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Europa :: 13/10/2013

Passos Coelho: ambición de poder y vocación para la dictadura

Miguel Urbano Rodrigues
Los medios, controlados por el engranaje del gran capital, cumplen una función desmovilizadora, no le retiran la legitimidad al primer ministro portugués

Me es difícil expresar lo que sentí al seguir el programa de la Radio Televisión Portuguesa (RTP) en que el premier Passos Coelho contestó preguntas de 20 ciudadanos invitados por la emisora estatal. Algunos camaradas identifican en Passos una caricatura de Machiavelo sin la inteligencia del autor de “El Principe.”

No lo veo así. Su intervención en ese programa me permitió confirmar la opinión que me he formado del político y del hombre. Es mi convicción que no pretende engañar al Pueblo por el sencillo motivo de que no tiene conciencia del papel que cumple ejerciendo el poder político.

Passos me recuerda lo que la escritora sionista estadounidense Hannah Arendt llamó 'la banalidad del mal' en su libro sobre Eichmann. Pero al contrario de los nazis que con conciencia tranquila cometían rutinariamente crímenes monstruosos alegando que cumplían ordenes, el primer ministro portugués se ve investido de una tarea histórica.

Es él quien al servicio de un poder extranjero -la Comisión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo- elabora el plan para la ejecución de los crímenes de que es victima el pueblo portugués. Siente orgullo como intermediario, se ve como un predestinado imbuido de la misión de sacar a la patria del abismo en que había caído, cuando por vía electoral recibió las insignias del poder político.

Admito que no tiene noción del mal que siembra. La idea que se fabricó de si mismo mejoró probablemente con la autoevaluación de su actuación en el vergonzoso programa montado por la RTP para barnizar su imagen a través de sus respuestas a las preguntas, casi todas inofensivas, de los invitados. La mayoría, formulada por ciudadanos sin experiencia política, incidió sobre temas circunstanciales o locales. Con dos excepciones, no fue cuestionado sobre la gestión catastrófica del equipo que preside, en el cual Paulo Portas es su vice.

Registré solamente dos excepciones: la primera y la ultima preguntas. La primera fue sobre sus constantes contradicciones e incoherencias: incumplimiento de compromisos asumidos, y el habito de imponer hoy lo que en la víspera garantizaba que jamas haría. En la última le preguntaron si tiene condiciones para se mantenerse en el poder después de haber conducido el país a un desastre sin precedentes.

A las dos contestó eufórico, como un irresponsable. Aprovechó la primera para, ignorando su contenido, reeditar su viejo y monocorde discurso sobre los beneficios futuros de su política de austeridad.

El auditorio (100 ciudadanos seleccionados por la RTP) tuvo que escuchar su bla, bla, bla sobre los «sacrificios» (léase robos ) y la comprensión con que el Pueblo (según él) los aceptó, su certeza de que el país estaría casi saliendo de la crisis. Manifestó alegría por los indicadores (fantasiosos) sobre la disminución del desempleo y el crecimiento de la economía, así como la llegada inminente de una imaginaria lluvia de inversiones a Portugal, etc., etc.

La ultima pregunta le ofreció la oportunidad de esbozar el autoelogio de su gestión. Fue categórico sobre su permanencia en el poder. Lo conforta la certeza de que un día, quizá no lejano, el pueblo, agradecido, reconocerá el significado histórico de su obra.

No es hombre de dudas. Habló con la altivez de Julio Cesar al dirigirse al Senado, a su regreso triunfal a Roma después de la victoria sobre Pompeyo en Farsala. Parecía por la fogosidad asumir el orgullo de Cromwell al prever en el Parlamento que sus reformas serian el cemento de la futura grandeza de Inglaterra.

Vocación para la tiranía

Como es posible que hayamos llegado a este barrizal, preguntan hoy, angustiados y perplejos, millones de portugueses? Como pudo este hombre y su equipo de enemigos del Pueblo sembrar tanta destrucción en dos años?

Hay políticos maléficos pero dotados de gran inteligencia. No es el caso de Passos. Además de inculto es poco inteligente. Desafortunadamente, no se da cuenta de su pequeña dimensión humana e intelectual. Imagina que está haciendo grandes cosas.

Al cerrar el televisor medité sobre la farsa a la que había asistido.

En Portugal aumenta ahora, a cada día, la indignación nacida de una política de desprecio por el Pueblo trabajador, política que arruinó el país y arrasa impunemente con derecho y garantías constitucionales.

Las protestas en la calle, fabricas, escuelas, puertos, etc. han adquirido carácter permanente, involucrando nuevas capas sociales que tradicionalmente no participaban en huelgas y manifestaciones. Sin embargo, la ruptura de mecanismos de alienación no es generalizada.

El aumento de conciencia política de las masas resulta de la conclusión de que las cosas no pueden seguir como están por lo que es urgente derrumbar este gobierno de pesadilla. La ampliación del frente de lucha es todavía insuficiente. Sectores importantes del pueblo aun no participan de la movilización contra el monstruoso sistema de poder.

Los medios, controlados por el engranaje del gran capital, cumplen una función desmovilizadora. Los periódicos dichos de referencia, la televisión y la radio critican con displicencia la obra de destrucción de Passos & Compañía, pero no le retiran la legitimidad para seguir. No exigen la dimisión del gobierno.

En ese juego de astucias, el papel de los analistas políticos, casi todos del área del poder, contribuye a que un porcentaje considerable de la población acepte con resignación, casi como una fatalidad, la destrucción acelerada del país. Cruzan los brazos ante el supuesto ineluctable. Establecen niveles en la apreciación de los ministros. Algunos les surgen como personas normales, incluso éticas. Esos portugueses que asisten como espectadores al desastre nacional son engañados por la banalidad del mal.

Ya lo dijo Cervantes en “Don Quijote de la Mancha”, que la diferencia entre el cuerdo y el loco es menor de lo que mucha gente piensa. En muchos casos no es fácilmente identificable.

Los enemigos del Pueblo, instalados en el gobierno, acumulan los beneficios del conformismo de miles de portugueses. Contemplar esa escoria política tal como es y no como, enmascarada, se retrata y exhibe, es hoy una necesidad.

Contrariamente a Portas, perverso y maléfico, pero intelectualmente dotado, Passos Coelho, lo repito, es poco inteligente. No consigue siquiera disfrazar su inclinación a los métodos autocráticos. Abomina de la Constitución, no la respeta y la viola com frecuencia. Desearía poder revocarla, pero no puede. Se llena diariamente la boca con la palabra democracia pese a que es incompatible con ella.

Identifico en el Primer Ministro portugués una frustración transparente. Sin la inteligencia satánica de Salazar, sufre por no estar a su alcance ejercer el poder en el cuadro institucional para el cual tiene vocación: ¡la dictadura!

Vila Nova de Gaia,11 de octubre de 2013
El original portugues de este articulo se encuentra en www.odiario.info

 

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