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EE.UU., Asia :: 22/07/2011

El Pentágono y la CIA en íntima colaboración

Miguel Urbano Rodrigues
El general David Petraeus se despidió en Kabul de las tropas de ocupación de los Estados Unidos con un discurso cauteloso. Va a asumir la dirección de la CIA.

La ceremonia casi coincidió con la despedida, en los Estados Unidos, del director de la CIA, Leo Panetta, transferido a Secretario de defensa de ese país. Los medios estadounidenses derramaron elogios sobre ambos.

Petraeus es presentado como un estratega muy dotado, un soldado-intelectual, casi un pensador. Estudió en Princeton, es máster en Relaciones Internacionales, ha impartido clases en academias militares y ha escrito ensayos y libros de los que mucho se habla pero poco se leen. En artículos apologéticos le llaman «el pacificador de Irak», no obstante que en aquel país la resistencia a la ocupación americana aumenta mes tras mes.

Leo Paneta fue nombrado para dirigir el Pentágono como premio por el papel que desempeñó en tanto cerebro y coordinador de la operación concebida por la CIA para asesinar a bin Laden en una ciudad de Paquistán.

Cuando Petraeus asumió el comando en Afganistán después de la destitución del general Stanley Mc Chrystal -despedido por criticar a Obama- dejó establecidos dos objetivos principales: ganar la guerra y crear un ejército afgano capaz de «garantizar la seguridad» en el país. Ni lo uno ni lo otro fue alcanzado.

Transcurridos dos años, las áreas bajo control de la Resistencia han aumentado y los atentados terroristas son ahora más frecuentes. Las tropas de los Estados Unidos y de la OTAN salen poco de Kabul y de las capitales provinciales, y los convoyes de abastecimiento que llegan de Paquistán son atacados frecuentemente en su travesía por las montañas.

En respuesta a Petraeus, su sustituto, el general John Allen, pronunció un discurso que cayó mal en Washington. Aconsejó a civiles y militares que no alimenten ilusiones. Aclaró que «el terrorismo en el país es una realidad» y el horizonte se presenta cargado de amenazas y desafíos.

Respecto al ejército afgano, la esperanza de Petraeus tampoco se confirmó. La realidad desmintió las previsiones. Hasta The New York Times reconoce que los soldados fogem al combate (¿rehuyen el combate?), las deserciones aumentan y la infiltración de los talibanes alastra (¿se expande?), y llega a los comandos. El reciente asesinato en Kandahar del hermano de Hamid Karzai por un hombre de su confianza comprobó esa evidencia.

En los comentarios sobre el traslado de Petraeus hacia la CIA, y de Paneta como Secretario de defensa, los media de referencia estadounidenses llaman la atención a la decisión del Presidente Obama de hacer transparente la íntima colaboración hoy existente entre la CIA y el Pentágono (ver “odiario.info”, 19.7.2011).

En Afganistán y en Paquistán la mayoría de los bombardeos ahora son realizados por los drones, los aviones sin piloto. La guerra está asumiendo un carácter cada vez más electrónico. Es la CIA, desde los Estados Unidos, la que define casi siempre cuáles blancos alcanzar. Las operaciones son montadas en computadores, a miles de kilómetros de distancia de las aldeas atacadas. El balance de los «errores» es pesado: cientos de campesinos, mujeres y niños han sido abatidos en estos criminales bombardeos.

Los gobiernos afgano y paquistaní, compulsados por la presión popular, sienten la necesidad de denunciar esas matanzas. Los portavoces del Ejercito y la Fuerza Aérea, rotineiramente (¿rutinariamente?), lamentan los hechos y anuncian la apertura de inquéritos (¿investigaciones?, ¿juicios?) rigurosas. Pero no hay noticia de castigo o sanción alguna.

El general David Petraeus declaró que pretende perfeccionar el sistema. ¿Cómo? En entrevista a Newsweek informó que va a reforzar la contratación de agentes e informantes de la CIA en países de Asia Central.

Mientras tanto, Obama aprovecha todas las oportunidades para afirmar que los Estados Unidos van a honrar el compromiso de retirar todas sus tropas de Afganistán hacia finales del próximo año, transfiriendo «sus responsabilidades» hacia las fuerzas armadas de aquel país. No dice, sin embargo, que los soldados norteamericanos están siendo sustituidos en ritmo acelerado por mercenarios reclutados entre la escoria social estadounidense y latinoamericana.

El nombramiento del general Petraeus como director de la CIA y el de Leo Panetta como Secretario de defensa confirman lo obvio. La estrategia de las guerras imperiales de los Estados Unidos implica una colaboración cada vez más profunda entre la CIA y el Pentágono. Con la aprobación absoluta del Presidente Barack Obama, Premio Nobel de la Paz.

Serpa, 20 de julio de 2011

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