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:: 24/03/2011

Uruguay: El largo camino de la redistribución de la riqueza

Correo de la Tendencia Clasista y Combativa
El juego de ser gobierno y oposición al mismo tiempo va perdiendo credibilidad frente a la cruda realidad de que el capital es el gran beneficiado en la ?era progresista?

A 6 años de iniciada la era de gobiernos progresistas, la insistencia y el énfasis puesto en la distribución y redistribución de la riqueza, que empezó a monopolizar las agendas políticas y sindicales oficialistas desde el segundo semestre del 2010; muestra que se han encendido las luces de alerta en parte de la fuerza política de gobierno y en los sostenes sociales oficiales, en particular en el PIT-CNT.

Es que, más allá de que el grueso del Pueblo Trabajador todavía sigue considerando que se vive un poco mejor que con los gobiernos anteriores (cuya referencia inmediata es el funesto gobierno de Batlle); es ya imposible de ocultar que el estrato mas rico de la población, la oligarquía rural, financiera, exportadora y de las grandes superficies comerciales, aliada firmemente al capital trasnacional, es quién se ve más favorecido por la política económica y social del gobierno. De esta manera se instala como mecanismo permanente una redistribución de la riqueza regresiva, es decir, en perjuicio del Pueblo Trabajador.

Una parte del elenco gubernamental y de la fuerza política mayoritaria, zorros viejos, ex sindicalistas y militantes sociales, saben que el efecto adormecedor de las políticas sociales sustentadas en las migajas del festín capitalista no duran para siempre. Y si a eso se le suma el trabajo enormemente crítico y bien fundamentado hecho por la Red de Economistas de Izquierda (“La torta y las migajas”), que, digámoslo al pasar, son economistas frenteamplistas; indica que los argumentos gastados de que “las reformas llevan tiempo” o “la herencia maldita de los gobiernos blanqui-colorados” ya no conforman ni convencen a gran parte del Pueblo Trabajador.

El PIT-CNT, principal sostén social e interlocutor privilegiado del gobierno; ha tomado la posta en ésta empresa y ha dedicado las reuniones de su “comité central” (léase secretariado ejecutivo) correspondientes al 2011, a elaborar una propuesta, que fuera aprobada en la Mesa representativa de fines de febrero. A partir de allí, y en ancas de esa “propuesta alternativa de los trabajadores”, la dirigencia sindical ha desarrollado una intensa presencia en la prensa y también en el seno de las direcciones de sus filiales, para dotarse de un perfil moderadamente opositor, que le permita evitar que las críticas, que irán en aumento, se salgan de los cauces aceptables.

Ahora bien, este perfil opositor no implica apartarse de la lógica capitalista de acumulación de la riqueza. Dice el Pit-Cnt en su documento:”tenemos claro que un país estancado, sin equilibrios económicos, sin crecimiento, no es la base de nuevos cambios y avances sociales.” En esta lógica, promueven la idea del consenso, de los “equilibrios” entre capital y trabajo. O tanto peor: que “todos comemos de la misma torta”. Algo así como que “si le va mal al empleador, le va mal al empleado”. Con tibias críticas a la política tributaria del gobierno, sin mencionar el pago de la deuda, los míseros salarios y la creciente precarización del trabajo, esta dirigencia sindical continúa en su ardua tarea de destrucción de la conciencia e identidad de clase.

Monólogo de dos

El “debate” o el “intercambio” que la central obrera propone al gobierno sobre la utilización de la riqueza social, gira en un círculo cerrado. Se mueve en el estrecho espacio de lo ya definido como “posible”, en los pequeños resquicios que puedan dejar el sacrosanto equilibrio macro-económico, el sacrosanto respeto a los compromisos internacionales, y la sacrosanta prioridad dada a la inversión extranjera.

En tan limitado espacio, no puede prosperar ningún intercambio real, mucho menos si uno de los interlocutores subordina su accionar a la política del otro y renuncia de antemano a luchar por sus propuestas. Porque si bien el PIT-CNT ha planteado alternativas que difieren de lo establecido por el gobierno (como la eliminación de las AFAPs, la creación de un Frigorífico Nacional, o la crítica a la inversión extranjera como única generadora de crecimiento económico) mantiene el respaldo inquebrantable a “su gobierno” y lleva adelante un “plan de acción” que de confrontación no tiene nada.

Hace suyo el discurso oficial y felicita por la reducción de la pobreza, hace suya la sutileza entre pobres y miserables y acepta sin chistar salarios promedio de $11.000 (la cuarta parte de la canasta familiar, pero claro sin IRPF!). Esta organización sindical heredera de los modelos fordistas y keynesianos, que no da cuenta de los cambios impuestos por los empresarios en la organización del trabajo, habla de redistribución sin cuestionar el modo de producción capitalista basado en la explotación y opresión.

Así planteada la cuestión, esta “puja” por la redistribución de la riqueza es un fuego de artificio para la tribuna, mientras se negocia entre bambalinas, alguna migaja menos miserable (algún puntito menos de IVA, algún aumento del mínimo imponible del IRPF), que permita mantener el disciplinamiento social y el aislamiento de los sectores sindicales mas críticos.

Un enfoque desde la independencia de clase

Con éste panorama, el sindicalismo clasista debe redoblar los esfuerzos por superar su debilidad actual y meter una cuña en ésta “conversación amigable”, que rompa los consensos sociales en torno a lo que es posible conquistar y habilite un curso de lucha real.

Existe, aún cuando no sea muy numeroso ni del todo convencido, un sector de militancia social y sindical que aumenta lentamente pero sin pausa, que está observando atentamente lo que está ocurriendo, y que tiene disposición a escuchar y debatir propuestas alternativas. No ha roto aún con el gobierno, pero cada vez se fuma menos la evidencia de que está frente a “más de lo mismo” y que los ricos, los poderosos, los empresarios y la burocracia que dirige el estado; siguen siendo los principales privilegiados.

La conflictividad durante el 2010, tanto a nivel del sector público como en la ronda de consejos de salarios del área privada, demostró que a nivel de algunos sectores de la base sindical, existe la voluntad de ir más allá de lo que las direcciones sindicales mayoritarias proponen.

Sin radicalismos verbales ni adjetivos innecesarios, pero sobre todo con argumentos sólidos que sobran, debemos intentar instalar un debate real y sin falsedades sobre las medidas que creemos que hay que empujar; si queremos que la riqueza que los trabajadores producimos todos los días empiece a cambiar de manos.

Hay que colocar sobre la mesa, para que la clase las discuta y decida democráticamente en sus organismos de base, un conjunto de propuestas que alteren la agenda del gobierno y el capital, que implique conquistas sustanciales, y que permita que los trabajadores aumenten la confianza en sus propias fuerzas.

Menos impuestos al pueblo trabajador, más impuestos al capital

Los macaneos que a diario escuchamos sobre cambios tributarios que operarían a favor de una redistribución, se caen a pedazos todos los días cuando la gente se entera de los aumentos de los productos de la canasta familiar (lo de la carne ya es escandaloso). Debemos oponer a esto una propuesta drástica en la actual tributación:

-Eliminación del impuesto a los sueldos y las jubilaciones.

-Eliminación del IVA a los productos de consumo popular.

-No más privilegios para los inversores nacionales o multinacionales.

Aumento sustancial de salarios, jubilaciones y pensiones

Las cifras de la recuperación salarial alcanzada desde el 2005, muestran claramente que apenas se ha superado la caída salarial de la crisis del 2002, y que además la inflación, que en el consumo de los hogares modestos es mayor que la oficial, se come permanentemente los aumentos conseguidos, corriendo siempre de atrás el costo de vida. Proponemos una suba importante que además va a dinamizar el mercado interno:

-Salario mínimo y jubilación igual a ½ canasta. (aprox. $ 21.000)

-Ajustes automáticos ante cada pico inflacionario.

Políticas de empleo que no sean desocupación disfrazada

Otro “logro” del gobierno que se ha desinflado en éstos días es el casi pleno empleo alcanzado. La propia prensa oficialista (con la excepción del obsecuente diario La República) ha destacado los bajísimos salarios de la mayoría de los asalariados que se suma a los datos también conocidos sobre precarización y trabajo en negro. Proponemos las siguientes medidas sobre el empleo actual:

-Reducción de la jornada sin rebaja salarial ni aumento en el ritmo de trabajo.

-Eliminación del trabajo en negro y de toda forma de flexibilidad laboral. Intervención de las empresas que violen la legislación laboral.

-Prohibición de los despidos.

Los proyectos productivos posibles

Aunque en éste terreno estamos atrasados en la elaboración, tenemos definiciones ya aprobadas en distintas instancias que podemos tirar para la discusión.

-Plan de obra pública que absorba a todos los desocupados. Carreteras y puentes. Escuelas, liceos y polideportivos. Hospitales y policlínicos.

-Puesta en marcha inmediata de Metzen y Sena, estatal y bajo control obrero.

-Apoyo financiero y técnico a toda fábrica recuperada y emprendimiento productivo autogestionado.

-Tierra para todos los que quieran trabajarla. Créditos blandos e insumos subsidiados.

Sobre el uso colectivo de la riqueza social

Debemos además plantear un viraje en el gasto público, en la utilización de la riqueza social que hace el estado para la ejecución de sus funciones sociales:

-Seguridad social solidaria. Eliminación de las AFAPs.

-Sistema Único Nacional de Salud. Estatización del sistema mutual y funcionamiento bajo control obrero.

-Expropiación y distribución de toda vivienda deshabitada más de 1 año.

-Planes de viviendas bajo control de las Cooperativas y los Sindicatos

-Eliminación de la actual reforma educativa. Autonomía y cogobierno en toda la educación pública. 6% del PBI para ANEP y UDELAR. Nueva reforma que salga de las organizaciones de docentes, funcionarios, padres y alumnos.

-No pago de la deuda externa.

Un plan de lucha orientado a la verdadera redistribución de la riqueza: el fin de la explotación

Para nuestra corriente, ésta batalla social-política en torno a como se distribuye la riqueza social en un sistema de explotación, tiene dos componentes: por un lado ir arrancando desde la lucha independiente del Pueblo Trabajador la porción más grande posible de la riqueza que producimos. Conquistas sustanciales que tengan una vigencia duradera, que no dependan de las políticas gubernamentales de turno y que sean cada vez más controladas y gestionadas por las organizaciones populares.

Por otro lado la propia lucha por más conquistas irá mostrando, cómo en un régimen de explotación, los avances de los trabajadores son siempre provisorios, siempre sujetos a recortes y rebajas, siempre están en peligro de perderse, siempre hay que estar vigilantes para que las patronales y los gobiernos no los tergiversen, los dilaten en el tiempo o lisa y llanamente los desconozcan.

La lucha económica por mejores condiciones materiales para los trabajadores y sus familias se vuelve entonces lucha política, cuando el avance en conciencia y organización de las clases oprimidas permite comprender que solamente un nuevo órden social sin explotación ni opresión garantiza una distribución justa de la riqueza social.

Sin duda que el otro gran tema a discutir en las Organizaciones de la clase, es cuanta carne se pone en el asador en ésta pulseada, con cuanta pelea organizada se respalda ésta plataforma popular.

Las propuestas diferentes que el PIT-CNT le ha planteado al gobierno, son una “cartita a los reyes”, ya que no hay ninguna disposición a luchar para conquistar esas aspiraciones, lo que hay es un permanente hacer la plancha, un cronograma de paseos por el centro, adornados con discursos enojados desde una tribuna.

Los tiempos se van acelerando. El juego de equilibrista de ser gobierno y oposición al mismo tiempo, y los trabalenguas de “independencia pero no prescindencia”, van perdiendo credibilidad frente a la cruda realidad de que el capital es el gran beneficiado en la “era progresista”.

Habrá que poner los tantos sobre la mesa y denunciar sin tapujos la verdadera naturaleza del “proceso de cambios”. Habrá que ser muy claros de cara a los trabajadores, sin cálculos políticos mezquinos, ni sometimiento a “unidades” vacías que solo están al servicio de aplastar la lucha.

Somos de la opinión de que hay que ir por el pan, y no quedarnos solamente en la disputa por la redistribución de las migajas donde siempre nos joden.

Correspondencia de Prensa: germain5@chasque.net

 

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