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Asia :: 26/05/2009

La guerra en Pakistán causa dos millones de refugiados

Vilani Peiris
[Traducido del inglés para La Haine por Felisa Sastre] Los partidario de la dictadura de Musharraf, sostenida por EE.UU., piden que los refugiados pastunes sean expulsados

La ofensiva militar contra las milicias pro-Talibán en la provincia fronteriza del noroeste (NWFP, en sus siglas inglesas) ha ocasionado una crisis humanitaria masiva. Según informes de la Alta Comisión de la ONU para los Refugiado, durante el mes pasado, más de un millón y medio de personas han abandonado sus hogares - el mayor número de gentes desplazadas por la violencia desde el genocidio de Ruanda de 1994.

Los ataques, y el éxodo consiguiente de pastunes desde la NWFP está exacerbando además las tensiones nacional-étnicas en Pakistán, país basado en las distintas comunidades y amenazado por las diferencias religiosas y étnicas.

El viernes, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (UHHCR) exigió urgentemente 450 millones de dólares, afirmando que sólo había tenido un aumento de 86 millones de los 543 que calcula necesitará para financiar la ayuda a los refugiados hasta finales de 2009.

El coordinador de la ayuda humanitaria de la ONU, Martin Mogwanja, declaró que “El nivel de estos desplazamientos es extraordinario en tamaño y velocidad de crecimiento, y ha ocasionado increíbles sufrimientos.”

Altos responsables de la ONU han expresado repetidamente la preocupación respecto a que si la crisis no se abordaba con rapidez, la ofensiva militar que está llevando a cabo Islamabad, bajo las fuertes presiones de Washington para que Pakistán se haga con el control de la totalidad de su territorio, podría de hecho aumentar terriblemente la oposición al gobierno pakistaní.

Antonio Guterres, Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU, declaró a CNN: “la escalada del problema es de tal magnitud que ni con todos nuestros recursos podemos afrontarla”. Y es muy importante que esa población no se sienta abandonada.

“Sin una masiva ayuda de la comunidad internacional al pueblo pakistaní”, continuó Guterres, “se convertirá en un problema muy dramático, y no sólo en el aspecto humanitario”.

El 19 de mayo, un diplomático no identificado, en una entrevista con el servicio de noticias de la CBS, expresó temores parecidos. El diplomático afirmó que la crisis de los refugiados constituye una amenaza para “la fundamental estabilidad y seguridad de Pakistán”, y añadió seguidamente: “La situación parece muy grave en estos momentos, por lo que espero que seamos capaces de movilizar suficientes recursos para impedir que se convierta en totalmente explosiva”.

Desde el pasado mes de agosto, más de dos millones de personas han huido de las Áreas Tribales Administradas Federalmente (FATA) y de tres distritos de la Provincia del NWFP: Swat, Buner y Lower Dir; de los cuales 1,7 millones lo han hecho desde el 2 de mayo.

Desde el 2 de mayo, unos 1,45 millones se han registrado en el departamento de bienestar social como personas desplazadas internas o IDP, pero las autoridades pakistaníes creen que, al menos otras 300.000, no se han inscrito. Según la Agencia para los Refugiados de la ONU, sólo el 15 por ciento de los refugiados inscritos ha conseguido refugio en campamentos para desplazados internos, que se han multiplicado en el último mes desde 9 a 26. Otros han encontrado refugio en escuelas, pero la gran mayoría se encuentra hacinada en viviendas de parientes o amigos. Según informa el Guardian, en una sola vivienda se habían metido 85 personas.

Funcionarios de la ONU avisan que esperan que el número de refugiados siga aumentando, con un máximo probable en septiembre cuando la “intensificación militar estadounidense en Afganistán estará funcionando a toda marcha. El jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, Mike Muller, la semana pasada ante el Comité del Congreso, trató de evitar la pregunta sobre si la inminente ofensiva militar estadounidense en Afganistán iba a desestabilizar más Pakistán al trasladar a los rebeldes Pastún anti-estadounidenses desde la zona afgana a la paquistaní de la Durand Line(1), impuesta por los británicos.

Pero la situación en gran parte del noroeste de Pakistán es ya catastrófica.

En una petición formulada por la UNCHR el viernes pasaso, se dice que la mayoría de los refugiados “han perdido todas sus pertenencias, han escapado sin nada más que lo que llevaban encima en ese momento. Con la llegada del verano, hombres, mujeres y, especialmente los niños, están sufriendo enfermedades derivadas del calor y dolencias producidas por el agua. Muchos sufren también estrés post-traumático.

Otro problema fundamental, añade la UNCHR, es el calor en los campos de refugiados, que habitualmente alcanza los 45º grados, temperatura mucho más alta que las habituales el valle de Swat.

La CNN ha informado de que el miércoles pasado cortaron una calle principal en Mardan (la capital del distrito de Mardan en la NWFP) para protestar por la incapacidad de que las autoridades paquistaníes para proporcionarles alimentos, agua y otros servicios básicos. Uno de los manifestantes, Hazrat Bilal, declaró indignado: “El Gobierno ha estado haciendo grandes promesas pero ninguna de ellas se ha cumplido”.

No existe en la práctica una información independiente proveniente de la zona del conflicto, pero todo los informes indican que los combates han sido feroces, con las fuerzas armadas paquistaníes usando los bombarderos F-16, helicópteros con ametralladoras, y artillería pesada para bombardear y ametrallar posiciones sospechosas de rebelión, con poca, o ninguna preocupación por las vidas de civiles.

El sábado, los militares afirmaron haber cortado un corredor en las afueras de la ciudad de Mingora que, hasta principios de este mes, tenía una población de más de 200.000 habitantes. El ejército siguió informando de que ahora está combatiendo calle por calle y edificio por edificio para limpiar Mingora de rebeldes islamistas, pero admite que al menos 20.000 civiles siguen la ciudad.

Los refugiados, aunque en general condenan a los islamistas, han denunciado con frecuencia a los militares paquistaníes por su inmoral desprecio por la vida de los civiles, y muchos de ellos informan que el ejército ha arrasado viviendas de civiles y en algunos casos, pueblos enteros. Chand Bibi declaró por teléfono a los periodistas de NPR: “Estábamos tomando té cuando de pronto se desató una operación armada con misiles de mortero y bombas. El combate tenía lugar alrededor de mi casa. Mi marido estaba sacando agua del pozo. Yo agarré a tres de mis hijos y mi marido vino detrás con el resto de los niños. Nos subimos a un camión que pasaba por allí mientras un avión volaba por encima. Dos vehículos quedaron destrozados. Dios dejó que el nuestro quedara intacto.”

La ofensiva del ejército paquistaní se ha producido durante la época de la cosecha en la NWFP, lo que supone que el sustento de centenares de miles de campesinos pobres se está pudriendo ahora en los campos. “Si ellos pierden sus cosechas, han de pasar otros 12 meses antes de que puedan producir sus alimentos”, explicó Dominique Frankefort, coordinador del Programa Alimentario de Emergencia de la ONU.

El primer ministro paquistaní, Yousaf Raza Gilani, decía el sábado que la ofensiva militar “era la operación mejor planificada, que ha previsto todos los aspectos humanitarios y militares, y está siendo llevada a cabo con precisión...”

Se trata de una mentira cínica y descarada. Al ejército se le envió a la zona a toda prisa, después de que la elite paquistaní se viera sometida a grandes presiones por Washington para que iniciara la ofensiva contra las milicias favorables a los Talibán. El Pentágono quería disponer de seguridad en las carreteras principales de Pakistán, a través de las cuales las fuerzas estadounidenses trasladan casi el 80 por ciento del petróleo, los víveres y el armamento para su ejército en Afganistán. Estaba también ansioso porque las fuerzas paquistaníes cargasen con la mayoría de los enfrentamientos necesarios para dar seguridad al gobierno títere de Kabul, y reducir así las bajas estadounidenses.

En la preparación de la cumbre trilateral del mes pasado, entre los presidentes de EE.UU., Pakistán y Afganistán, Washington ofreció al Estado paquistaní, al borde de la bancarrota, aumentar su ayuda económica para el desarrollo y la ayuda militar, indicando que podría dejar de apoyar al gobierno civil del Partido del Pueblo de Pakistán si no prestaba más ayuda para que EE.UU. ganase la guerra de Afganistán- Pakistán (AfPak).

A principios de este mes, Gilani anunció que dedicaría una miserable cantidad de 1.000 millones de rupias (12,5 millones de dólares) como ayuda a los refugiados, víctimas de la ofensiva militar en Swat y las provincias vecinas. Ahora, Islamabad calcula al menos que se necesitarán mil millones de dólares para ayudar a los refugiados internos y para la rehabilitación. Al hablar el pasado jueves en una Conferencia de “donantes” de representantes gubernamentales en Islamabad, Gilani pidió ayuda alegando que habría “graves consecuencias” si Islamabad era incapaz de afrontar la crisis de los refugiados. El día previo a la reunión de la Conferencia, Estados Unidos anunció que daría 110 millones de dólares en ayuda de emergencia, equivalente a unos 55 dólares por persona desplazada en la actualidad. Varios gobiernos, entre ellos los de Gran Bretaña, Francia y Alemania, prometieron otros 114 millones de dólares.

En sus declaraciones del sábado, Gilani afirmó que los desplazados por causa de la ofensiva militar en el noroeste de Pakistán tenían derecho a encontrar refugio en cualquier lugar del país. Pero uno de los socios del Partido del Pueblo de Pakistán en el gobierno central y en los gobiernos provinciales, el MQM(2), ha estado agitando a los partidos nacionalistas del Sindh para impedir que los pastunes desplazados de la NWFP encuentren cobijo en Sindh.

El sábado, las principales ciudades del Sindh, entre ellas Karachi y Hyderabad, quedaron paralizadas por una huelga contra los pastunes , convocada por el MQM, el Jeay Sind Quami Mahaz (Qureshi(3)) y otras organizaciones nacionalistas, una huelga impuesta mediante la violencia.

Millones de pastunes viven en Karachi, donde constituyen la mayoría de la mano de obra más pobre. Naturalmente, muchos de los desplazados por los combates en la NWFP se dirigen ahora a Karachi y otras ciudades del Sindh para vivir con sus familias y amigos. Pero varios partidos de base étnica tratan de provocar una insurrección comunal contra los pastunes, con la excusa de las difíciles circunstancias a las que se enfrentan los trabajadores de todas nacionalidades por la escalada de los precios, cortes de electricidad constantes y la falta de servicios sociales y públicos básicos.

El MQM - que afirma ser la voz de los mohajirs (de lengua urdú, que emigraron a Pakistán en 1947-48 tras la división del subcontinente indio) fue con anterioridad un rotundo partidario de la dictadura del general Parvez Musharraf, sostenida por EE.UU. El MQM y sus nuevos aliados nacionalista del Sindh piden que los refugiados pastunes sean expulsados de la segunda provincia más densamente poblada de Pakistán y, si no es posible, que sean objeto de registros obligatorios y confinados en campos de refugiados, es decir, tratados como reclusos.

Mientras tanto, como repuesta a la pregunta sobre la posibilidad de que los terroristas puedan ocultarse como si fueran personas desplazadas, el general Abbas, portavoz del ejército, afirmó el sábado que los militares estaban considerando restringir el movimiento de los refugiados y confinarlos en campos, presumiblemente vigilados por las fuerzas de seguridad. “Estamos trabajando en ello”, dijo Abbas, “pero no podemos dar una fecha límite”.


Notas

1. N.T.: Frontera entre Afganistán y Pakistán, establecida en 1893, mediante un acuerdo entre el Imperio británico y el emir Abur Rahman Jan de Afganistán. Es una frontera de 2.640 kilómetros.

2. N.T.: Muttahida Quami Movement, es el tercer partido principal de Pakistán y el segundo en importancia en la provincia meriodional del Sindh.

3. N.T.: Bashir Kahn Qureshi, presidente del Jeay Sindh Qaumi Mahaz, partido nacionalista del Sindh

World Socialist Web Site, 25 de mayo de 2009

 

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