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Medio Oriente, EE.UU. :: 30/03/2014

Gareth Porter: La actual crisis de Irán comenzó con el derrocamiento de Mosaddeq en 1953

Mark Karlin
El cambio de Gobierno fue el objetivo principal en la creación del problema nuclear iraní para el núcleo central neoconservador del régimen de Bush

En 'Manufactured Crisis', el periodista de investigación Gareth Porter detalla la manipulación y las patrañas que han acompañado la actual situación nuclear iraní. La principal diferencia entre esto y la conspiración para la guerra de Irak, dice el autor, fue que los neoconservadores que la realizaron nunca consiguieron la guerra contra Irán que querían.

¿Hemos evitado por un estrecho margen una guerra con Irán y volvieron a estar los neoconservadores tras las belicosas amenazas contra Teherán? Gareth Porter presenta su perspectiva, tal como la detalla en su libro, en esta entrevista con Truthout.

MARK KARLIN: Usted usa la frase 'Manufactured Crisis' [Crisis manufacturada] como título de su libro sobre el temor nuclear iraní. ¿Pensaba en la crisis inventada por Dick Cheney y George W. Bush para justificar la Guerra de Iraq como precedente?

GARETH PORTER: No, no estaba pensando en el paralelo directo con la “crisis manufacturada” que precedió y allanó el camino para la invasión y ocupación de Iraq cuando se me ocurrió el título. Pero mientras más he revelado sobre los detalles de manipulación y patrañas que han acompañado la crisis iraní, más claro se ha hecho que el paralelo entre las dos “crisis manufacturadas” es extremadamente cercano.

De hecho, el libro muestra que el gobierno de Bush estaba preparando la base para crear un falso caso de armas de destrucción masiva contra Irán de un modo muy parecido a lo que hizo en la preparación para la guerra en Iraq. Los lectores se escandalizarán al descubrir que la información que el gobierno de Bush explotó con el mayor efecto político al tratar de plantear un programa encubierto de armas nucleares en Irán provino de una fuente de una agencia de inteligencia alemana –un miembro de la misma organización terrorista MEK– precisamente la fuente de la famosa historia de los “laboratorios móviles de armas biológicas” de Iraq contada por Colin Powell en un discurso en las Naciones Unidas, a la cual el BND (servicio federal de inteligencia alemán] otorgó el nombre de código “Curveball”.

Pero los paralelos entre las dos conspiraciones son incluso más fuertes: En ambos casos el BND advirtió al gobierno de EEUU que no se basara en la información de su fuente, que había sido entregada a la CIA, porque había concluido que no era de fiar. E igualmente sorprendente, en ambos casos, es que funcionarios del gobierno de Bush presionaron a altos funcionarios de la CIA para que utilizaran la información a pesar de todo, – ¡mientras ocultaban al pobre Colin Powell la advertencia del BND!

Muestro que la “crisis manufacturada” respecto al programa nuclear de Irán formó parte de una conspiración bélica que era en todo sentido tan aborrecible como la conspiración para la guerra de Iraq. La principal diferencia era que los neoconservadores que la urdían nunca consiguieron la guerra contra Irán que querían.

MK: Usted describe tres etapas de primer orden para la narrativa diplomática de la crisis nuclear iraní. ¿Puede describirlas brevemente?

GP: La primera etapa fue gatillada por el descubrimiento de la instalación de enriquecimiento de uranio de Natanz en 2002 por Mujahedin-e-Khalq, una organización terrorista que trabajaba en estrecha colaboración con Israel. El gobierno de Bush, en coordinación con Israel, utilizó ese evento para lanzar una investigación [del Organismo Internacional de Energía Atómica] que los dos aliados querían que enjuiciara a Irán por engañar al OIEA durante dos décadas a fin de encubrir un programa de armas nucleares. Esto, por su parte, posibilitaría arrastrar a Irán ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, dando al gobierno una base para una potencial opción militar.

Pero la investigación del OIEA perdió fuerza, aunque la alianza neoconservadora de Bush con Israel tenía un arma secreta – un conjunto de documentos que supuestamente provenía directamente de un proyecto iraní de investigación de armas nucleares. En 2008, el OIEA, cooperando estrechamente con el gobierno de Bush, comenzó a utilizar esos documentos como evidencia de intenciones de armas nucleares de Irán, comenzando así la segunda fase de la crisis.

La tercera fase de la crisis comenzó en noviembre 2011 con un informe del OIEA que se basaba casi enteramente en inteligencia proveniente de Israel. Fue la señal para la fase de sanciones punitivas contra exportaciones de petróleo y el Banco Central de Irán, que fueron decididas de inmediato.

MK: ¿Cuál es su perspectiva respecto al actual acuerdo con Irán entre EEUU y sus aliados sobre el desarrollo de su programa nuclear?

GP: No estoy seguro de que haya sido realmente necesario que se llegara a un acuerdo semejante, que parece haber sido primordialmente impulsado por EEUU El tiempo que se gastó en su negociación podría haber sido utilizado en la negociación del acuerdo a largo plazo que ahora están acometiendo finalmente más de tres meses después. Un problema que veo al respecto es que puede haber reforzado la tendencia de los responsables políticos del gobierno de Obama a sentir que las sanciones los habían convertido en el factor determinante en las negociaciones.

MK: ¿Fue el cambio de Gobierno un objetivo principal en la creación del problema nuclear iraní?

GP: Para el núcleo central neoconservador del gobierno de Bush fue absolutamente un objetivo principal. John Bolton y David Wurmser, ambos cercanos a los dirigentes del Likud, creían que el cambio de régimen requeriría el uso de fuerza militar de EEUU, que era el resultado final anticipado de la estrategia que inventaron con Israel en 2003-04 para plantear que Irán amenazaba con obtener armas nucleares – el equivalente iraní de la conspiración para la guerra de Iraq en la que también estuvo involucrado Wurmser.

MK: Dentro de Israel, aunque Netanyahu amenazaba con un ataque militar contra las instalaciones nucleares de Irán, una cantidad significativa de antiguos destacados políticos israelíes, los servicios militares y de inteligencia, argumentaban que un ataque semejante sería un error. ¿Qué explica el desacuerdo público sin precedentes con Netanyahu?

GP: Lo más importante que hay que comprender sobre la amenaza israelí de guerra con Irán, como documento en gran detalle en el libro, es que siempre fue un ardid político que ningún gobierno israelí tuvo realmente la intención de realizar. No comenzó con Netanyahu, pero él y el Ministro de Defensa Ehud Barak lo convirtieron en una forma artística. El desacuerdo público con la idea de atacar Irán es un reflejo del hecho de que el establishment militar y de inteligencia de Israel nunca apoyó un ataque – aunque muchos creían que la amenaza de hacerlo era necesaria y efectiva. Después de 2011, sin embargo, el ex jefe del Mossad Meir Dagan rompió públicamente con la política, porque creía que Netanyahu era irresponsable y había tomado riesgos innecesarios en la provocación de Irán.

MK: ¿Cómo procedió al investigar para el libro, en vista de todas las cortinas de humo creadas alrededor de los programas nucleares de Irán? Usted suministra notas al pie muy detalladas para fundamentar su argumento.

GP: Fue una combinación de dos cosas que me dio suficiente evidencia para presentar lo que considero como un caso absoluto de que la narrativa sobre un programa de armas nucleares iraní era una ficción: Primero, pude establecer claramente una falsedad en la narrativa tras la otra identificando una serie de contradicciones entre la línea oficial y hechos verificables de conocimiento público. En otras palabras un análisis detallado y el uso de lógica fueron cruciales. Segundo, aunque la mayoría de los funcionarios de los gobiernos de Bush y Obama no estaban interesados en cooperar con mi investigación, algunos antiguos funcionarios de inteligencia y una fuente alemana crucial suministraron algunas perspectivas y hechos clave que ayudaron a dar a mi información una base mucho más documentada.

MK: ¿Puede resumir el “misterio de los documentos del laptop”?

GP: Los “documentos del laptop” fueron los que se dijo que provenían del laptop robado de un científico en un supuesto proyecto secreto iraní de investigación de armas nucleares. Pero el gobierno de Bush nunca se mostró dispuesto a responder preguntas sobre sus orígenes. Afortunadamente pude penetrar ese misterio gracias a un ex funcionario alemán de alto nivel quien me dijo oficialmente cómo los documentos fueron entregados a la inteligencia alemana por un miembro de Muhjadehin-e-Khalq, la organización terrorista que había trabajado para Sadam contra el régimen iraní y luego desarrolló estrechos vínculos con el Mossad israelí. Muestro en el libro que los documentos no podían haber sido auténticos, contrariamente a la línea oficial del OIEA de que eran “creíbles”, y que habían sido inventados por el Mossad.

MK: ¿Qué sombra proyecta el derrocamiento por EEUU del gobierno democráticamente elegido en Irán en 1953 –y su prolongado apoyo militar al Shah– sobre el enfrentamiento con Irán sobre su programa nuclear?

GP: La relación de EEUU con el Shah, que fue un elemento central de la política en Medio Oriente de EEUU durante décadas desde 1953 hasta 1979, proyectó una larga sombra sobre la política del gobierno de Reagan hacia el programa nuclear de Irán. El gobierno de Reagan todavía buscaba una oportunidad de derrocar el régimen islámico y restaurar un gobierno cooperativo, y su apoyo a la guerra de Sadam contra Irán en los años ochenta fue el motivo esencial para tratar de sofocar el programa nuclear iraní a principios de los años ochenta. Muestra que la equivocada política de EEUU condujo a que Irán decidiera tener su propia capacidad de enriquecimiento de uranio, contrariamente a su plan original.

MK: Usted escoge a Robert Gates, quien acaba de publicar sus memorias que son un éxito de ventas, como un personaje clave en la creación del fundamento de un pánico nuclear respecto a Irán. ¿Puede entrar en más detalles sobre su papel?

GP: Gates tenía un doble interés en mantener a Irán como adversario en una época en la cual el Presidente Rafsanjani trataba de descongelar la relación en 1990-91. Su carrera casi había sido arruinada por su participación en el affaire Irán-Contra, que había sido descarrillado cuando Rafsanjani había hecho pública la misión secreta de EEUU en 1985 a Teherán. Pero más importante es que llegó a ser director de la CIA en 1991 en una época en la cual la agencia necesitaba desesperadamente un sustituto para la amenaza soviética, que había desaparecido. Muestro en el libro cómo explotó la idea de que la proliferación de armas de destrucción masiva en general era el nuevo equivalente de la amenaza soviética y que Irán era el candidato primordial para jugar un papel importante en ese tema.

MK: Usted marca apropiadamente a EEUU e Israel perpetuando un llamado de guerra por el programa nuclear de Irán, ¿pero no han jugado otros Estados no persas y árabes no chiíes un papel entre bastidores en el apoyo a EEUU e Israel, particularmente Arabia Saudí?

GP: Es ciertamente verdad que los saudíes y otros regímenes árabes del Golfo sentían extremas sospechas ante el programa nuclear de Irán y querían que EEUU hiciera algo al respecto. Pero es un poco más complicado que lo que hace creer al público la cobertura de The New York Times. Los documentos de WikiLeaks muestran que esos regímenes estaban extremadamente preocupados ante la amenaza israelí de atacar Irán durante el segundo período del gobierno de Bush, y que la mayoría de los funcionarios de seguridad del Golfo creían que tendría consecuencias desastrosas, y querían que EEUU impidiera un ataque semejante.

Znet/Truthout. Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens. Revisado por La Haine.

 

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