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Medio Oriente :: 29/08/2016

Pappé: La ideología sionista es el principal obstáculo para la paz

Al Mayadeen
La idea de los dos estados comenzó como una estratagema sionista después de 1967 para conciliar la expulsión de millones de palestinxs en 1948

¿Usted comprende las implicaciones que tiene el paradigma de la solución de dos Estados? ¿Es eso posible? ¿Es viable un solo Estado? Estas y otras interrogantes se formulan cotidianamente muchas personas en cualquier parte del mundo a fin de conocer cuál podría ser cuál sería la solución más viable para poner fin al conflicto israelí-palestino.

En una extensa entrevista Ilan Pappé, intelectual e historiador israelí, autor de una vasta obra en la que denuncia al sionismo y la represión constante del Estado de Israel contra el pueblo palestino- nos revelá qué se esconde detrás de la idea de la solución de dos Estados, muy bien explicado en su libro más reciente, en coautoría con Noam Chomsky y titulado "Sobre Palestina", en el que se ofrece un interesante contraste entre las viejas y las nuevas perspectivas de la izquierda sobre la cuestión de Palestina.

A juicio de Pappé existe una equivocada lectura de toda la historia de Palestina desde la llegada del movimiento sionista a finales del siglo XIX hasta la actualidad.

No estamos en presencia -apunta- de un conflicto entre dos movimientos nacionales que luchan por el mismo pedazo de tierra. Se trata de la lucha entre un movimiento colonialista de asentamiento que llegó a fines del siglo XIX a Palestina y todavía intenta hoy colonizarla haciéndose de la mayor parte de la tierra con la menor cantidad de población nativa posible.

Por tanto, la lucha de la población nativa es una lucha anticolonialista. Cuando uno va a un estudio de caso de cualquier movimiento anticolonialista que lucha contra una potencia colonizadora, puede percatarse que la idea de dividir la tierra entre el colonizador y el colonizado nunca se presentó como solución razonable, explica.

Para una mayor comprensión del asunto, el hoy profesor de historia en la Universidad de Exeter, Reino Unido, luego de ser expulsado dela Universidad de Haifa debido a su postura crítica y sus reveladoras investigaciones, pone como ejemplo el caso sudafricano.

"Si una persona progresista sugiriera hoy que había que dividir el territorio de Sudáfrica entre la población blanca y la población africana, sería considerada demente en el mejor de los casos, y en el peor, hipócrita y fascista".

Pero según sus consideraciones, esa lógica, que pudiera ser tan clara para mucha gente en cualquier otro lugar del mundo, de alguna manera no funciona en el caso de Palestina.

Es por ello que para Pappé es tan importante explicar que parte del problema es lo que llamo la vieja ortodoxia, el viejo lenguaje que se utiliza, incluso por personas progresistas que apoyan al pueblo palestino. Por tanto, el discurso de los dos Estados en realidad es un lenguaje que no describe adecuadamente la realidad sobre el terreno en Palestina.

En ese sentido, el propio Ilan lanza otras interrogantes: ¿Por qué la población palestina fue expulsada masivamente en 1948? ¿Por qué a las palestinas y los palestinos en Israel se les puso bajo régimen militar entre 1948 y 1967? ¿Por qué ese régimen militar fue trasladado desde Israel a Cisjordania y la Franja de Gaza, ocupadas en 1967?

¿Por qué los beduinos en el sur de Israel y las poblaciones palestinas en el norte de Israel, al igual que los que viven en Jerusalén, están sometidas a una política de expropiación de la tierra y de estricto control en los lugares donde viven? ¿Por qué Israel se niega a permitir que los refugiados regresen, e impone un sitio tan inhumano a Gaza?

Cuando se busca una respuesta a tantas preguntas, la respuesta aflora: "La razón de todo esto es ideológica: es la ideología sionista".

A su juicio, todas estas políticas tratan de conservar la tierra de Palestina como parte de Israel sin considerar demográficamente a las palestinas y los palestinos como parte de los ciudadanos y ciudadanas de esa tierra.

Y ello no es más -apunta- que la visión sionista del problema, principal y casi único obstáculo para la paz y la reconciliación en Israel y Palestina. No abordarlo así, y sólo hacer frente a las políticas israelíes aquí o allá, sería similar a abordar ciertas políticas de Sudáfrica durante el apogeo del Apartheid sin tocar en absoluto al apartheid.

Argumenta que no sólo los políticos y los medios de comunicación y el mundo académico se niegan a reconocer que la razón principal de la inhumanidad que campea en Palestina desde el siglo pasado es la ideología sionista.

"No sólo lo ignoran, sino que acusan a cualquiera que no lo haga de ser antisemita. Como si quienes condenaban al apartheid como ideología durante el apogeo de ese régimen nefasto hubieran sido acusados de ser anti-cristianos".

Manifestantes palestinos protestan frente a asentamientos ilegales.

Hoy amplios sectores en el mundo occidental que por fin entienden esto, están siendo condenados por antisemitas por sus propias élites políticas; a pesar de que muchas de esas personas son judías.

Cuando activistas judíos progresistas de EEUU -que estuvieron en la vanguardia de la lucha por los derechos civiles en la década de 1960, e iniciaron el movimiento de solidaridad contra el apartheid en Sudáfrica, se opusieron al imperialismo en Vietnam, en Chile, en otros lugares- aplican el paradigma universal de los derechos humanos a Israel, se les acusa de ser judíos que se odian a sí mismos.

Ello demuestra, según Pappé, que se trata de algo anormal. Y eso sólo se puede hacer mediante la intimidación, el lobby, la presión y probablemente una buena dosis de islamofobia. De lo contrario, es muy difícil explicar lógicamente por qué esta manera tan humana y normal de analizar la situación es tratada así.

En el libro Sobre Palestina, en coautoría con Noam Chomsky, Pappé señala que el término "ortodoxia de la paz" es una tendencia más racista que pragmática.

Explica que entre los defensores de la solución de dos estados el diccionario de la ortodoxia de la paz surgió de la creencia casi religiosa en la solución de dos estados. Y eso viene directamente de una versión temporal de 1984 de Orwell.

Según sus investigaciones, se trata de una neolengua. Usa a Orwell en su referencia a la neolengua, un tipo de lenguaje que no sólo impide llamar al pan, pan, sino que designa exactamente lo contrario. En la neolengua de Orwell, una realidad cruel se describe como algo benévolo.

Expresa que lo mismo sucede con términos como "paz", "justicia", "reconciliación". Ellas realmente representan la forma más alta del anhelo humano de vivir en paz unos con otros, de vivir en una sociedad mejor.

"Ahora, utilizar estas palabras con el fin de encubrir un proceso que en los hechos logra exactamente lo contrario -en lugar de la reconciliación, siembra más división, animosidad y odio; en lugar de paz, crea la guerra; y en lugar de justicia, mantiene un sistema de apartheid-; usar estas palabras como un escudo protector para describir una realidad que es exactamente lo contrario de lo que significan, eso para mí es peor que el racismo. Es una especie de pesadilla orwelliana que tengo cuando la gente empieza a usar las palabras de esa manera", indica.

La idea de los dos estados comenzó como una estratagema israelí sionista después de 1967 para conciliar un problema muy simple: la expulsión de millones de palestinas y palestinos en 1948.

Pero el apetito territorial israelí los llevó a ocupar otras partes de Palestina como Cisjordania y la Franja de Gaza, pero con el territorio llegó otro millón y medio de población palestina (hoy en día tres millones).

Ahora para conciliar el hecho de que tienen la totalidad de la tierra palestina -cuestión que para el movimiento sionista se erige en una pesadilla demográfica- utilizan el denominado proceso de paz, una especie de mensaje para decirle al mundo:

"Como pueden ver, ahora le estamos negando a los palestinos en los territorios ocupados todos los derechos humanos y civiles fundamentales. Como pueden ver, estamos expropiándoles sus tierras, estamos construyendo asentamientos judíos en ellas, estamos expulsándoles masivamente y encarcelándoles incluso por atreverse a izar la bandera palestina. Pero todo esto es temporal, por supuesto; cuando llegue la paz, se eliminarán todas estas medidas".

Ello explica quizás -a juicio de Pappé- que personas de izquierda en Occidente sucumbieran a esta explicación durante los primeros años de ocupación y que tuvieran esperanza de que los israelíes fueran sinceros.

Pero después de casi 50 años, aferrarse a esta idea -encaminada a profundizar la colonización de las zonas que ocuparon en 1967 y para eliminar cualquier posibilidad de negociar las zonas que ocuparon en 1948- es realmente muy rígido y dogmático en la percepción de la realidad.

Quizás -razona Pappé- se podría haber esperado que las voces críticas de las izquierdas estadounidense y europea estuvieran un poco más alertas a la clase de trampa que Israel muy hábilmente les ha puesto.

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