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Europa :: 10/09/2014

La OTAN amenaza la paz, no la mantiene

Seumas Milne
La OTAN sentó las bases para la guerra de Ucrania, y ahora que Rusia ha triunfado, planifican una fuerza de reacción rápida que se desplegaría en Europa oriental

Por lo que respecta a los señores de la guerra de Occidente, este fue un buen momento para estar en Gales. Una alianza militar que lleva debatiéndose durante años para poder explicar por qué sigue existiendo llevó una agenda bien cargada para su reunión de Newport. Puede que la OTAN no esté en el centro de los planes de Barack Obama y David Cameron para redoblar la intervención de Oriente Medio y liquidar la “existencia” del llamado Estado islámico. Pero después de 13 años de sangrienta ocupación de Afganistán y una calamitosa intervención en Libia, la alianza occidental se ha hecho con un enemigo que por fin parece ajustarse a lo esperado. Moviéndose hoy aquí y allá por la antigua república soviética de Estonia, el presidente norteamericano declaró que la OTAN estaba lista para defender Europa de la “agresión rusa”.

El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen – que insistía como primer ministro en 2003 en que "Irak dispone de armas de destrucción masiva …lo sabemos" – ha distribuido imágenes por satélite para demostrar que Rusia ha invadido Ucrania. Para no ser menos, el primer ministro británico ha comparado a Vladimir Putin con Hitler.

La cumbre estuvo planificando una fuerza de reacción rápida que se desplegaría en Europa oriental para disuadir a Moscú. Gran Bretaña envia tropas a Ucrania de maniobras. En Washington, los halcones del Congreso abuchean el apaciguamiento y exigen acción para dotar a Ucrania de "una fuerza de combate más capacitada para resistir" a Rusia.

Cualquier esperanza de que las declaraciones del presidente de Ucrania sobre un acuerdo de alto el fuego pudieran señalar el final del conflicto se vinieron abajo cuando su primer ministro, Arseny Yatseniuk – un favorito de los norteamericanos en Kiev – describió a Rusia como "Estado terrorista" y, animado por Rasmussen, exigió que se permitiera a Ucrania ingresar en la OTAN. [Manotazos de ahogado para no reconocer públicamente el triunfo de Rusia en el conflicto ucraniano, al conseguir un acuerdo que favorece a los separatistas, y además justo en medio de la reunión de la OTAN]. Fue precisamente la amenaza de que Ucrania se viera atraída a una alianza militar hostil a Rusia, pese a la oposición de la mayoría de los ucranianos y de su gobierno electo de entonces, lo que, para empezar, desencadenó esta crisis. En lugar de mantener la paz, la OTAN ha sido la causa del recrudecimiento de las tensiones y la guerra.

Que es lo que ha sido desde que se fundó la OTAN en 1949, en el culmen de la Guerra Fría, seis años antes del Pacto de Varsovia, supuestamente como tratado defensivo contra una amenaza soviética. Se afirma a menudo que la Alianza mantuvo durante 40 años la paz en Europa, cuando no hay de hecho la menor evidencia de que la Unión Soviética haya tenido intención de atacar alguna vez.

Tras el derrumbe de la URSS, el Pacto de Varsovia se disolvió debidamente. Pero la OTAN, no, pese haber perdido ostensiblemente su razón de existir. Si su objetivo hubiera sido la paz, podría haberse convertido en un instrumento de seguridad colectiva que incluyera a Rusia.

Por el contrario, se dotó de un nuevo mandato "fuera de área" para librar guerras unilaterales, de Yugoslavia a Afganistán y Libia, como vanguardia de un nuevo orden mundial dominado por EEUU. En Europa, sentó las bases para la guerra de Ucrania al romper el compromiso norteamericano con Moscú y extenderse inexorablemente hacia el Este: primero a los países del antiguo Pacto de Varsovia, luego incluso hasta la antigua Unión Soviética.

Pero el "premio gordo", como dijo el año pasado el director del Fondo Nacional para la Democracia, financiado por EEUU, era una Ucrania dividida étnicamente. Después de que EEUU cerraran con Ucrania un acuerdo de asociación con vínculos militares que excluía tratos con Rusia– y de que el presidente de Ucrania, corrupto pero electo, que se negó a firmarlo, fuese derrocado en un golpe, aunque sea con otro nombre, respaldado por EEUU – no resulta muy paranoide que Rusia se tomase el asalto del poder como una amenaza a sus intereses centrales.

Seis meses después, la resistencia del Este de Ucrania -respaldada por Moscú- a los nacionalistas -apoyados por la OTAN- se ha convertido en guerra a gran escala. Se cuentan miles de muertos y se han multiplicado las violaciones de derechos humanos, conforme las tropas gubernamentales y sus auxiliares paramilitares bombardean zonas civiles, secuestran, detienen y torturan a sospechosos de separatismo a escala masiva.

Las fuerzas ucranianas respaldadas por gobiernos occidentales incluyen grupos como el batallón neonazi Azov, cuyo símbolo es el emblema de las tropas nazis de asalto durante la guerra mundial. El régimen de Kiev, cada vez más represivo, trata ahora de prohibir el partido comunista ucraniano, que consiguió el 13% de los votos en las últimas elecciones parlamentarias.

Pero al cabo, la OTAN, entre cuyos miembros ha habido en el pasado gobiernos fascistas, nunca ha sido muy quisquillosa en materia de democracia. No hay evidencia de sus afirmaciones de que tropas rusas han invadido Ucrania oriental. Los suministros de armas y las intervenciones encubiertas en apoyo de los rebeldes del Donbás – incluyendo fuerzas especiales y paramilitares – ya son otra cuestión.

Pero eso es exactamente lo que potencias de la OTAN tales como EEUU, Gran Bretaña y Francia se han ocupado de hacer por todo el mundo durante años, de Nicaragua a Siria y Somalia. La idea de que Rusia ha inventado una nueva forma de "guerra híbrida" en Ucrania es estrafalaria.

Eso no significa decir que la guerra por delegación entre la OTAN y Rusia en Ucrania no sea un asunto feo y peligroso. Pero no es necesario tenerle simpatía alguna al autoritarismo oligárquico de Putin para reconocer que la OTAN y la UE, y no Rusia, han desatado la crisis, y que son los poderes occidentales los que se resisten al acuerdo negociado que representa la única salida.

Ese acuerdo tendrá que incluir autonomía federal, igualdad de derechos para las minorías y neutralidad militar como mínimo: en otras palabras, nada de OTAN. Ahora que el derramamiento de sangre y el centro de gravedad política de Kiev se está desplazando a la derecha conforme implosiona la economía ucraniana, sólo sus patrocinadores occidentales pueden conseguir que se asiente. La alternativa, después de Crimea, es la escalada y la desintegración.

A la OTAN le gusta verse como si fuera la comunidad internacional. En realidad, se trata de un club militar intervencionista y expansionista de estados del mundo rico y de sus satélites que se utiliza para dar curso a los intereses estratégicos y económicos occidentales. Tal como demuestra Ucrania, lejos de mantener la paz, la OTAN supone una amenaza para la misma.

The Guardian. Traducción para sinpermiso.info: Lucas Antón. Extractado por La Haine

 

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