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Mundo :: 14/11/2012

Africa Occidental: inestable y atractiva

por Lucas Domingo Hernández Polledo
Por eso es hoy objeto de la competencia entre los principales centros de poder mundial y otras fuerzas imperialistas

A pocas semanas de concluir el año 2012 la inestabilidad política, continúa identificando el panorama político de la subregión de África Occidental.

La república de Malí vive hoy uno de los momentos más difíciles de su historia como consecuencia de la ocupación del norte del país por destacamentos del Movimiento de Liberación Nacional de Azawad, grupos de filiaciones islámicas y bandas vinculadas al tráfico de drogas, armas y personas.

La crisis maliense deviene más embarazosa por la porosidad de las fronteras lo que involucra directamente a las naciones vecinas, las cuales deben lidiar con un creciente número de refugiados en medio de dificultades políticas, económicas y sociales.

La solución negociada al conflicto del norte de Malí permanece en la agenda de países de la subregión y naciones fronterizas. No obstante, esta modalidad parece ceder ante los que abogan por una intervención militar extranjera.

Los que defienden la modalidad militar pudieran estar considerando la ausencia en la zona del norte de Malí de interlocutores válidos, eficaces y con voluntad real para buscar fórmulas negociadas al conflicto.

La utilización de la variable militar es incentivada ante el deterioro humanitario y cultural que está teniendo lugar en esa parte del territorio maliense.

La modalidad de intervención extranjera para la solución del conflicto también es favorecida con el propósito de enviar un mensaje lo suficientemente claro a aquellos movimientos separatistas que intenten hacer uso de la fuerza en reclamo de derechos territoriales, lo cual generaría mayores niveles de conflictividad en la subregión y fuera de ella.

El interés de utilizar la inestabilidad para satisfacer aspiraciones de dominio hegemónico en la subregión pudiera estar en el centro de las aspiraciones de importantes actores regionales e internacionales.

Como quiera que sea, y en correspondencia con el actual contexto de África Occidental, una intervención militar extranjera, pudiera provocar una espiral de violencia incontrolable en los países de la subregión.

En ese sentido, Nigeria, el país más influyente y extenso de la subregión, llamado a jugar un rol protagónico para una solución africana a los conflictos del área, se encuentra limitado de hacerlo. El denominado gigante africano vive una crisis de inseguridad como resultado de las sistemáticas acciones de violencia que lleva a cabo la secta islámica de Boko Harán contra las instituciones del Estado y conglomerados que profesan el cristianismo y el catolicismo. Las acciones aumentan la animosidad entre musulmanes y cristianos y avivan los extremismos religiosos que históricamente han encontrado un terreno de cultivo en la extrema pobreza en que viven esas naciones.

Costa de Marfil, otro importante actor subregional, también se encuentra impedido de jugar un papel relevante en la solución de la crisis en Malí. El gobierno marfileño se enfrenta nuevamente a los embates de destacamentos opositores agrupados en el Frente Popular Ivoriano (FPI), del ex presidente Laurent Gbagbo. La administración del presidente Alassane Ouattara, del partido Agrupación de los Republicanos (ADR) acusa al gobierno ghanés de permitir que sus rivales incursionen en su territorio sembrando la amenaza para un conflicto fronterizo en momentos en que se necesita un mayor nivel de concertación entre los países de la subregión para darle la necesaria dimensión africana a la solución de los conflictos en la subregión.

Ghana, una nación con influencia política en el oeste africano, además del diferendo fronterizo con Costa de Marfil, se dispone a celebrar sus elecciones generales el venidero mes de diciembre. Los comicios, como ocurre generalmente en esa nación se pronostican en extremo reñidos, lo que constituye un factor de riesgo para la denominada estabilidad democrática ghanesa que hoy se erige como ejemplo para los procesos políticos que están teniendo lugar en los países de la subregión.

Para más complejidad en el área, en Guinea Conakry continúan los enfrentamientos entre el gobierno y la oposición en torno a la celebración de las elecciones legislativas. El actual conflicto pudiera seguir profundizando la división étnica que caracteriza el escenario político de esa nación africana.

El presidente Blaise Campoare, de Burkina Faso, quien por décadas ha sido el negociador por excelencia de los conflictos en la subregión, se prepara para participar en las elecciones legislativas el venidero mes de diciembre. Los opositores a su partido de gobierno, Congreso por la Democracia y el Progreso (CDP) consideran que las parlamentarias tendrían lugar en un contexto caracterizado por la corrupción política, la crisis alimentaria, la carestía de la vida, el desempleo, la mortalidad infantil y la inseguridad ciudadana, por lo que el clima preelectoral reinante dentro de la población es de irritación y frustración. El contexto político, según los adversarios del gobierno, presagia que se desencadenen acciones de protestas contra el actual mandatario.

En Liberia después del triunfo de la presidenta, Ellen Johnson-Sirleaf, sectores de la población continúan manifestando su descontento ante el incumplimiento del programa de gobierno. A la inconformidad de los partidos opositores que consideran que la mandataria no ha cumplido su promesa de formación de un gobierno de inclusión, se unen los reclamos de los miembros de su propio partido, insatisfechos con la distribución de cargos públicos. Los descontentos políticos en contextos de pobreza, cultura de violencia e inseguridad subregional, pueden reanimar los disturbios sociales.

En Níger, el gobierno del Partido Nigerino por la Democracia y el Socialismo (PNDS), del presidente Mamoudu Issoufu, en medio de grandes desafíos intenta cumplir con el programa de gobierno. Sin embargo, los problemas económicos y sociales de una de las naciones más pobres del planeta, la crisis alimentaria y los acontecimientos en Malí, podrían frustrar una vez más las aspiraciones de los electores. De hecho más de 60 mil refugiados malienses se encuentran en la frontera de Níger, de ellos cerca de 2000 militantes del grupo Boko Harán quienes hablan el mismo dialecto y se encuentran mezclado con la población.

Los sierraleoneses están convocados a celebrar elecciones generales en el mes de noviembre. El actual presidente del país, Ernest Korona, del partido Congreso de Todo el Pueblo (APC) debe ser reelegido por los resultados favorables en sus gestiones económicas, sociales y políticas. Sin embargo, el principal partido en la oposición, el Partido del Pueblo de Sierra Leona (SLPP) por la pobre pujanza mostrada hasta el momento en su campaña electoral y la historia de intimidación de algunos de sus líderes, hace pensar que pudieran reaccionar ante los resultados de las elecciones de forma violenta, en una nación con tradición y cultura de violencia.

La denominada estabilidad democrática senegalesa pasó su prueba de fuego previo a las elecciones presidenciales de febrero último, cuando el movimiento democrático puso fin a las intenciones de reelección del presidente Wade. Su sucesor Macky Sall, quien obtuvo la victoria apoyado por una heterogénea coalición de fuerzas políticas, tendrá que ser capaz de satisfacer las expectativas de la alianza y la de su partido, Alianza por la República (APR), así como responder a las perspectivas internas e internacionales en medios de una compleja situación caracterizada por los reiterados cortes eléctricos, déficit de recursos financieros, incremento de los precios a los productos de primera necesidad y crisis alimentaria.

La República de Togo acusa un incremento de la inestabilidad política a partir de las reiteradas acciones de la oposición en rechazo al gobierno de Faure Gnassingbe. El hecho de que la salida del poder del presidente esté en el centro de los reclamos de los opositores, ilustra un cierto cansancio en segmentos de la población por el dominio absoluto que desde 1967 ha ejercido en ese país la familia del general Gnassingbé Eyadema, con el pleno respaldo de los militares. La reacción violenta del ejército a las acciones de la oposición pudiera aumentar los niveles de desestabilización en el país.

Benin parece mantenerse una relativa estabilidad política la cual pudiera ser alterada por cualquier intento de violentar el orden constitucional, léase intento del presidente de prorrogar su segundo mandato, o por los acontecimientos violentos que amenazan su entorno regional.

Durante el año Gambia realizó sus elecciones presidenciales y legislativas. El presidente Yahya Jammeh y su partido Alianza para la Reorientación y Construcción Patriótica (APRC) fueron reelegidos por amplia mayoría. Sin embargo, los opositores políticos y los países de la subregión agrupados en la CEDEAO han cuestionado la modalidad y contenido con que el gobierno aplica los principios “democráticos” en el país, lo que unido a la situación económica que vive esa nación africana y la crisis alimentaria por la que está atravesando toda la subregión del sahel, pudieran estimular manifestaciones populares a la que no se haría esperar violentas reacciones por parte del ejército.

Guinea Bissau, vive una situación de tensa calma después del golpe de Estado del 12 de abril de este año. Un gobierno interino fue establecido sin la clara participación de la mayor fuerza política del país, el Partido Africano por la Independencia de Guinea Bissau y Cabo Verde (PAIGC). Los militares siguen controlando las riendas del gobierno, pero se le exige por parte de importantes actores internacionales garantizar la realización de los comicios y aceptar un proceso de reformas a sus instituciones, lo que debe generar fuerte oposición en las filas castrenses a quienes se les imputa de participación en el tráfico de droga y el crimen organizado.

Cabo Verde vive un proceso singular de cohabitación entre un gobierno del Partido Africano para la Independencia de Cabo Verde (PAICV) y un presidente y la mayoría de los gobiernos regionales encabezados por la oposición. Además enfrenta los efectos de una crisis económica caracterizada por la inflación, el desempleo, el costo de vida y los consiguientes males sociales como la criminalidad organizada, el narcotráfico, la violencia y el lavado de dinero.

Todo lo anterior dibuja un contexto político de incertidumbre e inestabilidad en África Occidental, lo que pudiera profundizarse con una intervención militar extranjera.

Sin embargo, lo inestable no niega el interés que sobre esta área concentran los principales poderes internacionales por su ubicación geográfica, recursos minerales, petrolíferos, acuíferos e importante espacio de tierras fértiles. Como conjunto de 15 naciones su interés también se basa en las posiciones de consenso que los países de la subregión asumen en el concierto de las relaciones internacionales.

De ahí la cada vez más creciente influencia de las principales potencias internacionales, tanto en el orden económico, político-diplomático y militar. Es por ello que los principales centros económicos mundiales prestan extrema atención a los desequilibrios que ocurren en la subregión. La reciente aprobación de la resolución 2071 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que pide la preparación para una intervención de una fuerza militar internacional que apoye al ejército de Malí en la recuperación de las regiones ocupadas del norte del país, se enmarca en este contexto.

África occidental por inestable y atractiva es hoy objeto de la competencia entre los principales centros de poder mundial y otras fuerzas externas.

Panorama Mundial

 

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