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Estado español :: 20/08/2013

Reestructuración europea. Soberanía, federalismo y posicionamiento de la izquierda

Raúl Perez
Y, para evitar manipulaciones maximalistas y engaños intencionados, debemos definir qué se entiende por “pueblo”

“Hasta junio debe aclararse cómo se puede alcanzar una coordinación político-económica más fuerte para aumentar la competitividad en Europa, según dijo Merkel. Si para ello son necesarias modificaciones del tratado de la UE, esto no sería realista antes de las elecciones europeas de 2014, añadió.”

Recogido en dw.de con fecha del 14 de diciembre de 2012

No es algo nuevo, desde hace tiempo se viene hablando de la necesidad de un banco único europeo que elimine soberanía a los estados en materia financiera, pero debemos entender cómo esta medida implica una serie de movimientos políticos que se están produciendo y cómo reacciona la izquierda ante ellos. No podemos separar los cambios institucionales de los cambios económicos, van de la mano y así deben ser analizados para saber quién es quién en este tablero.

Sólo entendiendo esta reestructuración europea se puede entender porqué David Cameron, primer ministro británico, plantea ahora la posibilidad de un referéndum sobre la permanencia o no en la Unión Europea en caso de ser reelegido. Y, dentro de las actuales fronteras españolas, sólo así se entiende el giro -pretendidamente- soberanista de CiU y el giro federalista del PSOE.

No es coincidencia que CiU, que siempre ha tenido como meta gestionar Cataluña dentro del estado y no la independencia, plantee un referéndum a favor de lo segundo sin tener en consideración que la burguesía catalana a la que representa CiU tiene, eminentemente, un carácter financiero. Si al reestructurar la Unión Europea la gestión financiera no es a través del estado y se tiene la opción de una separación formal, ¿para qué permanecer en él cuando se puede optar por la independencia y así ser los gestores exclusivos de sus políticas financieras?

De igual manera, no es coincidencia la eliminación de la referencia a un estado propio para dejarlo en una ambigua declaración de soberanía que no cuestiona per se el estado actual español. Es algo que se sabe: la burguesía controla por igual medios de comunicación y las instituciones -incluso jurídicas- del Estado, ¿a alguien extraña que coincidiera la eliminación de esa referencia a una estado propio con la resolución del caso Pallerols después de catorce años desde el escándalo y la cobertura mediática contra CiU que recibió? Si CDC representa a un sector financiero de la burguesía catalana, no ocurre lo mismo con Unió, que desde un principio se mostraba recelosa a la declaración independentista. Todo formaba parte de presiones políticas en base a las contradicciones internas que presentan los intereses de la burguesía.

Y en una misma línea debemos observar los cambios en el PNV. No podemos pensar que es coincidencia tampoco que el sucesor de Íñigo Urkullo, Andoni Ortuzar, defendiera en su toma de posesión del cargo al frente del partido la territoriedad y la soberanía. Soberanía que no independencia. Esto, desde un punto de visto de intereses de la burguesía, no es otra que que la manida reivindicación de “más autogobierno” dentro del estado.

Y no es ya que una parte de Euskal Herria y los Països Catalans sino que Andalucía también plantea medidas de mayor autogobierno aunque sin mentar la soberanía andaluza, ya que la burguesía en Andalucía no es más que una clase capataz de la burguesía centralista.

Y es Andalucía la que, de manos del PSOE, plantea abiertamente lo que CiU-ERC y PNV defienden: un estado español federal. Una segunda transición que será vendida como ‘regeneración democrática’. Otro lavado de cara del estado para satisfacer los intereses de las burguesías españolas dentro del modelo compartido en líneas generales por las burguesías europeas.

Pero esta cuestión deja un cabo suelto que hay que plantear, ¿qué modelo de estado defiende la izquierda? Ha quedado claro cómo la burguesía defiende el estado actual español en cuanto el estado defiende sus intereses de clase, pero, ¿qué comportamiento ofrece la izquierda ante el estado? La eterna cuestión nacional y el posicionamiento ante ella está en el epicentro de las diferencias y visualiza el carácter propio de la izquierda según su acercamiento a él.

Es un debate enconado pero imprescindible en estos momentos, por lo que es necesario plantear este hecho en primer lugar: toda izquierda es nacionalista, sea de manera consciente o no. La cuestión está en qué nación, en qué modelo de estado, se defiende bien por activa o por pasiva. Siendo la unidad nacional española la base fundamental de la burguesía no es de extrañar que el nacionalismo español sea la piedra angular de la ideología dominante. Y, ¿cuál es la principal característica de toda ideología dominante? Que no se presenta como ideología sino como una característica natural y fuera de todo debate posible, pero que un análisis consecuente y libre de prejuicios hace que salga a relucir revelando su auténtica naturaleza.

Pero antes de tratar la cuestión española, y ante la crítica cegada a la cuestión nacional en abstracto, viene bien recordarle a los superrevolucionarios que, con excepción de la Revolución Soviética, el resto de revoluciones socialistas han tenido una fuerte base nacionalista desde sus orígenes. Mao provenía del nacionalismo pan-chino, los países post-coloniales en Asia y África hicieron su revolución dentro de la lucha de liberación nacional (Vietnam, Burkina Faso, Congo…) y, desde Castro a Chávez, toda política latinoamericana orientada al socialismo se basa en un nacionalismo revolucionario. Alegar que el nacionalismo es sólo un aspecto de la burguesía es, teniendo en cuenta la historia política revolucionaria, una memez usada para justificar un dogmatismo que, irónicamente, sólo beneficia a los intereses de la burguesía.

Así mismo, a quienes aducen, aún hoy, prejuicios economicistas y obreristas, también viene bien recordarles que el economicismo marxiano (y trotskista) establecía que la revolución socialista se daría primero en los países más altamente industrializados debido al aumento de la conciencia de clase que ese contexto implicaría. La realidad a lo largo de las décadas es que, si ha habido una región del planeta donde no ha habido revoluciones socialistas ha sido precisamente en la que están los estados más altamente industrializados. Es el pueblo de cada país, y no la clase obrera internacional, quien se ha revelado con las décadas como sujeto político revolucionario. Y, aunque es bien cierto que el nacionalismo también puede no ser popular, no es que no se pueda decir lo mismo del movimiento obrero. ¿Acaso CCOO es siquiera un sindicato a estas alturas? No olvidemos que no hay nada absoluto y que todo depende del uso que se le dé: igual que un cuchillo puede servir para matar pero también para alimentarse, el nacionalismo puede servir para intereses de la burguesía o del pueblo.

Y, para evitar manipulaciones maximalistas y engaños intencionados, debemos definir qué se entiende por “pueblo”. “Pueblo” no es una población sometida a unas instituciones, debemos entender por pueblo a una realidad sociocultural existente. Es la lucha contra unas instituciones ajenas al pueblo y la creación de unas instituciones populares lo que mueve la revolución y no la reforma para su fortalecimiento de las instituciones burguesas antipopulares. Esto, en España, significa que no existe el pueblo español más que como amalgama de personas sometidas que piden cambios a su amo como quien le reza a una cruz; mientras que, por el contrario, existen distintos pueblos que luchan por crear una organización social propia e independiente de la nacional-burguesa.

Dicho esto, pongamos este ejemplo para ayudar a hacer todo esto más fácil de comprender bajando a la realidad en España. La izquierda nacionalista española se nos dice que no existe, es una etiqueta con la que nadie se clasifica ni reconoce. Pero, entonces, ¿cómo comprender que el PCE-IU defienda por un lado la capacidad unilateral del Sáhara para decidir sobre su soberanía ante Marruecos pero se posicione meridianamente en contra en una situación idéntica en Cataluña ante España? El motivo, a todas luces, es sencillo: Izquierda Unida es un partido nacionalista español pero no es etiquetado de esa manera porque la ideología dominante es nacionalista española. Y es por no compartir la ideología nacional dominante que sólo se clasifica como ‘nacionalista’ exclusivamente a cualquier posicionamiento que plantee una forma de estado diferente a la española.

Y es también por esto que, con la excepción hecha de sindicatos estatales minoritarios como la CGT, el sindicalismo combativo tenga también un carácter nacional-popular. LAB, SAT, CIG frente a CCOO y UGT. Incluso a nivel de organizaciones política podemos plantear este paralelismo. Con la excepción hecha de Red Roja -que todavía debe definir con más claridad su proyecto político pero que participa en la lucha por las soberanías- toda organización de ámbito estatal es, por extensión, nacionalmente española y su acercamiento a la cuestión nacional-popular se limita a un oportunismo condicionado por la existencia de intereses burgueses mínimamente anticentralistas.

Es por ello que, desde la izquierda, debemos definir y explicar con claridad el modelo de estado que se defiende así como establecer una clara separación entre el principio de la soberanía popular frente al de la soberanía burguesa. Mientras que la soberanía popular pretende la construcción de una forma de organización social totalmente nueva donde el pueblo tenga todo el poder, la soberanía burguesa en lo que hoy es España no reivindica sino un mayor o menor grado de descentralización -siquiera autonomía. Y, ya que las etiquetas de reformista y revisionista han sido usadas indiscriminadamente perdiendo su valor, sí podemos definir a la izquierda que defiende un modelo estatal descentralizado como colaboradores del capitalismo a pesar de su discurso –recordemos el cambio del “rebélate” por el “imperativo legal” de IU en Andalucía al llegar al poder– y establecer en qué grado los distintos proyectos políticos (en caso de haberlos) coinciden y dejan de hacerlo.

Estamos en un momento de reformas y plantear seriamente este tipo de debates para concretar quién es un compañero y quién un aliado coyuntural resultará del todo imprescindible si no queremos pasarnos otros 35 años de ‘autonomismo’ (pero esta vez europeo) atados y bien atados. Todo el poder para el pueblo… pero con el pueblo.

 

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