Fidalgo y Méndez: Breve biografía de dos traidores condecorados

La verdad es que en la política española los hechos terminan siempre confirmando lo que casi todo el mundo intuía.   ¿A quién no se le pasó por la cabeza algún día que Felipe González  - o su esposa, que tanto da -  podía tener capitales colocados en paraísos fiscales? ¿Alguien hubiera puesto la mano en el fuego asegurando que José Manuel Soria estaba limpio de polvo y paja  a ese  respecto? ¿Tuvo alguna vez la descabellada ocurrencia de pensar que Rodrigo Rato  pagaba religiosamente sus impuestos?

        Y es que la intuición popular funciona con la precisión de un reloj.   Una vez más,  el pasado viernes el propio Consejo de Ministro venía a dar la razón a aquellos que alegan que las cúpulas sindicales están anegadas de burócratas que  han vendido a la clase social que decían representar  por un miserable plato de lentejas.

        El  último Consejo de Ministros de uno de los gobiernos más conservadores que se ha conocido en  España  después de la desaparición de la dictadura, utilizando como pretexto la celebración del 1 de mayo, dia de los trabajadores, - ironía de los tiempos que vivimos -   , concedió a los ex secretarios generales de los dos sindicatos del sistema,  Cándido Méndez y José María Fidalgo, la medalla de oro "al mérito en el trabajo". Como el lector  recordará,  ambos personajes ocuparon la dirección de los sindicatos UGT y CCOO, respectivamente,  durante un buen número de años.

    Se trata, sin duda, de un merecido galardón que los dos "ex"  han sabido ganarse  a pulso. Las trayectorias políticas y sindicales de estos  dirigentes  han transcurrido, en igual medida,  entre  componendas, pactos  y   entregas  a la patronal y a las directrices de los gobiernos del momento. Ahora, como corresponde, ha sido Rajoy el encargado de compensarlos por los favores prestados.

LA UNIÓN GENERAL DE TRABAJADORES

    En el caso de Cándido Méndez, un reconocimiento de  este tipo no debería extrañar a nadie. Para los gobiernos ultraconservadores y socialdemócratas que se han turnado en la Administración española,  la Unión General de Trabajadores siempre  ha sido "uno de los nuestros".

     En realidad, la UGT ha  sido a lo largo de las últimas cuatro décadas un mero artificio sindical,  en el que el Régimen del 78 ha encontrado siempre un firme baluarte.

       Después de haber permanecido missing durante los 40 años de  franquismo, la UGT fue "recreada" a la muerte del dictador, gracias a los apoyos de la socialdemocracia alemana, con el objetivo expreso de combatir la influencia y la capacidad movilizadora que por aquellos años tenía CCOO.
Comisiones era por entonces un sindicato de clase, firmemente comprometido con la defensa de los intereses de los trabajadores. Para las burguesías europeas constituía un serio peligro que en España pudiera consolidarse un régimen político ubicado en el ámbito de la izquierda. De ahí la necesidad imperiosa de neutralizar rápidamente  lo que ellos consideraban “un sindicato comunista”.

       La UGT, fundada en  agosto de 1888, se caracterizó a lo largo de su historia por sus contradictorios vaivenes. Durante una determinada etapa llegó a colaborar, incluso, con la dictadura de Primo de Rivera.
Sin embargo, en lo fundamental fue un sindicato alrededor del cual se nucleó lo mejor y más combativo de la clase trabajadora española. A partir de la Guerra Civil y la posterior represión política de la dictadura,  UGT se esfumó prácticamente  del panorama  sindical  español.  Nada que haya que considerar  extraño, pues algo similar  sucedió con el partido de los socialistas españoles, el PSOE. Desaparecieron como por ensalmo de la dura  lucha en contra del franquismo.

     A partir de los años 60, fue CCOO, nacida de las asambleas de trabajadores y de los tajos mineros, la organización que  recogió el testigo de las reivindicaciones políticas y económicas de los asalariados.

LA DERIVA DERECHISTA DE CC.OO.

      La trayectoria de CCOO fue, en cambio, bien diferente a la de la UGT. A la muerte de Franco, este sindicato, que contaba con una enorme influencia entre los trabajadores, se había convertido ya en el eje de los cambios políticos que se  estaban produciendo en aquellos años en España. No obstante, ya desde el curso de la segunda mitad de la década de los 70, CCOO, cuya dirección estaba estrechamente vinculada a la dirección del PCE, experimentó igual que este partido, un giro político y sindical de marcado signo reformista y socialdemócrata, que  arrastraría paulatinamente a este sindicato a asemejarse cada vez más a la propia UGT, hasta llegar al día de hoy en el que tienen el parecido de dos gotas de agua.

      Hace relativamente poco tiempo, un dirigente de la Federación Sindical Mundial precisó que CCOO “había  perdido los  requisitos definitorios de un sindicato de clase, si nos basamos en sus propios documentos fundacionales".

     Y así   ha sido, en efecto. A partir del "golpe" que descabalgó de la dirección del sindicato a su fundador, Marcelino Camacho, los secretarios generales que le sucedieron, Antonio Gutierrez,  José María Fidalgo y Fernández Toxo no han hecho más que  emplearse a fondo en el desmantelamiento del carácter reivindicativo  y de clase del sindicato.

    Aquel sindicato que se había constituido en el duro fragor de la lucha antifranquista niega hoy, por ejemplo, la existencia de la lucha de clases.
Tal concepto, esencial para un sindicato que pretenda acabar con el sistema economico  capitalista, ha desaparecido de sus planteamientos tácticos y estratégicos. Hoy ese concepto se ha convertido un tema tabú en el marco de la organización. El concepto de "lucha de clases" ha sido sustituido por una "jerga oficial", en la que términos tales como el de "agentes sociales" han llegado a sustituir al concepto mismo de "clase social".

     JOSÉ MARÍA FIDALGO, BREVE TRAYECTORIA DE UN TRAIDOR

    En ese marco, la trayectoria sindical de José María Fidalgo ha sido tan sinuosa como la de su predecesor en la Secretaría general, Antonio Gutiérrez.
Éste último pasó directamente, y sin discontinuidad, del liderazgo en el sindicato  a ocupar un escaño en el Senado, catapultado por el PSOE.

       Sin embargo, el caso de Fidalgo ha sido más elocuente. Sus preferencias no se dirigieron al mundo de la política, como sucedió con Gutiérrez. Pasó  a desarrollar sus actividades en el mundo de los negocios, de la mano de sus antiguos supuestos "enemigos", los patrones. Cuando dejó la Secretaría general de CCOO, Fidalgo fue nombrado automáticamente directivo de "Negocia", una  unidad de investigación del Centro de Negociación y Mediación del Instituto de Empresas Business School. Preciso es reconocer que la patronal sabe agradecer con puntualidad los servicios prestados.

     Su trabajo en esa entidad consistió en asesorar a la patronal en las mejores prácticas de negociación laboral. El  Business School es una empresa privada dedicada a la educación universitaria superior.
Como puede leerse en el programa del mismo, tiene como objetivo "la formación de la elite empresarial con enfoque global". A esta institución educativa acceden los hijos de las clases más acomodadas, pues son los únicos que pueden permitirse el lujo de pagar el precio de los masters, que oscila entre los 60.000 y 30.000 euros. Los vástagos de la burguesía encontraron, pues, en Fidalgo un experimentado docente que los iba a adiestrar  en  aprender a  torear  a sus enemigos de clase. Una tarea, como puede facilmente deducirse,  realmente miserable.

      Así pues,  José María Fidalgo ha sentado un singular precedente en la historia del sindicalismo español: el Secretario General de un sindicato de “orígenes comunistas” como CCOO, terminó prestando sus servicios en una de las entidades empresariales españolas más influyentes como "asesor y formador" de los futuros patrones en el arte de chalanear a los trabajadores en la negociación colectiva. Todo un carrerón.