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Carlo Frabetti, Nacionales E.Herria :: 30/06/2011

8719600510

Carlo Frabetti - La Haine
Es el número de recluso de Arnaldo Otegi, el número al que el neofascismo español quiere reducir a uno de los políticos más lúcidos y coherentes de las últimas décadas.

No podemos permitirlo. Y no vamos a permitirlo. Somos muchas las personas que, con este nuevo acto de terrorismo de Estado que es el secuestro de Otegi y de sus compañeras y compañeros de lucha, hemos sido privadas de una parte irrenunciable de nuestra libertad, hemos sido insultadas en nuestra inteligencia y heridas en nuestra dignidad. Y no vamos a callarnos.

Compartamos ese número infamante que solo infama a quienes lo adjudican. Llevémoslo en forma de pin o de pegatina, de camiseta o de pintada, pongámoslo en todas partes, convirtámoslo en un clamor silencioso. Y no porque Otegi merezca o necesite más apoyo que otras presas y presos políticos, sino porque las circunstancias han hecho que su caso ponga en evidencia con especial claridad las contradicciones de nuestra falsa democracia, la miseria de nuestras instituciones y la ruindad de nuestros gobernantes. Su esperpéntico juicio lo convierte en testigo de cargo del juicio de la Historia, que no absolverá a sus jueces.

Al igual que los Cinco, los patriotas cubanos secuestrados por el Gobierno de Estados Unidos, Otegi es criminalizado y se enfrenta a una larga condena por luchar contra la violencia y por defender un proyecto político opuesto a la barbarie capitalista. Al igual que Nelson Mandela en su día, Otegi es criminalizado y se enfrenta a una larga condena por luchar contra la persecución de un pueblo y la negación de su identidad.

Al igual que hace cien años el caso Dreyfus puso de relieve el profundo antisemitismo de la burguesía francesa, el caso Otegi ha puesto de manifiesto con especial claridad el alarmante auge de un violento nacionalismo español que es heredero directo del franquismo, profundamente antivasco (y anticatalán, y antigallego...), apoyado por poderosos sectores de la política parlamentaria y de los medios de comunicación.

Y al igual que a Dreyfus, a Mandela y a los Cinco, a Otegi le da la razón la fuerza de los hechos, y los hechos son obstinados: tan obstinados como los pueblos que luchan por su libertad. Por eso ha obtenido un amplio apoyo internacional que crece día a día y que obliga a sus secuestradores a pagar un altísimo precio político por su iniquidad. Podemos conseguir, y lo conseguiremos, que ese precio acabe siendo inasumible

Nelson Mandela puso su número de recluso en la prisión de Robben Island, el 46664, al servicio de la lucha contra el sida. Pongamos el 8719600510, el número de Otegi, al servicio de la lucha contra otro virus no menos letal y epidémico: el del nacionalismo español. “El sida ya no es solo una enfermedad: es una cuestión de derechos humanos”, era el lema de la campaña de Mandela; sin más que cambiar “sida” por “españolismo”, sirve para la nuestra.

 

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