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Estado español :: 20/07/2013

¿Cuál es la estrategia de la represión anti-anarquista?

Ruymán F. Rodríguez
Los sectores más rancios de la política española (los que no podían fingir el “buenrollismo” paternalista de ser del PSOE o de IU) empezaron su campaña

A primera vista toda persona con conciencia social puede entender cuáles son los objetivos básicos que se proponen gobierno, judicatura y policía con la gran oleada represiva desatada, sobre todo desde el 2011, contra los activistas sociales, y últimamente en especial contra los anarquistas (el paroxismo ha llegado con la detención de 5 jóvenes anarquistas en Cataluña el pasado mayo [2013]): que cunda el miedo, desmovilizar y criminalizar. Sin embargo, creo que detrás de estos rudimentos tácticos se oculta una estrategia de mayor alcance.

Cuando surgió el 15-M la mayoría de resortes del Estado, tanto los políticos como los propagandísticos, hablaron de “movimientos violentos” y “antisistema”, de “guerrilla urbana” (en definitiva, el corolario de siempre) después de que una congregación de manifestantes impidiera, sin emplear otra compulsión que la que suponía su presencia y número, la entrada de los diputados en el Parlament de Catalunya. Sin embargo, el alto índice de aceptación popular que según las encuestas tenía el 15-M les desaconsejó meter todos los huevos en la misma cesta. Fue cuando Felip Puig (entonces Consejero de Interior de la Generalitat) empezó a cacarear la teoría de “grupos violentos” infiltrados en el 15-M.

Por entonces los sectores más rancios de la política española (los que no podían fingir el “buenrollismo” paternalista de ser del PSOE o de IU) empezaron su campaña, encabezada por Cristina Cifuentes y compañía, de descrédito contra la “falta de higiene” de la Acampada de Sol, su “ocupación ilegal” de la vía pública y su “perjuicio” a los comerciantes. En las tertulias televisivas (esos pesebres donde retozan esas criaturas a las que llamamos “contertulios” y que sólo sirven para fabricar opinión, tal y como los animales de granja fabrican abono) los profesionales de la doxa vomitaban a su vez la existencia de “evidentes conexiones” entre el 15-M y ETA; argumento siempre tan socorrido.

Sin embargo, el tiempo jugaba en contra del 15-M. Se hizo innecesario arreciar las críticas contra este movimiento cuando el desgaste y la intoxicación política/parlamentaria fue desmantelándolo en casi todas partes (aunque todavía subsiste en algunas ciudades del Estado). Desarmado el 15-M como “movimiento de masas”, los que antes lo criticaban ahora lo recuerdan con nostalgia como una demostración de “protesta cívica y pacífica”. No obstante, la conflictividad social, que el propio Sistema generaba, no cesaba. En todos los conflictos que se han sucedido después, desde las huelgas generales (en algunos sitios liberadas del control del sindicalismo amarillo) y las huelgas mineras hasta el Rodea/Asedia el Congreso, los políticos, magistrados, mandos policiales y periodistas han necesitado encontrar un culpable. Táctica inevitable si las manifestaciones y algaradas no conseguían despertar antipatía entre la población (la actuación minera es un claro referente de esto), o si no podían identificarse responsables concretos y que dieran el perfil “criminalizable”. El 25-S olieron la capucha; todavía los cuerpos de propaganda del Estado no la han soltado.

Después de la huelga del 29-M de 2012 el recurrente Felip Puig volvía a hablar de “guerrilla urbana” e introducía el elemento del “neoanarquismo” que la provocaba. Explicaba también que: “hemos llegado hasta aquí porque no hemos sabido cortar las actitudes que ponían en duda el valor de la propiedad privada”, señalando al Movimiento Okupa. Finalmente iba más allá y, en palabras del periodista que recogió sus declaraciones:

“Preguntado por las razones que provocan que estos episodios se reproduzcan una y otra vez en Barcelona y no tengan lugar en otras ciudades de España, como Madrid, Puig ha aludido a la historia de la ciudad catalana. Según el conseller, hay que tener en cuenta los antecedentes históricos de la Ciudad Condal, que celebra el centenario del anarquismo y que fue, durante el siglo XX, capital del anarquismo. Para el conseller de Interior, Barcelona todavía mantiene un sustrato ideológico que también tienen otras ciudades y zonas del mundo, como Londres y California, donde también se reproducen este tipo de episodios violentos”.1

La relación entre “terrorismo callejero” y Anarquismo empezaba ya a lanzarse sin ningún tipo de disimulo. Es el paso previo para poder relacionarlo con el “terrorismo de alta intensidad”. La excusa para endurecer el Código Penal.

Por entonces se “filtraba” curiosamente un especie de tesina que para un máster de seguridad hizo el comisario de los Mossos de d’Esquadra David Piqué. Una verdadera invitación a la violencia sin contemplaciones.

Las “informaciones” en la prensa –largo tiempo muda a la hora de hacer cualquier referencia al Anarquismo– sobre el “fenómeno anarquista violento” no paraban de sucederse. Desde Enric Juliana hablando en La Vanguardia de la conexión “conspirativa” y “anarcoitaliana” entre Barcelona y Turín hasta el batiburrillo de Ana Terradillos hablando en la Ser también de “conexiones internacionales”.

Creo que no hace falta gozar de un entendimiento excesivamente sutil para comprender que detrás de todo esto está la fabricación de un determinado ambiente psicológico que naturalice los próximos pasos represivos del Estado. Sólo así se entiende que en plena Semana Santa de este mismo año unas pequeñas jornadas anticlericales en Sevilla, con visionado de películas y actos lúdicos y festivos, acabará saliendo en varios medios, incluso a nivel estatal, alertando de la peligrosidad del evento y mostrando ad nauseam la iglesia en llamas que ilustraba el cartel de las jornadas.

Sin embargo, aún el regalo no está envuelto, y nos equivocamos sí pensamos lo contrario.

Siguiendo lo que a todos luces se muestra como una “operación de falsa bandera” estalla un artefacto explosivo (ya está aquí el “terrorismo de alta intensidad”, el de las bombas, el que asusta de verdad al público) en la Catedral de la Almudena en Madrid. Al poco tiempo el intento de atentado es reivindicado por el “Comando Mateo Morral” a través de un comunicado. Curiosamente las cámaras de seguridad del recinto no funcionaban y las aledañas no captan nada. Nadie ve tampoco nada, y eso que se trata de la céntrica Catedral de la Almudena. Obviamente, no hay detenidos.

En una coyuntura económica como la actual, con la gente señalando a los bancos y a los mercados, apuntar a la Iglesia, de la que ni los desahuciados ni los hambrientos se acuerdan, es harto sospechoso. La jerga del comunicado, intencionadamente mal elaborado, es un claro intento de caricaturizar conceptos, ideas y formas expresivas. Titulado La casa de dios por culo en madrid [sic], muchas de las expresiones incluidas en el comunicado chirrían bastante. Reivindicar que el atentado se produce en la Almudena para “dar caña a la monarquía borbónica en sus lugares sagrados”; hablar de “violencia insurreccional revolucionaria”, reproduciendo la jerigonza de la prensa burguesa; firmar con “fuego al talego”; es un cajón de sastre de conceptos tan mal hilvanados que hace sonar todas las alarmas del que sea mínimamente escéptico. Por otra parte, intentar relacionarlo directamente con la corriente histórica de la “propaganda por la acción existente hace más de un siglo”, y otros guiños de nostalgia como el propio nombre del supuesto comando “Mateo Morral”, demuestra la intención de intentar identificarlo con una “tradición reconocible”. En definitiva, no eligieron al policía más inteligente para elaborar el comunicado. El texto, obviamente, hizo las delicias de la obediente prensa (un ejemplo).

La táctica no es nueva. En 1873, a los pocos meses de iniciada la I República, el periodista y dramaturgo Eloy Perillán y Buxó publica y elabora una concatenación ininterrumpida de periódicos, sufragados por las autoridades, a los que hace pasar por anarquistas. En un artículo (“Nuestro Programa”) de uno de estos periódicos (Los Descamisados [1873]) puede leerse:

“Nosotros los desheredados, los parias, los ilotas, la plebe, los harapientos, la escoria, la inmundicia de la sociedad; nosotros que no tenemos sentimientos, ni educación, ni vergüenza, declaramos que hemos llegado al fondo de la miseria y la hora de nuestro triunfo va a sonar […]. La Anarquía es nuestra única fórmula. Todo para todos, desde el poder a la mujeres […]. Pero primero ha de llegar un temible, un extraordinario baño de sangre […]. ¡Temblad burgueses vuestra dominación llega a su fin!”.

A principios del siglo XX Joan Rull, un confidente de la policía pagado por el Gobernador Civil de Barcelona (Ángel Ossorio y Gallardo), inicia una campaña de atentados con bombas. Será ejecutado cuando sus exigencias económicas se hagan inasumibles para el Gobernador. Con el pretexto de las actividades de Rull, el presidente Maura pudo llevar a buen puerto sus leyes antiterroristas de 1908. Esto no debe extrañarnos, bombas “anónimas” como la de Canvis Nous en Barcelona en 1886 (gracias a las cuales se inició una cacería de anarquistas que acabaría con destierros, encarcelamientos y ejecuciones [y unas torturas inenarrables] en el tristemente célebre Proceso de Montjuïc), los actos homicidas achacados a la inexistente Mano Negra en Jerez en 1884 (ídem), y sucesos mucho más próximos como los que representaría el Caso Scala, nos llevan a comprender con qué facilidad utiliza el aparato Estatal, con todos sus engranajes y resortes, la figura del “agente provocador” y la táctica de la criminalización mediática.

Comprendiendo esto se hace fácil atisbar quién está detrás de lo de la Almudena. No hace falta ser Zola para lanzarles a la policía y quienes les mandan un gigantesco: ¡Yo acuso!

Estos años de demonización mediática no podían ser gratuitos. Son demasiados globos sondas como para no responder a un objetivo. En este ambiente enrarecido (con artículos escatológicos hablándonos de conexiones internacionales, políticos retrotrayéndose a la Barcelona de la primera mitad del siglo XX como capital histórica del Anarquismo mundial, el petardo defectuoso de la Almudena, etc.), donde se dan todos los elementos para lograr hacer comprensible para la población la utilización de “mano dura”, se produce la detención de los 5 anarquistas ya citados.

Unos jóvenes que se dedican a expresar sus opiniones en Facebook (un medio donde un guardia civil ha dicho que le gustaría aplastar los cráneos de los manifestantes y donde abundan a diario los comentarios antisemitas, negacionistas, neonazis, a favor de la violencia de género, sin que nadie se rasgue las vestiduras), que lo hacen a través de un grupo virtual que carece, redundantemente, de existencia real (cualquiera que conozca mínimamente esta red social sabe cómo funciona eso de los grupos: Amigos de la Sanidad Pública; Anarquistas de Teruel; Colectivo Verde; Club de defensa de los gatos, etc. Meros nombres con los que aglutinar y llamar la atención de los que quieran comentar o conversar sobre algún interés o afición común), y a los que no se les puede achacar nada más que, supuestamente, repetir, en un medio como internet, algunas de las cosas que contra la monarquía y los políticos puede oír cualquiera que entre en un bar.

La foto de la “incautación” policial daría risa si este no fuera un asunto tan trágico. Camisetas, chaquetas con chapas, botas, libros, parches, cinturones con pinchos (sí, de esos que hasta Alaska se ponía cuando la Movida madrileña), un aparato para hacer gimnasia… Cualquier padre y madre de familia que viera esa foto podría pensar: “¡pero si eso es lo mismo que tiene mi chiquillo en su habitación!”. Efectivamente, han adjuntado como prueba el guardarropa y los enseres personales de unos jóvenes a los que, por lo que se ve, les gusta.2

Empero, quien crea que este esperpento es el punto final de tan descomunal ópera bufa se está equivocando. El verdadero móvil de lo ocurrido, a parte de los motivos convencionales de represión, desmovilización y criminalización ya citados, va mucho más lejos. A parte de las motivaciones personales de Santiago Pedraz, que, con el ego herido desde que le llamaron “pijo ácrata” por mostrarse “demasiado blando” con los supuestos promotores del 25-S, ha querido resarcirse y mostrar que su “lealtad de clase” sigue incólume, hay bastante más en el guiso que nos están preparando. Sí, el Estado ha escogido al instrumento Pedraz porque ahora estaba dispuesto a hacer lo que se esperaba de él. Si se mostró tolerante con los “pacifistas”, ahora deberá demostrar que sabe ser duro con los “violentos anarquistas”. Pero detrás de toda arma hay siempre alguien que la blande; y detrás de este alguien, un motivo.

La detención de los 5 de Barcelona no es el lazo del regalo que nos tenían reservado; es sólo un paso más de una estudiada y meditada serie de acontecimientos. Han escogido a cinco muchachos jóvenes, que precisamente no militaban en ninguna organización numerosa o con presencia mediática. Han seleccionado una presa que les permitirá pulsar el nivel de preparación y compromiso que tiene el Movimiento Libertario a la hora de organizar una campaña de solidaridad con algunos de los suyos; que les permita pulsar el nivel de respuesta. Desde luego esperan que siembre miedo; que enturbie aún más la imagen de un colectivo que, en un momento de descreimiento político, de rencor social, puede ofrecer una alternativa atractiva; que con suerte sirva como provocación y sea el detonante de un acto verdaderamente sustancioso. Pero su esencia responde en parte a medir las fuerzas de los anarquistas. Quieren ver cómo se comportan cuando se ataca directa e indiscriminadamente, sin más fundamentos que el de la poca vergüenza de la investigación judicial/policial, a uno de esos supuestos grupúsculos que cada vez más proliferan en el Estado español. Quieren ver como asimilan una “detención por terrorismo”, tan disparatada como ridícula. Dependiendo de cuál sea la reacción sabrán a qué atenerse cuando den el siguiente paso.

Por otra parte, ponen en práctica un estudio de campo sobre el divide et impera. Conocen bien el desencuentro entre “anarquistas sensatos” y “anarquistas descontrolados”. Saben que en cuanto lancen que los jóvenes anarquistas hacían públicamente apología de la violencia, el terrorismo y el consumo de drogas, saldrán tristemente las voces censoras y escandalizadas de quienes se tiene por “anarquistas serios” para espetarle a los “anarquistas infantiles”, que condenan su “aventurismo pseudo revolucionario”, que “las drogas son malas” y que se desvinculan “de esa visión destructiva del Anarquismo”. Saben que pueden pulsar en algunos sectores libertarios para hallar esos argumentos que trazan una frontera entre Anarquismo contemplativo, nostálgico, bueno por inocuo, por volcado al pasado, por burocratizado, y ese Anarquismo descontrolado, dinamitero, autodestructivo, autocomplaciente, absorbido por la provocación. No faltara el anarquista acomplejado que corra a decirle a los medios burgueses que esa distinción, aunque esté elaborada a base de clichés, es fiel reflejo de la realidad. Supuestamente eso hizo el Secretario de Prensa y Comunicación del Comité Nacional de CNT, Carlos Arillo.3 Esto después ha sido desmentido por la propia CNT, y obviamente yo le concedo más credibilidad a los compañeros que a un medio comercial, empero, y en honor a la verdad, echo en falta que en el comunicado aclaratorio se especificara cuáles eran exactamente las palabras “sacadas de contexto”; que se puntualizara si, aunque sea parcialmente, algo de lo que se dijo es correcto; más extensión ante un asunto que lo merece; y especialmente una mayor identificación con los detenidos y una mayor contundencia para con sus captores. Lamentablemente no puedo ahorrarme esta exégesis.

En definitiva, tengo la firme convicción de que lo peor está por llegar (de hecho, mientras me disponía a publicar este texto acabo de tropezarme con el último aviso a navegantes de la policía. Y no es el único, aquí otro ensayo antes de la función. Como vemos nunca Goebbels ha estado tan vivo). Han mordido y han comprobado cuánta movilización y aceptación social podemos generar; lo cohesionados que estamos y la importancia real de las fisuras que dentro del Movimiento representan quienes esperan que haya algún caído para señalarlo con el dedo mientras huye en dirección contraria. Han comprobado el nivel de desbanda y si los grupos e individuos siguen fuertes después de los sucesos, o si por el contrario preparan la retirada. Han ido a por un “grupo” –que la propia policía reconoce como incorpóreo– compuesto por gente que simplemente hacía comentarios por Facebook, para trenzar una red de seguridad que les permita lanzar el próximo ataque (quizás contra un colectivo más fuerte, más mediático, preferentemente sin regularizar legalmente) con la suficiente información previa y el terreno bien allanado.

Este no es el final del proceso; es sólo un movimiento táctico intermedio que antecede a una ofensiva total que todavía no se ha desatado. En definitiva, van a por nosotros.

Esta larga advertencia no trata de redundar en el miedo, sino de incidir en la necesidad de prepararnos y desarrollar dos de las grandes herramientas de las que disponemos: la articulación a través del trabajo y los nexos de unión (entre compañeros y a nivel sobretodo popular) de una contraofensiva social; y el fortalecimiento del apoyo mutuo a través de tejer redes de solidaridad.

Si en la actual coyuntura nos permitimos seguir atizando las rencillas y unir nuestras voces a la de aquellos que no tienen ninguna autoridad moral para juzgarnos, que desatan ejércitos de exterminio y matan con hambre, intemperie y usura, entonces nos habremos merecido cuanto nos pase.

Ruymán F. Rodríguez

1.http://www.lavanguardia.com/politica/20120403/54280941143/puig-avala-cambiar-codigo-penal-el-sistema-judicial-no-da-miedo-a-los-violentos.html

2.www.diagonalperiodico.net/libertades/prision-preventiva-sin-fianza-para-cinco-personas-detenidas-operativo-antiterrorista

3.http://www.elconfidencial.com/espana/2013/05/18/el-anarquismo-violento-espanol-se-pacifica-en-el-15m-121165/

 

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