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Mundo, Medio Oriente :: 22/03/2011

Detrás de la demonización de Gaddafi

Workers World
Los emigrantes de Chad, Níger y otros países de África subsahariana que trabajan en Libia han sido atacados físicamente por los "rebeldes"

África sigue siendo el continente más subdesarrollado, a pesar de contar con la mayor riqueza mineral del mundo.

Estados Unidos en 1847 creó Liberia como un lugar para enviar a los esclavos afronorteamericanos liberados. Finalmente se convirtió en la mayor plantación de caucho del mundo. A finales del siglo XIX, las potencias coloniales europeas – Alemania, Gran Bretaña, Portugal, España, Italia, Francia y Bélgica - se apoderaron de la mayor parte del resto de África. Durante la I Guerra Mundial, África no era más que una gigantesca plantación, con cientos de millones de africanos convertidos en esclavos potenciales y sus recursos saqueados para ayudar a enriquecer a los capitalistas estadounidenses y europeos.

Después de la II Guerra Mundial, las luchas anticoloniales se extendieron como pólvora por toda África, lo que conllevó el surgimiento de cuatro valiosos líderes africanos al frente de las campañas por la independencia y la soberanía de sus antiguos opresores coloniales. Estos líderes heroicos fueron Patricio Lumumba, Amilcar Cabral, Samora Machel y Kwame Nkrumah.

Libia había sido una colonia italiana hasta la derrota de Italia en la II Guerra Mundial. Después de la guerra, EE.UU. y Gran Bretaña establecieron una monarquía en Libia con el rey Idris I. Muammar Al-Gaddafi era un oficial militar cuando llevó a cabo un golpe de Estado en 1969 contra la monarquía. Esto condujo a la nacionalización del petróleo de Libia y los beneficios sociales para el pueblo libio.

Sin embargo, en los años recientes, las sanciones y la agresión militar de EE.UU. contra el régimen de Gaddafi llevaron al gobierno a hacer concesiones y acordar medidas de austeridad que exigían los bancos imperialistas, muchas de las cuales provocaron un gran malestar en la población.

Encima de esta creciente presión e intervención imperialista, los medios capitalistas están llevando a cabo una campaña despiadada y vengativa contra Gaddafi, al caracterizarlo y demonizarlo con términos racistas como “perro rabioso”. Sin embargo, estos términos nunca han sido utilizados para describir al ex presidente egipcio Hosni Mubarak u otro títere de EE.UU. en el mundo árabe, desde Arabia Saudita hasta Jordania o Bahrein.

EE.UU. ha impuesto sanciones a las cuentas bancarias del presidente Gaddafi y sus familiares; en contraste, no impuso sanciones similares a Mubarak y sus publicados 70 mil millones de dólares en cuentas bancarias. Mientras que el presidente Barack Obama le exigió públicamente a Gaddafi que abandonara el poder, trató a Mubarak con guantes de seda antes de que el pueblo egipcio obligara a Mubarak a renunciar al poder.

El tratamiento hostil y racista a Gaddafi no es un ejemplo aislado. Otro líder africano que ha sido demonizado de igual forma es Robert Mugabe, presidente de Zimbabwe. A diferencia de Gaddafi, Mugabe ha sido el líder de un movimiento de liberación nacional, ZANU-PF. Mugabe llevó a Gran Bretaña, el opresor colonial, a la mesa de negociaciones en 1979 para llegar a un acuerdo en el que Gran Bretaña subvencionaría la devolución de millones de acres de tierra robados por los agricultores blancos a los veteranos de guerra africanos. Sin embargo, Gran Bretaña no estuvo conforme con el acuerdo. Cuando Mugabe cumplió su promesa ante estos luchadores por la libertad de tomar la tierra, los gobiernos británico y estadounidense en el 2000 impusieron sanciones genocidas contra la economía de Zimbabwe y también trataron de aislar a Mugabe con un prolongado asesinato a la personalidad. Lo llamaban “tirano” y “autócrata” y lo acusaban de matar de hambre a su pueblo – cuando las medidas de “ajustes estructurales” impuestas por el FMI, conjuntamente con los períodos de severa sequía, eran las verdaderas culpables.

Los imperialistas occidentales también han hecho todo lo posible por demonizar al presidente Omar al-Bashir, de Sudán, mientras financian movimientos separatistas en el sur y oeste del país, las zonas ricas en petróleo, al imponerle sanciones y cargos criminales en el Tribunal Penal Internacional.

Es el derecho de cualquier pueblo oprimido de oponerse y organizarse contra sus líderes si no satisfacen sus necesidades básicas y sus derechos. No es el derecho de los gobiernos imperialistas de manipular, explotar e intervenir abiertamente en los asuntos internos de otro país mientras demonizan personal y políticamente a sus líderes. Esto es una violación del derecho básico a la autodeterminación.

Ha habido informes de fuentes noticiosas, incluyendo Al-Jazeera, de que los emigrantes de bajos salarios de Chad, Níger y otros países de África subsahariana que trabajan en Libia han sido atacados físicamente y acusados de ser “mercenarios” contratados por Gaddafi. Estos ataques los llevan a cabo las fuerzas antiGaddafi que reciben apoyo del Occidente.

A los imperialistas no les importa el sufrimiento del pueblo libio, pero harán lo que consideren necesario, según sus intereses, para tener el control del petróleo que Libia posee. El pueblo de Libia no necesita una intervención imperialista; lo que necesitan y merecen es la compensación de los bancos y los gobiernos imperialistas que han frenado el verdadero desarrollo económico y la independencia política de un continente que ha sido severamente ultrajado durante siglos, comenzando con el devastador comercio de esclavos.

Urge que el movimiento progresista en los Estados Unidos acepte el claro llamado a sacar al imperialismo de los pueblos africanos e intensifique su lucha de clases aquí. Esa es la verdadera solidaridad.

 

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