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Pensamiento :: 06/08/2014

Podemos: Fábricas de amor y fábricas en la India

Diamat Contrainfo
Podemos no es más que la izquierda reformista cuya modesta función en el régimen fue claramente señalada en la Transición, revolviéndose sobre si misma para sacar algo más

Desde las elecciones europeas, quizás un poco antes, el panorama político del estado español está sufriendo fuertes sacudidas. El régimen del 78, que no fue otra cosa que un cambio coyuntural necesario para que las elites económicas franquistas siguieran siendo las mismas, está tambaleándose.

Este régimen, compuesto por partidos estatales o nacionalistas completamente arrodillados a los intereses capitalistas, y algún que otro partido “de izquierdas” que se asegura de que el descontento popular desemboque en unos cuantos escaños sin más consecuencias, ha sufrido una incursión.

Seguramente el lector sabrá ya perfectamente de que estamos hablando: Podemos. El objetivo de este artículo es examinar la cosmovisión o ideología que hay detrás de este partido, y su trasfondo material, a saber, los intereses de clase que representa.

Podemos no es más que la izquierda reformista cuya modesta función en el régimen fue claramente señalada en la Transición, revolviéndose sobre si misma para sacar algo más. Pero, ¿por qué surge ahora? ¿Cuál es su objetivo real? ¿A quién beneficia?

Un marxista nunca puede analizar un hecho sin tener en cuenta la base material en el que se desenvuelve. Esta base es un país que tras unas cuantas decenas de años beneficiándose del imperialismo, beneficiándose del Estado del Bienestar sostenido en la explotación casi en condiciones de esclavitud de dos terceras partes del planeta, se ve amenazado por una crisis capitalista global.

El imperialismo no solo causa dolor, opresión y expolio, también tiene su otra cara: los focos imperialistas. En ellos, una parte de la clase obrera se ve directamente beneficiada de la explotación del tercer mundo con salarios más altos y productos más baratos. Ese eslabón de la clase obrera primermundista pasa a ser aristocracia obrera, y sus intereses de clase pasan a tener una faceta reaccionaria (lo que no significa que en ocasiones puntuales tengan el componente revolucionario de cualquier asalariado).

La crisis capitalista está provocando que la aristocracia obrera española se asome al barranco de la proletarización, esto es, pasar a ser un país que no se beneficia del imperialismo y por tanto sin aristocracia obrera o aún peor: un país directamente oprimido. Esto, es inadmisible para los lideres políticos reformistas, y solo con ver sus eslóganes comprendemos que es lo que quieren: volver a ser un foco imperialista asentado (nos viene a la cabeza Pablo Iglesias gritando indignado que no quería vivir en un país donde los alemanes vinieran a que les sirvieramos tapitas). En ningún momento veréis una intención de acabar con este despotismo global que aboca al mundo a, como decía Rosa Luxemburgo, la más pura y absoluta barbarie. Simplemente quieren quedarse en la minoría ganadora.

Podemos, es esa aristocracia obrera asustada, que ya no se siente a gusto junto a la burguesía monopolista española (cómplice de la extranjera), y que quiere retomar las ventajas que tenía explotar al tercer mundo.

Dados de manera muy esquemática los intereses de clase de Podemos, falta analizar cual es su trasfondo ideológico.

Hace unos meses, pudimos leer a uno de los cabecillas de Podemos, Juan Carlos Monedero, decir algo como esto: “Hay gente tan miope que no entiende que en revolución y en 2014 Lenin escucharía hip-hop, el Che estaría en los medios y Marx sería hacker.” Obviando lo absurdo del asunto, se esquematiza una cosmovisión que es muy común en la “izquierda del siglo XXI” (o izquierda blanda del siglo XIX, como prefieran llamarla).

Ésta cosmovisión traza una contradicción entre una supuesta Nueva Izquierda y una Vieja. La Vieja Izquierda es rudimentaria, insultante, anclada en el pasado y sin mas argumento que el acoso. La Nueva Izquierda es renovadora, abierta y una “fabrica de amor”. Dejando a un lado lo antimarxista que es pretender basar una ideología en sus supuestas formas de expresarse, esto es incorrecto por dos razones.

Primero, La Nueva Izquierda no es nueva, es incluso más antigua que el marxismo y ya fue criticada en el Manifiesto Comunista. Pretender cambiar una sociedad sin tocar su base material, de nuevo nos viene a la cabeza Rosa, que hace más de 100 años decía al respecto: ni la sombra de un pensamiento original, ni una sola idea que el marxismo no haya refutado, aplastado, reducido a polvo hace décadas.

Y segundo, La Vieja Izquierda puede estar desfasada para un primermundista que puede tener una vida más o menos llevadera gracias a la esclavitud asalariada de billones de personas, pero no vas a encontrar “fábricas de amor” y métodos pacíficos allí donde la explotación es rutina (no estamos diciendo que el obrero español sea el explotador directo del obrero indio, sino que se beneficia indirectamente).

Si la Nueva Izquierda es la izquierda de “mientrás yo pueda comprarme dos coches, el obrero indio no existe para mí”, lo sentimos, pero nos declaramos firmemente paleoizquierdistas.

Esperamos que este artículo haga reflexionar a todos los que alguna vez se consideraron marxistas, sobre que están defendiendo, y sobre la sangre y el sudor de quienes se apoya su proyecto de Estado del Bienestar.

No queremos explotados, ni aquí, ni en India, ni en ningún rincón del planeta.

¡Abajo el reformismo cómplice del imperialismo! ¡Viva la lucha de la clase obrera!

 

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