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Venezuela :: 27/10/2013

Santucho, ejemplo de convicciones inquebrantables

Coordinadora Simon Bolivar
Para la Revolución Bolivariana, venezolana y continental, Santucho es digno ejemplo a seguir por quienes aspiran a estar al servicio de la causa de los Pueblos

Mario Roberto Santucho (12 de agosto de 1936 - 19 de julio de 1976) fue un revolucionario y guerrillero argentino, nacido en la ciudad de Santiago del Estero, en la República Argentina. Fue fundador del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y Comandante de la mayor guerrilla marxista (no peronista) de Argentina, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).

Desde muy joven, prácticamente en la adolescencia, comenzó a interesarse por las ideas políticas como consecuencia del permanente debate en el seno de su familia sobre los cambios que se producían en el mundo al concluir la guerra contra el fascismo. Comenzaba a interesarse por el marxismo y a fortalecer su aspiración de profundizar el conocimiento de la problemática social y política. Siendo estudiante en la Universidad interviene activamente en las luchas universitarias participando en la fundación del MIECE (Movimiento Independiente de Ciencias Económicas) el cual genera una tendencia distinta a las tradicionales del estudiantado.

A comienzos de 1961, viaja en compañía de su esposa Ana María Villarreal a través de varios países de América latina, llegando a Cuba en un instante cuando se proclama el avance hacia el socialismo. El contacto con esa realidad y el contraste que advierte con todas las que conociera hasta ese momento definen sus aspiraciones revolucionarias y su adaptación de la ideología marxista-leninista. Regresa convencido para su plena integración a la lucha por la revolución argentina.

En su ausencia, se había fundado formalmente el FRIP como materialización de la concepción americanista antiimperialista, con reivindicaciones indigenistas que profesaban algunos de los componentes, fundamentalmente Francisco René, su hermano. Santucho decide integrarse al FRIP, para lograr desde allí el desarrollo del partido revolucionario.

Se lanza intensamente a la actividad de construcción política de la organización, integrando plenamente su militancia y sus luchas con su vida familiar y de relación. Su compañera Ana María fue erigiéndose en un importante dirigente, lo que la convirtió en víctima de la represión en diversas oportunidades, hasta que fue asesinada junto con otros 15 revolucionarios el 12 de agosto de 1972, dejando tres hijas, quienes compartieron casi todas las vicisitudes de la vida de sus padres.

Fortalecido el FRIP, Santucho se preocupa por establecer relaciones y acercamientos con otras organizaciones marxistas, en la búsqueda de un diálogo que permitiera acercar posiciones y tácticas diferentes. En la lucha interna, Santucho desempeña un rol prominente definiendo el tipo de partido como marxista-leninista.

Durante ese período, Mario Roberto es detenido en dos oportunidades, fugándose en ambas ocasiones. En 1971, estando Santucho en la cárcel, impulsa el estudio y la formación política de los varios centenares de militantes de la organización, al mismo tiempo que se esfuerza por mejorar las relaciones políticas con los prisioneros de otras organizaciones populares, especialmente PC, Montoneros, FAR y FAP. Se destacan sus esfuerzos para unificar posiciones.
Trasladado a un penal de máxima seguridad, logra fugarse, en una operación en la cual, la indecisión y la falta de confianza de los que ocupan transitoriamente la Dirección del Partido, aunado a la falta de fe y las debilidades de los que comandaban las fuerzas de apoyo exterior, generaron un serio problema que trajo como consecuencia la obligada rendición del segundo contingente de liberados y su ulterior asesinato por fuerzas de la Marina de 16 de los 19 revolucionarios allí encerrados.

Los seis dirigentes principales de las organizaciones participantes, Santucho, Domingo Mena y Gorriarán Merlo, del ERP, Marcos Osatinsky y Roberto Quieto, por FAR y Fernando Vaca Narvaja, por Montoneros, lograron llegar en el avión secuestrado a Chile, donde obtuvieron asilo del gobierno de Allende para ser trasladados posteriormente a La Habana.

Casi inmediatamente, en noviembre de 1971, retornó al país, y se puso al frente de la organización que pasaba por una situación crítica a causa de la gran cantidad de militantes en prisión y por la debilidad política de la Dirección transitoria. Se impulsa a partir de entonces un proceso de incesante desarrollo y crecimiento de la organización.

Constituye pareja con Liliana Delfino, integrante del Comité Central de la organización y responsable de Propaganda Nacional, que lo acompaña hasta su muerte, circunstancia en la cual es secuestrada y desaparecida por las fuerzas militares que asaltaron su vivienda de Villa Martelli. De esa unión nació Mario Antonio.

El PRT el ERP están cada día más vinculados en la lucha de clases, lo cual, junto a las medidas antipopulares del gobierno, concitan la confianza de las capas más politizadas -que comienzan a participar en su lucha- y el respeto del conjunto de las masas. Al mismo tiempo, Santucho, desarrolla esfuerzos para el acercamiento con otras organizaciones populares en procura de acuerdos unitarios que permitan coordinar actividades conjuntas, y en ese esfuerzo fue sorprendido, el día 19 de julio de 1976, por el ataque militar a su vivienda, donde, fiel a sus convicciones y manteniendo la conducta de toda su vida, junto con Urteaga, enfrentó el ataque militar. Domingo Mena, Liliana Delfino y Ana Maria Lancillotto, quienes se encontraban junto con ellos, fueron secuestrados, torturados y asesinados.

Para la Revolución Bolivariana, venezolana y continental, Santucho es digno ejemplo a seguir por quienes aspiran a estar al servicio de la causa de los Pueblos. Son los atributos que caracterizaron su personalidad en la lucha, clave en la definición de cómo debe ser un militante de la causa revolucionaria: Su pasión por el estudio, una intensa militancia, organización y constancia, su austeridad, una confianza ilimitada en las masas, optimismo y una dinámica contagiosa en los que acompañaban en sus esfuerzos y lo que afirmaba sus convicciones y el temple revolucionario que lo erigieron en el símbolo que hoy es.

Y es este ejemplo, junto a su internacionalismo que caracterizó toda su militancia, el que debe contagiar a nuestra juventud, para que cada uno de nuestros muchachos sea un incansable estudioso y propagandizador de los procesos revolucionarios de otras regiones y latitudes, así como el de promover la unidad de los revolucionarios y la construcción de instancias de Poder Popular.

Desde Venezuela, Tierra de Libertadores, a 521 años del inicio de la Resistencia antiimperialista en América, y a 203 años del inicio de Nuestra Independencia,

Coordinadora Simón Bolívar
Revolucionaria, Solidaria, Internacionalista, Indigenista, Popular y Socialista.

 

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