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Madrid, Carlo Frabetti :: 20/05/2011

Egoísmo inteligente

Carlo Frabetti - La Haine
Hay que ir a la Puerta del Sol y a las demás Plazas de la Solución, y hay que volver, y hay que quedarse, en un flujo y una presencia permanentes

Los budistas dicen que la bondad (entendida como solidaridad, que es la única forma racional de entenderla) es un egoísmo inteligente. Me parece una buena definición. Nada que ver con el “espíritu de sacrificio” de un cristianismo adulterado por una Iglesia que lleva mucho tiempo al servicio de unos poderes sumamente interesados en la abnegación… de los demás. Egoísmo inteligente: comprender que tu propio bien es inseparable del de tus semejantes. Y obrar en consecuencia.

El ágora utópica (en el doble sentido de que no tiene una localización física, pues flota en el ciberespacio, y de que apunta hacia la utopía) se ha posado en la Puerta del Sol y la ha transformado en un bastión y en una asamblea. Y ha hecho lo mismo en otras muchas plazas, esas plazas que los políticos intentan sepultar bajo toneladas de cemento.

“Yo no soy antisistema, el sistema es antiyo”, reza una de las pintadas de la Puerta del Sol, convertida en Plaza de la Solución. “Nosotros no somos antisistema, el sistema es antinosotros”, dice otra. Del yo al nosotros: así de simple, así de complejo. Así de peligroso para los poderes establecidos, que no saben qué hacer. Son demasiadas para anularlas, demasiado insumisas para reconducirlas o capitalizarlas (del yo al nosotros y del nosotros al nosotras: “La revolución será feminista o no será”, dice otra pintada).

Y, sobre todo, son demasiadas para no escucharlas. Hay que ir a la Puerta del Sol -a la Plaza de la Solución- y a las demás plazas tomadas, recuperadas. Hay que ir para apoyar y para aprender, para hacer de escudos humanos y de testigos de cargo, de interlocutores y de correas de transmisión. Las docenas de avatares del ágora utópica que proliferan por todo el Estado español son, además de un bastión múltiple y una asamblea permanente, una instalación ubicua, una performance plural, una clase magistral impartida a los supuestos profesores. Los movimientos más manipulados por el poder y peor comprendidos por la izquierda tradicional (valga la contradicción in términis), el feminismo y el ecologismo, se manifiestan con fuerza y en toda su insobornable radicalidad. Sin feminismo no hay revolución; sin vegetarianismo, sin respeto a los demás animales, tampoco. Al menos las jóvenes empiezan a tenerlo claro.

La vieja lucha de clases y las nuevas clases de lucha.

Hay que ir a la Puerta del Sol y a las demás Plazas de la Solución, y hay que volver, y hay que quedarse, en un flujo y una presencia permanentes, crecientes, imparables. Y no por mera solidaridad “altruista”, sino porque nos va en ello la vida. Por puro egoísmo: egoísmo inteligente.

 

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