El juez Garzón acude al llamamiento de la OTAN para intervenir en Libia

La fiscal de la Audiencia Nacional Dolores Delgado y el juez Baltasar Garzón formarán parte del equipo que investigará al gobierno libio por presuntos crímenes de guerra en La Haya. Garzón, estrellado tras el escándalo de los pagos de varias empresas y bancos a sus cursos en EEUU, que después fueron presuntamente beneficiados por su accionar judicial, parece haber encontrado un nuevo escenario para ser el centro mediático.

En el caso de la fiscal Delgado, que hasta ahora se había encargado de coordinar los casos sobre grupos islámicos en el tribunal especial, se ocupará en los próximos meses de dirigir el conjunto de pesquisas contra el gobierno de Libia ya que actuará como abogado en la acusación.

Las previas peticiones de la OTAN para este "procesamiento"

Ya el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, advirtió el pasado lunes de que los presuntos ataques del Ejército contra civiles en Libia podrían constituir crímenes contra la humanidad y afirmó que si prosiguen, la comunidad internacional no podrá permanecer "pasiva". Era una petición expresa para que el Tribunal Penal Internacional, un "tribunal de vencedores", dictara el procesamiento del gobierno libio y es una forma de implicar a los países que forman parte del Tratado constitutivo del tribunal en la necesidad de EEUU y la UE de derrocar al gobierno de la república árabe popular.

Garzón no es la primera vez que colabora en este tipo de estructuraciones político jurídicas. Ya durante la luna de miel que el gobierno español ha mantenido con el gobierno de Álvaro Uribe en Colombia(y que se prolonga al actual presidente Juan Manuel Santos), Garzón fue uno de los promotores intelectuales de las bondades penales de la incomunicación de los detenidos para los delitos que cualquier Estado considerara como "terrorismo". Igualmente ha sido un defensor a ultranza en sus últimos viajes a Argentina de la hipótesis de la "mano iraní" en los atentados contra las mutuales judías AMIA y DAIA. Todo ello, por supuesto, con una gran amplificación del arco mediático, y en algunos casos, disfrazado de progresista.