La economía de Estados Unidos es una bomba de relojería

El pragmatismo norteamericano ha cedido terreno ante la necesidad de vender una imagen económica optimista ante el mundo.

Economistas de Estados Unidos, en su gran mayoría, consideran que la recesión se revertirá durante este año, pero ni la reanimación de la industria bélica, ni la elevación de los gastos del Pentágono, han podido contrarrestar los estragos ocasionados por la sostenida alza del precio del petróleo y la reacción en cadena, desatada por el escándalo de la compañía energética Enron.

El jefe de la Reserva Federal, Alan Greenspan: primero hizo declaraciones cautas, ahora se mueve hacia un optimismo tambaleante.

Las ventas de autos generaron ventas records entre octubre y diciembre del 2001.

Un consultor norteamericano, Isaac Cohen, advierte que el alza de los precios de los energéticos puede frenar la reactivación. Al subir los precios del combustible, dijo, los bancos centrales aumentarán las tasas de interés, lo cual detiene la expansión económica.

Para Richard Clarida, subsecretario del Tesoro, el Gobierno espera una reactivación de la inversión empresarial, pero la caída en esos gastos se mantiene por cuatro trimestres consecutivos, lo cual no sucedía desde 1992, en que bajó ese indicador durante año y medio.

Los resultados empresariales reafirman el pesimismo de Wall Street, titula la CNN un comentario sobre declaraciones aparecidas en The Wall Street Journal. James Paulsen, director general de Inversión de Wells Capital Management, se pregunta si transitan por un período prolongado de estancamiento o, al menos, de rendimientos mediocres.

"Existen muchas incertidumbres acerca de la evolución del segundo semestre", refirió Charles Hill, director de Investigación de First Call. Un informe del grupo de gestión de activos Bridgewater Associates indicó que el esfuerzo de la Reserva Federal para impulsar la economía "probablemente no conducirá a un auge sostenido de la demanda", palabra clave en una economía donde sus resortes son el consumismo a ultranza.

El profesor de la Universidad de Princeton, Paul Krugman, uno de los críticos más asiduos de la política económica del Gobierno, afirma que aún es temprano para cantar victoria.

La pérdida de confianza entre los inversionistas, originada por los manejos ilegales para encubrir la quiebra de la empresa Enron, influye negativamente en el regreso de la expansión económica.

IRRACIONALIDAD ESPECULATIVA

La economía de la mayor potencia del mundo se ha convertido en una enorme "burbuja financiera", mediante un irracional proceso especulativo en la bolsa de valores.

El capital financiero norteamericano maneja una masa de dinero tan colosal, que supera ampliamente el valor de lo producido en bienes y servicios en el país.

Realmente, las causas profundas de la recesión de Estados Unidos no se han escarbado lo suficiente. A la mayoría de los expertos no le conviene profundizar en los motivos.

El crecimiento anual promedio registrado en el PIB durante el 2001 fue de 1,1 por ciento, tras sólo aumentar en dos décimas en el primer trimestre del pasado año y comenzar la picada recesiva en marzo.

En busca de criterios especializados, Granma Internacional entrevistó al doctor en Ciencias Económicas, Francisco Covarrubias, investigador del Centro de Estudios de la Economía Internacional de Cuba (CIEM), quien dijo que la larga expansión experimentada por la economía de EE.UU., durante la década de los 90, dejó como pesado fardo una serie de desequilibrios económicos y financieros.

La expansión económica de la primera economía del Planeta ha sido apoyada básicamente por los recursos financieros provenientes del exterior, subrayó. En el 2001, estos flujos representaron alrededor del 26 por ciento de las inversiones totales realizadas en la nación, más del triple de la proporción reportada en 1995.

"La búsqueda de altos márgenes de ganancia de forma fácil y rápida -favorecida por los adelantos tecnológicos, los cambios institucionales y la abundante entrada de capitales foráneos- intensificó el traslado casi masivo de las compañías y consumidores estadounidenses hacia los mercados financieros, sobre todo hacia la compra-venta de acciones, lo cual creó una enorme brecha entre el alto dinamismo de ese mercado y el resto de la actividad económica."

La pérdida de ingresos por concepto de la depreciación de títulos de valor en 18 meses, contados hasta septiembre del 2001, resultó equivalente al 75 por ciento del Producto Interno Bruto de Estados Unidos, proporción superior a la reportada después del crack de 1929.

El desmedido endeudamiento de las familias y compañías norteamericanas rebasa su capacidad real de pago, a lo cual se agrega que la principal garantía es el valor artificial de las acciones que poseen, sostuvo el doctor Covarrubias.

A finales del 2001 la deuda de los hogares estadounidenses absorbía más del 92 por ciento de su ingreso disponible. En el caso de las empresas, las obligaciones contraídas superaban el 100 por ciento del PIB estadounidense, es decir más de 10 millones de millones de dólares.

PERDIDA DE CREDIBILIDAD BANCARIA

Para el experto cubano, la otra cara oscura de esta espiral de endeudamiento es la conducta irresponsable asumida por los bancos norteamericanos y extranjeros. Los bancos han otorgado créditos dispendiosamente, violando las reglas más elementales y aceptando como único aval los títulos bursátiles, subrayó.

Las entidades financieras norteamericanas han llegado al extremo de conceder préstamos a personas dudosas, quienes por sus características o historial crediticio, no encuentran financiamiento en ningún lugar. El negocio consiste, explicó, en cobrar elevados intereses y comisiones aún mayores.

Estos créditos, denominados "subprime", han crecido desde los 27 mil millones de dólares en los inicios de la década del 90, a más de 430 mil millones de dólares en la actualidad, equivalente al 10 por ciento de todos los préstamos hipotecarios estadounidenses.

La fiabilidad de los bancos norteamericanos está en entredicho. Ocho de las 22 casas financieras que han quebrado desde 1997 tenían un gran número de préstamos "subprime".

Otro de los desequilibrios económicos se asocia a la progresiva disminución de la tasa de ahorro de las familias norteamericanas, la cual alcanzó el nivel más bajo en la historia económica del país. Lo más inquietante es que más del 60 por ciento del ahorro personal de los estadounidenses está colocado en la ruleta de la "economía de casino".

ARDIDES Y AUMENTO DE DESEMPLEO

El moderado cambio registrado -en el cual se basan los optimistas para pensar que están dejando atrás lo peor de la recesión- está sustentado en el alza del consumo de bienes duraderos, reportada en el último trimestre del 2001, la mayor en 15 años.

Sin embargo, esa tendencia se produjo por campañas de ventas a plazo sin intereses, lanzadas por los tres grandes fabricantes de autos de Detroit (General Motors, Ford y Chrysler), las cuales generaron ventas record entre octubre y diciembre.

La guerra contra Afganistán y las erogaciones para reforzar la seguridad interior del país, reanimaron al complejo militar-industrial, no sólo por los aumentos de gasto del Pentágono, que crecieron un nueve por ciento tras los sucesos del 11 de septiembre, sino por lo que supone en el armamentismo de otros aliados a la cruzada antiterrorista lanzada por Washington. Todo esto contribuyó al ascenso del gasto público.

Algunos analistas basan sus criterios esperanzadores en la supuesta disminución de la tasa de desempleo, pero sólo responde a un ardid contable, pues sólo contemplan a los que declaran la búsqueda de empleo, y no incluye a las decepcionadas por la búsqueda infructuosa y a los que han optado por acogerse a la jubilación ante la carencia de ocupación.

Estudios del mercado laboral indican que el desempleo va a seguir creciendo en Estados Unidos hasta llegar a 6,5 por ciento, con independencia de la marcha del PIB, afirma el experto del CIEM.

INDUSTRIA EN PICADO

Desde la Segunda Guerra Mundial, no se registraba una caída tan prolongada en el sector industrial, que redujo su plantilla en un millón 300 mil trabajadores, un siete por ciento de su empleomanía.

Las ventas de automóviles registraron un considerable descenso y las históricas quiebras estremecieron el sistema bursátil de Estados Unidos. El síndrome del caso Enron vaticina otros temores. El propio Alan Greespan, secretario del Tesoro, reconoció que "...sigue siendo incierto el grado de fortaleza de las inversiones de capital y el gasto de los hogares".

El endeudamiento y la especulación, los estimulantes de la economía de consumo norteamericana, constituyen una bomba de tiempo, que no podrán desactivar ni las guerras inventadas.

Granma/La Haine

 
         
   
 

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