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Colombia :: 14/10/2013

Colombia: Estancamiento de las conversaciones de La Habana

Miguel Urbano Rodrigues
Tal como se esperaba, el Gobierno de Juan Manuel Santos maniobra para sabotear el proceso de negociación

Los diálogos de Paz entre el Gobierno de Bogotá y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-EP, iniciados en 2012 en La Habana, difícilmente conducirán al desenlace positivo  deseado por la aplastante mayoría del pueblo colombiano.

Fue posible, por mérito exclusivo de la delegación de las FARC, llegar a un acuerdo sobre la necesidad de una Reforma Agraria profunda, el primer punto de la agenda. Pero, tal como se esperaba, el Gobierno de Juan Manuel Santos maniobra para sabotear el proceso de negociación.

El BALANCE DE LAS FARC-EP

El día 3 de octubre, la Delegación de Paz de las FARC divulgó en La Habana, sede de los Diálogos, un primer balance sobre «el estado de las conversaciones». Tras «catorce ciclos de reuniones», las FARC informaron que presentaron 200 propuestas mínimas para resolver los problemas del campo y de la participación política. El resultado fue modesto: solamente fue posible llegar a 25 acuerdos parciales.

En la mesa de diálogo chocan dos visiones de la historia: una ultraneoliberal, que privilegia los intereses de las transnacionales y de la oligarquía, y la otra que asume las reivindicaciones de las mayorías. Bajo la presión de la contestación de las masas, el gobierno se comprometió a atribuir títulos de propiedad a campesinos que cultivan tierras que según la ley no les pertenecen (48%).

En el segundo punto de la agenda, sobre la participación política, se ha avanzado poco porque los representantes del gobierno rechazan un acuerdo previo sobre la convocatoria de una Asamblea Constituyente, exigencia de las FARC.

La delegación del gobierno evita también un debate serio sobre la reparación a las víctimas de la guerra que restablezca la verdad histórica de un conflicto que dura sesenta años. Insiste en su propuesta de un referéndum sobre un eventual acuerdo final, propuesta que las FARC no consideran adecuada como consecuencia del control absoluto que el gobierno tiene sobre los medios de comunicación.

LA GUERRA CONTINÚA

La guerra, sin embargo, prosigue. La lucha armada no fue suspendida porque el gobierno se opuso a un cesar fuego, cediendo a la presión del ejército.

Año tras año, quedó claro que no hay solución militar para el conflicto. Las Fuerzas Armadas son las más numerosas y bien equipadas de América Latina (más de 400.000 soldados). Pero la guerrilla es indestructible. En los últimos meses las FARC han realizado de media tres operaciones diarias, infligiendo severas pérdidas al ejército y a la policía. Recientemente columnas suyas derribaron un helicóptero en el Putumayo y dos aviones militares, uno de los cuales en el Caquetá.

En las Fuerzas Armadas el malestar es, de hecho, inocultable con las autoridades involucradas en escándalos financieros  y crímenes de guerra.

La contestación popular ha aumentado torrencialmente. La Marcha por la Paz y las iniciativas del movimiento Colombianos para la Paz movilizaron centenares de miles de personas.

La Iglesia católica, el Partido Comunista, los sindicatos y las universidades multiplican las protestas contra la política denominada de seguridad nacional que es, en la práctica, una política de terrorismo de estado bajo fachada democrática. 87% de los colombianos desean la paz.

El éxito del paro   nacional agrario obligó el Presidente a recular y hacer concesiones. Pero su Pacto Nacional Agrario es un proyecto hueco, una maniobra concebida para desmovilizar a los campesinos en lucha.

El bombardeo del Congreso con tomates expresó el descontento del mundo rural. El nivel de corrupción, los escándalos financieros y los crímenes alcanzaron tal magnitud que no fue posible a Santos proteger a altas personalidades que durante años contaron siempre con la confianza del gobierno.

Desde 2011 han dimitido seis embajadores:

-el embajador en la República Dominicana, general Jorge Montoya, ex-comandante en jefe del Ejército, por participación comprobada en crímenes de guerra.

-el embajador en Perú, Jorge Visbal Montero, ex-presidente de la Asociación Nacional de Ganaderos, patrocinadora del paramilatarismo.

-El embajador en Venezuelka, José Fernando Bautista, envuelto en el escándalo del «carrusel de los contratos».

-El embajador en los Estados Unidos, Carlos Urrutia, envuelto en el escándalo de la apropiación ilegal de baldíos.

-El embajador en Rusia, Rafael Amador, que atribuía becas universitarias a cambio de sexo.

-El embajador en Austria, general Padilla León, probado responsable en la práctica de crímenes de guerra.

En ese panel de embajadores tenemos la imagen del servicio diplomático colombiano.

LA ESTRATEGIA SINUOSA DE JUAN  MANUEL SANTOS

Juan Manuel Santos se distanció de la estrategia neofascista de Uribe. Normalizó las relaciones con Venezuela y Ecuador y abrió el diálogo con las FARC.

Pero Colombia continúa siendo una semicolonia. Tan clara es su sumisión a todas las exigencias de Washington que los Estados Unidos instalaron seis bases militares más en el país. Para Obama es el más firme aliado en América Latina y una democracia que debería inspirar otras en el Continente. Su aprecio por el gobierno de Bogotá está demostrado por la gigantesca «ayuda financiera» -la mayor tras la concedida a Israel- destinada casi exclusivamente a combatir a las FARC-EP y el ELN.

Los bruscos cambios de táctica del gobierno en las conversaciones de Paz reflejan el temor que el Presidente tiene a Uribe, el presidente anterior de la ultra derecha de las Fuerzas Armadas y de la oligarquía agraria, al cual sirvió dedicadamente como ministro.

Uribe rompió con él y ahora lo ataca públicamente. Sucede que Juan Manuel Santos pretende su reelección y su discurso pacifista, sobre todo en las visitas a Europa y en organizaciones internacionales es inseparable de su ambición electoral. Aunque las posibilidades de reelección son escasas. Un sondeo reciente le atribuía un porcentaje de votos poco superior al 20%.

En una entrevista reciente a los miembros de la delegación de las FARC en La Habana, el periodista colombiano Hernando Ospina  -residente en París- llamó la atención por el hecho de que en la mesa de conversaciones defiendan basicamente reformas que modernicen el Estado, lo que «puede parecer contradictorio en una guerrilla comunista, marxista-leninista».

El comandante Iván Marquez, el jefe de la Delegación, confirmó que no están exigiendo cambios radicales en las estructuras político económicas del Estado. Iván Marquez clarificó que en la Mesa de Diálogo las FARC no hablan de socialismo ni comunismo. «Lo que buscamos -afirmó- es crear condiciones para llegar a un acuerdo con el gobierno. Un espacio donde confluyamos las diferentes visiones. Sabemos que por eso algunas organizaciones de izquierda, no solamente colombianas, dicen que nos transformamos en una guerrilla reformista».

Cabe recordar que ya Lenin decía que debemos distinguir las reformas cosméticas de la burguesía de reformas de contenido revolucionario que sacuden el poder de la clase dominante.

Combatiendo la tendencia al pesimismo del entrevistador en cuanto al resultado de las conversaciones, el comandante Pablo Catatumbo, otro miembro de la Delegación, recordó que la Historia sigue a menudo rumbos inesperados.

«No olvide -subrayó- que las condiciones políticas en América Latina cambiaron. ¿Quién imaginaba lo que ocurrió en Venezuela y en Bolivia con la llegada de Chávez y de Evo? ¿Quién podía imaginar que en América Latina surgirían otros gobiernos para exigir a los EEUU respeto por la soberanía? ¿Y el fin de la Unión Soviética?»

Las dinámicas de las conversaciones de Paz en La Habana y la convicción de que un acuerdo global sobre los puntos de la Agenda es inaceptable para el sistema de poder colombiano contribuye a la multiplicación de análisis y previsiones pesimistas.

No creo que esos ejercicios especulativos, incluso cuando parte la iniciativa de amigos de las FARC-EP, sean útiles. Pero es innegable que la apertura de la Mesa de Diálogo proporcionó a las FARC la posibilidad de arrancar la máscara a un gobierno de matices neofascistas y de llevar a millones de personas en decenas de países un conocimiento profundo de su programa, de su lucha revolucionaria por una Colombia independiente, democrática y progresista.

La verdad sobre una heroica guerrilla-partido comunista atravesó fronteras, llega hoy a los más remotos lugares de la Tierra.

Vila Nova de Gaia, 9 de octubre de 2013  
www.odiraio.info

 

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