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La vida no es sagrada
Justo de la Cueva
Red Vasca Roja

La vida no es sagrada si es afgana, o kurda, o palestina, o de Burkina Fasso, o mapuche, o maya. La vida no es sagrada si quienes matan no son "los terroristas" sino las industrias contaminantes o los automóviles o el hambre y la falta de medicinas o los negreros de las empresas de trabajo temporal o los varones a SUS mujeres.

Los opresores y sus "intelectuales orgánicos", sus plumíferos a sueldo, los desnortados "pacifistas", los "tontos útiles", los acobardados y el rebaño de los alienados por los opresores enarbolan una hipócrita y embustera consigna para hacer frente a la violencia de los oprimidos violentados que, repito, siempre es legítima. Esa consigna reza que ¡la vida es sagrada!.

Hipócrita y embustera consigna donde las haya. Porque basta con abrir los ojos y mirar y pensar con la propia cabeza para comprobar que la vida NO es sagrada si quienes matan no son "los terroristas" sino las industrias contaminantes o los automóviles o el hambre y la falta de medicinas o los negreros de las empresas de trabajo temporal o los patronos codiciosos que ahorran en seguridad laboral o los varones enfadados con SUS mujeres.

Dejo de lado la evidencia de que quien menos puede hablar de que la vida es sagrada son los estadounidenses que ejecutan a decenas de personas anualmente, a algunas de ellas después de haber pasado más de 20 años en prisión a la espera de su ejecución por delitos cometidos cuando eran menores de edad o en situación de retraso mental. Y que suman decenas de miles de homicidios al año (30.000 en 1998 por ejemplo) pese a lo cual su industria de fabricación de armas impide con éxito cualquier intento de restringir la libre compra de sus productos.

La vida NO es sagrada si quienes matan no son "los terroristas" sino las industrias contaminantes o los automóviles

Pero es que es imperioso enfrentar esa embustera consigna (¡La vida es sagrada!) con ejemplos como el de Bophal. Es imperioso recordar que en pleno centro de esa ciudad india la noche del 2 de diciembre de 1984 una fábrica de pesticidas estadounidense insensatamente allí construida mató a entre 16.000 y 30.000 personas mediante una fuga de gas. Y lo hizo porque, para ahorrar gastos a su empresa, los ingenieros estadounidenses habían desactivado todos los sistemas de seguridad de la fábrica.

Esa empresa se llama Unión Carbide. Su presidente en aquél momento era Warren Anderson. Se cursó una orden de arresto contra él pero abandonó su retiro en Florida y, como en el caso de Ben Laden, nadie sabe dónde se esconde. Pero el Gobierno U.S.A. no ha desencadenado una CRUZADA internacional para encontrarle. La negligencia culpable de sus ingenieros y la avidez de rapiña de beneficios por él marcada como política causaron varias veces más víctimas que las sumadas en la Torres de Nueva York y en Pentágono. Pero ni Reagan ni Bush padre ni Clinton ni Bush hijo le buscaron ni le buscan. ¿Por qué esa diferencia?

No caben más que dos respuestas. O bien lo que sucede es que la vida NO es sagrada o bien lo que pasa es que la vida NO es sagrada si es india o afgana. O kurda. O palestina. O de Burkina Fasso. O mapuche. O maya. O de cualquier nacionalidad que no sea la yanqui.

Esta segunda proposición tampoco es cierta. Porque ya hemos visto más arriba que la vida de los yanquis NO es sagrada si se trata de los centenares de condenados a muerte que la esperan en sus prisiones. Y hay que añadir que tampoco lo es la de los 42.000 yanquis que mataron los automóviles el año 1998, por ejemplo.

En mi librito titulado Esos asesinos que impunemente matan cada día a miles de personas: los automóviles, que puede leerse en abierto y bajarse, he mostrado cómo los fabricantes han conseguido convertir en naturales, en tan asumibles como si las causara un terremoto, los cientos de miles de muertes (ya más de UN MILLÓN ANUAL) que los automóviles producen. De forma que todo el mundo asume con tranquilidad que la vida NO es sagrada cuando quien mata es un coche.

La pista para entender cómo esa hipócrita y embustera consigna puede tenerse en pie la escribió Orwell: todos somos iguales pero algunos son más iguales que otros. Lo que pasa es que no todas las vidas pesan o valen lo mismo. Volviendo al caso de Bophal tenemos que el Wall Street Journal hizo al respecto un meritorio esfuerzo por explicar la diferencia de valor entre una vida india y una vida yanqui. Escribió y publicó que "Sabiendo que una vida norteamericana vale aproximadamente 500.000 dólares, y que el PNB de la India no representa más que el 1,7% del de los Estados Unidos, se puede estimar que una vida india sólo vale 8.000 dólares". En línea con el dato escandaloso pero muy conocido y vergonzosamente aceptado como "normal" de que un niño de los países enriquecidos consuma lo mismo que cincuenta niños juntos de los países empobrecidos.

La vida NO es sagrada si quien mata no son "los terroristas" sino el hambre

Por ahí debe ir la explicación de algo que si no resulta racionalmente inexplicable. Me refiero a que, según datos de un organismo de la ONU (la FAO), el 11 de septiembre pasado murieron de hambre en el mundo 35.615 niños, más o menos DIEZ VECES más muertos que los de las Torres de Nueva York y el Pentágono. Y es obvio que ni las televisiones ni los diarios ni el Papa de Roma ni sus Cardenales y Obispos ni los Gobiernos ni los Parlamentos ni los partidos ni los sindicatos ni las ONGs ni prácticamente nadie dedicó a las muertes de esos niños ni la millonésima parte de la atención, lágrimas, lamentaciones, imprecaciones, oraciones, protestas y maldiciones dedicadas a las muertes de las Torres y el Pentágono.

La pista que hemos entrevisto en los párrafos anteriores es buena. La vida de esos 35.615 niños muertos de hambre NO es sagrada y no merece ni lágrimas ni CRUZADAS ni responsos ni Misas solemnes en Catedrales ni nada porque la inmensa mayoría de esos niños eran pobres (africanos, asiáticos, latinoamericanos, de la ex URSS). Vidas de bajo precio. Prescindibles. No sagradas.

Es imposible dejar de mencionar un caso específico que corrobora y amplía lo que acabo de decir. En efecto, hay una categoría de niños cuya muerte por hambre y enfermedad es una prueba irrefutable de que la vida de los niños NO es sagrada para los Estados capitalistas imperialistas del Reino Unido de la Gran Bretaña y de los U.S.A. CUANDO SE TRATA DE NIÑOS IRAQUÍES. Esos dos Estados llevan más de un decenio bombardeando Iraq con desprecio absoluto por el Derecho Internacional. Sus bombardeos contra Iraq han durado ya más de lo que duró la invasión estadounidense de Vietnam. El país está en ruinas y su suelo contaminado por los proyectiles con cabezas de uranio empobrecido. Los resultados de los bombardeos, unidos al bloqueo terrestre y marítimo y a las inicuas e injustificadas sanciones económicas han logrado que un país que antes de 1990 tenía un Producto Nacional Bruto per cápita de más de tres mil dólares esté hoy por debajo de los quinientos convirtiendo a Iraq en uno de los países más pobres del mundo. Datos de la ONU para el año 1999 señalaban que el 60% de la población no tiene ya acceso a agua corriente y que más del 90% de las escuelas necesitan reparaciones importantes. La FAO decía en 1997 que un 27% de los iraquíes sufren malnutrición crónica.

Pero los datos iraquíes se vuelven realmente espantosos cuando se refieren a los niños. La UNICEF informaba en 1997 que en las regiones centro y sur, que concentran el 85% de la población, la mortalidad infantil DUPLICA la del período anterior a 1991. Y de que "4.500 niños de menos de 5 años mueren cada mes de hambre y enfermedades". Uno de cada cinco niños iraquíes muere antes de cumplir seis años.

Otro informe de la UNICEF fechado el 12 de agosto de 1999 estimaba que LOS NIÑOS IRAQUÍES MUERTOS POR EL BLOQUEO SUMABAN MEDIO MILLON. "Una alternativa muy dura", comentó la Secretaria de Estado Madelein Albright en TV en 1996, cuando le preguntaron por su reacción frente a la muerte de medio millón de niños iraquíes, concluyendo: "pero pensamos que el precio vale la pena" (véase en http://www.nodo50.org/noalaguerra/otan13.htm)

¿Tengo que recordar que también para esa señora ¡La vida es sagrada!?

En la misma línea tenemos la evidencia de que no son sagradas las vidas de los ocho millones de afganos que, como comenté en un análisis anterior, ha dicho la directora de Comunicación de la Alta Comisaría de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) que pueden morir de hambre si los bombardeos U.S.A. siguen imposibilitando el transporte de la ayuda internacional en alimentos imprescindibles para paliar la hambruna en el próximo invierno.

La vida NO es sagrada si quien mata no son "los terroristas" sino los capitalistas que provocan mortales accidentes de trabajo con su criminal ahorro de gastos en medidas de seguridad

La ideología (es decir, la falsa conciencia necesaria que los "intelectuales orgánicos" fabrican y las clases dominantes inyectan en las mentes de los dominados para hacer más fácilmente sostenible la explotación de la humanidad) ostenta como uno de sus más acabados logros el hecho de que las masas dominadas acepten que son a la vez verdad la falaz consigna que reza ¡La vida es sagrada! y la inevitabilidad natural de las muertes por accidentes de trabajo. Como si estos fueran tan naturales, tan inevitables, como los terremotos o los huracanes o las erupciones volcánicas.

La ideología dominante, que es siempre la ideología de las clases dominantes, proclama hoy que YA no existe la lucha de clases. Y sin embargo lo cierto es que cada día la lucha de clases produce muertes de obreras o de obreros. Aunque el fenómeno es universal lo contemplaré aquí sólo con los datos del Estado español y de Euskal Herria Sur.

Las obreras y los obreros y las naciones oprimidas del Estado español perdieron la guerra abierta que en 1936 les declaró y les hizo el bloque de clases dominante. Esa era una guerra en la que disparaban con cañones, fusiles y ametralladoras. Pero hoy las obreras y los obreros y las naciones oprimidas del Estado español padecen una guerra continua que los capitalistas españoles les hacen en las fábricas y en los tajos, en las eras y en el mar. Cada mañana, cuando los obreros y empleados, los jornaleros del campo, los pescadores y los campesinos echan a andar hacia su lugar de trabajo, van a la guerra. Una guerra en la que tienen todas las de perder. Una guerra en la que disparan contra ellas y ellos con las máquinas y los andamios. En la que los obuses y las bombas y las balas están substituidos por los tornos y las calles y las cadenas de producción. Y, lo mismo que en la guerra de las balas, cada día hay bajas. Cada día hay muertos, hay heridos, hay mutilados. Las condiciones de trabajo, la "Seguridad e Higiene en el trabajo" en el Estado español, suponen una guerra cotidiana de los empresarios capitalistas contra los trabajadores. La insaciable avidez de beneficios de esos capitalistas les empuja a aumentar como sea el excedente extraído al trabajo de los que explotan. Y para ello necesitan disminuir constantemente los costes de producción y una de sus formas favoritas de hacerlo es gastar cuanto menos dinero mejor en medidas de seguridad e higiene en el trabajo. La frecuencia y gravedad de los accidentes de trabajo en el Estado español constituyen una sangrienta página, una tragedia cotidiana cuyos versos bárbaros se escriben con sangre obrera. Las cifras de muertos y mutilados permanentes son cifras de guerra. Cuando empieza el año a cada grupo de dieciséis trabajadores ocupados del Estado español les reparten papeletas, una a cada uno. Infaliblemente una de cada grupo de 16 papeletas tiene un sangriento premio. Al que le toque, le tocará sufrir un accidente de trabajo. (Al acabar el siglo XX, en la Encuesta de Población Activa del 4º trimestre de 2000 se contabilizaban 14.610.800 trabajadores ocupados en el Estado español y se produjeron 935.359 accidentes laborales con baja en el año 2000 con casi cuatro muertes diarias: 1.133 en el año. A las que hay que sumar un centenar más de las que se registran oficialmente porque alrededor del uno por ciento de los accidentes de trabajo clasificados como graves, unos 10.000 cada año, produce una muerte días o semanas después de ocurrido el accidente y como consecuencia de éste. Sin contar las 758 muertes ocurridas en el trayecto de ida o vuelta del lugar de trabajo).

El Estado español es el país con mayor tasa de siniestralidad de la Unión Europea según la tercera encuesta de la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo. Y el segundo país de la UE, detrás de Portugal, en incidencia de accidentes de trabajo con baja, después de haber eliminado los accidentes no traumáticos (infartos y derrames) y los in itinere (que ocurren yendo y volviendo del trabajo). Y el único país de la Unión Europea donde el riesgo de accidente de trabajo ha crecido en los últimos años. La incidencia de accidentes de trabajo con baja en jornada (sin tener en cuenta los in itinere) se incrementó de 1993 a 1999 en un 5,4 % medio anual.

Aún más. La avidez de beneficios de los capitalistas se ha agravado en los últimos años utilizando para satisfacerla el aumento brutal de la precariedad en el trabajo mediante el crecimiento de la contratación temporal (son 3,6 millones los contratados temporalmente en el Estado español y casi un millón a tiempo parcial). Pero sucede que el riesgo de tener un accidente de trabajo mortal ha sido a lo largo de la toda la década de los noventa en el Estado español dos veces y media superior entre los trabajadores con contrato temporal respecto a los de contrato indefinido. Entre los trabajadores con menos de tres años de antigüedad la incidencia de accidentes de trabajo con baja en jornada fue más del doble respecto a los que tenían una antigüedad mayor de tres años.

En Euskal Herria Sur entre enero y agosto de este año 2001 se han sumado ya casi 50.000 accidentes de trabajo con baja laboral, 206 accidentes diarios. Y son ya 82 muertos en accidentes laborales los que sumamos en lo que va transcurrido del 2001.

¿Se entiende cómo la vida NO es sagrada si quien mata no son "los terroristas" sino los capitalistas que provocan mortales accidentes de trabajo con su criminal ahorro de gastos en medidas de seguridad?

La vida NO es sagrada si quienes matan no son "los terroristas" sino los varones que matan a SUS mujeres porque se enfadan con ellas

Es imprescindible añadir ahora un último y definitivo ejemplo sobre lo que vengo explicando. El de la intolerable coincidencia de la proclamación de la consigna ¡la vida es sagrada! con la indiferente aceptación de la impune y cotidiana tortura y matanza patriarcal de mujeres en el mundo.

Todo el mundo se alarma cuando se le dice que una epidemia afecta al 20%, a una quinta parte de un segmento de la población de un país. Como por ejemplo hice yo en este análisis al hablar del 25% de adultos infectados por el virus del SIDA en Sudáfrica. Ahora bien, la infamia del patriarcado agravada por el capitalismo revela su crudo horror en el hecho de que los varones del planeta Tierra se quedan tan tranquilos cuando se les dice que hay una epidemia mundial que afecta al 20% de las mujeres. Una epidemia. Una plaga cuyos agentes mortales son ellos mismos: los varones que maltratan y torturan a sus mujeres. Una plaga que dura ya alrededor de una docena de miles de años (cuando se produjo la primera derrota histórica de la humanidad: la apropiación privada de las mujeres) y que sigue sin recibir tratamiento.

No quiero dejar de empezar recordando que la Iglesia Católica Apostólica y Romana ostenta un excepcionalmente triste historial de fomento de la violencia contra las mujeres. Baste recordar que la quema de brujas fue ordenada por el papa Gregorio IX. Y que comenzó en Tolouse en 1275 llegando hasta Posen en 1793 con un récord total de alrededor de 80.000 mujeres así abrasadas por las llamas.

El pasado 6 de marzo de 2001 Amnistía Internacional difundió en Lausana (Suiza) el informe Cuerpos rotos, mentes destrozadas, cuyo dato clave es que al menos 2 de cada 10 mujeres en el mundo han sufrido malos tratos físicos o agresiones sexuales. El informe se basó en estadísticas del Banco Mundial, completadas con otros estudios que contabilizaban por ejemplo que en Estados Unidos cada 15 segundos una mujer sufre malos tratos o que en la India suben a ser más del 40% de las mujeres casadas las que dicen haber sufrido golpes o abusos sexuales por parte de sus compañeros o maridos. El 21 de noviembre de 2000 la Comisaria de Empleo y Asuntos Sociales de la Unión Europea usó datos del Eurobarómetro para denunciar que en la "civilizada" y "democrática " Unión Europea una de cada cinco mujeres ha sufrido malos tratos de su marido o compañero al menos una vez en la vida.

Amnistía Internacional afirmaba en su Informe que "la tortura está arraigada en una cultura que en todas partes niega a las mujeres la igualdad de derechos y trata de legitimar la violencia que se ejerce sobre ellas".

Que nadie invoque que se trata de tradiciones o de costumbres. Porque se trata de una salvajada amparada por el Derecho, por las legislaciones establecidas por los varones que legitiman la sumisión de la mujer y concretan los castigos aplicables en caso de rebeldía o desobediencia. Tan cerca en el tiempo como en 1869, cuando John Stuart Mill escribió La sujeción de las mujeres, la ley aplicada en nombre de Su Majestad Británica autorizaba a golpear a las mujeres con un palo, siempre y cuando el palo no fuera más grueso que un pulgar. ¡Y esa ley suponía un avance, una mejora porque antes de ella los golpes se podían aplicar con lo que el varón quisiera!. Y ahora, ya en el siglo XXI, cuatro millones de mujeres jóvenes y niñas son cada año objeto de compra y venta para ser prostituidas, esclavizadas y obligadas a contraer matrimonio forzoso en todo el mundo, según datos que acaba de facilitar el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF),

Violencia contra las mujeres en el mundo y en Europa. Por supuesto también en el Estado español. Y reconocida como un hecho por los súbditos de ese Estado. En la encuesta del estudio nº 2.411 del Centro de Investigaciones Sociológicas (BARÓMETRO DE MARZO 2001) se preguntó así: "¿cree Ud. que la violencia doméstica hacia las mujeres está muy extendida, bastante, poco o nada extendida en nuestro país?" Nueve de cada diez (88%) dijeron que mucho (38%) o bastante (50%). No llegaron al uno por ciento (0,5%) los que dijeron que nada. Y Una encuesta del Instituto de la Mujer estableció en 1999 que, sobre un total de 15.028.000 mujeres españolas, 1.865.000 eran consideradas técnicamente como maltratadas y otras 640.000 se autodefinían como tales. En total sumaban el 17% de las mujeres españolas mayores de 18 años.

La intolerable tortura cotidiana de los golpes de los varones a SUS mujeres desemboca con una intolerable frecuencia en el asesinato. En el caso del Estado español en 1998 fueron 35 las mujeres asesinadas por sus maridos, compañeros o ex maridos o ex compañeros. En 1999, 42. En el año 2000, 44. El 26 de septiembre de 2001 ya sumaban 41 dentro del año.

¿Alguien ha visto al presidente del Gobierno de España o al presidente Ibarretxe convocar cinco o quince minutos de silencio o una manifestación para protestar por estos asesinatos de mujeres?

La vida NO es sagrada si quienes matan no son "los terroristas" sino los varones que matan a SUS mujeres porque se enfadan con ellas.

Creo que las páginas que llevo ya aquí acumuladas habrán dejado a quien me lee suficientemente persuadido de hasta qué punto es una grosera mofa, una burda befa, una burla infame, esa obscena e hipócrita consigna ¡La vida es sagrada!. Esa consigna, ese eslogan que constituye la columna vertebral de la argumentación que pretende dar cobertura a la creciente fascistización del imperialismo euroestadounidense. Por eso le he dedicado tanta atención y espacio. Paso ahora a reseñar otra importante línea de falsificación de la realidad (la referida a las relaciones U.S.A-mundo islámico) con la que también se trata de encubrir aquella fascistización.

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