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Los objetivos no confesables de EEUU
Iosu Perales - Escritor

Los bombardeos de Afganistán no son una buena noticia. La victoria sólo conduce a la victoria, pero no a la paz. No es difícil pronosticar un aumento considerable de la tensión con un mundo árabe en el que la Yihad encuentra ahora el mejor ambiente para su extensión y el reclutamiento de jóvenes. Sin embargo, el debate público ya existente entre quienes opinan que EEUU tiene derecho a responder con el ojo por ojo, y quienes piensan que la venganza debe ceder ante el derecho y los tribunales, sólo responde a una parte del problema. La otra parte es mucho más compleja y mucho más de fondo: responde a los intereses ocultos de EEUU en esta larga campaña. Intereses que se proponen el logro de objetivos destinados a renovar su liderazgo en clave de hegemonía militar y control del petróleo también en Euroasia.

1. En primer lugar busca restablecer el miedo a escala global. El mundo debe temer la fuerza y la ira de Estados Unidos y sus aliados subordinados. Para ello se está dibujando un enemigo difuso pero poderoso; un enemigo que está o puede estar en todas partes, incluso en territorios propios, y que no es un gobierno o un estado preciso, aun cuando tenga apoyos de algunos de ellos. Se trata de un gran enemigo con acceso a grandes tecnologías y a fuentes de financiación, que tiene la particularidad de situarse fuera del marco de las relaciones internacionales. Este estar fuera del sistema es lo que justifica un estado de excepción a escala global, que no se detiene ante el Derecho, ni ante los protocolos y convenios entre naciones. Se trata de un razonamiento sumamente peligroso que permite, particularmente a Estados Unidos, el actuar sin control y al margen de cualquier tribunal internacional, cómo y cuándo quiera.

2. De lo anterior se deriva una militarización de la sociedad global, multiplicando las medidas de seguridad que afectan al movimiento de las personas, a las comunicaciones (internet y telefonía). Los movimientos militares toman protagonismo, multiplicando su presencia y sus instalaciones dotadas de armas de exterminio. Los desarrollos tecnológicos bélicos son dotados ya por los gobiernos de enormes sumas, crece de nuevo el secretismo de la guerra fría, todo ello de dudosa eficacia real pero de consecuencias fatales para las libertades. En el caso norteamericano se confía en la industria armamentista como inyectora productiva y económica ante la amenaza de recesión. Hay que recordar cémo la hegemonía de los EEUU descansa sobre un pilar básico: su poderío militar. Construido sistemáticamente desde 1945 y cubriendo el planeta entero, esta hegemonía se vio obligada a aceptar la coexistencia pacífica con la URSS. Cuando cayó la Unión Soviética, EEUU decidió mantener su sistema y aun mejorarlo. Hoy, el ejército, es un instrumento preferido por la ofensiva hegemónica. Así, mientras Europa hace sus discursos sobre la economía y las disputas mercantiles, Estados Unidos cuenta con el poder fáctico por excelencia.

3. Estados Unidos busca garantizar el control del petróleo en Asia central y Oriente Medio. La región que llamamos Euroasia fue identificada por el ex secretario de estado Brzezinski en su libro "El gran tablero", como el nuevo eje geopolítico. La región del Cáucaso y un conjunto de repúblicas alrededor del mar Caspio: Kazajistán, Azerbaiján, Turkmenistán, Uzbekistán, Tayi- kistán... son muy ricas en reservas energéticas y minerales. Hoy día, Occidente depende en 55% del petróleo de Oriente Medio y en el año 2015 esa dependencia aumentará al 75%. Parece conveniente diversificar las fuentes, realizando un desplazamiento hacia una región que estuvo bajo fuerte peso de la URSS. Es importante, en particular el control del gas muy presente en el área.

4. Se trata de revertir el movimiento global por una democracia real, participativa, y por un mundo justo, en un momento en que este movimiento comienza a constituirse en una amenaza para los planes del G-7 y del neoliberalismo. Las voces de criminalización de este movimiento se multiplican. Es una oportunidad para asimilar de manera burda al movimiento antineoliberal con el terrorismo internacional.

Para llevar adelante este trabajo multilateral Estados Unidos necesita, en primer lugar, construir una gran alianza político-diplomática internacional en la que se incluyan países árabes moderados. Este trabajo lo está realizando el secretario de estado Collin Powell bajo criterios muy claros:

a) EEUU quiere liderar el mundo sin pagar el costo para dominarlo. La campaña de la guerra del Golfo Pérsico no cubrió bien este flanco. Estados Unidos persigue ahora imponerse como soberano, pero además que nos lo impongamos y aplaudamos su reinado.

b) EEUU quiere equilibrar los valores tradicionales de su política exterior con una revisión sus objetivos. En esta línea se inscribe lo que puede ser un anuncio de revisión de su conducta en Oriente Medio: aceptación del Estado palestino para desactivar el conflicto, a cambio de imponer dos estados asimétricos en fuerza económica, militar y política: un estado fuerte, Israel, y un estado débil, Palestina. La ventaja consiste en ganar aliados árabes y desplazar los esfuerzos a otra región estratégica en materias primas.

c) El discurso ideológico diseñado para ganarse el consentimiento de los pueblos que conforman el Centro del sistema global: EEUU-Canadá, Unión Europea y Japón, se fundamenta en la obligación de la defensa de la democracia, de los derechos de los pueblos y el humanitarismo. La opinión pública responde como lo hizo en otros tiempos en la incursiones colonizadoras en nombre de la civilización y el progreso. Pero lo cierto es que sobran los ejemplos de doble rasero y demagogia.

En segundo lugar, desde su posición de víctima y a la vez de guardián del mundo civilizado, EEUU obtiene más bases militares regionales en puntos estratégicos y calientes: ahora mismo en derredor de Afganistán.

En tercer lugar la norteamericanización de la ONU, domesticándola al liderazgo norteamericano. Una ONU que, tradicionalmente, ha sido identificada por EEUU como molesto para su política exterior basada en los principios filosófico-morales del destino manifiesto que le otorga el derecho de actuar sin frenos y de acuerdo con sus intereses.

En cuatro lugar, una autonomía bélica frente a los demás miembros de la OTAN, para lo que cuenta con el apoyo incondicional de Gran Bretaña. Además, Estados Unidos, tras la «victoria» sobre Yugoslavia en abril de 1999, ha impuesto un nuevo concepto: la misión de la OTAN debe extenderse en términos prácticos, a toda Asia y Africa. Ello supone admitir que la OTAN no es en realidad una alianza defensiva, sino un instrumento de ataque al servicio de Estados Unidos.

Así pues, la agresión a Afganistán es tan solo el punto de partida de una estrategia de medio y largo plazo. Reducir el análisis al hecho puntual de la legitimidad o no de realizar bombardeos y forzar un cambio de régimen es quedarse en la corteza de una cebolla que cuenta con muchas capas.

Gara

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