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Mundo, Argentina :: 10/07/2014

Francisco I, más de lo mismo

Antonio Pérez
¿En qué ha cambiado HGP la política del Estado Vaticano? Veámoslo en tres ejemplos:

El Vaticano lleva más de un año capitaneado por un nuevo papa al que, por increíble que parezca, todavía no le habíamos hecho un chaleco a su medida. Hora es de remediarlo y de pedir perdón por nuestro descuido.

Vaya por delante que Papa es Papa se llame como se llame. Ningún funcionario de ningún Estado, por muy alto que haya llegado –para nosotros, “bajo que haya caído”-, cambia nunca la política de su institución. El altísimo funcionario que atiende por Honorable Gran Paco (HGP) es, simplemente, el más moderno –es decir, el último en llegar-. ¿En qué ha cambiado HGP la política del Estado Vaticano? Veámoslo en tres ejemplos:

1) Pederastia. En enero 2014, HGP impidió que la ONU tomara cartas en este asunto. Desde entonces, ¿a cuántos curas pederastas se ha encarcelado? ¿Acaso ha disuelto a los Legionarios de Cristo, congregación especializada en el delito sexual? Pero la podredumbre comienza en la propia Casa de HGP: en 2010, la iglesia alemana reconoció 205 agresiones sexuales, una cuarta parte (46) de ellas perpetradas por jesuitas. ¿Por qué HGP no empieza purgando su propia Orden de esos sus colegas delincuentes que él sigue llamando ‘pecadores’?

2) Banco Vaticano. En abril 2014, HGP no sólo no eliminó el Instituto para las Obras de Religión (IOR) sino que tampoco lo hizo más transparente. Se limitó a sustituir a los antiguos jefes por jefes de su pandilla. Semejante cambio rutinario no puede llamarse ni siquiera renovación.

3) Política internacional. En abril 2014, GP recibió al flamante primer ministro de Ucrania, el banquero Arseniy Yatsenyuk (Yat, para sus amigos gringos) Yat es fruto de un golpe de Estado abiertamente nazi –su ídolo es Stepan Bandera, el títere que Hitler puso al frente de Ucrania- y, hoy por hoy, cabeza del expansionismo bélico nazi. Recibiéndole, HGP imitó y regurgitó la psicopatía ya manifestada por el Vaticano cuando, entre 1994 y 1995, el Gran Arajai Juan Pablo II reconoció las independencias de Croacia y de Eslovenia desencadenando así aquella destrucción de Yugoslavia que culminó con el bombardeo de Serbia ordenado por el entonces secretario de la OTAN, el sociolisto Javier Solana –desde la II Guerra Mundial, el primer genocida que se atrevió a bombardear un país europeo-.

Periódico CNT

 

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