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Nacionales E.Herria :: 23/04/2014

De doscientos en doscientos. Nueva savia destruida

Fermin Gongoeta
En un diario de Euskal Herria apareció la noticia… de que los prisioneros vascos, en dos años, habían bajado, de 700 a 500

Hace poco, en un diario de Euskal Herria apareció la noticia… -no quiero recordar por quién estaba firmada- de que los prisioneros vascos, en dos años, habían bajado, de 700 a 500.

Me descompuse, y así continúo.

No hace mucho tiempo, un gran dirigente de la izquierda abertzale me dijo textualmente: Ya verás cómo antes de dos años, la mayoría de los presos –se refería a los presos políticos vascos- estarán fuera de la cárcel.

No hace mucho tiempo… podrá verificar la fecha; pero sí recuerdo que fue dos meses después de haber tomado Amaiur la posesión de sus cargos, o más bien de los puestos, del congreso de los diputados en el reino de España.

¡Oh pronóstico propio del oráculo de Delfos!

Yo sé que el pensamiento de este dirigente no fue originario suyo. Alguien de más alto rango se lo había manifestado. Y… para que me lo hubiese dicho a mí con tanta seguridad, yo diría que incluso se lo había prometido y jurado su dirigente político directo.

¿Le parecía evidente que la nueva política,… ¿o será “acción política”? adoptada por la ultra transformada Herri Batasuna, iba a cumplir justicia sacando a los presos políticos vascos de la cárcel una vez calumniados, torturados y vilipendiados?

El mismo día y a la misma hora, en que leía el diario en el que anunciaban que los presos políticos vascos habían descendido de 700 a 500, se anunciaban nuevas detenciones y consiguientes encarcelamientos. Las cifras se movían a la alza.

El mismo día y a la misma hora, una televisión del reino español habló de Zabarte, a quien, con toda mala intención y baba, calificó con el apodo de carnicero de Mondragón.

¡Y claro que lo fue! Lo fue, como su aita, regentando una carnicería… donde se vendía carne. El apodo del presentador tuvo claramente un sentido sanguinario y peyorativo. ¡Esa es la sensatez y responsabilidad de quienes nos trasmiten las noticias al pueblo!

Tras leer y oír, el mismo día y a la misma hora, tamaños desafueros, entré en internet. Quise ver, una vez más, algunas de las sentencias en base a las que han condenado a muchos de nuestros presos políticos, …- a nuestros chicos, como me decía habitualmente Joseba Aguirre, sí, el hijo de nuestro primer Lehendakari- condenados a penas de muerte lenta y genocidio.

¡Qué bochorno jurídico! ¡¡Y que respondamos, sin pestañear y con orgullo, con dos manifestaciones anuales, como mucho!!

No sé cómo concluir esto. Tal vez tenga que decirme a mí mismo, que esté tranquilo, que no es nada, que ya hay un grupo de dirigentes nacionalistas de nuevo corte democrático, que con actitudes políticas coherentes como las suyas, conseguirán que no haya más detenidos por simple manifestación –no silenciosa- de oposición política, y que los hoy 500 y mañana de nuevo 700… presos políticos vascos, dentro de unos años saldrán de las cárceles. (Eso sí, destrozados y masacrados)

Pero,

si para reducir a cero el número de presos políticos vascos hay que esperar décadas,

si para no aumentar las detenciones de opositores al régimen hay que sentarse en sillones de diplomaturas,

si para que se establezca en el reino español, poco importa que sea o no en Euskal Herria, un mínimo de justicia,

hay que esperar el incremento de los elegidos en ayuntamientos, cortes generales o senado….amigos, pienso que estamos firmando nuestra propia acta de defunción.

Me lo dijo Calígula: Los hombre mueren, y no son felices. Es una verdad a la que nos acomodamos muy bien. ¡Mira a tu alrededor! Eso no les impide almorzar.

Entonces, todo a mi alrededor es mentira, y yo quiero que vivamos en la verdad… Están privados de conocimiento… Porque hacer sufrir –o permitirlo- es la única manera de equivocarse.
Pienso. Solo pienso.

-Y te lo ruego: en adelante, ayúdame.
-¡Cayo! Yo sé muchas cosas, pero hay pocas que me interesen. ¿En qué puedo ayudarte?
-En lo imposible.
-Haré lo que pueda.

(Diálogo de Calígula y Helicón)

Al igual que Helicón he mirado a mí alrededor y he visto estanterías llenas de libros. Libros de todo tipo. Bueno, de religión únicamente he conservado el catecismo del padre Astete, tal vez por más desconocido, que no más veraz. Hay libros de política, de sociología, de economía, de organización…pero al final no puedo decir como Helicón que sepa muchas cosas. Son mucho más grandes mis ignorancias… me refiero a las cosas más elementales para vivir dignamente con mis compatriotas, por supuesto.

Tal vez lo más importante sea lo que dice Calígula, lo imposible.

¿Qué es lo que hoy más me interesa? ¿Qué me preocupa y me tiene aterrorizado? ¿Cuál es el problema más grave que veo a mi derredor, y en el que me siento impotente? La venganza que soportamos, de resolución imposible. Los presos políticos vascos.

-¿Esperar?…

-¿Quién habla?

-¡Qué va!

-¿Qué significan nueve años de espera en la vida de un encarcelado, condenado para treinta, cuarenta, o de por vida?

Leo llorando que nos encontramos en una política penitenciaria de excepción.

¿Cuándo, la política penitenciaria aplicada por el reino de España en Euskal Herria no ha sido permanente, y de excepción? ¿Cuándo ha sido de derecho humano, y no de legalidad fascista y ultraderechista?

Harold Good ha estado en Donostia para recalcar, como testigo del desarme del IRA, que lograrlo, costó nueve largos años.

… ¿Me puedo sentir relajado?… No lo consigo… Al general canadiense, el Sr. Chalstelnain, le costó más de una década de esfuerzo. ¡Hermosa esperanza para quienes estamos vilipendiados, perseguidos, torturados y condenados, no solo por nuestros actos, no probados en el 90 % de los casos, sino por una simple oposición de pensamiento.

-¡Los presos políticos vascos! ¿Qué hacer para que salgan de prisión?

-Salir nosotros a la calle.

-¿Cuántos?

-Todos. ¡Llenarlas! Apagar los televisores, vaciar las casas.

(Calígula) –Es imposible, escribano. La gente saldrá, eso sí, en silencio, un día al año. Llenareis las calles de Bilbao o de Donostia,… perdona, también Iruña. Pero la siguiente manifestación, en el mejor de los casos, será convocada por la izquierda abertzale, como muy pronto, para dentro de seis meses. Ya se sabe… tres meses de preparación, y otros tres de regodeo, de complacencia por el éxito obtenido… es inútil. Es imposible.

-Hasta Estrasburgo ha intervenido positivamente a favor de los presos políticos vascos.

-¿Dices Estrasburgo? –Pregunta Calígula con aire sorprendido- Fue una única, solitaria y solidaria mujer, y navarra para más precisión, quien se enfrentó al reino de España, en Europa. ¡Eso es arrojo y valentía! … Inés del Rio… también de Tafalla, como Ventura Tomé, con dos cánceres y a 700 km de su casa. ¡Dime, tú, viejo, que escribes o lees! ¿No es eso pena de muerte?

-Pero, el lunes, hace dos días ya se manifestaron en los pueblos… Yo he sumado lo que indica la prensa y fuimos 537. Por algo se empieza.

-(Calígula) – ¡Escritor de pacotilla! ¿Dices 537 manifestantes, un día, contra el aparato del reino de España? ¡No seas grosero! … Que es más que ridículo.

-Dicen que es preciso hablar, dialogar.

-(Calígula) Es difícil que se entiendan el tabernero y el cliente… Mira, nunca pensé que los gobernantes pensaran… -Calígula me mira compasivo- Todo el mundo sabe que gobernar es robar. Y, si el tesoro tiene importancia, entonces la vida humana no la tiene.

Leo Calígula de Albert Camús, y al tiempo tomo notas, escribo. Pero lo hago como desahogo.

Lo otro, lo eficaz, lo imposible, lo de solicitar manifestaciones multitudinarias diarias, para sacar a nuestros presos políticos de las cárceles, como para que los ladrones, los bancos y sus cómplices devuelvan el dinero robado… Eso de pedir, o simplemente proponer que salgamos a la calle, cada día; que las llenemos, las abarrotemos, que exijamos nuestros derechos humanos; que no nos conformemos con diálogos insípidos, con votaciones trapicheadas y sin sentido; que exijamos la revisión de los juicios de nuestros presos políticos… Sí, escribir todo eso está prohibido, sería llamar a la rebelión, sería terrorismo.

Lo de “pienso luego existo” de Descartes es una estupidez. Únicamente en la lucha encuentro esa brizna de existencia que necesito para seguir viviendo.

¿Cómo ordenar estos
datos para que nadie
pueda pasar
indiferente al lado de
estas persianas que, al
caer, preparan el
escenario del horror?
¿Cómo evitar, por otro
lado, la repetición de
tanto testimonio, para
que no se convierta en
una monótona
letanía de fondo a la que
uno se acostumbra?
(Eva Forest 1983)

 

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