lahaine.org
Mundo :: 10/05/2011

[Vídeo]Bin Laden: una muerte...muchas dudas...

Vision Siete Internacional
Los cambios en la versión oficial sobre la operación y el papel de Pakistán aumentan las dudas sobre los objetivos reales de la misma

En la misma medida en que se va modificando la narrativa oficial de la Casa Blanca acerca de cómo fueron los hechos que terminaron en la ejecución sumaria de Osama Bin Laden, va cambiando el rol de Pakistán en la operación. El grupo de elite que fue aerotransportado a Abbottabad, a sólo 50 kilómetros de Islamabad, para asesinar al líder de Al Qaeda, violó el espacio aéreo y la soberanía de Pakistán. Según el relato de los principales asesores de seguridad nacional de Obama, entre ellos John Brennan y Leon Panetta, esta decisión, y el hecho de que los pakistaníes no fueran informados de la operación, pretendían evitar filtraciones. El propio Barack Obama narró además, en la madrugada del 2 de mayo de 2011, cuando anunció exultante al mundo la acción, que una vez que ésta había concluido, llamó a su par de Pakistán, Ali Zardari, y le comunicó lo ocurrido, al mismo tiempo que ratificaba su alianza con Islamabad en la denominada “guerra contra el terrorismo”. Pero la enormidad de que el enemigo número uno de Washington no estuviera escondido en una cueva en las zonas tribales de Pakistán como se especulaba, sino alojado aparentemente desde hacía años en un pueblo que en realidad podría definirse como un cuartel, y alberga la principal academia militar del país, despertó de inmediato todo tipo de suspicacias acerca del verdadero rol de sus servicios de inteligencia y sus fuerzas armadas, tanto en el ocultamiento de Bin Laden como en su posterior asesinato. Resulta imposible de creer que el arribo de cuatro helicópteros con más de 70 hombres armados a un suburbio de la capital pakistaní, de por sí vigilado por ser un área militar, no haya sido advertido por los radares y sistemas de defensa de Pakistán, y que los comandos estadounidenses evitaran ser detectados aún luego de detonar explosivos y granadas, asesinar a seis personas desarmadas, permaneciendo en el lugar más de 40 minutos, tiempo en el cual destruyeron un helicóptero dañado, cargaron computadoras, documentación, y los cadáveres de Bin Laden y uno de sus hijos, para partir sin ser molestados. El relato oficial de Estados Unidos llegó a aseverar incluso que en algún momento de la incursión, la fuerza aérea pakistaní envió jets de combate para interceptar a los helicópteros que transportaban a los Navy Seals, pero que estos lograron evitarlos, algo que sólo podría ocurrir en las películas de Hollywood a las que está acostumbrada la psiquis estadounidense. El gobierno de Pakistán, por su parte, comenzó negando tener conocimiento alguno de la presencia de Bin Laden en Abbottabad, y protestando, a través del ex presidente Pervez Musharraf, por esta violación de su soberanía. Cuando crecieron las voces en el Congreso y la prensa de Estados Unidos demandando explicaciones sobre la aparente protección oficial de la que habría gozado Bin Laden en Pakistán, Islamabad comenzó a modificar su discurso, asegurando que la operación que terminó con la vida del saudita había sido en realidad, una “operación de inteligencia conjunta”, y que fue el ISI, o Inter-Service Intelligence, su agencia de inteligencia, la que les dio a los estadounidenses los primeros indicios sobre la casa donde aquel se escondía, así como la identidad de uno de sus correos, lo que permitió detectarlo. En rigor, según The Guardian, el ISI habría estado vigilando la casa de Abbottabad desde hace años, lo cual vuelve más improbable que alguien pudiera ocultarse en ella sin ser visto. Su construcción, de acuerdo con el diario británico, habría comenzado en 2001, y en 2003, antes de que estuviera terminada, ya habría sido allanada sin éxito por agentes de inteligencia pakistaníes, que buscaban a Abu Faraj al-Libi, un lugarteniente de Bin Laden. Funcionarios estadounidenses aseguran por su parte que el líder de Al Qaeda y su familia se habrían instalado allí en 2005, por la época en que un terremoto devastó la región de Cachemira, dejando miles de muertos. Es sabido que nada ocurre en Pakistán sin el conocimiento y la vigilancia del ISI, así como de los servicios secretos de sus fuerzas armadas. Por eso, algunos analistas creen que si el ISI estaba al tanto de la presencia de Bin Laden allí, también resulta poco verosímil que lo hiciera a espaldas de Estados Unidos, arriesgando no sólo la pérdida de la millonaria ayuda militar que Islamabad recibe de Washington y que les permite mantener un balance estratégico con la India, sino la posibilidad de un enfrentamiento directo e irreparable, dando refugio al principal enemigo de los estadounidenses. Lo que implicaría que la CIA conocía desde hace mucho más tiempo que agosto de 2010 como dice la narrativa de la Casa Blanca, la ubicación de Bin Laden, y que esperó el momento de mayor conveniencia política, global y doméstica, para asesinarlo, evitando la inconveniencia de llevarlo a juicio y escuchar sus comprometedores argumentos. Ambos servicios de inteligencia mantenían, al momento de la ejecución de Bin Laden, un conflicto de relativa seriedad vinculado a los ataques con aviones no tripulados en las Áreas Tribales con Administración Federal de Pakistán, y el asesinato de dos pakistaníes en Lahore a manos del agente de la CIA Raymond Davis. En contraste con estas diferencias, hay todo un historial de cooperación antiterrorista entre Pakistán y Estados Unidos y de hecho, los pocos “logros” obtenidos por Washington en relación a los atentados de septiembre de 2001 se deben a la cooperación pakistaní: entre otros, la detención de Khalid Sheikh Mohammed, considerado el “arquitecto del 11-S”, y de cientos de supuestos operativos de Al Qaeda entregados a la CIA por los agentes de Islamabad. Las fuerzas armadas y los servicios de inteligencia de Pakistán tienen dos intereses estratégicos históricos específicos: el control de Afganistán, y la disputa con la India por la región de Cachemira. Toda la cooperación con Estados Unidos gira en torno a esos intereses permanentes. Según un cable de la agencia Reuters del 2 de mayo de 2011, fuentes oficiales de tres países distintos confirman que Estados Unidos inició, tiempo antes de la operación contra Bin Laden, conversaciones con los Talibán, para alcanzar un acuerdo político en Afganistán, algo largamente demandado por Pakistán. La misma agencia cita una fuente oficial no identificada que desmiente que detrás de la ejecución de Bin Laden haya habido un acuerdo entre Estados Unidos y Pakistán. “Ustedes nos entregan Afganistán y nosotros les entregamos a Bin Laden, no sería un juicio correcto”, le dijo esta fuente a Reuters. A mediados de abril de 2011, Ahmad Shuja Pasha, el jefe de la inteligencia pakistaní, viajó a Washington para reunirse con el director de la CIA, Leon Panetta, con quien tuvo una “reunión franca” para discutir las diferencias entre ambas agencias. ¿Se habrá sellado en esa reunión la suerte de Osama Bin Laden? Por lo pronto, la ejecución del líder de Al Qaeda parece resultar útil a muchas agendas simultáneamente: responde a las necesidades pakistaníes; brinda a Estados Unidos la posibilidad de una salida digna de Afganistán, donde luego de diez años de ocupación, ya no pueden soñar con un triunfo; refuerza las chances electorales de Obama para noviembre; y por sobre todo, al presentarse como un éxito de las tácticas de lucha antiterrorista propiciadas por Bush y por el actual presidente, consagra las torturas, las desapariciones forzadas de personas en cualquier parte del mundo y el asesinato selectivo como herramientas fundamentales de la política exterior estadounidense. Vision Siete Internacional
 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal