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Estado español :: 23/11/2009

Educación: manifiesto a favor de la mano dura

Carlos X. Blanco
Les importa todo un bledo, porque saben que ahorran servicios a la policía y a la judicatura

Ya sé que estas palabras parecen provocadoras. Se nota demasiado. Pero hace falta hoy, más que nunca, despertar conciencias, asociarse para devolver a la sociedad unas herramientas fundamentales sin las cuales el mundo civilizado se viene abajo. Estas herramientas son: respeto, jerarquía, proporcionalidad en los castigos, seriedad, esfuerzo, amor al trabajo.

Ya estoy oyendo los anatemas. “Esto suena a fascismo, a reacción, es la vuelta al autoritarismo”. No lo sé, pero también puede sonar a comunismo, democracia popular, sociedad de seres libres. Como marxista, defiendo radicalmente que estos valores perdidos en la Educación (los repito, respeto, jerarquía, proporcionalidad en los castigos, seriedad, esfuerzo, amor al trabajo) son los pilares para una sociedad de personas libres, iguales y sabias. Pero los lectores de otras tendencias políticas también podrían compartir estos mismos valores: son la esencia de la civilización.

Pero he aquí que al mentarlos enseguida comienzan a vociferar los “progres”. Te demonizan en cuanto pronuncias tales ideas-fuezas. Son como el demonio para esa nueva clerigalla progresista. Ponen el grito en el cielo en cuanto atentas contra sus bodrios pedagógicos y sus paternalismos desquiciados.

Vamos a explicar los demonios. Para que se empapen de satanismo, es decir, de diatribas contra la LOGSE, contra el desastroso modelo educativo vigente, contra las tutorías, contra la Educación para la Ciudadanía, contra la “atención educativa alternativa a la religión”, contra el pintar y colorear y hacer plastilina hasta los 18 años, contra las agresiones y acosos a profesores y directores, contra tantas y tantas tonterías y estropicios que nos han traído los pedagogos, los progresistas, los “liberados” y los chupatintas. No siga leyendo si Vd. va de paternalista por la vida, de redentor, de progresista. No siga, porque estas líneas van contra su modo de pensar, le van a sentar mal.

El Respeto. En la comunidad educativa se ha perdido el respeto. Se profieren insultos, se cometen agresiones, se machaca a diario la dignidad del docente y del personal auxiliar de educación. Es grave no saber respetar al otro en general. Es gravísimo, letal en términos de existencia civilizada, no respetar a quien enseña. Es el comienzo del fin de la cultura. Otras civilizaciones tomarán el relevo. La occidental se va al garete.

La Jerarquía. Donde manda capitán no manda marinero. En un barco, en un estado, en un club, tiene que haber alguien al frente. Con más o menos apoyo en la base, según las formas, según los fines. En Educación no puede haber “igualdad” entre docentes y discentes. No puedes enseñar que dos y dos son cuatro y después preguntar estúpidamente “¿Qué os parece?” Este modelo LOGSE, pseudolibertario, post-mayo de 1968, es la fuente mayor de necedades que estamos pagando hoy en nuestro sistema educativo. Jerarquía hubo en la Prusia del fin del siglo XIX, con sus “gimnasios” y universidades, modélicas. Jerarquía hubo en la vida académica de la URSS en sus mejores tiempos, como jerarquía hay en los selectos centros de enseñanza chinos , de un nivel tal que están ya a punto de condenarnos a todos los europeos a quedarnos en el tercer mundo de cabeza. Jerarquía basada en el mérito y en la capacidad. Basada en saber escuchar al que sabe, al que sabe más que tú, al que tiene cosas importantes que decir. En las aulas hay que tapar la boca a los bocazas, a los gamberros y a todos los disruptores. O si no, a casa, o a trabajar en el tajo, que es lo que debe hacer todo joven decente, con un mínimo de autoestima, la obligación de todo el que no quiera seguir estudiando: trabajar en el tajo. ¿Tan difícil es entenderlo?

El Castigo. El Castigo no debe ser venganza. El Castigo en Educación es corrección de la conducta molesta, irrespetuosa, gamberra, delictiva. El Castigo es también protección del derecho sagrado de los demás chicos a poder aprovechar sus clases, a poder aprender sin que les distraigan ni les perjudiquen en cualquiera de los otros sentidos. Castigo proporcional, evidentemente, sin las blandurronerías ni paternalismos que los progres han impuesto a día de hoy en nuestros centros. Una agresión grave a un maestro es pagada con un día de expulsión, “castigo” irrisorio con el que el delincuente escolar ha obtenido de paso un día festivo para quedarse en casa o deambular por ahí haciendo cuanto le venga en gana. Un día en casa, quince días… ¿por agredir a un educador? Expulsión inmediata y colocarlo en el tajo, trabajando por la sociedad hasta que salde su ofensa para con ella. Multa (económicamente) dolorosa a los padres por su incapacidad de control sobre los vástagos paridos y criados. Retirada inmediata del derecho a la Educación. Eso es lo que había que hacer con un mínimo de sentido común y de sentido por la Sociedad. Porque, me parece evidente: los derechos se corresponden con deberes, y aquellos pueden ser retirados provisoriamente a falta de cumplimiento de los deberes. Lo demás son boberías de la LOGSE y demás engendros legislativos.

Proporcionalidad. Por supuesto, en los centros escolares hay niños revoltosos, hay gamberros, hay delincuentes y hay chusma… además de una inmensa mayoría de muchachos normales y sanos, con ganas de estudiar o, al menos, con ganas de no molestar al prójimo. Por ellos hay que luchar y esforzarse La proporcionalidad severa, el regreso a la severidad punitiva es la única garantía de regeneración de nuestro sistema educativo. Un gamberro no es un delincuente, ya lo sé, hay muchos grados y casuística, pero el educador (especialmente actuando de forma colegiada) debe tener un micro-poder ejecutivo y judicial para actuar dentro de su esfera, como lo tuvo en otros tiempos, un poder para defender a sus alumnos, para defenderse él mismo. Todo lo que tenemos ahora, especialmente en los institutos de secundaria, no es más que la ley de la selva. La ausencia de ley y la más absoluta impunidad.

Seriedad, esfuerzo, amor al trabajo. Se han acabado los tiempos de “aprenda sin esfuerzo”. La pseudociencia de la pedagogía y del “constructivismo” sólo nos han deparado la plastilina, el recortar y colorear, la obligatoriedad de enseñanza hasta los 16 (hasta los 18 según algunos necios la vaticinan ya para mañana), el calentamiento acéfalo de asientos. Los inspectores y prebostes de la administración se quedan contentos y tranquilos con tal de que el parásito y el objetor adolescentes se queden dormidos en el aula, o “desconecten” con los cascos del mp3 mientras el maestro explica. Se quedan contentos mientras esté ese cuerpo acéfalo juvenil encerrado tras las vallas del centro (convertido hoy en campo de internamiento) haga lo que haga, aunque se dedique a pegar y escupir a sus superiores naturales, los maestros, a violar compañeras en los pasillos y servicios, a drogarse por los rincones. Todo esto está pasando y a los prebostes y mandarines pedagógicos les da igual. Hay que decirlo muy alto: LES DA IGUAL. Les importa todo eso un bledo, porque saben que ahorran servicios a la policía y a la judicatura.

Los educadores debemos negarnos a esto. Debemos restaurar unas ideas-fuerza que son vitales para la existencia civilizada, en paz y en libertad: la Educación es aprender con seriedad, con esfuerzo, con amor al trabajo bien hecho. Saber superarse, elevarse sobre la molicie. Molicie es lo que tenemos hoy con la invasión de la chusma (pseudoalumnos calentadores de asientos y reventadores de la enseñanza) y la instauración del caos en nuestros centros.

Para terminar, digo que es preciso asociarse, padres y profesores, si compartimos parecidos enfoques a los que aquí he expuesto, sea cual sea nuestra orientación ideológica en otros terrenos.

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