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El Gobierno argentino dimite en bloque tras el nuevo estallido social

Gara/La Haine. Argentina. 30.12.01.- El avance de la democracia directa continúa en Argentina: La furia popular obliga a TODOS los ministros a poner su renuncia a disposición del Presidente. El Gobierno interino argentino presentó ayer su dimisión en bloque al presidente Adolfo Rodríguez Saá tras el segundo estallido social en diez días. Al cierre de esta edición, el presidente no había tomado ninguna decisión al respecto. En las calles de Buenos Aires y en la Plaza de Mayo, miles de manifestantes hicieron sonar sus cacerolas durante la madrugada de ayer, tomaron simbólicamente la Casa Rosada, sede del Gobierno, y asaltaron el edificio del Parlamento. Las protestas fueron duramente reprimidas por la Policía. Esta es la crónica de dieciocho horas de estallido social y hecatombe gubernamental.

Todo comenzó cuando los manifestantes comenzaron a ganar las calles de Buenos Aires poco antes de la medianoche del viernes. Los primeros cacerolazos se escucharon en los barrios de Palermo, Barrio Norte, Caballito, Belgrano, Boedo y Barracas. Se trataba de grupos con un perfil social de clase media y protestaban básicamente por las restricciones a los ahorros bancarios popularizadas en estos días como «el corralito».

Unas horas antes, la Corte Suprema de Justicia había resuelto mantener el corralito sobre los plazos fijos, al rechazar el pedido de un ahorrista que reclamó judicialmente que le permitieran disponer libremente de su dinero. La crisis económica, que ya lleva varias semanas, tuvo ayer otra jornada tensa ya que muchas personas debieron hacer colas en los bancos para disponer de dinero ante el largo puente festivo previo al fin de año.

Además de las críticas hacia la política monetaria, los manifestantes sumaban reclamos de diversa índole, que apuntaban hacia la dirigencia política y sindical. La mayoría gritaba contra Grosso, jefe de asesores del nuevo presidente. Otros se despachaban contra el presidente Rodríguez Saá o contra la CGT.

Pero con la violencia de la madrugada y la represión policial, la Plaza de Mayo pasó de ser el epicentro de una protesta colorida y masiva, a ser el escenario de una batalla campal. Todo a pocos metros de la residencia principal del poder en la Argentina, a cuya puerta llegaron los manifestantes, que al mismo tiempo asaltaban el Parlamento, provocando pequeños incendios en su entrada principal y arrancando bancadas de diputados. Hubo algunos asaltos y ataques a negocios y bancos en la avenida de Mayo.

Las protestas se habían cobrado una treintena de detenidos y varios heridos. Los muertos llegaron después, cuando un policía disparaba a quemarropa a tres jóvenes tras una discusión en un bar en torno, al parecer, a las protestas contra el poder. Resultado: tres jóvenes muertos.

Hacia la medianoche, las manifestaciones provocaban el primer cambio en el flamante Gobierno. Fuentes del Gabinete confirmaban que el jefe de asesores del presidente, Carlos Grosso (acusado de corrupción en 1991), renunciaba a su cargo.

Rodríguez Saá, mientras tanto, observaba las manifestaciones por televisión desde la quinta presidencial de Olivos.

A última hora de la mañana, el presidente ordenaba suspender todos los actos oficiales y convocaba, de urgencia, al gabinete de crisis. Los efectos del nuevo estallido social, que se dirige contra el sistema y el modelo económico y político más allá del político o partido que ostente el poder, llegaban poco después cuando el Gobierno en pleno (ministros y secretarios) presentaba su dimisión al presidente Rodríguez Saá.

En la puerta de la residencia presidencial de Olivos, una portavoz leía un comunicado en el que Rodríguez Saá lamentaba «los hechos de violencia» ocurridos durante la madrugada y llamaba a la paz social. Además, anunciaba que los equipos técnicos estaban ultimando los detalles de un nuevo plan económico para salir de la crisis.

La portavoz de la Secretaría de Prensa y Difusión informó asimismo de que el presidente «convocó a una reunión a los gobernadores», si bien dijo desconocer cuándo se concretará el encuentro con los mandatarios provinciales y sólo se limitó a señalar que «hoy ya terminó la actividad oficial y hasta mañana el presidente va a descansar», lo que sugería que no haría ningún anuncio sobre la renuncia de su gabinete hasta el día de hoy.

Sea como fuere, caiga o no un segundo gobierno en un plazo de diez días, lo cierto es que el estallido social está reflejando una capacidad de movilización que parecía casi olvidada en Argentina, en un estallido social protagonizado por sectores muy diversos de la sociedad, sin un liderazgo definido, algo que está descolocando al poder.

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Alizia Stürtze
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