Chávez, en el punto de mira de EEUU

El gran héroe de Chávez es Simón Bolívar. Apoyándose en el bolivarianismo, aspira a formar la Gran Colombia (Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador), probablemente como república socialista». Así define al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, el documento Santa Fe IV elaborado por el Partido Republicano de EEUU y que es considerado un manual sobre el que se apoya la política «exterior contrainsurgente» de EEUU.

En dicho documento, el partido gobernante en EEUU define quienes son los enemigos a combatir, situando en lugar preferencial a China, a las FARC, a Fidel Castro y a Hugo Chávez.

Este marco, creado por el documento de Santa Fe IV para América Latina, está comenzando a ser puesto en práctica en Venezuela con la aceleración y acentuación de las presiones por parte de EEUU. Si en más de una ocasión el ministerio de Exteriores de Venezuela y el propio Chávez han manifestado su malestar por lo que se considera «una injerencia en los asuntos internos del país», a las declaraciones efectuadas, Colin Powel, en las cuales mostraba el malestar del Departamento de Estado por las declaraciones y actitudes de Chávez frente al «terrorismo», hay que sumar ahora la presión que Bush ha realizado sobre su homólogo peruano, para que se vete la asistencia de Venezuela a una reunión de países andinos. Este veto estaría motivado, entre otras razones, por la oposición venezolana al ALCA, pero escondería la intención de EEUU de involucrar a Venezuela con el narcotráfico, siguiendo la misma estrategia desarrollada contra las FARC. Dentro de esta estrategia y como una de las posibilidades que barajaría el Departamento de Estado se encontraría la repetición de la estrategia empleada contra Noriega. Para dar este paso se considera necesario implementar una campaña mediática con dos objetivos: Desestabilizar el país y hacer descender el apoyo social a Chávez.

Para ello, los EEUU y sus aliados, especialmente España por la influencia histórica que tiene en el continente y por ser en estos momentos el mayor inversionista en Venezuela, han diseñado una campaña tratando de desestabilizar el país en todos sus extractos, contando para ello con el control y beneplácito de los grandes holding de la información, de la cúpula empresarial (FEDECAMARAS), de la jerarquía de la Iglesia católica y de los mayores grupos económicos del país, entre ellos el Banco Santander y el BBVA. Esta campaña estaría centrada en cuatro ejes:

CUATRO EJES

Desestabilización económica. El incremento de los precios del petróleo, producto, entre otras razones, de la política venezolana en el seno de la OPEP, condujeron a una notoria mejoría en la economía venezolana. Rápidamente los sectores financieros del país opuestos a la política del Presidente Chávez pusieron en marcha todos los mecanismos posibles para que ese repunte de los ingresos petroleros no se reflejara en una mejora de la economía. Para ello, pusieron en marcha una campaña de fuga de divisas nunca conocida en la historia republicana del país

Desestabilización político-social. Mediante la búsqueda del enfrentamiento entre el Estado y los diferentes agentes sociales que tienen influencia social, política, informativa y económica en el país. Esta campaña se inició a principios del 2001 y tuvo como eje las acusaciones de complacencia hacia la insurgencia colombiana y de que Venezuela marchaba hacia el modelo cubano. A la vez, se destaparon casos de corrupción que implicaban a oficiales de las Fuerzas Armadas por motivos administrativos en el llamado Plan Bolívar 2000.

Dado el desprestigio de los partidos políticos tradicionales y su escaso poder de convocatoria la oposición acuño el terminó de «Sociedad Civil», para definir a un grupo selecto de intelectuales, periodistas y personas ligadas a estos partidos pero no relacionadas directamente con ellos. A partir de ese momento en el que la «sociedad civil» comienza a convocar movilizaciones.

Si bien estas movilizaciones no son representativas numéricamente, si lo es el poder que tiene esa denominada «sociedad civil» dado que sus miembros forman parte y controlan los medios de comunicación masivos y el sistema económico. La campaña ha servido para crear una imagen mediática de oposición generalizada al proceso y a la vez podría servir para justificar, nacional e internacionalmente, una intervención del Ejército, respaldado por EEUU.

Desestabilización de las Fuerzas Armadas Nacionales (FAN). A la vez que se puso en marcha una campaña de acusaciones de corrupción en el seno de las FAN, se intento vincular a ésta, sobre todo a los destacamentos fronterizos con la insurgencia colombiana.

Esta estrategia se puso en marcha declaraciones del Coronel de la Aviación Pedro Soto y del Capitán de la Guardia Nacional Pedro Flores. Quienes decidieron saltar a la arena política y sumarse a esta campaña, aprovechando las presiones que sobre el Presidente Chávez estarían realizando desde finales del año 2001 diversos altos oficiales de las FAN, y oficiales retirados que, aunque no representarían a la mayoría de la institución armada, si tendrían un considerable respaldo en la Guardia Nacional, la marina y la aviación. Este respaldo a posiciones involucionistas sería mucho menor en el Ejército.

Desobediencia civil. Sería la última fase de esta etapa. Si bien es cierto que el apoyo popular a las tesis opositoras no supera el 30 o 35% no es menos cierto que ese sector tiene en sus manos el 90% de los medios de comunicación y del sistema productivo. Esto posibilitaría el desarrollo de una nueva «desobediencia civil» en la que la clase baja, media baja y media que representan casi el 80% del país se viera desplazada del debate y del accionar político y social por el 20% que controla los sectores productivos y los medios de comunicación.

SANTA FE IV Y «NARCOTERRORISMO»

«Esta es una amenaza que Estados Unidos no puede permitirse ignorar. Nuestra meta debe ser un enérgico esfuerzo para impedir que el narcoterrorismo desestabilice la región y se produzca la colombianización de los países vecinos».

Tanto del documento Santa Fe IV, como del denominado Plan Colombia se puede extraer la conclusión de que la estrategia de EEUU pasa hoy por eliminar de su diccionario anti-subversivo palabras como guerrilla o insurgencia, para pasar a definir a cualquier movimiento insurgente de América Latina o del mundo como «narcoterroristas», lo que posibilitaría un mayor aislamiento internacional y un mayor campo de maniobra para los EEUU. La experiencia de Noriega en Panamá aún está fresca en el Pentágono. En Venezuela habrían entrado más de mil agentes de la CIA en los últimos meses, y no es de extrañar que haya arreciado la campaña que trata de vincular a Chávez con las FARC y que no tendría otro fin que justificar una intervención norteamericana directa, fracasada la estrategia de la desestabilización y la desobediencia civil

Dialogo sí, rectificación no. A principios de febrero Chávez mostró, una vez más, su disposición a dialogar con todos los sectores del país. «Ustedes saben que soy zurdo, pues estoy dispuesto a pasar la espada de la mano izquierda a la derecha y agarrar el arado con la izquierda». Chávez hizo así un llamamiento al diálogo y manifestó estar dispuesto a confrontar ideas y revisar las leyes aprobadas, para a continuación aclarar: «los principios no se negocian, cada quien que camine con los suyos».

Algo sí es cierto y es el cambio de tono en el discurso de Chávez, se ha vuelto mucho más moderado. Los próximos meses dirán si esto es motivado a una estrategia para bajar el clima de tensión que vive el país o si se debe a un cambio ­forzado o no­ en el fondo de los principios de la revolución bolivariana.

Ante este panorama hay tres preguntas que se hacen los venezolanos: ¿Será capaz Chávez de aguantar esta presión y profundizar en la revolución bolivariana? ¿Un giro político de Chávez calmaría los ánimos o ya existe la determinación avalada por EEUU de sacar a Chávez pase lo que pase? Y la tercera y quizás la que más preocupa, incluida la oposición: ¿Es posible y qué sucedería en una Venezuela sin Chávez?

 
         
   
 

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