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Cuba :: 10/08/2010

Reformas en Cuba: Cambios estructurales en la Revolución

José Miguel Arrugaeta-Joseba Macías
Raúl Castro anunció el inicio de una reforma laboral que debe reducir por etapas el número de trabajadores estatales en casi 1.300.000 personas

El pasado 1 de agosto el presidente cubano anunciaba ante el Pleno de la Asamblea Nacional el comienzo de una nueva etapa de cambios económicos y sociales con el objetivo de perfeccionar su propio sistema. En un discurso de apenas media hora, Raúl Castro fue claro, enfático y muy directo a la hora de contextualizar las últimas liberaciones de presos, las actuales relaciones con el Gobierno de Estados Unidos y las características y finalidad de las transformaciones internas.

El ritmo cubano siempre es propio e intransferible. Desde el 1 de enero de 1959 la Revolución decide cómo y cuándo suceden las cosas en su interior, más allá de presiones y contratiempos. Y así ha sido una vez más a modo de reiterado aviso a navegantes y estrategas de derrumbes. Finalmente no hubo «novedades» durante la celebración del 26 de Julio, pero las expectativas ciudadanas sólo tuvieron que esperar seis días más. El lugar, la Asamblea Nacional del Poder Popular convocada para sesionar entre el 30 de julio y el 1 de agosto.

Durante el encuentro, sus integrantes, reunidos en comisiones, realizaron un profundo diagnóstico crítico sobre la situación del país en muy distintas áreas (educación, economía, presupuesto, salud, proyectos de ley, relaciones internacionales, agricultura, inversiones...), para sesionar finalmente, el día 1 de agosto, en plenario y aprobar, mediante discusión televisada, las leyes propuestas, una de las cuales incluía importantes readecuaciones en la división administrativa del país.

De esta forma, a partir del 1 de enero de 2011 el actual territorio de Provincia Habana (que rodea y abastece a la capital) se convertirá en dos entidades territoriales distintas: Mayabeque y Artemisa. Y desaparecerá también el municipio de Varadero que se integra a la villa de Cárdenas, mientras que la península del mismo nombre pasará a depender del Consejo de Ministros, dada su importancia estratégica para la economía del turismo y el petróleo. Se trata de cambios cuya finalidad es aligerar y hacer más eficiente la Administración Pública y que han sido aprobados tras largos debates y con una importante participación social para poder alcanzar un alto nivel de consenso, en lo que parece ser un ejercicio democrático a reiterar ante los nuevos cambios anunciados.

Radiografía del Estado de la Nación

Tres fueron los ejes medulares de la intervención final de Raúl Castro ante el Pleno del Parlamento nacional. En primer lugar informaba de la puesta en libertad hasta la fecha de un grupo de 21 presos (de un total de 52) que fueron arrestados durante el operativo desarrollado en la primavera de 2003, caracterizándoles como «mercenarios al servicio del Gobierno de Estados Unidos». Castro dejaba claro que este gesto no debe ser tomado como signo de debilidad sino de generosidad y fortaleza, enfatizando al mismo tiempo que nadie debe llamarse a engaño ya que la defensa del país y de la Revolución seguirá siendo «una obligación y un derecho». El presidente cubano sintetizó el actual estado de las relaciones EEUU-Cuba señalando que «nada ha cambiado» ya que el bloqueo se mantiene intacto y en pleno vigor.

Raúl Castro se refirió también a la actual situación de la economía del país: una producción azucarera a la baja, subidas moderadas en el sector del turismo, las exportaciones y la producción de petróleo, una significativa tendencia al aumento de la productividad del trabajo respecto al salario y una mejora de la situación financiera. Datos que se ven acompañados por la renegociación de diversas deudas externas y el aumento de depósitos en divisas en la banca nacional, lo cual se traduce en una notable reducción de las retenciones de transferencias a suministradores, cuestión que como hemos señalado en anteriores análisis venía lastrando desde hace más de año y medio el propio funcionamiento bancario. En síntesis, la imagen de una economía y un sistema financiero que parecen repuntar dejando atrás gradualmente la crisis y permitiendo, al mismo tiempo, iniciar las transformaciones aplazadas por las sucesivas dificultades de los últimos años (huracanes, recesión económica internacional, problemas productivos y financieros internos...)

El tercer referente, y sin duda el más trascendente a efectos de la sociedad cubana, ha sido el anuncio de la apertura de una etapa de readecuación en la economía nacional con fuertes repercusiones en distintos ámbitos. En palabras del propio Raúl Castro, se trataría de la puesta en marcha de medidas que buscan «un cambio estructural y de conceptos» y tienen como objetivo el perfeccionamiento del socialismo y del sistema político, sobre la base de la justicia social y la soberanía nacional. Una línea de trabajo que se aplicará de acuerdo a una agenda propia y a un ritmo determinado por las necesidades del país, al tiempo que señalaba en la misma dirección que las medidas que se adopten deben ser objeto de amplia discusión y debate a todos los niveles, con el fin de contar con el apoyo y la comprensión de la mayoría de la pobla- ción.

¿Cuáles son los contenidos de estas medidas? Raúl Castro anunció la aprobación en el Consejo de Ministros del pasado 16-17 de julio del inicio de una reforma laboral que debe reducir por etapas el número de trabajadores estatales en casi 1.300.000 personas (la primera fase deberá concluir en marzo de 2011). Paralelamente al proceso de reducción de plantillas se ampliarán sustancialmente las licencias para el trabajo por cuenta propia (hoy Cuba cuenta con unos 150.000 autónomos), incluyendo por primera vez la posible contratación de mano de obra asalariada por particulares (que hasta ahora sólo se permitía en el sector campesino) y la comercialización de producciones industriales, lo cual supone en la práctica la legalización de la pequeña empresa (con las regulaciones laborales e impositivas correspondientes).

Más allá del ámbito socioeconómico, pero de suma importancia política, fue también el anuncio de la formación de las comisiones para la preparación de documentos y discusiones que deben conducir a la celebración del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, en fecha por determinar.

El difícil reto de la traducción a la práctica

El presidente conseguía resumir en su breve discurso numerosas expectativas de amplios sectores de la población sustentadas en dar luz verde a cambios sociales y económicos. Pero en sus palabras también se han podido percibir los peligros implícitos en cualquier tiempo de transformaciones. No es un tema menor, en este sentido, que Raúl haya llamado la atención del necesario control sindical en el proceso de reducción laboral, atendiendo a la antigüedad y el principio de idoneidad para ocupar el puesto de trabajo evitando favoritismos y discriminaciones, al tiempo que proclamaba que «nadie quedará abandonado a su suerte».

Entre las palabras y las realidades queda aún un complicado trayecto por recorrer sin perder de vista el objetivo central: conseguir que estas medidas, leyes y regulaciones (y otras que las seguirán) lleguen a impactar positivamente en una sociedad cubana en la que el papel del Estado se verá reducido mientras que los «enfoques paternalistas» irán pasando a la historia, con su carga de traumas y desajustes. Pero los riesgos no son inventados: no deja de ser curioso que, coincidiendo con el anuncio de esta política de descentralización y apoyo a nuevas iniciativas económicas, la gubernamental Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) anunciara el «ofrecimiento» de tres millones de dólares para la promoción de la pequeña empresa en Cuba entre «grupos marginados». Sin duda la Revolución le seguirá muy de cerca la pista a esta «ayuda envenenada», un nuevo intento de «potenciar la sociedad civil» de acuerdo a la experiencia en otras geografías.

Los peligros internacionales y el regreso del Comandante

La vida sigue mientras tanto en esta Cuba de vacaciones sumida en los sofocos de un agosto más caluroso que lo habitual y donde las expectativas de la calle ante las medidas anunciadas ya han pasado también a formar parte de los «chismes» estivales. Pero no todo está parado. La diplomacia cubana, por ejemplo, no es ajena a una situación internacional de enorme tensión en distintos puntos del planeta. También en el subcontinente latinoamericano con la subida abrupta de la temperatura entre Colombia y Venezuela, país este último con el que Cuba comparte una estrecha alianza estratégica.

Quien tampoco parece dispuesto a descansar en estas semanas es el histórico Comandante en Jefe de la Revolución, Fidel Castro, que mostrando no sólo su buen estado de salud y notable recuperación, sino también el mantenimiento de su capacidad de análisis, ha aparecido en público en estos días en numerosas ocasiones.

Sus reuniones con economistas, jóvenes, intelectuales o científicos apuntan a una vocación manifiesta: impulsar el debate y la reflexión política de carácter estratégico sobre la manera de preparar a la sociedad cubana ante los retos de un mundo lleno de nuevos y complejos desafíos. Nota a señalar es su anuncio sobre la liberación, antes de fin de año, de los cinco ciudadanos cubanos detenidos en EEUU en 1998 y condenados a desorbitadas penas bajo la acusación de ser agentes de la Revolución. Una noticia que, de confirmarse, podría situar las recientes liberaciones de presos contrarrevolucionarios como un «intercambio indirecto» de prisioneros, similar al realizado semanas atrás entre los gobiernos ruso y norteamericano.

Mientras tanto y en el ámbito interno, Fidel mantiene cuidadosamente su promesa de no interferir en las cuestiones concretas del Gobierno y la Administración. Su regreso parece funcionar como una muestra de apoyo a la dirección política del país en un momento clave de adaptación a las nuevas realidades sociales y económicas sin perder en el camino las tradicionales señas de identidad de la Revolución cubana.

Gara

 

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