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Venezuela, en el punto de mira del gran patrón

Vicky Peláez/El Diario/La Prensa

«La clave para conocer a Venezuela es entender, no la popularidad del presidente Hugo Chávez, sino el grado de aceptación de sus oponentes.»

Guardian Weekly, 6 de diciembre del 2001

Los inversionistas del mundo consideraron a Venezuela en los años 70, junto con la India, Nepal y Brasil, como lo mejor del Tercer Mundo, que algún día ingresaría a las filas del Primer Mundo, porque decían, tenía recursos naturales y el capital humano como ningún otro. Pero, ni siendo el sexto país en el mundo por las reservas de petróleo, jamás alcanzó siquiera llegar a las puertas del grupo de los poderosos industrializados. Todo lo contrario.

¿Qué es lo que pasó y pasa en la tierra de Bolivar? Éste es un país que tiene un desarrollo económico muy diferente al de los países latinoamericanos. A diferencia de estos, Venezuela exporta más de lo que importan. En el año 2000 exportó productos por más de 20 mil millones de dólares, mientras que su importación no alcanzó ni a 12 mil millones de dólares. Su deuda externa es de unos 35 mil millones de dólares, un poco menos a la del Perú, pero su Producto Bruto Interno (PBI) es de 104 mil millones de dólares, mientras que el del Perú es 52 mil millones de dólares.

Eso significa que el país produce el doble de lo que produce su vecino, sin embargo el índice de la pobreza en Perú es de 54 por ciento y en el deVenezuela es 67 por ciento. Hay más pobres siendo más ricos y con más producción.

¿Cuál es el fenómeno? Hoy en día los medios, azuzados por EE.UU., le echan la culpa de todo esto al presidente Hugo Chávez. ¿Es acaso el causante de esta situación en la que se debate Venezuela? Realmente no es así. Para comenzar hay que decir que actualmente hay más de 120 mil millones de dólares transferidos por los ricos de Venezuela al extranjero. Pero ya en los años 80 y 90, a pesar de que todo el mundo citaba a Venezuela como ejemplo de la democracia y el desarrollo económico, esto no era del todo así. Para los ricos sí era un paraíso "demócrata", pero los pobres llegaban al extremo de las necesidades.

El informe de la Cámara de Comercio de Venezuela de 1989, decía que el 40 por ciento de la población vivía en la pobreza extrema, de tal forma que la desnutrición ya no se registraba en los informes médicos. Indicaba que había unas 170 mil prostitutas debido al hambre y el desempleo que llegaba al 12 por ciento. Esta cifra subió hasta el 20 por ciento para 1999, al mismo tiempo el número de billonarios aumentó también.

Jamás en este país hubo una reforma agraria pero para los años 90, cuando la privatización era la norma de supervivencia de cada gobierno, establecido por el FMI, uno de los más activos fue Henry Kissinger, quien supervisó personalmente la privatización de telefónica de Venezuela.

En aquella época el grupo económico más importante -que controlaba la industria, el comercio, la ganadería y la agricultura- era FEDECAMARAS, el mismo que hace unos días estuvo a la cabeza de la huelga contra el gobierno de Chávez, a quien acusan de tomar "medidas dictatoriales", "dañar la economía del país", etc, etc, olvidando cómo estaba Venezuela hace sólo tres años.

El pecado de Chávez es comprender que la tremenda riqueza sólo está en las manos de unos pocos y que si no hace las reformas que se propone, la explosión social llevará al país a un caos peor, que al final causaría la intervención de EE.UU. por sus "intereses nacionales", ya que Venezuela es su segundo abastecedor de petróleo refinado, después de Canadá.

Chávez está proponiendo confiscar las tierras no trabajadas, pero esto no gusta a los grandes terratenientes ni a la oposición que se ha cuidado de no mencionar que Chávez propuso créditos para que las trabajen, antes de ser confiscadas.

Chávez también es acusado de izquierdista y ser amigo de Fidel Castro, de ser rebelde y crítico de las decisiones estadounidenses. En realidad Chávez no es ningún comunista, es un populista al estilo de Juan Velazco Alvarado de Perú. Quiere dar mejor desarrollo y proteger los intereses nacionales sin destruir las estructuras socioeconómicas existentes. Para eso necesita que los ricos compartan siquiera un mínimo, pero compartir no es la filosofía de los ricos, sino adquirir más y más a costa de lo que sea.

El otro problema, de los muchos que tiene Chávez, es que ahora su país es líder de la OPEP (Organización de los países exportadores de Petróleo) y está en campaña para hacer subir el precio de petróleo al nivel que permita a los productores tener una ganancia decente. Esto es lo que más irrita al Gran Patrón que tiene el proyecto de romper esta organización y entregar el manejo del petróleo a las "Siete Hermanas" (Exxon, Mobil, Texaco, Gulf, Chevron, British Petroleum, y Shell y Royal Dutch). Desde allí parte el movimiento para mover la silla de Chávez, amén de ser una espina dentro del Plan Colombia, pero ése ya fue tema de otra columna.

Hace poco más de una semana, todos los transeúntes que pasaban frente al consulado de Venezuela, aquí en Nueva York quedaban sorprendidos de cómo, en pleno estado de emergencia en que vive el país, un grupo de gentes estaba protestando libremente sin ser molestados por la Policía, cuando ahora las protestas son identificadas como "terroristas", inclusive las de la paz. Y no sólo esto, hasta las agencias de EE.UU. empezaron a decir que la popularidad de Chávez había bajado de 70 a 20 por ciento. Inclusive apareció por aquí avisos pagados de una Junta de Emergencia Nacional llamando a derrocar a Chávez mediante un golpe militar.

Pero las marchas de la población en contra de los opositores dicen que nada de esto es cierto, que el fenómeno Chávez se le está escapando por el momento de las manos al Gran Patrón. El "Financial Times" entrevistó en las barriadas venezolanas a los pobladores y ellos dijeron estar decididos a defender al presidente "inclusive con sus vidas, porque es el único presidente que alguna vez se preocupó por los pobres".

Mientras tanto Hugo Chávez que el lunes enfrentó una huelga, claramente orquestada desde aquí y que no se cuidan de ocultar, dijo que él no sería un nuevo Salvador Allende.

"Ellos pueden ponerme frente al pelotón, pero no cederé ni cambiare por decreto las 49 leyes promulgadas. Eso sería un golpe de Estado. Hay que empezar a analizar la Constitución y las leyes y, apretar las tuercas de todos aquellos sectores que han atropellado y saqueado a Venezuela durante años, usando el sacrosanto nombre de la democracia".

La verdad es que Chávez, un nacionalista convencido que llegó al poder porque EE.UU creyó que sería un militar más dispuesto a proteger los intereses estadounidenses, permanecerá en el gobierno, mientras las marchas y huelgas sean llamadas por los ricos. Tiene hasta el momento el poder para movilizar a miles de pobres y a campesinos, tiene también hasta ahora muchos adeptos en los fuerzas armadas.

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