Siria en la mira imperial

Para cualquier cazador o recluta, hacer diana satisface sus expectativas y orgullo. La precisión del disparo se adquiere mediante la práctica, el tiempo y después de asegurar que los órganos de puntería estén encentrados sobre la presa. Para los imperios contemporáneos y sus acólitos, hacer puntería solo anticipa culminar un plan preconcebido durante varios años: disparar se convierte en algo tan cotidiano como respirar. Según el vocabulario “adaptado” a este siglo, desatar una guerra consiste en el arte de efectuar una “intervención humanitaria”, contribuir a un “cambio de régimen” o ejercer la “Responsabilidad de Proteger”, con la que hoy aceleran el dominio sobre un país (siempre subdesarrollado y acusado de peligroso).

No es imprescindible que el Consejo de Seguridad haya conciliado una Resolución aprobatoria de la guerra. En realidad se trata de aplicar el Capítulo VII sobre la autodefensa individual y colectiva como un chal, utilizado según la moda, la estación y el traje. Los acontecimientos han sido anticipados por las Estrategias de Seguridad de Estados Unidos y sus principales aliados de la OTAN e Israel, el gendarme del Medio Oriente.

Las declaraciones y discursos oficiales recrean un ambiente amenazador y propician la sanción al país o al dirigente seleccionado en organismos de las Naciones Unidas, con el indispensable auxilio de los grandes medios de difusión, los equipos y armas prestos para el combate.

Siria es hoy el blanco más cercano, visible desde el punto de mira imperial, sin importar el precio ni las penurias provocadas por la crisis global, la incertidumbre familiar, el asesinato o el magnicidio, el daño medioambiental y patrimonial, la hambruna y los desplazados. La antigua frase de: “todos los caminos conducen a Roma”, se transforma en: “todos los caminos conducen a Siria”.

El prólogo bélico proviene del Plan estadounidense para el Medio Oriente Ampliado, de los Planes para el Mediterráneo y la Política Europea de Vecindad, del expansionismo israelí y de los intereses turcos hacia el entorno. Nadie se llame a engaño: no hay contradicciones esenciales entre unos y otros, porque todos pugnan por derrocar al Presidente e instaurar “una Siria unida y democrática”. Cualquier semejanza con Irak y Libia, no es una coincidencia; como tampoco los desaciertos imperiales en que idealizaron el cambio de régimen en el nuevamente convulso Egipto.

La demonización de Bashar Al-Assad, la ampliación de una oposición financiada por los principales polos de poder y asistida por mercenarios, con ataques fronterizos, el suministro exterior de armamentos sofisticados, la propaganda internacional, las declaraciones de voceros, dirigentes y politólogos y los pronunciamientos ante organismos internacionales han recreado –particularmente desde 2011- el ambiente de una “guerra civil”, cuyo objetivo primario ha sido transformarla en un conflicto internacional.

Los actores del escenario prebélico son visibles: Israel –ocupante del Golán y desairado por el apoyo sirio al Hizbolah libanés-; Estados Unidos, en franco proyecto hegemónico en el Medio Oriente; la Unión Europea (atenta a la "inestabilidad" en el Mediterráneo); Turquía (“preocupada por su seguridad” e interesada en el mundo islámico) y los aliados árabes del imperio. Se intuye que Siria no es la meta final, sino el lugar más cercano hacia Irán y Rusia.

Durante el increscendo del acoso antisirio las resoluciones aprobadas por el Consejo de Derechos Humanos y la Asamblea General de las Naciones Unidas abonaron el terreno para añadir tensiones. Era sabido que la mediación del ex-secretario general de la ONU para resolver la situación y la siguiente del enviado especial fracasarían.

Aunque sea irrelevante para los próximos atacantes, aun sin iniciarse la agresión oficial, el saldo humanitario de las acciones antigubernamentales y mercenarias anticipa el genocidio. Los denominados grupos opositores utilizan menores de edad para transportar armamentos y participar en los combates; escolares son asesinados junto a su maestro; los 25 mil refugiados de las Alturas del Golán están asediados y el conflicto provocaría el desplazamiento de unas 700 mil personas –para engrosar la enorme cifra mundial de desamparados-. Mientras, la experta empresa privada militar Blackwater entrena fuerzas mercenarias en la frontera turco-siria.

Ante la avalancha de acusaciones de Washington, los 16 documentos aprobados por la Unión Europea en 2011 y 7 en 2012 coadyuvan a la actual situación. Una vez más, la UE recrudece las sanciones promovidas por Estados Unidos “para presionar a los responsables de la represión”, privar al régimen sirio de recursos financieros, congelar activos, prohibir los viajes de personalidades afines, sancionar a entidades, suspender programas de cooperación bilateral, embargar la importación de petróleo y prohibir nuevas inversiones. Todas son represalias conocidas, pero insuficientes para los propósitos expansionistas.

El prólogo de la escalada es diverso: los gobiernos de Washington, Londres y París financiaron y armaron “la rebelión” desde 2011; Estados Unidos y Arabia Saudita, proveyeron 5 mil mercenarios, a través de Turquía, con integrantes de Al Qaeda y la Hermandad Musulmana sunita (antes calificados como terroristas); Francia entregó una ayuda humanitaria de 1,2 millones de euros a la Coalición Nacional y fue el primer país en reconocerla como único representante legítimo del pueblo sirio.

No menos importante es la contribución del gobierno alemán en labores de espionaje, con la participación de la Armada y el Servicio de Inteligencia. (El barco “Oker”, anclado ante las costas sirias, auxiliado por las naves “Alster” y “Oste” controla las comunicaciones y movimientos de las tropas gubernamentales hasta 600 kilómetros). Como si no fuera suficiente, Berlín –según el partido de izquierda Die Linke- fue sede de una reunión auspiciada por la fundación Wissenschaft und Politik (Ciencia y Política), financiada por el gobierno alemán, el Instituto Estadounidense para la Paz, el Ministerio de Relaciones Exteriores suizo, el Departamento de Estado y organizaciones no gubernamentales holandesa y noruega. En el encuentro, donde estuvo representado el denominado Ejército Libre Sirio, se aprobó un programa de 122 páginas, promotor de una asamblea constituyente y de un sistema jurídico de transición.

El Reino Unido, con su tradicional experiencia de corsarios, acorazados y agresiones extracontinentales, emplea a las Fuerzas Especiales, los Servicios Aéreo, de Embarcaciones y Aerotransportadas para entrenar a los insurgentes. En noviembre el Primer Ministro debatió con el Presidente estadounidense armar a los rebeldes “oficialmente”, iniciar las acciones militares en el país y establecer una zona de exclusión aérea.

Turquía halló justificaciones muy concretas para intervenir: el supuesto apoyo sirio a los militantes del proscrito Partido de los Kurdos y el derribo de un avión sobre territorio soberano del país acosado, que casualmente utilizaba el mismo corredor utilizado que Israel. Por tales motivos, solicitó el aprovisionamiento por la OTAN de misiles Patriot, con la finalidad de "proteger sus fronteras."

El 8 de diciembre la revista francesa “Le Point” difundió que una coalición de la OTAN, integrada por EE.UU, Francia, Reino Unido, Turquía y acompañada por Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Qatar se aprestaba a intervenir en Siria. Cierto o falso, el portaaviones francés “Charles de Gaulle”, con infantes de marina; un grupo de ataque del portaaviones “USS Eisenhower” y 5 buques de guerra británicos con gran arsenal, se desplazan por el Mediterráneo.

Las enseñanzas de Libia permiten prever qué sucederá. La suerte está echada por los imperios y sus aliados, que han alineado sus órganos de puntería para la agresión, intervención, ocupación y exterminio. No irán con una escopeta de cazar, sino con misiles, barcos, aviones y armas teledirigidos.

Radio Habana Cuba