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Nacionales E.Herria :: 10/10/2011

Ética o Marlaska

Burlataherria
Narran quienes han atravesado el tenebroso túnel de la incomunicación, que cuando se llega al final no se hace la luz, sino la sombra de Grande Marlaska.

Narran quienes han atravesado el tenebroso túnel de la incomunicación, que cuando se llega al final no se hace la luz, sino la sombra de Grande Marlaska. Él es alfa y omega, principio y final de la incomunicación. Él da la autoría a la orden de captura, él es quien decreta el aislamiento, quien se niega a designar cualquier medida o protocolo que pueda prevenir los malos tratos y la tortura. El mismo juez que tantas veces se ha negado a recibir a los jóvenes que, pretendiendo evitar el paso por comisaría, se presentaban voluntariamente ante él.

Sabe bien el magistrado que si no diera por buenos los testimonios obtenidos bajo tortura contribuiría a su erradicación, pero el funcionario estrella prefiere que estas personas pasen ante él con todos sus derechos suspendidos y vulnerados. Los prefiere confundidos, débiles, exhaustos y si es preciso humillados por el horror.
Necesita de la habilidad de los métodos policiales para sus imputaciones.

Ante semejantes testimonios, por muy silenciados que estén, su tribunal de excepción se sabe en la necesidad de barnizar la imagen del señor juez. Es por ello que recibe todo tipo de inmerecidos y estrambóticos premios, invitaciones a conferencias o medallas al mérito policial. Que importa que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos prohíba a los jueces “aceptar premios de los intervinientes en los procesos” porque se “crea un compromiso con sus benefactores” ¡Que más da! También la bolsa, las simulaciones de violación, los tocamientos, los golpes, las posturas forzadas hasta la extenuación, los insultos, amenazas y presiones psicológicas también están prohibidas, si bien, desgraciadamente, estos testimonios no cesan y las temblorosas denuncias de torturas siguen retumbando en su despacho. Demasiados relatos para que “algunas veces se equivoque”, tal y como reconoció en la conferencia de Iruñea. Demasiada y depurada maquinaria. Demasiado silencio para ocultarlos.

Invitar a Grande Marlaska para hablar de ética no es más que una actitud provocadora, además de una nula contribución para tratar de favorecer la erradicación de la tortura, sólo paliada por la desigual participación desde el público o por las perseguidas expresiones de rechazo en el exterior. Una invitación reflejo de una gran pobreza ética en el respeto a las victimas de la tortura.

 

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