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Europa, Angeles Maestro :: 28/05/2017

A Miguel Urbano, un comunista

Ángeles Maestro - La Haine
Tu Miguel, asumiste el riesgo de romper con el dogma, porque en sí mismo es la negación del comunismo

Ha muerto Miguel Urbano Rodrigues, un revolucionario

Querido Miguel:

El anonadamiento que siento ante tu muerte (me viene a la cabeza la palabra francesa anéantir, seguramente porque tantas veces hablábbamos en francés) es el resultado de la resistencia rabiosa de mi mente a aceptar que una persona de dimensiones tan inabarcables como la que tu eras haya dejado de existir.

Sinceramente creo que Georges Labica y tu, los dos gigantes que ahora nos faltáis, habéis sido claves de bóveda – esa hermosa expresión que trae reminiscencias de los constructores de catedrales, pero también de la clase obrera que con sus manos hace posible cada día la reproducción de la vida – para la recreación teórica y práctica de lo que es ser comunista, aquí y ahora.

Tu Miguel, asumiste el riesgo de romper con el dogma, porque en sí mismo es la negación del comunismo, y porque es utilizado como “auctoritas” para justificar políticas que se juegan el tesoro de resistencia heroica de la clase obrera en el cutre tablero de las políticas institucionales.

Pero ese enfentamiento sin paliativos con las burocracias lo hiciste, precisamente, para rescatar lo más fresco, lo más puro, lo más imprescindible de todos los intentos de la clase obrera por asaltar los cielos y muy especialmente, la Revolución Soviética.

El enorme tesoro de los encuentros de Serpa “Civilización o Barbarie” han sido el regalo más preciado que Caty y tu nos hicísteis a un puñado de personas, de muchos lugares diferentes. Estoy segura de que, por la llama intelectual y política que en ellos prendísteis, por el conocimiento mutuo que alrededor vuestro se produjo y por la recarga de conciencia y de compromiso que de ellos manaba, cada uno de nosotros hemos sido más capaces de desarrollar la tarea que cada uno de nosotros tenemos en nuestros paises.

Creo sólo hay una manera de calmar el dolor insoportable por la muerte de un ser querido – ese dolor del que Miguel Hernández decía: “que por doler me duele hasta el aliento” y es aceptar esa continuidad efímera que define nuestra existencia en el marco de la lucha general del proletariado por su emancipación.

Frente a la rebelión rabiosa ante a la idea de que un cerebro tan precioso, una voluntad tan precisamente dirigida a orientar en tiempos de tan grande confusión y la cálida presencia de un camarada de una talla humana tan inabarcable como la tuya haya muerto, sólo cabe continuar la lucha. Asumiendo, además de todas las razones históricas e inmediatas que nos conforman a cada uno como militantes, las que hemos aprendido de ti y contigo y que te conformaron como comunista.

El piropo más precioso que me han dicho en mi vida lo pronunciaste tú, Miguel. Me dijiste que parecía una bolcheviqe de las de 1917. No es verdad, pero intentaré merecerlo.

Hasta la victoria, siempre, Miguel.

Venceremos!

27 de mayo de 2017

 

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