Fascistización de la sociedad global

Heinz Dieterich Steffan

En los años treinta, la elite alemana trató de resolver las contradicciones del sistema capitalista mediante la imposición de un sistema totalitario regional: el nacionalsocialismo. Hoy, la elite estadounidense pretende repetir la estrategia a escala mundial, procurando establecer un nuevo totalitarismo fascistoide en la sociedad global.

El retorno a esas estratagemas obedece a las mismas razones que motivaron el proyecto de Hitler: superar la crisis de acumulación del capital (la Gran Depresión de 1929-32) y sobreponerse al derrumbe de la legitimidad política derivada de ella. La solución económica de los nazis fue lo que hoy, con otras modalidades, se ha concretizado como la Unión Europea: un bloque regional de poder, controlado por las transnacionales alemanas, el Banco Central alemán y el ejército alemán. La solución económica de Bush II para aprovechar la actual crisis capitalista reside en la formación de un bloque global de poder, dominado por las transnacionales estadounidenses, el Banco Central estadounidense (FRB) y las Fuerzas Armadas del imperio.

El "espíritu" de este proyecto totalitario fue expresado por Bush II en su famosa frase de quién no está con nosotros, está contra nosotros. Se trata de una parafrase light de la definición fascista de lo político realizada por el gran doctrinario del nacionalsocialismo alemán, Carl Schmitt, en 1932. La paz mundial y el Estado mundial (democrático) no son posibles, pontificaba Schmitt, porque serían el fin de "lo político", ya que lo político radica en la antinomía entre "lo propio" y "lo diferente", en la irreducible contradicción entre "amigo y enemigo". La afinidad entre el imperialismo estadounidense y el fascismo alemán se manifestó también en las elucubraciones de Schmitt sobre la doctrina Monroe que el ideólogo nazi consideraba una "gran aportación" de Estados Unidos al derecho internacional, debido a que establecía el derecho de las potencias regionales de dominar a los pueblos y Estados en sus áreas de influencias. Consecuentemente, los nazis reclamaron su propia doctrina Monroe para Europa Central, y el militarismo japonés hizo lo suyo para su "patrio trasero" en Asia. Con el colapso de la Unión Soviética, Washington ha elevado el rango de la doctrina Monroe en axioma mundial.

A pesar de que el partido nacionalsocialista se reclutaba en gran medida de la pequeña burguesía y que se postulara demagógicamente como protagonista de "los de abajo", constituía, de hecho, un proyecto político-económico del gran capital que lo financiaba en su fase crítica y que se benefició posteriormente con las exorbitantes ganancias del keynesianismo militar, la destrucción de los sindicatos y la apropiación de las riquezas en los países conquistados. Esta es también la esencia del proyecto neoliberal contra el "terrorismo internacional" de Washington que procura monopolizar el poder de la sociedad global con los medios que fuesen, en beneficio de sus empresas transnacionales.

Un proyecto de esta naturaleza es incompatible con el derecho internacional y las estructuras legales de las Naciones Unidas, lo que explica la sistemática política de destrucción, sometimiento y sustitución de ambas instituciones por parte de Washington, a partir del colapso de la URSS. El reemplazo de funcionarios independientes por lacayos ha sido uno de los pilares de esta política. El Secretario general de la ONU, el egipcio Butros Butros-Gali fue sustituido en 1996 por el servil Kofi Annan, pese a su probable corresponsabilidad en la matanza de 800 mil Tutsis en Ruanda en 1994. El irlandés Denis Halliday, asistente del Secretario General de la ONU tuvo que renunciar recientemente, porque reprendió las pérdidas humanas causadas por el bloqueo contra Irak. Ahora le tocó el turno de renunciar a Mary Robinson, alta comisionada de Derechos Humanos de la ONU, por haber criticado a Washington.

La sustitución de funcionarios independientes va paralelo a la corrupción moral de las instituciones, como la Asamblea General -cuyas abrumadoras condenas anuales al bloqueo contra Cuba sólo producen ridiculización y cínicos comentarios en Washington- o, también el Consejo de Seguridad y la Comisión sobre Derechos Humanos de la ONU que se han convertido en franquicias para el mejor postor que es Washington; el reemplazo de instituciones de la ONU por nuevas antidemocráticas como la Organización Mundial de Comercio (OMC); la desnaturalización de instituciones hacia funciones ilegítimas, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el desconocimiento de sus facultades legales, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH); el bloqueo de nuevas organizaciones de jurisprudencia como la Corte Internacional Penal; la creación de redes mundiales de desinformación -de las cuales son módulos constitutivos las transnacionales de noticias como CNN, que ha empezado a transmitir para el mundo árabe, a fin de quebrar la voz independiente de Al Jazeera- y de complicidades políticas con la Unión Europea, como la cesión del escaño de España en la Comisión de Derechos Humanos para Estados Unidos (excluidos el año pasado por la mayoría de los Estados participantes) y la concertación de "un sistema rotatorio" que asegure "una presencia normal" del "bloque occidental", garantizándole el escaño de Washington por 25 años.

En el ascenso al poder del fascismo histórico uno de los principales factores que beneficiaron a Hitler, Mussolini y Franco fue la complicidad de las potencias occidentales, conocida como la política del appeasement (oportunismo). Hoy día, el servilismo de las potencias europeas y sus clases intelectuales frente a los nuevos Fuehrer de la barbarie, no es menor. Requerimos de una alianza mundial para evitar el Armageddon.

Resumen Latinoamericano

 
         
   
 

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