México de abajo, tuvimos la oportunidad de conocer directamente a otros pueblos originarios de este continente. Desde los Mayas de la península de Yucatán hasta los Kumiai en Baja California, desde los Purépechas, Nahuas y Wixaritari de la costa del Pacífico hasta los Kikapus en Coahuila.

Parte de lo que vimos será mejor explicado por nuestros compañeros del Congreso Nacional Indígena, Carlos González y Juan Chávez, cuando nos acompañen en esta mesa. Yo sólo quiero apuntar algunas reflexiones sobre este asunto del conocimiento y los pueblos indios.

.- En las reuniones que precedieron al Encuentro Continental de los Pueblos Indios de América, al encontrarse, las diferentes culturas de los jefes indios no disputaban supremacía o jerarquía. Sin dificultad aparente reconocían la diferencia y se establecía una especie de trato o acuerdo dentro del cual se respetaban entre sí.

En cambio, cuando dos concepciones diferentes de la realidad, dos culturas pues, se confrontan entre sí, en las sociedades modernas, suele plantearse el problema de la supremacía de una sobre la otra, cuestión que no pocas veces se resuelve con violencia.

Pero se dice que los pueblos indios somos los salvajes.

.- Al encontrarse el mundo ladino o mestizo con el indígena dentro del territorio de este último, aparece en el primero lo que los zapatistas llamamos “el síndrome del evangelizador”. No sé si es herencia de los primeros conquistadores y misioneros españoles pero, espontáneamente, el mestizo o ladino tiende a tomar la posición del que enseña y ayuda. Por alguna extraña lógica que no entendemos, se asume como evidente que la cultura ladina o mestiza es superior, en extensión y profundidad de saberes y conocimientos, a la indígena. Si, en cambio, este contacto entre culturas se da en territorio urbano, el ladino o mestizo asume una posición o defensiva y desconfiada, o de desprecio y asco frente al indígena. Lo indígena es lo retrasado o lo curiosito.

Por el contrario, cuando el indígena topa o se encuentra con una cultura diferente fuera de su territorio, tiende espontáneamente a tratar de entenderla y no pretende establecer una relación de dominante/dominado. Y cuando es dentro de su territorio el indígena asume una posición de curiosa desconfianza y una celosa defensa de su independencia.

“Vengo a ver en qué puedo ayudar”, suele decir el mestizo al llegar a una comunidad indígena. Y puede ser una sorpresa para él que, en lugar de ponerlo a enseñar o a dirigir o a mandar, lo pongan a ir por la leña, o a cargar agua o a limpiar potrero. O no será muy raro que le respondan “¿Y quién te dijo que necesitamos que nos ayudes?”

Puede ser que haya casos, pero hasta ahora no sabemos si alguien ha ido a una comunidad indígena y ha dicho “vengo a que me ayuden”.

.- No pocas veces hemos encontrado en colectivos que apoyan a las comunidades indígenas una especie de celo por sus conocimientos, una afirmación constante de que la propiedad del saber que detentan es suya, de su propiedad privada.

Es conocido por las autoridades autónomas lo reacios que son los grupos que manejan técnicas y tecnologías, a enseñar, es decir, a compartir lo que saben. Por ejemplo en el internet. Cada vez que se desconfiguran los equipos en los caracoles, hay que esperar a contactar al que sabe, esperar a que llegue y saber que, cuando se le pida que enseñe a alguien para no estar dependiendo de él, alegue que no tiene tiempo o que eso es para “especialistas”. Y ni hablar de los equipos de las radios comunitarias.

Y a veces ocurre otra cosa.

Hay una anécdota que me contaron los compañeros comandantes de la zona tojolabal, o zona “selva fronteriza”:

Resulta que, entre todas las personas que de buena voluntad llegan a las comunidades zapatistas a ayudar, llegó una vez un ingeniero agrónomo a dar curso para mejorar las plantaciones de café. Después de su plática, el ingeniero se trasladó junto con los compas a un cafetal para demostrarles cómo debía hacer un corte en la mata. El ingeniero pidió que le dieran espacio, ahora sí que “atrás de la raya que voy a trabajar”, sacó todo su equipo científico y empezó a sacar medidas para determinar el ángulo exacto de corte de la rama. Después de muchos y complicados cálculos, determinado el ángulo de corte, el ingeniero sacó una sierrita bien bonitilla y empezó a aserrar con mucho cuidado. Tardó, me cuentan, y, contradiciendo la supuestamente ancestral paciencia indígena, los compas lo hicieron a un lado y le preguntaron: “A ver, ¿ónde mero quiere el corte usté?”. “Ahí”, respondió el flamante ingeniero agrónomo, y señaló con su dedo el lugar. El compa desenvainó su machete Acapulco Collins de doble hoja y ¡zas!, le hizo un corte impecable a la rama. “A ver, ahora mídale usté”, pidió casi ordenó el compa. El ingeniero agrónomo, con una especialidad en la universidad, sacó su aparato para medir ángulos. Midió una y otra vez, y en cada vuelta nomás se rascaba la cabeza. “¿Qué pues?”, le preguntaron. “Pues sí”, respondió apenado: “es exactamente el corte que se necesitaba, en el lugar que se necesitaba y en el ángulo que se necesitaba” “Y anda vete, sup, ahí nomás el ingeniero empezó a preguntarnos más y más cosas y nomás apuntaba y apuntaba y llenó no sé cuántas hojas de un su cuaderno que traía”.

Así que una exhortación a quienes detentan saberes y conocimientos y son compañeros y compañeras: digan no a la propiedad privada del conocimiento, digan sí a la piratería entre compañeros que somos.

Otros puntos:

.- en ambos, indígenas y urbanos de abajo y a la izquierda, encontramos una civilidad humana que no encontramos en los de arriba. En ambos, si uno llega necesitado le dan lo mejor que tienen. Los de arriba no dan o, si dan, es lo que les sobra.

El sentido de comunidad que es palpable en las comunidades indígenas no es ya exclusivo de ellas. También aparece en sectores de abajo, y está más desarrollado en quienes luchan y resisten.

.- El brutal y feroz avance de la guerra neoliberal de reconquista de territorios, está operando algo que no sé si estaba en los planes de los grandes centros financieros internacionales: se están emparejando rabias, en profundidad, en extensión y en historia común.

.- Este emparejamiento de sentimientos en lo que el Ruso llamó “la tripa”, no es todavía acompañado por un emparejamiento en los saberes y conocimientos. Puede haber casos pero, créanme, no encontré en los pueblos indios la avaricia del conocimiento que poseen.

Finalmente, no nos idealizamos como pueblos indios, no somos perfectos y, por supuesto, no pretendemos que todos y todas se hagan indígenas. Tenemos conocimientos y tenemos carencias. Creo que podemos compartir los unos para resolver las otras, sin que ninguno de ustedes pierda la oportunidad de hacerse rico porque alguien de nosotros les gane la patente de su saber.

Muchas Gracias. Subcomandante Insurgente Marcos. México, 3 de enero del 2009.

P.D.- Siete Cuentos para Nadie:

Cuento 3: LA PEDAGOGÍA DEL MACHETE.

El otro día, para variar, la Toñita se metió sin permiso en la comandancia general del ezetaelene, una fortaleza supuestamente inexpugnable (en realidad se trata de una champita).

Me encontraba yo pensando en cuáles serían los temas más adecuados para estas mesas supuestamente redondas del Festival de la Digna Rabia, cuando me di cuenta que la Toñita ya estaba a mi lado y diciéndome:

“Oí Sup, no sirve que haces así”, mientras señalaba una foto tamaño natural de Angeline Jolie con pocas ropas.

“¿No sirve que haga qué cosa?”, le pregunté mientras revisaba las barreras “anti-toñitas” que había dispuesto para evitar que pasara lo que ya estaba pasando.

“Pues así como haces de por sí”, dice la Toña, y agrega “¿por qué tienes a esa señora encuerada contigo?”.

Yo encendí la pipa y le respondí: “En primer lugar: no está encuerada, yo qué más quisiera. Y en segundo lugar: no la tengo conmigo, yo qué más requisiera”.

La Toñita, como es su costumbre, se queda en una parte de la película porque me pregunta “¿Y el tercero?”.

“¿Cuál tercero?”, le pregunté.

“Pues si hay un primero y un segundo, entonces hay un tercero. Yo me saqué tercero en la escuelita.” La Toñita ha omitido el pequeño detalle de que en esa clase sólo iban 3 alumnos.

Como no quiero entrar en polémica, le propongo que si le cuento un cuento, entonces ella se va a ir para que se lo cuente a los demás.

“Sale”, dice la Toñita y se sienta en el suelo.

Yo carraspeo y comienzo con el “Habrá una vez…”

La Toña interrumpe “¿y va a haber palomitas?”

¿Cómo palomitas?, le pregunto desconcertado.

“Pos sí, palomitas, como cuando vemos película”, dice la Toñita.

“No”, le digo, “este es un cuento, no una película y aquí no hay palomitas”.

“Bueno”, dice la Toñita.

Yo prosigo:

“Habrá una vez un subcomandante que era muuuuuuy malo y mucho se encabronaba con las niñas que se metían sin permiso a la comandancia a dar lata”.

La Toñita pone atención. Yo aprovecho para darle un giro pedagógico al relato, con un estilo y un método que olvídense de Paulo Freire y Antón Makarenko:

“Entonces, cuando una niña se metía sin permiso en la comandancia, el subcomandante ése sacaba un su machete y ¡zás!, le cortaba la cabeza a la niña”.

La Toñita abre bien los ojos, aterrorizada.

Notando que el concepto esencial educativo se estaba captando, decidí reforzar el relato con esa técnica pedagógica marconiana que tanta fama me ha dado en los coloquios de psicología donde mucho Freud, mucho From, mucho Luria, y mucho toda la cosa:

“Y el machete no tenía filo, para que tardara más en cortar. Y estaba bien oxidado de una vez, para que la herida se infectara”.

La Toña, horrorizada, espera un final feliz.

“¿Y luego?”.

“¿Y luego qué?”

“Pos y luego qué sigue del cuento”.

“Ah bueno, pues resulta que a la niña después le pusieron muchas inyecciones para que no se infectara”.

Y tan-tan.

“¿Tan tan? Urrr, Sup, de una vez que no sirven tus cuentos”.

“Claro que sirven”, le digo mientras la conmino a que abandone la champa.

“De balde tienes a la señora ésa encuerada, si no hay palomitas”, dice la Toñita al retirarse.

El asunto no termina ahí. La reunión que tuve con los compañeros del Comité terminó. De regreso, preparando mi mochila para movernos al cuartel, me doy cuenta de que no está mi machete.

“La Toña”, pensé y la mandé llamar.

“Oí Toñita, no encuentro mi machete, ¿no lo viste por ahí?”

“No, pero te voy a contar un cuento”, respondió la Toñita.

“Había una vez una niña muy bonita, así como yo, y que se llamaba la Toñita, así como yo. Y entonces había un subcomandante muuuy malo que le quería cortar la cabeza con un su machete”

“¿Y por qué le quería cortar la cabeza?”, interrumpí yo, tratando inútilmente de recuperar el control de la situación.

“Saber”, respondió la Toñita, “creo que así llegó en su pensamiento. Y entonces pues que la niña se metió en su casita de ese subcomandante a escondidas. Y entonces lo agarró su machete del subcomandante ése y fue y lo aventó en la letrina. Y tan-tan”

La Toñita dijo el “tan- tan” ya muy lejos de mi alcance.

Así que creo que ya sé dónde está mi machete. Ahora falta recuperarlo, ¿alguien se ofrece de voluntario o voluntaria?

Tan-tan.

México, 3 de enero del 2009.


Cuarto viento: Una digna rabia organizada

Compañeros, les quiero pues platicar, transmitir de lo que hacen nuestros compañeros de las distintas autoridades de los cinco Caracoles. A los compañeros, como dijo el compañero Villoro, parece que sí está leyendo bien de lo que están haciendo nuestros compañeros y compañeras autoridades autónomas. Sólo le quiero completar un poco de lo que ya mencionó: lo que es el trabajo político sobre democracia.

Son tres niveles de cómo están practicando por ahora. Hace quince años, no había lo que ahora están practicando los compañeros y las compañeras de las autoridades, y las autoridades de los pueblos y de las Juntas de Buen Gobierno. ¿Cuáles son esos tres? Son tres colectivos y uno de ésos se divide en cientos de colectivos. O sea, la primera instancia son los pueblos, un colectivo que son cientos de pueblos que conforma pues cada Caracol. Y luego, el otro colectivo es los MAREZ que son hombres y mujeres, autoridades elegidos por esos cientos de colectivos que ya les dije. Y dentro de esos dos colectivos, los MAREZ y los pueblos, son elegidos el otro colectivo que son los compañeros y las compañeras Juntas de Buen Gobierno.

Así, forma nuevamente un colectivo de esos tres colectivos para llevar a la práctica, en su caminar de quince años, lo que es los siete principios del mandar obedeciendo. Pero no sólo, aquí están pues mis compañeros mandos políticos, los compañeros comandantas y comandantes que ellos y ellas leen escuchando, que ellos y ellas leen mirando, y también leen haciendo.

Les voy a platicar algunos pues logros de lo que han hecho los compañeros y compañeras de esos tres colectivos que ya les mencioné. Por ejemplo, la Junta de Buen Gobierno en el Caracol uno, que es La Realidad, han inventado pues lo que le llamaron Banpaz, que quiere decir: Banco Popular Zapatista. Si ustedes nos preguntan o piensan, se imaginan, queriéndonos preguntar de dónde el recurso. Otro es el impuesto que se le cobra al mal gobierno porque está metiendo la carretera para que llegue fácil sus policías y su ejército a desalojar a nuestros compañeros y compañeras, y a otros hermanos y hermanas, en Montes Azules. Y ahí se le cobra pues el impuesto y eso es lo que invierten en el Banco Popular Zapatista.

¿Para qué? Porque los compañeros de esos tres niveles de autoridades, o sea, los comisariados, comisariadas, agentes y agentas, y los Marez y la Junta forman un colectivo para escucharse entre ellos, para mirar lo que hay dentro de su trabajo, una vez visto, leído, esas dos empiezan a mirar también cómo hay que hacer lo que piensan ese colectivo. Y que después se va a la consulta en los pueblos, si es aceptado de lo que piensan los compañeros y las compañeras.

Ahí está, por ejemplo, también, del Caracol dos de Oventik, los colectivos de autoridades. Nunca existía antes una escuela secundaria, que ahora la tienen, que ahí se preparan. Y les está demostrando pues a los compañeros, como la vieron, que ahí aprendió, porque ahí salió su maestra, su maestro, a la compañera Lupita, que les leyó el cuento ayer.

Ahí está también el ejemplo de los compañeros y compañeras del Caracol tres, de la Junta de Buen Gobierno de lo que es La Garrucha. Ahora, esos tres colectivos, ellos están viendo de la mejor forma de cómo se va a trabajar la madre tierra. Antes no sabían, no entendían qué cosa es el ser ingeniero o ingeniera. Ahora ya lo entienden porque ellos mismas y mismos lo están practicando.

Ahí está también el ejemplo de los compañeros del Caracol cuatro de lo que están haciendo los compañeros y compañeras de la Junta, de los tres niveles, que están haciendo también el cómo mejorar.

Compañeros y compañeras, les podemos dar un ejemplo de lo que yo he visto, porque trabajo con los compañeros y las compañeras, los acompaño. De ahí es donde sale lo que les estoy diciendo, no es mío, es de los compañeros y de las compañeras. Por ejemplo, también, porque a la mejor hay varios de aquí los que están compañeros y compañeras, de los que han dado su solidaridad como solidarios o solidarias de algunos proyectos. Queremos que la escuchen para que se entienda de lo que a veces ha pasado, de lo que a veces ha sucedido.

Cuando llega un proyecto de algún compañero o compañera solidario o solidaria, los compañeros de la Junta de Buen Gobierno lo reciben como propuesta, porque ellos no pueden aceptar, porque es el pueblo la que va a aprobar si sí o no. Porque son ellos y ellas las que van a trabajar, no es la Junta, no es los compañeros y compañeras de los Marez.

Los compañeros y compañeras autoridades la entienden de que los compañeros y compañeras solidarias, que con esfuerzo también consiguen de donde están, de donde viven, se exige pues de que entonces lleguen los informes. Se entiende, pero también, de acá, esperemos pues así que no se ofendan o se ofenden, pero de donde viven nuestros compañeros y compañeras no hay avión, no hay helicóptero, no hay tren o metro no sé cómo le dicen a eso. Lo único que hay es bipié, es decir, los dos pies. Que hay que caminar y algunos caballos que están en resistencia también. Entonces, eso tarda, tarda pues así de que sea aprobado pues los proyectos y luego, en lo que llega pues así el mensaje de los compañeros y compañeras solidarios, solidarias, a que reciban de que es aprobado.

Pues ojalá de que, de aquí en adelante, los compañeros y compañeras autoridades tienen un montón de trabajo, porque son algunas menciones lo que les estoy diciendo. Realmente pues, en las juntas, en las cinco juntas, tienen un montón de trabajo que no se imaginan, porque no sólo nada más ven eso, cada punto de los que les dije. Hay problemas que resolver sobre justicia y muchas otras cosas más. Y luego, el método pues es que tiene que estar enterado el pueblo, tiene que saber el pueblo, o sea que tiene que ser consultado. Es ahí donde se atrasa pues el trabajo, pero no es lo que nos hace mal el atrasar el trabajo, es lo contrario, es lo que nos hace bien porque entonces es el pueblo que aceptó el bien. Sólo porque entonces hay atrasos pues.

Y también, lo que les quiero platicar es de que los compañeros… La democracia, como están diciendo o como estamos escuchando a los compañeros, las que están trabajando pues como autoridades, también ya se están dando cuenta de que tienen una gran responsabilidad de lo que nunca habían visto. Y el método que usan pues, es la de discutir, la de escucharse, la de mirarse, la de hacer una vez lo que sale pues así pensado y, luego, esas autoridades, hombres y mujeres, ya aprendieron de que entonces ellos y ellas no nada más van a dictar como ser, como ser dirigente. La palabra misma dice dirigir creo que ahí sale la continuación de eso: dirigente. Y entonces los compañeros dicen: “no, aquí vamos a discutir, aquí vamos a llevar la propuesta a la asamblea general.

Y cuando les digo la asamblea general es que están aquí todos y todas las autoridades de los pueblos que son hombres y mujeres. Y están también las autoridades, hombres y mujeres de los Marez, tienen un sentir luego luego los compañeros y las compañeras. Dicen: “esto no lo vamos a aprobar aquí, tenemos que llevar a nuestros pueblos porque son ellos y ellas las que van a decidir si sí o no. Y las propuestas de los compañeros de las Juntas de Buen Gobierno, de lo que ven de lo que hay que hacer, o de lo que ven de lo que está mal, esa asamblea general de autoridades hay cosas que ahí dictan de cómo se tiene que corregir, y hay cosas que las tienen que llevar en las comunidades para que se enteren todos los pueblos, hombres y mujeres, que mal está haciendo su autoridad o cuáles son las fallas de su autoridad.

Ahí están demostrando los compañeros de que están practicando lo de no suplantar, porque ellos no lo deciden, lo sienten que no pueden decidir ellos, que tiene que decidir su pueblo. Y cuando se trata de una propuesta de un trabajo, o de algún proyecto, se lleva pues la propuesta en los pueblos cada colectivo de pueblos empiezan a discutir, y en la asamblea general, como si fuera como esto que estamos acá, empiezan a proponer los pueblos, las autoridades de cada pueblo bien visto, porque de ahí están escuchándose cientos de hombres y mujeres cuál es la propuesta de la mejor idea de cómo se piensa hacer el trabajo.

De ahí, como un pueblo común pues ya hay eso, inmediatamente sale el acuerdo, creo que dicen unánime, creo se dice, porque entonces ahí hay algunos o algunas de las compañeras en los pueblos que luego, luego, los convence la mayoría. Entonces, la práctica que están llevando a cabo los compañeros, no nos imaginábamos antes del 94, pero cuando se practica, cuando se lleva pues así en los hechos, las cosas cambian y se mejoran.

Y si ustedes me preguntan o se imaginan porque de seguro de que entonces quisieran hacer preguntas, será del todo es bien de lo que están haciendo… si es grave la falla, el error, del compañero o de la compañera, simplemente se les agradece, se hace a un lado. Se hace un lado, pero no se va. O sea, no se va del base de apoyo, se va de ser servidor del pueblo, porque no lo está haciendo como el pueblo manda. Y todo eso, lo que les estoy diciendo, los compañeros y las compañeras dicen: “¿por qué no nos dejaron hacer los malos gobiernos en aquellos tiempos esto?” Y ellos mismos se dicen: “no, porque si nos hubieran dejado, México no estaría como esto”, se responden los compañeros y las compañeras.

Los compañeros y compañeras han llevado a cabo la practica pues, así real, y han inventado, han creado, la forma de cómo cuidar a su autoridad. Y lo han visto ahora que sí funciona. Porque, como les digo, tienen de apoyo, que le llaman la Comisión de Vigilancia. Ellos son los que reportan pues a sus pueblos en sus asambleas municipales de lo que está pasando. Y cuando hay asamblea general, ahí donde se le pide la cuenta a las Juntas de Buen Gobierno, ha funcionado. Porque es así como se ha corregido los errores y las fallas que han tenido los compañeros y las compañeras.

Y lo que hemos visto, también, de lo que hacen las compañeros y las compañeras, sobre todo las compañeras, la participación de ellas, que ya en los tres niveles de autoridades ya están participando ahí las compañeras, porque hay compañeras como Juntas de Buen Gobierno y hay compañeras como de los MAREZ y hay compañeras como autoridades comisariadas y agentas en los pueblos. Y eso, a los compañeros los reconocen ya, porque entonces también asumen la responsabilidad que son la autoridad máxima. Entonces, pero también entienden a esa autoridad máxima que son las autoridades de todos esos tres colectivos dicen: “no somos los que mandamos, estamos aquí como representantes, la que manda es el pueblo”.

Aquí les quiero contar una cosa: cuando los compañeros logran entender cuál es eso que se dice que es el pueblo la que manda hay que tener cuidado. ¿Por qué? Porque los compañeros… ha habido de que cuando hay una propuesta del colectivo que es el Municipio Autónomo ha sucedido, por ejemplo, de que un pueblo no quiere, o sea, que no acepta la gran mayoría, entonces, la solución (ahi es donde se necesita la inteligencia) entonces… ese trabajo ya tiene un fin, ya sea para que ahí se mantienen las distintas autoridades, los turnos de las autoridades de los Marez, o sea, no es para que se reparten en las comunidades, sino es para que no cooperen las comunidades, es para que no salga de su bolsillo lo poco que le queda, por eso se hace el trabajo colectivo.

Entonces, en vez de que se van a agarrar para quedarse peleados los compañeros con la mayoría y con una minoría, porque es un pueblo que no acepta, que no quiere, simple y sencillamente dicen los compañeros: “no hay problema compañero, compañera, nosotros vamos a trabajar pues en el colectivo, nada más sepa de que ahí va a salir de lo que gastan nuestras autoridades, y que le vamos a pedirle cuentas a nuestras autoridades en cómo se está gastando, en cómo se está usando. Y si ustedes como pueblo no la quieren, no hay problema. Sigue siendo la autoridad para ustedes nuestros compañeros. Sólo que a la hora de que hay un colectivo municipal le dicen: pero hay otra forma de cómo hacer. Ahí en su comunidad, hagan trabajo colectivo. Para que no realmente salga en su bolsillo de cada uno de ustedes. Hagan un trabajo colectivo para que ahí salga en el colectivo de lo que hay que darle a los compañeros y compañeras del Municipio Autónomo.

Entonces, no se encuentra la división, por decir ahí así eso pues. Por eso, les estaba diciendo de que los compañeros y compañeras autoridades leen escuchando; leen mirando de cómo hay que hacer, de lo que ven. Y leen haciendo. Porque ahí se va a demostrar, en la práctica pues, de lo que se miró y de lo que se escuchó.

Ahí está, por ejemplo pues, así de los compañeros autoridades de La Garrucha, que les estoy diciendo de la Ley Agraria. Que lo están viendo ahorita de cómo van a cuidar la tierra. Mejoraron ya la Ley Agraria Zapatista, de lo que había ya ahí, que se están entregándose pues, para cuidar la tierra. Agregaron más, de lo que se necesita, de lo que hay que cumplir para cuidar pues así la madre Tierra. Entonces, cuando estaban discutiendo ahí los compañeros, hubo un municipio autónomo y dijo así: “¿por qué el mal gobierno, y por qué los diputados y senadores no hacen así como lo que estamos haciendo?” Porque la ley que se hace hay que cambiarla. ¿Cada cuándo? Cuando se necesita, cuando se vea, cuando se escucha que ya no está funcionando.

Y los compañeros, porque ahí funciona pues así Radio Insurgente, los compañeros respondieron: “¿qué no has escuchado Radio Insurgente de cómo es que entonces viven los diputados y los senadores y el mal gobierno? Hacen leyes para ganar dinero”. Pues dónde van a hacer pues así como lo que estamos haciendo.

Yo les digo esa ley de cómo es que pensaron de cómo van a cuidar la tierra que está recuperada. Hay muchas cosas que han inventado los compañeros sobre la salud, sobre la educación, sobre comercio. Hasta, incluso, de tránsito. Los compañeros no tienen carros, pero se ven obligados de cómo es que tienen que controlar. Porque se dieron cuenta los compañeros y las compañeras que los propietarios de los carros que hay de pasajeros se estaban volviendo como un terrateniente, de como estaba antes. Porque sólo los que son propietarios entraban y salían. Sólo ellos quieren ocupar, adueñarse de la carretera. Mientras a otros no los permitían.

Entonces, los compañeros dijeron: “esto no, ya se acabó, es igual a como el terrateniente. Se tienen que organizarse como cooperativa, o como colectivo”. Porque así como todos queremos comer el pan… mirando de lo que hay, escuchando de lo que pasa, y la van haciendo pues en la práctica. Compañeros y compañeras: Hay mucho que decir de los compañeros, de cómo lo hacen. Pero, con el tiempo, la van a ir pues así descubriendo. Y ojalá que no se cansan pues, en visitarlos, en conocerlos, para comprender mucho más mejor que dar una plática, una explicación.

Porque ahí están y ahí van a seguir. Y seguirán ahí los compañeros y compañeras autoridades y los pueblos zapatistas.

Sólos, compañeros y compañeras.

INTERVENCIÓN DEL SUBCOMANDANTE MARCOS EN LA SESIÓN MATUTINA DEL 4 DE ENERO DEL 2009.

Buenas tardes.

Está con nosotros Don Luis Villoro. Si me permite, el compañero Luis Villoro.

Su cercanía a los pueblos indios de este país no es posterior a 1994, sino que lo antecede en varios calendarios.

En nuestro caso, las zapatistas, los zapatistas, su apoyo ha sido vital. Lo diré llanamente: más de uno, de una, en las comunidades indígenas, está viva, vivo, y luchando gracias al apoyo de este hombre. Y nunca, nunca, insinuó siquiera que esperara algo a cambio de su apoyo, cosa que sí hicieron otros, otras.

En él hemos encontrado un oído generoso y, desde que salimos a la luz pública, ha tratado de entendernos, y sus pensamientos no pocas veces han sido el combustible de nuestro paso. Y no saben ustedes los difícil que ha sido encontrar, en estos 15 años, a alguien que trate de entendernos y no de juzgarnos.

Con él, como con otros, hemos tenido y tenemos diferencias, y nuestras discusiones han sido agrias no pocas veces, como el que se refiere al movimiento estudiantil que hace 10 años y desde la UNAM, nos asombró y nos enseñó a los zapatistas.

Con todas estas diferencias, nunca ha habido en nuestro corazón la menor duda de sus convicciones y compromisos del lado de acá, abajo y a la izquierda.

Catalogar al que piensa diferente de nosotros como de “derecha”, como una torpe y ruin pancarta declaraba ayer, es una manifestación de una tendencia impositiva hecha, paradójicamente, por quienes dicen reivindicar lo libertario. Tal vez no sé mucho, pero hasta donde alcanzo, el anarquismo libertario no exime de conocer. Y hay que conocer antes de juzgar y condenar.

Es un honor, Don Luis, tenerlo hoy de nuestro lado, como de por sí ha sido desde hace 15 años.

El mundo que soñamos no es uno con unanimidad de pensamiento, así sea el nuestro, el zapatista, ni con la hegemonía impuesta que ella conlleva.

Salud Don Luis, sólo queríamos decirle que tiene usted, desde hace luengos calendarios, un lugar en el moreno corazón que nos anima.

Se supone que, después de la intervención de Moy, del Teniente Coronel Insurgente Moisés, yo les leería un cuento. Ya será después, ahora tenemos qué decir algo diferente. Va:

De siembras y cosechas

Tal vez lo que voy a decir no venga al caso de lo que es el tema central de esta mesa, o tal vez sí.

Hace dos días, el mismo en el que nuestra palabra se refirió a la violencia, la inefable Condoleezza Rice, funcionaria del gobierno norteamericano, declaró que lo que estaba pasando en Gaza era culpa de los palestinos, por su naturaleza violenta.

Los ríos subterráneos que recorren el mundo pueden cambiar de geografía, pero entonan el mismo canto.

Y el que ahora escuchamos es de guerra y de pena.

No muy lejos de aquí, en un lugar llamado Gaza, en Palestina, en Medio Oriente, aquí al lado, un ejército fuertemente armado y entrenado, el del gobierno de Israel, continúa su avance de muerte y destrucción.

Los pasos que ha seguido son, hasta ahora, los de una guerra militar clásica de conquista: primero un bombardeo intenso y masivo para destruir puntos militares “neurálgicos” (así les dicen los manuales militares) y para “ablandar” las fortificaciones de resistencia; después el férreo control sobre la información: todo lo que se escuche y vea “en el mundo exterior”, es decir, externo al teatro de operaciones, debe ser seleccionado con criterios militares; ahora fuego intenso de artillería sobre la infantería enemiga para proteger el avance de las tropas a nuevas posiciones; después será el cerco y sitio para debilitar a la guarnición enemiga; después el asalto que conquiste la posición aniquilando al enemigo, después la “limpieza” de los probables “nidos de resistencia”.

El manual militar de guerra moderna, con algunas variaciones y agregados, está siendo seguido paso a paso por las fuerzas militares invasoras.

Nosotros no sabemos mucho de esto y, es seguro, hay especialistas sobre el llamado “conflicto en Medio Oriente”, pero desde este rincón algo tenemos que decir:

Según las fotos de las agencias noticiosas, los puntos “neurálgicos” destruidos por la aviación del gobierno de Israel son casas habitación, chozas, edificios civiles. No hemos visto ningún bunker, ni cuartel o aeropuerto militar, o batería de cañones, entre lo destruido. Entonces nosotros, disculpen nuestra ignorancia, pensamos que o los artilleros de los aviones tienen mala puntería o en Gaza no existen tales puntos militares “neurálgicos”.

No tenemos el honor de conocer Palestina, pero nosotros suponemos que en esas casas, chozas y edificios habitaba gente, hombres, mujeres, niños y ancianos, y no soldados.

Tampoco hemos visto fortificaciones de resistencia, sólo escombros.

Hemos visto, sí, el hasta ahora vano esfuerzo de cerco informativo y a los distintos gobiernos del mundo dudando entre hacerse patos o aplaudir la invasión, y una ONU, ya inútil desde hace tiempo, sacando tibios boletines de prensa.

Pero esperen. Se nos ha ocurrido ahora que tal vez para el gobierno de Israel esos hombres, mujeres, niños y ancianos son soldados enemigos y, como tales, las chozas, casas y edificios donde habitan son cuarteles que hay que destruir.

Entonces seguramente los fuegos de artillería que esta madrugada caían sobre Gaza eran para proteger de esos hombres, mujeres, niños y ancianos el avance de la infantería del ejército de Israel.

Y la guarnición enemiga a la que quieren debilitar con el cerco y sitio que se está tendiendo en torno a Gaza no es otra cosa que la población palestina que ahí vive. Y que el asalto buscará aniquilar a esa población. Y que cualquier hombre, mujer, niño o anciano que logre escapar, escondiéndose, del asalto previsiblemente sangriento, será luego “cazado” para que la limpieza se complete y el mando militar al mando de la operación pueda reportar a sus superiores “hemos completado la misión”.

Disculpen de nuevo nuestra ignorancia, tal vez lo que estamos diciendo no venga, en efecto, al caso, o cosa, según. Y que en lugar de estar repudiando y condenando el crimen en curso, como indígenas y como guerreros que somos, deberíamos estar discutiendo y tomando posición en la discusión sobre si “sionismo” o “antisemitismo”, o que en el principio fueron las bombas de Hamas.

Tal vez nuestro pensamiento es muy sencillo, y nos faltan los matices y acotaciones tan necesarios siempre en los análisis pero, para nosotras, nosotros, zapatistas, en Gaza hay un ejército profesional asesinando a una población indefensa.

¿Quién que es abajo y a la izquierda puede permanecer callado?

¿Sirve decir algo? ¿Detienen alguna bomba nuestros gritos? Nuestra palabra, ¿salva la vida de algún niño palestino?

Nosotros pensamos que sí sirve, que tal vez no detengamos una bomba ni nuestra palabra se convierta en un escudo blindado que evite que esa bala calibre 5.56 mm o 9 mm, con las letras “IMI”, “Industria Militar Israelí” grabadas en la base del cartucho, llegue al pecho de una niña o un niño, porque tal vez nuestra palabra logre unirse a otras en México y el mundo y tal vez primero se convierta en murmullo, luego en voz alta, y después en un grito que escuchen en Gaza.

No sabemos ustedes, pero nosotros y nosotras, zapatistas del EZLN, sabemos lo importante que es, en medio de la destrucción y la muerte, escuchar unas palabras de aliento.

No sé cómo explicarlo, pero resulta que sí, que las palabras desde lejos tal vez no alcanzan a detener una bomba, pero son como si se abriera una grieta en la negra habitación de la muerte y una lucecita se colara.

Por lo demás, pasará lo que de por sí va a pasar. El gobierno de Israel declarará que le propinó un severo golpe al terrorismo, le ocultará a su pueblo la magnitud de la masacre, los grandes productores de armamento habrán obtenido un respiro económico para afrontar la crisis y “la opinión pública mundial”, ese ente maleable y siempre a modo, volteará a mirar a otro lado.

Pero no sólo. También va a pasar que el pueblo Palestino va a resistir y a sobrevivir y a seguir luchando, y a seguir teniendo la simpatía de abajo por su causa.

Y, tal vez, un niño o una niña de Gaza sobrevivan también. Tal vez crezcan y, con ellos, el coraje, la indignación, la rabia. Tal vez se hagan soldados o milicianos de alguno de los grupos que luchan en Palestina. Tal vez se enfrente combatiendo a Israel. Tal vez lo haga disparando un fusil. Tal vez inmolándose con un cinturón de cartuchos de dinamita alrededor de su cintura.

Y entonces, allá arriba, escribirán sobre la naturaleza violenta de los palestinos y harán declaraciones condenando esa violencia y se volverá a discutir si sionismo o antisemitismo.

Y entonces nadie preguntará quién sembró lo que se cosecha.

Por los hombres, mujeres, niños y ancianos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

México, 4 de enero del 2009.

 

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