ePub
pdf
Chamartín con Rosa y II República
Madrid huele a luna y de su sur viene un aire canalla infiltrado de
tropa franquista. Envuelvo con el papel del Mundo Obrero unas castañas
asadas y tomo el tranvía en el barrio de Tetuán de las Victorias. El
raíl trota flemático por el Paseo de la Castellana como asustado y
deja atrás la pequeña aldea de Maudes en apagón continuo en la noche
para no ponerse de objetivo de la aviación negra de Franco. Paso por
Cuarenta Fanegas en donde los arroyos destapan el agua y muchas veces
los paisanos deambulaban en dirección al estadio de Chamartín, para
ver galopar la banda a Luis Regueiro hoy jugando la liga de Futbol de
México con el equipo del Euzkadi y anotando goles para la causa de la
república según nuestra prensa.
Chamartín de la Rosa está dormida, parada de opacidad y menos
habitada, muchos fueron evacuados a zonas seguras de Catalunya y
quizás en estas horas estén poniendo pie a los pirineos con la guerra
persiguiéndoles. En la Casa Socorro encuentro a unos de la Guardia de
Asalto haciendo de centinelas con una botella de anís para darse sol
en su interior. Me dicen que por la Avenida de la República durante el
calor de Agosto de 1936 levantaron difunto a un tal Pedro Marín, un
faccioso según ellos, que los milicianos le dieron el paseíllo. En
esos días la Iglesia de la calle Garibaldi le otorgaron fuego unos
muchachos de la CNT y el convento de los Jesuitas fue linchando en su
estructura. Busco por la Calle Soldavilla al alcalde Eusebio Parró,
al que conocí cuando visito Alcobendas tras el 18 de Julio, con un
grupo de milicias buscando detener a la dirección de Acción Popular de
la localidad. Un paisano me indica que le vio por la Calle Luis
Gilhou, a la que pongo zancada evitando los charcos de la lluvia
muerta. Detengo mis piernas en el local del Partido Sindicalista del
ya fallecido Ángel Pestaña, su puerta permanece cerrada y las paredes
en silencio, dormitan. Al seguir la callejuela, doy con Miguel
Gurumeta y Casto Maciá la dirección del PCE en el municipio y acercan
mi pisada a una de sus casas en la que comparten conmigo vino de los
viñedos de Fuencarral. Los tres nos damos a la memoria y a la primera
vez que visite políticamente esta población de poblados, cuando
militaba en las federación de Juventudes Socialistas y todavía
Santiago Carrillo no nos había afiliado a Moscú y al Partido de José
Díaz y Dolores Ibarruri. En esa primera reunión por 1931 conocí a una
chica de los jóvenes socialistas de nombre Rosa Aguado, a la que no
quite mis ojos toda la asamblea. Miguel soltó un discurso del
prestigio que el Partido Comunista detentaba en la municipalidad por
el trabajo del diputado Cayetano Bolívar Escribano y su denuncia en
las cortes de la II República sobre las quejas y reivindicaciones de
los beneficiarios de la Colonia Los Rosales y su defensa de ellos ante
el ministro de Trabajo del entonces gobierno del bienio Negro. Los
pregunte por los hermanos Manuel y José Recalde Gómez compañeros de la
JSU, según me dijeron estaban sirviendo en el batallón “Capitán
Condés”. Tras las copas y la botella, un colchón de lana y una manta
resguardaron mis sueños. En la conversación sale Fernández Cancela,
ex concejal derechista del Ayuntamiento de Chamartín de la Rosa, al
que los de la Confederación Nacional del Trabajo le pusieron unas
balas, según Maciá era odiado por sus crónicas de periodista contra la
II República.
Canto el gallo pronto y avive mis parpados a la luz que proviene de la
sierra de Madrid y me fui a encontrar a Consuelo Zabala, Secretaria
de la federación Local de las juventudes Libertarias, a la que trate
hace un año en el Ateneo Libertario de la Ventilla. De día Chamartín
sigue igual que hace doce meses, cuando asistí al veinte aniversario
de la Revolución rusa, organizado por el Frente Popular del lugar en
el salón de actos del Ayuntamiento o en el 30 de Agosto pasado, en la
celebración del 50 aniversario de la fundación de la UGT en donde la
banda de música de la brigada mixta del Teniente Coronel Bueno toco la
internacional. O las veces que vine a saludar y compartir unos versos
con el poeta José García Nieto, hoy movilizado en el frente. A la
Agrupación de mujeres Antifascistas le va el baile y la orquesta y
están preparando un festival de invierno, según cuenta la compañera
Consuelo de la Alianza Juvenil Antifascista. La despido con dos besos
y ella se dirige a la sede de las Juventudes Libertarias de Vicalvaro
y yo a las antiguas posesiones de Pedro González de Mendoza y de la
corona de Castilla, arrebatada a los almorávides, Alcobendas. Benito
Pérez Galdós relato la visita de Napoleón Bonaparte a esta villa,
alojándose en el Palacio del Duque del Infantado, donde decreto el fin
de la inquisición a pocos kilómetros hoy entrando en la casa campo y
la ciudad Universitaria, otros censores esperan imponer su dictadura.
Me acompañan a mi transporte dos muchachitas de la JSU Victoria Muñoz
García y Elena Gil Olaya, en el trayecto se nos une Martina Barroso
García, de profesión modista y me dejan a la linde del vehículo.
Subo mi petate en la calle del Progreso a un camión de los enviados
por Stalin un ZIS-5 gastado de ofensiva y en su parte trasera me situó
con varios carabineros, que me cuentan que recientemente han
intervenido junto al SIM en desarticular a varias células del Socorro
Blanco y de la Falange Interior en la zona de Cuatro Caminos. El
conductor va relatando que era habitual a los actos del breve Partido
Repúblicano Presidencialista de Chamartín de la Rosa en 1930 y
gustaba de atender la oratoria de su presidente Francisco García
Diez. Transitamos por colonias de hotelitos idiosincrásicos del pueblo
del que partimos.
Atravesamos campos anarquistas puestos de cooperativa y el bosque de
la Moraleja, optimista de encina y aclarado de madrugada. La carretera
de Chamartín-Alcobendas, es una rodera continua y la camioneta da
golpes prolongados en la calzada. Suspendemos el motor en cada reten
de la Guardia de Asalto y al desayuno arribamos en el arroyo de la
Vega, muy quieto de escarcha. Asciendo por la Calle Chamberí y paro
en la Plaza de la República, accedo a la alcaldía y doy un abrazo al
alcalde Antonio Vázquez Sobreviela, desde su ventana observo a un
determinado grupo de componentes del Sindicato de Oficios Varios de la
CNT se están desplazando a Prado Galápagos, en donde suelen plantar
patatas y cereales. A la salida de la corporación, cruzo miradas con
Julián Baena de Castro, a los que rumores populares colocan en la
Quinta columna falangista. Desciendo por la Calle de la Unión, con el
mes de Diciembre de cara y nubes ateridas, en un pórtico con su pelo
moreno a lo Carmen Viance, meritorio para que le den secuencia en
Hollywood y sus iris de jota alegre y sus ojos para una copla de
Miguel de Molina, rodeo con mis brazos su cuerpo terso y sujeto sus
labios en mi boca. Termina 1938 y mis manos animadas halagan su
cintura y dos corazones desatienden por unas horas dilatadas la pelea
de clases que se da en las trincheras del Manzanares. Con su mente
posicionada en mi pecho, pienso en Chamartín de la Rosa y en el
erudito Ramón Menéndez Pidal, habitante de ese núcleo urbano y en una
frase que jamás escribirá, que la historia de España siempre se come a
los pobres y en pocas jornadas los poderosos preparan 1939 para seguir
engullendo más humildes.
Es de mañana y el cielo esta alborotado de chubasco. Dos besos
postreros y monto en un Hispano-Suiza en la Calle Juanita Rico en
sentido Buitrago de Lozoya, donde quede con mi amigo Antonio Diez,
secretario de Izquierda Repúblicana en esa villa. Progresamos con
nuestras cuatros ruedas y transitamos por el kilometro 70 de la
Carretera de Francia, punto del accidente de automóvil el 28 de
Abril de 1936 del líder de Acción Popular Gil Robles, curado de
urgencia en el pueblo de Lozoyuela. Ya en la sierra examino desde su
elevación el fondo que oteo de Madrid y medito si los que allí viven
podrán seguir haciéndolo.
Eduardo Andradas
Poeta e Investigador Histórico de la Guerra Civil española en la
Comarca Norte de Madrid.
Nota: Todos los nombres, lugares y organizaciones que en esta
narración aparecen, son verídicos y fueron rescatados de la historia y
del olvido. Solo me permití el otorgamiento de trasladarme a esa época
e ir dando exposición al artículo.
