Argentina: La política en las calles

El 2002 fue un año de cambios para el movimiento social. En los largos meses que siguieron a la rebelión popular que echó a De la Rúa, quedaron expuestas posibilidades y limitaciones de la lucha de las organizaciones populares. Durante el 2003, el desafío es consolidar lo logrado para avanzar hacia mayores niveles de coordinación y organización.

Dar forma a una alternativa política de cambio social, que integre a los distintos sectores en lucha, sigue siendo la cuenta pendiente.

No hay dudas que las históricas jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 cambiaron profundamente el escenario político de nuestro país. Pasado más de un año, la embrionaria pero creciente organización de diversos sectores del movimiento social se presenta como el saldo más importante para el campo popular. Desde esos días, la política, que estaba reservada a un puñado de políticos de profesión, fue recuperada por amplias franjas del pueblo trabajador, que encontraron en las calles el escenario natural para expresar su hartazgo.

La consigna "Que se vayan todos" tuvo la enorme virtud de dejar al desnudo la crisis de legitimidad de la institucionalidad del régimen político en su conjunto. Pero la sola denuncia de las aberraciones del actual sistema económico y político no resuelve, por sí misma, la construcción de una opción real de poder que pueda revertir la terrible realidad que sufren los trabajadores.

Es sólo un primer paso de una tarea de muy largo aliento en la que no existen atajos milagrosos.

Una recorrida por el movimiento social

En los últimos tiempos, el movimiento piquetero, los trabajadores de fábricas ocupadas y las asambleas populares se convirtieron en los principales actores de la protesta social. Sus luchas tienen la capacidad de nuclear y movilizar a buena parte del campo popular. Aunque de manera incipiente, estos sectores lograron avanzar en instancias de coordinación que potencian y fortalecen la lucha del conjunto.

Las multitudinarias movilizaciones en respuesta a la re­presión de Puente Pueyrredón y la solidaridad mul­ti­sectorial que se activa ante cada intento de desalojo de alguna fábrica tomada, son buenos ejemplos de la imperiosa necesidad de que esta con­fluencia crezca aún más y se consolide organizativamente.

"Piqueteros, Carajo"

Durante el 2002, fue notable el persistente crecimiento de los sectores más combativos del movimiento piquetero, en un arco que incluye a los MTD Aníbal Verón, el Bloque Piquetero, Barrios de Pie, entre otros nucleamientos. Mientras tanto, los sectores que se aparecían como referentes excluyentes en sus orígenes - FTV-CTA y la CCC - si bien mantienen su inserción, han sido desplazados del centro de la protesta social.

Esta nueva realidad del movimiento de trabajadores desocupados quedó evidenciada en la reciente movilización del 20 de diciembre, cuando la marcha central de casi 80.000 manifestantes, fue convocada por las organizaciones más combativas.

Este desarrollo del ala más dura resulta más destacable aún si se tiene en cuenta que el 26 de junio, con la represión de Avellaneda, el gobierno nacional intentó desarticular a estos sectores, con el objetivo de disciplinar la protesta social. Pese a haber recibido un golpe muy duro, estas organizaciones lograron consolidarse y crecer: esto quedó demostrado el 26 de noviembre último, cuando luego de 7 horas de ríspida negociación, las columnas piqueteras, junto con la CORREPI, lograron cruzar a Capital sin que las fuerzas represivas apostadas en el Puente Pueyrredón cachearan a los manifestantes.

Si bien alentadora, la realidad del movimiento piquetero tiene que ser analizada cuidadosamente, evaluando fuerzas y falencias. En este sentido, es sabido que las organizaciones de desocupados se sustentan sobre bases materiales frágiles: los subsidios de empleo que entrega el Estado como paliativos ante la miseria generalizada. Este innegable hecho, que marca una debilidad, no puede obviarse, por lo cual es preciso entender que el crecimiento de la convocatoria de las organizaciones piqueteras no necesariamente expresa un incremento similar en la conciencia de más sectores del campo popular sobre la necesidad de una profunda transformación social.

"Si tocan a una, tocan a todas"

Si bien antes de diciembre de 2001 ya había alrededor de una decena de fábricas tomadas por sus trabajadores, el cambio de conciencia que se generó como consecuencia de que el pueblo unido recuperó las calles, peleó, y logró hacer caer al gobierno de De la Rua, muchos trabajadores comenzaron a cuestionarse por qué seguir soportando la explotación, malas condiciones de trabajo, el cierre compulsivo de fábricas, y ante la inminente desocupación y la falta de respuestas de los patrones, los obreros decidieron unirse, tomar las empresas y hacerlas producir.

Una de las primeras tomas se realizó en la fábrica de cerámicas Zanón, en agosto de 2001. Actualmente hay alrededor de 107 plantas con gestión obrera, con más de 10.000 trabajadores organizados en cooperativas o bajo el modelo de control obrero. El 90% eliminó los puestos jerárquicos y el ingreso comenzó a ser distribuido de modo igualitario. Además, el 70% de las empresas alcanzó o superó los niveles anteriores de producción y algunas fábricas ya incorporaron nuevos trabajadores o están en vías de hacerlo.

La forma en la que se produce la expropiación es, en general, muy parecida pero, desde el momento en el que los trabajadores toman la decisión, el escenario se vuelve más que complicado. Las trabas y engaños burocráticos no son los únicos problemas con los que se encuentran: deben soportar las amenazas de los antiguos patrones, resistir los "aprietes" y resolver la forma legal que adquirirá la empresa recuperada.

Más allá de la discusión sobre cooperativización o estatización bajo control obrero, la lucha y organización de los trabajadores, con el apoyo de los movimientos sociales, es el aspecto más importante de estas experiencias.

"Queremos recuperar las fuentes de trabajo y, a través de esto, definirnos como trabajadores que se resisten a quedar desempleados, a perder su dignidad; en definitiva, ante tantos obstáculos, la unidad y el apoyo mutuo entre trabajadores, asambleas, desocupados y estudiantes es lo único que garantiza la supervivencia y el éxito de las fábricas tomadas", afirma Carlos Guerra, trabajador de Zanón.

"Vinimos para quedarnos"

Las asambleas populares son un producto genuino del proceso de movilización que se abrió con la rebelión de diciembre del 2001. Con una gran fuerza y capacidad de convocatoria en sus inicios, las asambleas sirvieron como espacio de organización para vecinos y militantes sociales con ganas de participar.

En su desarrollo, las asambleas experimentaron avances y retrocesos en sintonía con la movilización general. Y más allá de cierto debilitamiento del movimiento asambleario, muchas lograron fortalecerse y consolidarse, principalmente aquellas que ocuparon espacios y los abrieron a la comunidad. Los ejemplos son muchos: la Clínica de Salud Medrano (Corrientes y Medrano); el Centro Cultural y Social "La Toma", creado por las asambleas de Zonas Sur en una galería abandonada frente a los andenes de la estación de Lomas de Zamora, son sólo algunos casos.

Esta inserción territorial se fortaleció aún más con el trabajo permanente que muchas asambleas realizan en relación con las necesidades básicas de las personas del barrio: ollas populares, merenderos, reparto de bolsones de comida, etc.

Como contracara de lo anterior, y tal vez como déficit, no se ha avanzado, en líneas generales, en una profunda discusión política sino más bien en criterios de autodefinición: "por qué nacimos, cuál es nuestra tarea". Pocas asambleas se están preguntando "qué podemos hacer cuando consigamos que se vayan todos, y de una vez y para siempre tomemos las decisiones en nuestras manos", tal como propone el boletín de diciembre de la Asamblea de Corrientes y Medrano.

Si bien muchas nacieron con una composición de clase media, a través de los trabajos realizados se fueron integrando vecinos de otros sectores: residentes de hoteles municipales, cartoneros, etc, que encontraron en las asambleas un espacio de contención. En cuanto a la coordinación con otros sectores, el trabajo con deso­cu­pados permitió, en algunos casos, el surgimiento de MTD´s, como es el caso de San Telmo y Colegiales. Además, se fortaleció la relación con fábricas ocupadas y la posibilidad de luchar por trabajo genuino.

A poco de nacer, las asambleas populares visualizaron la necesidad de encontrarse y coordinar. Sin embargo, los espacios que se propusieron, sobre todo la Interbarrial de Parque Centenario, desilusionaron bastante a la gente por determinadas prácticas aparatistas, que lejos de potenciar la confluencia, ayudó a que el movimiento poco a poco se replegara hacia los barrios. Pero como la necesidad de sumar esfuerzos se mantiene, toman fuerza las articulaciones zonales, que además de coordinar acciones de lucha, desarrollan trabajos comunes en salud, educación, ollas populares, etc.

Las asambleas populares siguen dando pelea en el barrio, y su presencia cotidiana, a la que hoy nos habituamos, tiempo atrás hubiera parecido un sueño.


"La fábrica no es del patrón, sino de los trabajadores"
(Celia, de Brukman)

"El 19 y 20 de diciembre de 2001, estábamos encerrados dentro de la fábrica con mucho miedo de que lleguen los Brukman con la Policía y nos saquen, porque creíamos que lo que estábamos haciendo era un delito. Hoy, a un año de una lucha que empezó con la caída de la Alianza, no sólo marchamos a Plaza de Mayo sino que seguimos luchando convencidos de que defender nuestra fuente de trabajo no es ningún delito, sino un derecho que todos tenemos y que debemos hacer cumplir", recuerda Celia Martínez, trabajadora y miembro de la comisión interna de Bruk­man.
La textil fue ocupada el 18 de diciembre de 2001, después de que los trabajadores no obtuvieron ninguna respuesta a su reclamo de una solución ante las indignantes condiciones de trabajo: salarios de 5 pesos semanales atrasados, prohibición de hablar y de transitar por la fábrica durante las horas de trabajo, discriminación y explotación...

A partir de ese momento cambió la situación. Al día siguiente, desde afuera llegaba ruido de cacerolazos. Era el 19 de diciembre y el gobierno de Fernando De la Rúa decretaba el estado de sitio. "Al principio, nadie tenía idea de qué hacer, muchos de nosotros no sabíamos a lo que nos enfrentábamos. Yo vivía encerrada en mi casa, no escuchaba las noticias ni sabía que existían los piqueteros. Por eso, esta lucha cambió mi vida, fue aprender todo muy rápido y adquirir verdadera conciencia de lo que tenemos en nuestras manos. Fue empezar a pensar que la fábrica no es del patrón sino de los trabajadores porque a partir de este año de lucha vimos que se puede producir sin patrones, pero no sin trabajadores", concluye Celia.


"La nueva resistencia, creciendo desde abajo"
(Eduardo, del MTD de Lanús)

Después de un año de represión sin tregua, de intensa lucha cotidiana, y de agotadores piquetes, Eduardo del MTD de Lanús comparte un balance del trabajo que se desarrolló en el barrio de Monte Chingolo, y de los desafíos que se abren en el futuro: "Para Lanús y para todo el MTD Aníbal Verón, este fue un año con muchas dificultades. No le alcanzó a este gobierno con matar dos compañeros, siguieron amenazándonos en el barrio, y hasta nos quitaron planes porque pensaron que esa era la forma de callarnos. Tuvimos que reponernos pronto de lo de Darío, para volver a salir a la calle. Entendimos que lo que Darío hubiera querido es que siguiéramos y que la mejor manera de rendirle homenaje es no abandonar la lucha por nada del mundo".

Sentado sobre un bloque del Obrador comunitario, Eduardo piensa las preguntas y no duda las respuestas: "Tratamos de priorizar la organización y el crecimiento hacia el interior del movimiento, fortaleciendo los talleres de educación popular, los emprendimientos productivos que dieron buenos resultados: ya logramos que la panadería comunitaria funcione cotidianamente, tratamos que la Bloquera mejore la calidad de su producción. Y además de los cinco comedores que venían funcionando, los compañeros organizaron uno más para la noche porque la gente tiene muchas necesidades".

Pero el trabajo del año no sólo se limitó a solucionar las necesidades cotidianas: "le pusimos muchas pilas a los talleres de discusión política, y apostamos a que la formación la hagamos entre todos. Es un desafío difícil, pero es la única herramienta que nos va a salvar: aprender a pensar para poder mejorar la organización y la lucha. Por todo eso, creo que supimos crecer a pesar de todo", agrega Eduardo.

La conversación sigue, y las palabras lo nombran a Darío nuevamente: "Si tuviera que responder cuáles son los desafíos para el MTD en el futuro, se me ocurren tantos que no pudo ordenarlos. Pero de algo estoy seguro, los vamos a lograr a todos, uno por uno, "con sudor, con lucha y con paciencia" como dice la canción. Ese es el desafío, que el sueño de Darío, que es el sueño de todos, se convierta en realidad: la nueva resistencia creciendo desde abajo".

 
         
   
 

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