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Estado español :: 16/09/2016

Gobernabilidad si. Pero, ¿Para Que?

CAES
Los problemas del pueblo sólo se pueden resolver con el gobierno del pueblo

La mayoría de los electores no quiere otras elecciones en diciembre, pero tampoco que gobiernen los bancos, emigren los jóvenes y se desahucie a las familias por no pagar la hipoteca. No acabó la crisis de 2007 y, con 3 millones de pisos vacíos, está en marcha otra burbuja inmobiliaria. De los 51.000 millones de euros entregados a la banca, el Estado sólo ha recuperado el 5%. La puerta giratoria de banquero a ministro y de ministro a banquero, sigue igual. La ficción de que es posible hacer políticas sociales en una economía de mercado global sólo se la creen quienes, a la caza de votos, prometen lo imposible.

Con el corsé del euro y sus Tratados monetaristas no es posible una economía nacional al servicio de los ciudadanos. Con el libre comercio de bienes y servicios, no hay garantía para los derechos humanos. Con la injusticia armada de las relaciones internacionales, no es posible la paz. 15 años después de la caída de las Torres Gemelas y 12 años y medio después de los atentados en los trenes de cercanías de Madrid, la injusticia, la desigualdad y la violencia se abaten sobre gran parte de la humanidad. Millones de desheredados toman las armas porque las instituciones internacionales no buscan una paz basada en la dignidad y la justicia para tod@s, sino mantener un statu quo de dominio sobre l@s más débiles, intercambio desigual y represión de la desobediencia.

La quintaesencia de la democracia no son las urnas. El voto sin igualdad, separación de poderes, pluralismo político e imperio de la ley, contiene más totalitarismo que democracia.

El evidente avance electoral de las candidaturas anticapitalistas y republicanas no presupone el sorpasso automático, de elección en elección, sobre la izquierda capitalista. Los políticos procedentes de los movimientos sociales se deben a las aspiraciones de sus 5 millones de votantes y –hasta ahora- no ceden a las presiones del complejo político, económico y mediático. Una parte de l@s elector@s toma nota de las fuerzas que no colaboran con la gobernabilidad capitalista y españolista, y valora la integridad y el coraje de quienes no venden su alma al diablo.

La ruta para la democracia y la igualdad no depende de la cooperación en un sistema parlamentario fragmentado sino de dos factores: 1) una participación ciudadana que consiga más cooperación entre las causas populares (empleo y vivienda dignos, fin de la corrupción, República, economía social, autodeterminación y derecho a decidir de las mujeres y los pueblos) superando sus limitaciones, corporativismos y sectarismos y 2) más fragmentación de los partidos del régimen.

Los problemas del pueblo sólo se pueden resolver con el gobierno del pueblo. Pero muchos millones de personas votan a partidos fanáticos de la competitividad, la globalización, la libertad de mercado y el individualismo. Sin una profunda ruptura de millones de votantes con estos partidos, no hay cambio que valga. Por eso, la izquierda emergente no puede avanzar sin una ruptura mayor y más profunda con las políticas productoras de consumismo, machismo, contaminación, desigualdad, exclusión desamparo y guerras. Ningún gobierno democrático podrá avanzar sin el retroceso simétrico del enemigo. Eso exige voluntad, experiencia, organización, grandes movilizaciones y tiempo. Los atajos electoralistas y las políticas de diseño solo pueden traer un nuevo desencanto.

Agustín Morán, sep 16

 

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