EE.UU-Iraq: Preámbulo para un ataque

x Carmen Moreno - Prensa Latina

Todo parece indicar que el primer paso en la articulación de la estrategia para una ofensiva bélica contra Iraq no ha conseguido todos los frutos que el presidente George W. Bush hubiera deseado de su llamado a los líderes del Congreso.

La mayoría de los demócratas y republicanos de Estados Unidos se sienten incapaces de dar un veredicto, mucho menos positivo, si no conocen aún a ciencia cierta las razones que motivan al mandatario en su obsesiva decisión de bombardear al país del golfo Pérsico.

Las expectativas creadas a raíz de la convocatoria duraron poco. La exposición de las "pruebas" de que Iraq está a punto de producir -o ya fabrica- armas de destrucción masiva quedó aplazada para otra oportunidad.

En un esfuerzo por contrarrestar críticas según las cuales "el gobierno está tomando decisiones precipitadas", uno de los grandes seguidores del Presidente, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, sostuvo que aún no se ha revelado todo lo que sabe sobre Iraq.

La verdad -dijo Rumsfeld- será publicada "sólo cuando el mandatario decida que sea el momento de hacerlo".

Asimismo el principal aliado de Washington, Reino Unido, emitió un documento en el cual se asegura que "dentro de unas semanas" se conocerán las pruebas sobre "el programa de armamento de destrucción masiva" de Bagdad.

El gobierno británico es el único que hasta hoy apoya en forma irrestricta una acción militar contra el pueblo de Saddam Hussein.

Al término de un encuentro con Bush, el jueves último, gran parte de los congresistas mostraron públicamente sus reservas respecto a que Estados Unidos actúe unilateralmente en una guerra a la cual se opone el grueso de sus aliados y el mundo.

El líder de la mayoría del Senado, el demócrata Tom Daschle, por ejemplo, reveló sus dudas sobre la necesidad de una guerra, aún cuando la propia opinión estadounidense se encuentra dividida, según las más recientes encuestas.

Un sondeo de la revista Time reveló esta semana que solamente 51 por ciento de los norteamericanos es favorable al envío de tropas a Iraq, contra 70 por ciento de apoyo registrado en diciembre.

El republicano Trent Lott dice que exigirá toda la información existente sobre las acusaciones vertidas contra Iraq, nación alineada por Bush en la tríada de fabricantes de armas nucleares sin evidencias.

Un día antes de la reunión en el Congreso, el Presidente aseguró así, sin más, que el líder del país árabe constituía una "amenaza inaceptable para el mundo entero".

No convencida por esos criterios, la senadora Dianne Feinstein, demócrata por California, piensa que "un ataque unilateral contra Iraq en las actuales circunstancias es un error".

En la primera línea del frente de resistencia contra el plan bélico de Bush se mantiene aún el secretario de Estado, Colin Powell, a quien algunos llaman "el moderado" porque se inclina más por el apoyo a la oposición iraquí y al regreso de los inspectores de armas de la ONU para verificar la capacidad armamentística de ese país.

En agosto, invitados por el jefe de la Diplomacia estadounidense, visitaron a Washington líderes de la disidencia iraquí que, al termino de se encuentro, recibieron ocho millones de dólares para el trabajo de sus respectivas organizaciones.

De espaldas completamente al vicepresidente estadounidense, Richard Cheney, la consejera en Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, y al propio Rumsfeld, Powell considera que una guerra contra Iraq puede desequilibrar a todo el mundo islámico, y evolucionar hacia un caos que desestabilizaría también a los países vecinos.

Inmediatamente después de su intento por persuadir al Congreso, Bush telefoneó a los presidentes de Rusia, China y Francia, y reservó un cara a cara con los primeros ministros de Reino Unido, Anthony Blair, y de Canadá, Jean Chretien, en los próximos cuatro días.

Sin embargo, a la vez que camina por los senderos de la diplomacia, el presidente de Estados Unidos no pierde tiempo en la preparación militar, como quien está seguro de que al final se saldrá con las suyas.

En las últimas semanas, Washington empezó a acumular material bélico en Kuwait, estado fronterizo con Iraq.

Según analistas, a la base kuwaití de Doha han llegado tanques y artillería suficientes para equipar una división de 25 mil soldados.

Por el momento, las tropas en esa base rondan los ocho mil efectivos, en tanto la división podría situarse en la zona "en muy pocos días", admitió el Pentágono.

El despliegue militar en Kuwait no forma parte quizás de una operación inminente, pero, sin dudas, las amenazas de Washington no son simple retórica cuando de bombas se trata.

 
         
   
 

| Principal | España | País Vasco | Internacional | Antiglobal | Antimúsica |
| Pensamiento autónomo | La violencia como herramienta de lucha política | Alizia Stürtze |
| Reconstruyamos la historia de América Latina | La prensa al servicio del neoliberalismo |
| Anticultura | Desenmascaremos a Garzón | Antirred [enlaces, campañas] |