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EE.UU., Mundo :: 01/02/2011

Obama y el mesianismo imperialista

Miguel Urbano Rodrigues
Elogios de los magnates de Wall Street y de las grandes empresas. El discurso de Barack Obama dejó ver un acentuado giro de su política hacia la derecha

El discurso de Obama sobre el Estado de la Unión desencadenó en Europa un torrente de elogios.

Portugal no fue la excepción. En los canales de televisión, las emisoras de radio y los periódicos, los analistas de la burguesía reaccionaron con entusiasmo a la alocución del presidente de los Estados Unidos de América. En Obama identifican al estadista providencial que, al frente de la Casa Blanca, va a salvar a la humanidad. Registran que fue interrumpido 75 veces por los aplausos de los congresistas: las 75 veces que el esbozo de su nueva estrategia impresionó favorablemente a la oposición.

La satisfacción de los republicanos, que ahora disponen de la mayoría en la Cámara de Representantes, es comprensible. Y también los elogios de los magnates de Wall Street y de las grandes empresas. El discurso de Barack Obama dejó ver un acentuado giro de su política hacia la derecha. El balance y las promesas del presidente justifican el temor de que en la segunda mitad de su mandato no solamente renuncie a los proyectos sociales de matiz humanista, que generaron esperanzas en millones de estadounidenses, sino que favorezca más ostensivamente al capital financiero y radicalice una política externa marcada por la agresividad y la ambición de hegemonía planetaria.

Despojado de su retórica populista, ¿qué deja el discurso presidencial -un ejercicio de hipocresía- de una hora de duración sobre el Estado de la Unión?

Cito algunos items importantes:

. Se propone mantener el «liderazgo que hizo de los Estados Unidos no solamente un punto en el mapa, sino la luz del mundo (subrayado nuestro).

. Euforia porque «la bolsa se recuperó con fervor y los lucros de las grandes empresas son más elevados».

. El deseo de «hacer de los Estados Unidos el mejor lugar del mundo para negocios».

. Mucha preocupación porque China ha construido «la computadora más rápida del mundo» y fabrica «trenes más rápidos» que los americanos.

.Temor al desarrollo económico de la India y de China.

.Intención de reducir los impuestos que pagan las grandes empresas.

ESCALADA DE AGRESIONES EN EL MUNDO

El concepto de los Estados Unidos de América como «luz del mundo» retoma el mito de la nación predestinada, la única capaz de salvar a la humanidad. Obama, sintetizando lo que se hace y lo que no se hace en el terreno de la política internacional ,esclarece bien ese concepto al manifestar orgullo por la misión cumplida en Irak «donde casi 100 000 de nuestros hombres y mujeres salieron con la cabeza en alto». Obviamente, omitió que decenas de miles de soldados americanos continúan ocupando ese país saqueado y sometido al vandalismo.

Además, el mismo día en que pronunciaba su discurso más de 50 iraquíes morían en Bagdad a consecuencia de la explosión de una bomba. En la víspera había muerto otro tanto. Imágenes de la pax americana.

Orgullo idéntico expresa por el rumbo de las cosas en Afganistán, una de las prioridades de su política externa, país agredido en el que un ejército de más de 100 000 soldados y mercenarios americanos (apoyado por 60 000 efectivos de la OTAN) sostiene una guerra genocida, responsable de la muerte de decenas de miles de civiles afganos.

Es igualmente de satisfacción el sentimiento del presidente por «haber revitalizado la OTAN y aumentado nuestra cooperación en todo, desde el antiterrorismo hasta la defensa antimisil.»

Traducido a lenguaje común, que no distorsiona la realidad, Obama se alegra por el nuevo concepto estratégico de la OTAN, que le permite actuar a escala planetaria donde y cuando Washington quiera. Militarizar el espacio bajo hegemonía norteamericana es para él otro objetivo que encara como proyecto merecedor de la gratitud de sus compatriotas.

No habló de las 7 nuevas bases que los Estados Unidos van a instalar en Colombia, ni de la presencia de la IV Flota de la US Navy en aguas suramericanas, repudiada por los pueblos de la región.

Anunció para marzo de este año viajes a Brasil, a Chile y a El Salvador para «forjar nuevas alianzas en todo el continente americano», aunque no esclareció de qué tipo serían tales alianzas. También expresó satisfacción por los acuerdos bilaterales suscritos con Panamá y Colombia, dos países semicolonizados por los Estados Unidos.

La lectura del discurso sobre el Estado de la Unión confirma que el presidente Obama dará continuidad a una política externa menos ruidosa, pero no menos peligrosa para la humanidad que la de George W. Bush.

Falta subrayar que muchos minutos de su retórico y grandilocuente discurso fueron dedicados a evocar éxitos individuales de desconocidos jóvenes estadounidenses, los que registró como ejemplos de la superioridad del american way of life.

El hecho no desentona del espíritu mesiánico del mensaje. Inspirado por los padres de la patria, Barack Obama, invocando su ejemplo, afirma su convicción de que es «gracias a nuestra gente que nuestro futuro está lleno de esperanza».

Y concluye: «Gracias, que Dios los bendiga, que Dios bendiga a los Estados Unidos de América».

Extraña es la concepción de lo divino perfilada por el presidente de los Estados Unidos, figura enaltecida por la gran burguesía europea.

Vila Nova de Gaia, 1 de febrero de 2011
www.odiario.info

 

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