lahaine.org
México :: 24/05/2013

Aumenta la crisis del Partido Acción Nacional

Gerardo Peláez Ramos
En fechas recientes, el partido de la ultraderecha mexicana, el PAN, que gobernó hasta las últimas elecciones, ha llevado su crisis a nuevos niveles.

La prensa y otros medios de comunicación muestran la disminución de la militancia blanquiazul, la inmensa corrupción durante los gobiernos fallidos de Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa, el desastre económico y social y la entrega de la soberanía nacional al gobierno de Estados Unidos dejados como legado por las administraciones panistas, y la incapacidad para construir una dirección capaz de enfrentar las nuevas condiciones y mantener la unidad en las filas de ese instituto político. En pocas palabras, en el seno del partido albiceleste priva una crisis creciente.

Una depuración centralista

Sin considerar la opinión de sus senadores, el presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, Gustavo Madero Muñoz, destituyó a Ernesto Cordero Arroyo como coordinador del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional en el Senado de la República y promovió a Jorge Luis Preciado como nuevo coordinador de esta fracción, decisiones que agudizaron la situación crítica del partido de la ultraderecha mexicana, particularmente por la proximidad de las elecciones en 14 estados de la Federación. Madero representa la corriente seguidista del PRI y Ernesto Cordero es uno de los líderes, quizá el principal, del calderonismo. Dicho en otros términos, es una disputa política que enfrenta posiciones no coincidentes.

La medida de Gustavo Madero contra Ernesto Cordero está sustentada en los Estatutos del partido de la ultraderecha, que establecen el derecho del presidente del CEN del PAN a nombrar los coordinadores de las fracciones parlamentarias en el Senado y la Cámara de Diputados, con lo que se demuestra el carácter centralista y presidencialista del Partido Acción Nacional. Con motivo de la actual crisis, dirigentes y cuadros panistas plantean poner término a esta situación sólo existente en partidos no democráticos.

Las diferencias entre los dos principales grupos que compiten por la organización panista tienen como fondo la pérdida de la Presidencia de la República, que afecta en todos los sentidos el quehacer partidario, mientras el Partido Revolucionario Institucional, tras estar fuera del Poder ejecutivo a lo largo de 12 años, implementa una política que tiene como puntos centrales la unidad de todas las fuerzas neoliberales bajo el bastón de mando de Enrique Peña Nieto, la ofensiva estratégica para imponer las reformas educativa y de telecomunicaciones, ya con grandes avances, en tanto se preparan aprisa las reformas energética, financiera y fiscal, con el apoyo y el concurso de las fuerzas políticas fundamentales representadas en el Congreso de la Unión. De esta manera, el PRI dio inicio al proyecto neoliberal y lo corona con la entrega del petróleo, las playas y fronteras a los capitalistas gringos, así como con las modificaciones legales para imponer el dominio indiscutible de la gran burguesía y el imperialismo.

Los malos y los peores

Si se compara el desempeño priista en el ejercicio del poder con el del PAN, salta a la vista que los presidentes panistas quedan muy mal parados: incapaces, analfabetos políticos, improvisados, más corruptos que los mandatarios tricolores, groseramente antiobreros y descaradamente progringos. En el caso de Calderón, habría que agregar que es el mayor criminal de guerra de toda la historia de México en periodos de paz, es decir, sin que el país estuviera atravesado por una etapa de conflictos armados civiles o internacionales. Total: los peores “estadistas” después de la Revolución mexicana. Pascual Ortiz Rubio, Adolfo Ruiz Cortines y Miguel de la Madrid Hurtado aparecen como genios frente a los cavernarios representantes de la ultraderecha.

En la pelea por el control del partido ultraderechista, Gustavo Madero Muñoz y Felipe Calderón Hinojosa coinciden en forma completa con el programa neoliberal que Peña Nieto impulsa, incluyendo el abatimiento del Estado laico, la libertad de la Iglesia católica para opinar sobre todo y la confabulación del alto clero con los gobernadores de Chihuahua, Veracruz y otras entidades. Sin embargo, Gustavo Madero está “fascinado” con el presidente priista y se propone apoyar los objetivos y los pasos emprendidos y a emprender de Peña Nieto de manera total, en tanto que Calderón tiende a concretar el programa neoliberal pero manteniendo la independencia del PAN, en especial debido a que la Corte Penal Internacional tendrá que decidir si da entrada a la demanda interpuesta por 23 mil mexicanos en que acusan al ex presidente panista de crímenes de guerra y lesa humanidad.

No todo pinta color de rosa para los neoliberales priistas y panistas, pues para concretar el programa neoliberal será necesario enfrentar y derrotar la oposición de secciones, sindicatos, federaciones y centrales sindicales avanzados, el movimiento indígena, las confederaciones campesinas independientes, las organizaciones estudiantiles en pie de lucha y la izquierda política independiente, por lo que el gobierno peñanietista se prepara para liquidar mediante la cooptación y la represión a las organizaciones sociales y políticas que ofrecen resistencia progresiva y combativa al proyecto neoliberal, que, como es evidente, no se integra con reformas estructurales, sino con contrarreformas contrarias a los intereses de la clase obrera, el pueblo y la nación, y favorables al gran capital nacional y a los monopolios extranjeros, principalmente norteamericanos.

Los antiguos partidos paraestatales

Durante décadas, el régimen del Partido Revolucionario Institucional logró crear un sistema político basado en la hegemonía del partido casi único, y el impulso a la existencia de los llamados partidos paraestatales, paleros o de oposición fingida: el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, el Partido Popular Socialista y el Partido Socialista de los Trabajadores. Los dos últimos contaban con un aspecto positivo en su quehacer político: el antimperialismo.

En efecto, estos institutos políticos minoritarios y dependientes del PRI participaban en el Consejo Mundial de la Paz, la Federación Mundial de la Juventud Democrática y la Federación Democrática Internacional de Mujeres, desarrollaban una activa solidaridad con la Revolución cubana, con la resistencia vietnamita, laosiana y camboyana ante la agresión del imperialismo norteamericano y con la lucha del pueblo palestino contra la barbarie sionista e imperialista, impulsaban el combate contra el colonialismo europeo y norteamericano y contra las dictaduras proyanquis y oligárquicas en América Latina.

Priismo latinoamericano

Los partidos paraestatales le daban al régimen del PRI una cierta apariencia democrática y de libre juego de distintas formaciones políticas. No sólo con eso contaba el sistema político posrevolucionario. En la izquierda latinoamericana, debido a la existencia en México del derecho de asilo que permitió, aun en años de profunda confrontación soviético-norteamericana, la permanencia en nuestra patria de asilados guatemaltecos, chilenos, argentinos, nicaragüenses, uruguayos, bolivianos y de otros países al sur del Usumacinta y el Suchiate; las relaciones diplomáticas con la República de Cuba, cuando todos los demás países hermanos las habían roto, y la relativa autonomía del gobierno mexicano para no seguir en forma descarada las políticas de los monopolios y gobiernos gringos, pese a su alineamiento general con éstos, crearon un fenómeno único: el priismo de gran parte de la izquierda de la Patria Grande.

Varios partidos comunistas, socialistas y trotskistas, movimientos nacionalistas y organizaciones armadas revolucionarias de América Latina privilegiaban las relaciones con el PRI y el gobierno mexicano, lo cual, naturalmente, era correcto, pero las cosas llegaron más lejos: presentaron a dicho régimen como antimperialista y democrático, lo cual, desde luego, ya no era correcto.

¿Nuevos partidos paraestatales?

Con la derrota priista del año 2000, todo indicaba que el sistema de partidos paraestatales tocaría a su fin. Empero, parece ser que no es así. Parcialmente, los partidos paraestatales confluyeron en el Partido de la Revolución Democrática, el Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano, y las fracciones que se mantuvieron como formaciones autónomas fueron debilitándose conforme pasaba el tiempo y dividiéndose en grupos minúsculos sin influencia en la política real e incapaces de proponerse llegar a conquistar el poder político.

Durante mucho tiempo el Partido Acción Nacional fue un grupo de presión que no se proponía alcanzar el gobierno de la República; posteriormente se convirtió en un partido de la oposición leal, mas no era un partido paraestatal. Con el regreso del PRI al Poder ejecutivo las cosas comienzan a cambiar. Tanto en el PAN como en el PRD han aparecido liderazgos dispuestos “a sacrificarse” y desempeñar el nada honroso papel de paleros o achichincles del partido de Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León y Enrique Peña Nieto. Es un “sacrificio” que está envuelto en prebendas y privilegios, por lo que Gustavo Madero Muñoz y Jesús Zambrano Grijalva están listos para convertir a sus organizaciones en partidos paraestatales. Es un “sacrificio” que reporta beneficios no a la democracia y a la ciudadanía, sino a los jefes maiceados por el régimen del PRI.

El PAN gobernante: un desastre

Como partido gobernante el PAN quedó desenmascarado rápidamente. El sexenio calderonista fue responsable directo de haber mandado a la tumba entre 80 mil y 122 mil mexicanos por la guerra contra (?) el narcotráfico y el crimen organizado, concebida, organizada y subsidiada por el gobierno imperialista de Estados Unidos; aumentar el número de pobres y miserables, fortalecer la economía informal y lograr un “crecimiento” mediocre; incrementar el desempleo, destrozar la seguridad social de los trabajadores, pagar salarios de hambre a obreros y empleados, mandar a la calle a 44 mil electricistas y perseguir al sindicato minero-metalúrgico; permitir que los yanquis inunden el país con agentes, “asesores” y provocadores de la CIA, la FBI, la DEA y otras agencias de los intervencionistas de Estados Unidos; mantener malas relaciones con Cuba, Venezuela, Bolivia y otros países hermanos; participar en proyectos contrarios a la unidad latinoamericana y caribeña, y no defender a nuestros connacionales que laboran allende el Bravo.

El PAN como partido gobernante es famoso por sus necedades y ridiculeces. Vicente Fox, siendo presidente, como si estuviera en estado inconveniente, salió en defensa de los derechos humanos… ¡en Cuba!, cuando en Estados Unidos mataban presos mexicanos, reprimían a decenas de miles de trabajadores indocumentados y expulsaban de la potencia norteña a millares de compatriotas con años de trabajar en ese país, y cuando los imperialistas norteamericanos realizaban horrendas matanzas de afganos e iraquíes, a la vez que apoyaban a Israel en su criminal política antipalestina y antiárabe. Así, en lugar de defender a nuestros connacionales, el panismo defendía y servía a los peores violadores de los derechos humanos en este continente y el mundo entero: los gobernantes de Estados Unidos. Durante el sexenio de Fox, cabe agregar, los gringos aprobaron construir cientos de kilómetros del muro fronterizo, pero el Alto Vacío estaba preocupado… ¡por los derechos humanos en Cuba! Tal era la lógica de los “estadistas” del PAN.

Quizá con la intención de auyentar la inversión extranjera y el turismo internacional, desprestigiar a la nación mexicana y dificultar la salida de la crisis, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa declaró una emergencia en 2009 con motivo de la llamada pandemia de gripe A (H1N1). Los resultados se vieron de inmediato: los mexicanos fueron maltratados y discriminados en muchas partes del mundo. Este político de cuarta organizó y realizó otras barbaridades, tal vez por considerarse cristero agringado. Para dejar en claro a qué intereses servía y representaba, en un acto sin parangón en la historia de los presidentes de México, el mandatario espurio fue a rendir homenaje a los soldados enterrados en el Cementerio Nacional de Arlington, en Virginia, EU, es decir, a los asesinos de mexicanos en 1846-1848, 1914 y 1916-1917.

Conclusiones

La crisis del PAN tiene como causas la pérdida de la Presidencia de la República, el desastre gubernamental durante los años 2000-2012, la grave incapacidad para gobernar, la carencia de estadistas y la falta de definición ante el gobierno de Enrique Peña Nieto. En tales condiciones, es factible pronosticar que en las elecciones de julio de 2013 al partido de la ultraderecha mexicana le va a ir como en feria. Dichos comicios contribuirán a agudizar la crisis del Partido Acción Nacional, lo cual, sin duda, es benéfico para el pueblo de México.

La Haine

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal