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Pensamiento :: 22/07/2015

La bestia que mata, el afán de posesión.

Fermin Gongeta
El mundo está regido por una avaricia contagiosa de una minoría atracadora y cuatrera, mentirosa y sin escrúpulos. Y junto a ella, una enorme minoría desnuda.

Eso es enriquecerse a base de aumentar la miseria de los más pobres, de los totalmente desheredados.

Nací y crecí sin pizca de malicia hacia los demás. Ha sido con el paso del tiempo, viendo y analizando los acontecimientos sociales y políticos, que se producen en mi entorno, como me he ido haciendo más crítico, sobre todo con los actos más perversos de la sociedad, de ciertas personas con y en el poder.


El tema de cómo destruyen el mundo, robándolo primero y vendiéndolo luego al mejor postor, se entrecruzó en mi pensamiento al enterarme de lo sucedido en un pueblecito de una provincia del reino español. No sé si es el que anuncian tan pomposa como impúdicamente con esta sencillez: “pueblo abandonado en venta, 75 casas y anexos. Burgos 525.000 Euros” El caso es que había un señor, nacido en un pueblecito de no más de 13 vecinos en la actualidad. Estudió arquitectura, y se instaló en la capital del reino. No se puede decir de él que fuera acaudalado, en el sentido actual del término. Pero al señor arquitecto se le fue a casar una de las hijas, y quiso celebrarlo a bombo y platillo. Para hacerlo con la dignidad que él mismo se exigía, no se le ocurrió otra cosa que comprar el pueblo de al lado, situado a no más de 30 kilómetros del suyo, y adornarlo para el acontecimiento con el máximo esplendor, lujo y ostentación.

…Ahora quiere venderlo, intentando recuperar gastos. Dicen que dice que le falta liquidez.

Fue a partir de ahí, cuando miré en internet, y encontré una página: aldeasabandonadas.com y también: sacapartido.com.
Anuncian la venta de posesiones, de aldeas, casas rurales, pazos, casas señoriales, y más. Como ejemplo, tienen en venta, 36 aldeas en Galicia; 6 en Asturias; 17 en Cataluña, y unas 24 en otras partes del reino. Incluyendo una aldea en Navarra, a 19 km de Iruña.
Concluyo, al leerlo, que cualquier parte del mundo, por pequeño que sea el rincón, puede estar regido por la avaricia contagiosa de una minoría insaciable y ladrona; mentirosa y sin escrúpulos. Y, junto a esa minoría, una gran masa de parados, callados, desarmados, desnudos y carcomidos por el miedo.

Eso en el reino de España, es como una gota de agua en la perversidad del infinito universo.

Y fue en aquellas mismas fechas, cuando leí en las páginas de Geopolis: “La compra masiva de tierras cultivables, por parte de ciertos países e inversores privados, en el interior de las zonas más pobres del planeta, presenta una amenaza, tanto para el desarrollo económico como para la seguridad alimenticia de las zonas afectadas, sobre todo en Asia y África” -Jean Serjanian.

“Numerosos observadores consideran que estas compras equivalen a una forma moderna de colonialismo. Chinos, indios, coreanos del sur, y las economías petrolíferas del Golfo, buscan tierras cultivables en el extranjero para responder a sus crecientes necesidades de producción alimenticia” Entendí que a los más poderosos les interesaban más esas tierras en su propio beneficio, y que arrancaban a los más pobres sus diminutos huertos para alimentar a sus esclavos nativos. Arrasando así a propios y extraños.

Entre el 2.000 y el 2.010, se compraron en África más de 56 millones de hectáreas cultivables. En su mayor parte con productos destinados a la exportación. Empresas inversoras como INDE, en Etiopía; la china ZIE en el Congo; y la coreana DAEWOO en Madagascar.

La oleada de compras continúa, mientras que el continente africano necesita triplicar su producción de alimentos en los próximos años, únicamente para satisfacer las más elementales necesidades de su población.

Este entusiasmo por las tierras agrícolas africanas, lo tratan de explicar los inversores tan descarada como falsamente, inculpándolo al alza del precio del petróleo en el 2.007 y a las sequias en Europa del este, causantes, según ellos de la crisis alimentaria mundial del 2007 y 2008.

Lo que intentan es que nos olvidemos del funesto efecto combinado de, a) sus especulaciones con los productos alimenticios, incrementando el hambre en el mundo; b) el acaparamiento de tierras, para el cultivo de agro-carburantes; c) la provocada crisis financiera por la liberalización y la globalización de lo que, los, infinita y fraudulentamente ricos, llaman globalización de la economía. Y por fin, la base vergonzosamente legal de todo ello, como es el apoyo incondicional de la Banca Mundial, y del Fondo Monetario Internacional, que justifican y potencian toda invasión y robo a gran escala.

Las empresas invasoras siguen al pie de la letra la frase de Milton Friedman, según la cual, las empresas contribuyen más eficazmente a la sociedad, generando empleos y riqueza y aumentando sus beneficios.

La justicia social, el equilibrio económico, la lucha contra el desempleo, el cumplimiento de los derechos más elementales de las personas, no es que hayan desaparecido, sino que ellos, los poderosos, los han destruido. Son ellos una minoría, pero nos tienen aterrorizados a la mayoría silenciosa.

Y tras las tierras cultivables, los nuevos descubrimientos, la utilización y abuso de lo que han dado en llamar tierras raras… el coltan, el tántalo… productos especiales por su capacidad anticorrosiva, materiales estratégicos que se emplean para la fabricación de todos los novísimos productos, sean telefónicos, de difusión de hondas magnéticas, de placas de televisión y de un largo et cétera. Y entre ellos, también el tántalo, que en aleación con el níquel y el cobalto, es utilizado sobre todo en la fabricación de reactores en aviación.
Si hablamos de precios, se trata de productos adquiridos por las empresas a 50 dólares en los lugares de extracción y vendidos luego a 50.000 dólares el kilo.

No es de extrañar que sea el coltan, esa “tierra rara” que se encuentre en el centro de la guerra de la República democrática del Congo.

El mundo está regido por una avaricia contagiosa de una minoría atracadora y cuatrera, mentirosa y sin escrúpulos. Y junto a ella, una enorme minoría desnuda. Con miedo, bien pensante y desarmada, silenciosa y claudicante.

Todos nos maravillamos un día, viendo como las empresas fabricaban…los parques eólicos, esos molinos de viento que dicen producir la electricidad definitiva, la del futuro. ¡Se desarrollaban por fin las tecnologías “verdes”! Lo que no sabíamos era que esos parques de energía eólica, se basan en la utilización de las tierras raras, en especial del NEODYNE, el mismo producto necesario para los alternadores de imanes permanentes, coches eléctricos; condensadores cerámicos, y reactores nucleares.

Es así cómo, con el desarrollo de la energía eólica, la demanda de uno de esos materiales, el neodyne, consiguió el año 2014 la cifra de 8.000 toneladas, únicamente para estos molinos.


Cabe destacar que China es el primer productor mundial de este producto, seguida de los EEUU, y de la India.
Pero ¿y las consecuencias para el medio ambiente y el entorno productivo? La vida de los trabajadores y el escenario productivo, me recuerdan los problemas desastrosos e inhumanos de la técnica productiva del fracking.

La extracción y el refino de las “tierras raras” llevan consigo la emisión de numerosos elementos tóxicos, como metales pesados, ácido sulfúrico, y elementos radioactivos tales como el uranio y el torium.

Que es preciso inyectar 7 u 8 toneladas de sulfato de amonio en el suelo, para extraer una tonelada de óxido. Que estos líquidos tóxicos van a permanecer durante mucho tiempo en el subsuelo; y las consecuencias son desastrosas en el momento en que estas substancias contaminan las aguas subterráneas.

Que la radioactividad, medida en las ciudades de Mongolia Interior, como ejemplo, es 32 veces superior a la normal, teniendo en cuenta que la de Chernóbil era 14 veces superior. De la misma manera que la mortalidad por cáncer representa el 70% de la mortalidad total.


…Y pensar ¡que ese tipo de insaciabilidad económica, puede empezar por la compra de un pueblo vacío para celebrar la boda de un hijo!

Fermin Gongeta

 

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