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Nacionales E.Herria :: 26/05/2010

Ha muerto Josepa Arregi, alma y corazón de Etxerat

Boltxe Kolektiboa
Incombustible, luchadora, abertzale, solidaria, amatxo, extraordinaria mujer y presidenta de Etxerat. Euskal Herria ha perdido a una de sus mejores hijas.

Recién terminábamos la cobertura a la exitosa huelga de hoy en Euskal Herria, nos enteramos de la muerte de esta mujer singular, única, de las que nos regala la historia y espejo de las miles de amatxos que en Euskal Herria tiene una cama vacía en casa, la de sus hijos pres@s en las cárceles de exterminio del estado español o francés. Amiga de tod@s los pres@s politic@s vasc@s y por ende de toda Euskal herria, ama de Jesus Mari, preso vasco, esta mujer, ha sido en Etxerat, la asociación de familiares de pres@s vasc@s algo mas que su presidenta, ha sido su alma y su corazón.

Goian Bego Josepa! Agur Burkide Iraultzalea, desde Boltxe queremos mostrar nuestro pesar por esta pérdida irreparable y dar un fortísimo abrazo a l@s compañer@s de Etxerat, y a Jesus Mari, que ha perdido a su ama.

Etorkizuna Gurea Da!, el futuro es nuestro y lo construyen día a día, hombres y mujeres como Josepa, héroes del combate diario, que forjaran una Euskal Herria libre y sozialista.

Jotake!

Boltxe Kolektiboa

Pequeña biografía de Josepa, por Martin Garitano

Joxepa Arregi Egidazu, nacida en 1919 en el caserío Garratz del barrio Musakola de Arrasate, desde muy temprana edad tuvo que hacer frente a una vida llena de sinsabores, como si el nombre del caserío que le viese nacer hubiera marcado su destino.

De familia de once hermanos, a los 14 años abandonó la escuela para irse a servir hasta que estalló la guerra. Al finalizar la contienda se casó con Tomás Zabarte, y quedó viuda cuando esperaba su tercer hijo.

Pero la imagen que nos queda de Joxepa Arregi está unida a un candil. Al candil que ilumina la ruta de los familiares de presos políticos vascos. Joxepa, la madre de Jesús Mari Zabarte, Garratz, la tía de Pakito Arriaran, la veterana entre las veteranas de un acompañamiento a los prisioneros vascos a las que no han vencido ni la dispersión que le llevó hasta Salto del Negro, en Canarias, durante años, ni el acoso policial que comenzó aquel 1974 franquista en el que los policías que lo ametrallaron dieron por muerto a su hijo.

Joxepa Arregi conoció el régimen carcelario franquista. Y el actual. Quienes le escucharan no podrán decir que fuera peor el anterior.

Recorrió mil y una veces la geografía peninsular para hacer realidad la máxima de que no ha habido ni habrá un solo preso vasco sin la asistencia, sin el calor, sin la comunicación, con su gente.

Quien no conociera a Joxepa no puede jactarse de conocer la realidad vasca.

El pañuelo blanco al cuello, el candil entre las manos, sujeto con energía de madre, de arrasatearra de genio y casta, Joxepa ha sido una de las imágenes que cada día nos han refrescado la memoria sobre una realidad dramática, la de centenares de hombres y mujeres presos en tierra extraña.

Ha muerto Joxepa sin ver a su hijo y a su pueblo libres. Pero los sueños son propiedad de gente como ella, gente que no descansa. Así se hacen realidad los sueños. Con gente como Joxepa.

 

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