Despierta poco a poco la voz dormida

Tres mujeres. Tres visiones de nuestro mundo oculto y silenciado. Tres visiones y tres momentos. Tres voces de memoria, lucha y esperanza. Tres compañeras: Pilar Díaz, Mirta Núñez y Rosario Dinamitera.

El 28 de marzo de 2007 se cumplían 65 años de la muerte de Miguel Hernández. Ese mismo día Rosario Dinamitera salía en libertad tras tres años de cárcel, después de haber estado condenada a muerte durante tres meses.

Cuando decidimos convocar para este día no sabíamos que esta fecha estaría tan llena de significado, tan cargada de pérdida y de esperanza a la vez. Tampoco sabíamos que más de cuarenta personas iban a abarrotar el pequeño local de Corriente Roja.

Comenzó el acto con la presentación de las ponentes por parte de Nines Maestro quien, en representación de Mujeres Rojas, explicó la importancia de actos como este, a medio camino entre el 8 de marzo y el 14 de abril, para la recuperación de las luchas de las mujeres, de las milicianas, republicanas y antifascistas.

Pilar Díaz, historiadora, llevó a cabo un repaso histórico a la situación de las mujeres desde finales del siglo XIX, analizando brevemente la evolución en sus derechos hasta 1931, la lenta y tímida entrada de las mujeres en el ámbito delo público . Nos habló de los cuándos, los dóndes y los porqués de los grandes logros formales de las mujeres en la República: derechos laborales (reconocimiento del derecho al trabajo y la labor productiva de las mujeres), derecho a la educación (alfabetización y educación pública laica y mixta) y derecho al voto (en 1933, y tras muchas polémicas tanto en las derechas como en las izquierdas). Pilar ha estudiado en profundidad la figura de Clara Campoamor, que dedicó su vida a luchar por el voto de las mujeres y a defender que la libertad se aprende ejerciéndola.

La intervención de Mirta Núñez, también historiadora, se centró en el análisis de los diferentes métodos de asesinato, humillación, exilio y represión de la resistencia utilizados por el franquismo durante la guerra civil y los diez primeros años de posguerra. Si el proceso de "apertura" de la dictadura, iniciado a partir de 1949 de la mano de Estados Unidos (a cambio de las bases militares) y de la misma Europa "democrática" (que había abandonado a la República 13 años antes), supuso una relativísima relajación de la represión, fue sólo gracias a la eficacia de los métodos de anulación y aplastamiento llevados a cabo en la etapa precedente. La represión sólo es imprescindible cuando algo o alguien amenaza el poder establecido, y el pueblo español, exhausto y aterrorizado, no suponía en 1950 ninguna amenaza seria para los golpistas vencedores. Habría que esperar aún diez años más hasta que se reorganizaran las resistencias en la clandestinidad. Por último, la aniquilación física y/o psicológica de toda una generación de luchadoras y luchadores se sentenció mediante la "transacción" a la democracia, mediante la venta por capítulos de todo un país y de su memoria a partir de los años 60, la antesala de los "Pactos de la Moncloa".

La rebeldía de dos investigadoras dio paso a una figura de la lucha vivida durante 88 años: Rosario Dinamitera. A través de sus palabras, del relato de su vida, descubrimos la valentía de esta mujer, Chacha la llamaban, que luchó entre hombres y que se hizo un hueco en la historia de este país a través de fusil y su dinamita. Cuando en 1936 un explosivo que manejaba le quita su mano, no dudó en volver al frente tan pronto como se recuperó, ascendió a Sargento y continuó desde ese momento su lucha incansable. A través de sus palabras imaginamos a Miguel Hernández, Vicente Aleixandre, Pablo de la Torrente Brau, El Campesino, Dolores Ibarruri, y tantas otras personas a las que conoció y con las que combatió, de una forma u otra, codo con codo.

Cuando, para cerrar el acto, Nines Maestro propuso leer el poema de Miguel Hernández titulado "Rosario Dinamitera", la propia Rosario no dudó en agarrar el papel con decisión y leerlo ella misma. La energía de su voz leyendo aquellas palabras, conocidas prácticamente de memoria, nos dejó sin aliento. Quería leer su poema, su legado. Su fuerza, y con ella, la de tantas mujeres silenciadas, olvidadas, borradas.

* Elisa Nieto es militante de Corriente Roja y Mujeres Rojas