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Estado español, Estado español :: 04/08/2017

¡Los dioses ya se han muerto y el hombre no está sólo!

Maité Campillo
En la historia contemporánea no hay lugar para los espectadores

 “En la historia contemporánea no hay lugar para los espectadores: en el teatro del mundo, hoy los coros se integran a la acción trágica para vencer al destino. Los dioses ya se han muerto y el hombre no está sólo”(Atahualpa del Cioppo, escritor uruguayo, poeta y director teatral obligado a exiliarse en la década del 70 por la dictadura militar)

Pero Mauricio Rosencof (dramaturgo uruguayo) “Nunca fue un espectador de su tiempo” -dijo de él Jorge Castro Vega- en un prólogo de algunas de sus obras de teatro; cierto, fue un detonador de relieve indiscutiblemente… protagonista comprometido, testigo lúcido, un luchador que comprendió que no siempre nos es dado elegir la trinchera. Y, sí, hubo un tiempo fabuloso dentro de él, lo sacó a flote y pudimos disfrutarlo, compartirlo, comprobar que no fue posible distinguir en sus actos a paso decidido, al ciertamente grandioso dramaturgo del abnegado y fervoroso militante. Militancia política y obra caminaron paso a paso a la par unidas entre sus plantas todo tipo de terreno y en su mente enarboladas, campo a través con todos sus tropiezos, sobresaltos y sobre el asfalto infecto de terror represivo.

Centro de acción y creación desencadenada fue expandiéndose por el mundo. Elenco de guerrilla y escena, dirigente, rehén de la dictadura de 1972 al 1985. Denuncia y ejemplo, de lucha, forjaron su gran obra. Rosencof fue durante ese tiempo (además de lucha) un exponente de teatro de futuro saliendo de las catacumbas a la vida levitando, cantando, peleando, cuadrito a cuadrito marcado sobre cemento, tierra, baldosa, torre imaginaria o escalera saliendo como pajarito torturado viviendo en cada compañero. Soltaba plumitas, pétalos entre rejas, portones o bajo una chapa de cinc en tierra como rehén. Recreaba ante el atorrante sol su “cresta” entre sombreros de paja frescos, por donde la fantasía al antojo viajaba a sus anchas entre campos, calles, cines y cafés con aroma a tango de Gardel; antes de que la democracia abotargara la dinámica creación.

Abría paraguas rojos al viento, transformándolos en pétalos de flores, entre el ronroneo de la alpargata en calabozo con él, despuntando juntos una escapadita a la vida de los hermanos nudillo a nudillo golpeando entonaciones declamatorias, sonido repercutiendo mensajes, comunicando, peleando como fuera, trasmitiendo a los que esperaron su salida la supervivencia, más de una década entre protestas de denuncia.

Su obra una de las más representativas en crudeza y optimismo, creativo luchador y uno entre los mejores dramaturgos de toda América Latina y entre la literatura universal. Supo jugar a las escondidas y eligió frente a la sumisión la lucha directa, pagó por ello. También ganó, una liberación confortable que le asentó socialmente en el punto de mira, de una cultura lejos de la alternativa que venía ejerciendo. Reconocido como tantos otros ex-Tupamaros, entra a formar parte de la política de poder dentro del Frente Amplio. Lo que les permite indudablemente una vida más vinculada a la figura que a la acción de riesgo, entre un presente y futuro nada arrollador en triunfos y vías hacia otro mundo, donde la mendicidad no sea base de sus vidas, ni la emigración por imposición, ni la economía e independencia nacional en manos del imperio bajo cerradura CIA.

Ha ejercido como periodista, actor, creador de adaptaciones y textos propios para televisión. Desde muy joven ejercita la carrera de periodismo en el diario El Popular a la vez que escribe en varias revistas y periódicos. Pero desde el principio se destaca sobre todo como escritor y dramaturgo. Comienza como actor, y en breve formará parte de la Institución Teatral El Galpón. Rápido vendría la dramaturgia arrolladora donde empezó a destacar como una de las voces más importantes del continente. Hizo su primer estreno en 1960 con la obra El Gran Tuleque -precursor de El regreso del Gran Tuleque, farsa expresionista, que rescatando una de las más autenticas tradiciones populares, halla su tema de forma audaz en la vida de un murguista, con música de Jaime Roos- dirigida por Ugo Ulive, en el Festival de Teatro Rioplatense. Friso entrañable sobre la clase social más marginada, recupera un aspecto importatísimo de la cultura uruguaya; desataría feroces polémicas. Particular visión del militante tupamaro que supo proyectar internacionalmente y de la mano, su gran obra literaria y lucha contra la dictadura. Desde su inicio fue fundiendo en ambas un naturismo a ultranza con un simbolismo poético y surrealista que alcanzará su máxima expresión en` El Bataraz.

Un año más tarde el joven dramaturgo pondría en escena Las ranas en Teatro del Pueblo. Escribió de su primera obra escrita y segunda en representarse, el poeta Mario Benedetti: “con su oportuna y medida dosis de realismo, con su tenaz resistencia a concederse facilidades frente a la tentación ramplona del tema ‘cantegriles’, es, sin duda, una de las obras nacionales más equilibradas en lo dramático que se hayan representado estos últimos años en la escena montevideana” (Sobre la misma obra argumenta Natividad G. Freyre) “Montevideo es la versión nacional de un problema continental: la vida miserable y amoral de las comunidades que se forman en las afueras de América Latina. ‘El cantegril’ no es un problema único y aislado de Uruguay. Se repite en la favela brasileña, la callampa chilena o los barrios de indigentes puertorriqueños y de la Cuba de antaño. He aquí la resonancia americanista de ‘Montevideo’, la legitimidad dramática de su caso”.

Mauricio Rosencof , el agudo dramaturgo observador y reformulador de realidades, seguirá empeñado en obras mayores. Habría camino y no solo campo a través en el Frente de Liberación Nacional-Tupamaros. Autor de toda una antología de poemas, novelas, cartas, artículos, obras de teatro incursionando la crónica periodística a través d` La Rebelión de los Cañeros; la poesía, en Conversaciones con la alpargata; el testimonio, por vía de las Memorias de calabozo; la novela, a través de Vincha brava y Pobre gallo Bataraz -precursor de El Bataraz; el ensayo, en la recopilación Vida de perro y Literatura carcelaria; los cuentos, en Leyenda del Abuelo de la Tarde y Crónicas del Tuleque; guión cinematográfico, en Los sueños de Isabel; primera incursión de teatro para niños, en La calesita rebelde y un largo etcétera en gama de recursos, colorido, fantasía, realismo, dominio de la expresión coloquial, refranes y dichos populares sustentan mágicamente sus obras, tanto como sus acotaciones escenográficas habitan puestas en escena renovadoras. Universo dramático poblado de símbolos. Creatividad torrencial ejercida en algunos momentos en condiciones infrahumanas. De un valor histórico universal sin parangón. Política y creación artística avanzan en lucha, actitudes de conciencia que jugaron roles fundamentales e insoslayables en su obra.

Como rehén de la dictadura en condiciones harto lamentables sería difícil puntuar fechas de creación, habría que tener en cuenta las de publicación, del gran testimonio de teatro-carcelario de Rosencof, con gran proyección internacional: El Combate del establo y El saco de Antonio, en 1985, año en que fue liberado; El hijo que espera, en 1986; Y Nuestros Caballos serán blancos, en 1988. El Bataraz, entra en imprenta en 1991. Teatro-carcelario o Memorias de calabozo, donde los presos luchan contra la realidad que les oprime, dicotomía adentro-afuera como recinto escenógrafo, lo que incide arrolladoramente en la psicología de los personajes y resultado final detonando características comunes. Inventa un interlocutor, la alpargata, su alpargata, algo que efectivamente forma parte de su ámbito forzoso, a veces la transforma en animal, “es como una gata tibia y silenciosa mi alpargata”. Y el objeto inanimado como acontece a veces en el Cortázar d` Salvo el crepúsculo, cobra vida, pregunta, responde, comenta el clausurado acaecer. Ello ocurre porque ‘la alpargata’ si bien a veces es apenas un seudónimo, casi un alias del prójimo, en otras puede ser también una prolongación del cautivo, alguien que expresa, bajo perpetua vigilancia, sus deseos y nostalgias: Se acurruca en los rincones las pupilas perdidas -¿Qué pensás?, digo, en la calle, dice. El silencio de la noche otoñal destilaba una lenta gurúa. Entonces floreció -como una fantástica amiba- la cúpula brillante de tu paraguas rojo. El gato se refugia inquieto tras una lata. Se aplasta contra el piso, tenso. Es casi, casi, una alpargata.

Mundo de símbolos, la gata, en la alpargata; la vaca, en El Combate del Establo; el gallo, en El Bataraz; los caballos, en la obra del mismo nombre simbolizan (como diría Lauro Marauda), una herramienta de trabajo para unos, una posibilidad de viajar a la ciudad para otros, y un resabio de épocas guerreras para Ulpiano; en Las ranas, El saco de Antonio, La valija, representan títulos que mencionan seres cargados de significados y proyecciones: una caldera, una flauta o un carro son mucho más que utensilios accesorios en la obra del uruguayo. A la actividad literaria une la actividad política y guerrillera junto al dirigente tupamaro Sendic, que entra de lleno movilizando y dirigiendo la lucha de las grandes huelgas arroceras (a las que se une ‘el Ruso’ Rosencof, que impresionado comenta al guerrillero Raúl Sendic), “Che, esto parece un ejercito”; a lo que Sendic contesta, ¡es un ejército! Mauricio Rosencof militó en el grupo mas radical de la organización guerrillera, siendo militante del Partido Comunista y fundador de las juventudes. En el 1972 es detenido junto a otros dirigentes tupamaros a través de una delación como rehenes políticos de la dictadura, confinado en un agujero de tierra sin contacto alguno con el exterior. Durante su estancia como rehén de los militares, declara la guerra mentalmente al terror y la locura, que le inspira para escribir posteriormente sus mejores obras.

En rojo amanecer

Fue una madrugada temprana, el cielo aún estaba rojo, cuando le “conocí”. Antes fue a través de su obra Los Caballos, cuando se encontraba en una “celda” bajo tierra; fue mi primer contacto con Teatro Sandino e Igor Santillana al frente. Despertaba inquietud por doquier, aureolas de emociones y aventuras a borbotones, inquieta como una ardilla timbrando puntualmente las horas decidida, como en Los Caballos, a seguir lo más alto de la dramaturgia uruguaya. Desbocado impulso que maduró asentando fondo. Entré en sus obras tras una gira por varios países aterrizando en la Península Ibérica, me quedé a formar parte de lleno en un maravilloso proyecto d` Teatro Experimental, junto al director chileno Anibal Reyna y otros paisanos que, aún se encontraban por tierras extrañas de luchadores literarios y mitologías inquietantes, exiliados tras el golpe de Estado de Pinochet; amigo y compañero de Allende y Neruda, pero esta última es otra historia. Me emocionó el teatro de Rosencof, ‘el Ruso’ que en aquellos momentos se encontraba en los infiernos de la dictadura uruguaya. Obras que hice mías indiscutiblemente. Con fervor febril empecé a trabajar algunas de ellas, encaminando el deseo de poder conocerle personalmente, abrazarle; estímulo conmovedor para el impulso feroz de una adolescente en clarividencia definida. Y, sí, logré verlo en diferentes momentos, situaciones, países, hasta conocer la casa de sus padres donde reside al lado del mar y de la antigua cárcel

Los que sobrevivieron salieron por la puerta ancha aclamados, vitoreados, arropados por decenas de personas, y, le vi… Tras doce años enterrado y enrejado en vida logré conocerle, abrazarle, mantener largas relaciones. El Combate del establo se logra presentar en Casa de las Américas de Madrid (Mauricio queda una temporada con una compañera viviendo, Luisa, hermana del actor y director de teatro -el extremeño afincado en Madrid, Juan Margallo; tiempo suficiente dada la cercanía con Euskadi, para la adaptación de alguna de sus obras) Allí estaba con su inseparable gorra a lo miliciano y su sonrisa para todos; con el mejor poeta de las últimas décadas el también uruguayo Mario Benedetti, junto al cantautor Daniel Viglietti, disfrutando de la obra. Logramos forjar una relación de amistad entrañable y de compromiso escénico que duró el tiempo que tenía que durar, mientras mis alas de colibrí siguieron agitando amaneceres en rojo.

A través del estreno oficial de ‘El Combate del Establo’, escrita desde el infierno creado por los verdugos, llega una metáfora de resistencia y no el aullido válido del dolor. Fue en el teatro´Antzoki de Barakaldo- Bizkaia (en la moderna sala tipo anfiteatro), época en que se representaba el mejor teatro del Estado. Mauricio no se lo quiso perder. Acudió a la convocatoria. Mi casa se llenó de técnicos de cine de Alemania, Suiza, fotógrafos uruguayos, actores de Hamburgo, y “empresarios” de dicho arte, un periodista del periódico La República de Uruguay, y el autor, Mauricio Rosencof; hubo que improvisar jaimas por toda ella para poder ubicarles. Los “empresarios alemanes” estaban haciendo una película documental sobre la vida de Rosencof, y emocionados con la idea, se personaron al estreno en Euskadi. Llegando desde sus respectivos países una buena caravana, que pusieron patas arriba el Antzoki de Barakaldo, de cables, focos, cámaras, ñoooo… tremenda aventura. La representación iba a formar parte de la película y la sala estaba a rebosar. El director del teatro no se había visto en otra como esa. Al terminar los primeros ensayos Rosencof, “pelín inquieto”, me dijo de forma confidencial que en su obra, son dos actores los que hacen de cautivos, y yo era una mujer, ¡a la vista estaba!, y mi vestimenta, diríamos, que algo transparente para un drama de tal calibre. Y, bueno… al final le gustó. Llegar a Uruguay, y enterarme que otra chica, empezó hacer el mismo papel, ¡o sea, que transformamos la cárcel ‘de hombres’ en portones de tortura tal y como se manifiestan socialmente al margen del sexo!!!

Preso 1 (Yo) sumiso, animalizado, especie de “res”.

Preso 2 (José) mantiene las ideas firmes.

Preso animalizado: Te portaste, José, estuviste muy bien ¿Qué dejó?, ¿agua? Dame… ¡Dame agua!

José: Tome… Aquí la tiene.

Preso animalizado: (Bebiendo con fruición) ¿Y tú? ¿Tú no bebes?

José: No. (se sienta y escarba un trozo de caña)

Preso animalizado: Está muy buena. Te portaste, José. Vas por el buen camino ¿Viste que hoy no te pegó? ¡Que cosa linda es el agua! ¿De veras no tienes sed? ¡Escuchá! Ese… ¡Ese es el ruido! ¿Que hacés?

José: Un agujerito.

Preso animalizado: ¿Un agujerito…?

José (mostrando un trozo de caña): A la ración del día… hice una flauta (arranca una nota). No es más que un hilito, ¿oye?, pero sostiene. Hay que andar, don. Hay que andar. Todo es camino… y él tiene miedo.

Preso animalizado: ¿Miedo?

José: Miedo. Mientras uno sea así, ¿vio?, como gente.

NOTA

¡Ay de aquél que busca el tiempo arrancando un papel de mes vencido!!! Al terminar la representación del estreno d` El Combate del Establo, dijo Mauricio con ojos como de luna llena, “me gustó que el personaje lo haga una mujer” (reímos juntos). Así, entre aplausos y bravos, se estrena la obra del tupamaro que hablaba con una alpargata. Mauricio voló al Uruguay, después de estar varios días caminando por montes, pueblos y calles d` Euskal Herria, donde encontró el calor suficiente para volver tiempo mas tarde y rencontrarse. Volvió una vez más, una y otra vez. Una nueva obra, un nuevo estreno en Euskal Herria, El Bataraz. Con ella y El Combate del Establo culminaba la adaptación de Memorias de Calabozo. Su estreno oficial fue en la villa histórica de los bombardeos (nazis), del cuadro en el que se basó Picasso y de los fueros: Gernika.

‘El Bataraz’ es un monólogo fuera de lo común, de él dijo Alfonso Sastre “no es una obra de teatro, ni una novela, quizá un poema épico muy complejo de interpretar”. Que yo personalmente, pienso, lo mejor que ha escrito Rosencof. Deja al lector y al espectador como anonadado, meditabundo, aplaudiendo como relámpago para irse a casa a recapacitar sobre lo visto y oído en escena. El lenguaje deslumbra desde el primer párrafo. Es un poema con un dramatismo escondido en la mente del autor, que sólo él puede desvelar en la lucha entre la vida y la muerte. Lucha interior sobreviviendo en un gallinero a base de alpiste y agua “y su contrario”, El Bataraz (gallo de pelea) De nuevo como en El Combate del Establo surge un rival en su imaginación que le ayuda a “templar” contradicciones, José. En ésta segunda fase (en el monólogo) la lucha es a muerte, batalla campal, emotiva, tensa, deslumbrante, majestuosa, librada brillantemente entre el ‘ser y no ser’ con el que tendrá que luchar hasta la muerte; esa que nos libera de tormentos y locuras. El estrenó oficial a nivel internacional fue en Cuba, en Sala Che Guevara d` Casa de las Américas de La Habana. Hatuey (y Gaitzerdi) unidos no sin dificultades técnicas a resolver entre los teatros d` La Habana. ‘Mi monólogo’ llegó a esa parte de la Cuba crítica. Que tan bien conocía el teatro de Rosencof, recorriendo dada la aceptación varias salas incluido el teatro dentro del Museo del Arte Colonial.

Pero fue en Gernika, en la villa histórica donde con la presencia del autor, de vuelta a Euskal Herria, se hizo la representación más emotiva, si cabe. Actriz y autor arropados por más de cien jóvenes en una sala sin ninguna condición técnica. Teatro puro y de los duros, sin escenario, luces ni butacas. Teatro shakesperiano. Teatro de urgencias a lo Bertolt Brecht. Dónde publico y actriz se funden en la conciencia y esencia de la obra. Y de Bizkaia saltamos a Gipuzkoa, Usurbil fue otro marco entrañable de similar emotividad, complicidad y compromiso. La despedida de ésta gira fue a través de largos paseos por la zona minera de Bizkaia, dónde en su viaje anterior se representó El Combate del establo, y es curioso, en el caserío de nuestros entrañables amigos (Joxema ta Nekane), había un gato de nombre calcetines, y éste gatito, se mantuvo días entre los pies de Mauricio, entre sus zapatillas con las que jugaba esperando su llegada. Fue entrevistado por una revista de carácter local de la zona minera, por Egin, y Resumen Latinoamericano, que dijo, “Talentoso escritor (su obra más estremecedora “Memorias del calabozo”, escrita con Eleuterio Fernández Huidobro, recuerda la dura experiencia carcelaria). Rosencof acaba de visitar el País Vasco, presenció en Gernika, la versión teatral de su obra El Bataraz, a cargo del grupo que lidera Maité Campillo. Este es el resultado de un mano a mano en el que el escritor dejó paso al luchador y le entró a fondo a todos los temas que le preocupan”

El Bataraz recorrió ‘medio mundo’ de Euskal Herria, Madrid, Cádiz, diferentes salas del Archipiélago Canario, Santiago de Chile, La Habana en Cuba, Montevideo en Uruguay, Ciudad Bolívar en Venezuela, Hamburgo en Alemania, junto a Píter (chileno) en lengua alemana, yo latina, mano a mano en medio de un idioma y un público tan ajeno a mi idiosincrasia; lujo de actor, ambos envueltos en el combate desatado por el autor; luchador infatigable que como gallo de pelea se las sabe todas y no renuncia a la vida. Una de las entrevistas más completas a Mauricio fue realizada por Gerardo Tagliaferro, en Uruguay, en ella Mauricio habla como escritor, como filósofo y militante.

El tiempo pasa y cambian las fichas de lugar, y la historia que se escribe con la pluma de la inmediatez suele quedar rápidamente desairada. No era sencillo en aquel turbulento 1972 abarcar la esencia de Rosencof y tener la imagen completa por sobre las piezas del puzzle. Pero no es con el diario del lunes amarillento que yo quiero hoy conversar. Esta es pues una cita con esa parte del tiempo real vivido, por mi parte, con este flamante octogenario simpático y jovial, reflexivo y filoso. Cita para encontrarse con el joven radical de utopías a medio camino y pistola a la cintura. Cita con ‘el Ruso’ de las Tertulias d` El Espectador, el de la magia de El gran Tuleque o el del previsible pero siempre atrapante relato Diez minutos. Cita con ‘Leonel’ el de los interrogatorios en la cárcel del pueblo o las represalias al escuadrón de la muerte. Cita con el morse inventado a golpes de nudillos en la pared para informar que había un compañero que tenía un cáncer y no lo trataban, que había dos compañeros que estaban enloqueciendo (caso de ‘el gallego’ mallorquín Antoni Mas Mas). Cita con Sala 8, una de sus últimas obras y con la primera gran ópera “Il duce”, creada íntegramente por uruguayos, García Vigil, Maggi, y él mismo…

“Nos estaban interrogando, el director de la orquesta era Gavazzo y la mano venía muy pesada. Yo ya había estado internado en el Hospital Militar, me habían visto en silla de ruedas, y un día me sacan porque le habían concedido a mi viejo una visita de diez minutos. Generalmente para una visita te afeitaban, te bañaban, pero esa vez no me prepararon nada. Me llevan, entra el viejo y le dicen <Ahí está su hijo, tiene diez minutos. Siéntese> Entonces el viejo lo mira a él, mira la guardia, mira a los perros, me mira a mí, mira a otro guardia y dice <Yo vine a ver a mi hijo, ¿dónde está?> Y los diez minutos de la visita fueron para explicarle al viejo, que yo era yo”

“Por obligación nos convertimos en insectívoros” y, creadores de recetas para combatir la sed bebiendo su propia orina. Anécdota impecablemente reflejada en El Combate del Establo sobre los “valores nutritivos” de los parásitos que les acompañaron en cautiverio como rehenes. Dos de los compañeros tupamaros murieron y otros dos fueron atrapados por la “locura” en una contrarreloj disparada para superar tortura y aislamiento: “conocí la muerte de Salvador Allende tres años después de que ocurriera”

PD.

(Como diría el irónico intelectual GTB: No soy un doctrinario del arte. Lo admito todo, menos el gato por liebre) Mauricio ha estado trabajando en los últimos años como director cultural de la ciudad de Montevideo. No ha dejado de escribir y supongo luchar en democracia uruguaya basada en el Frente Amplio: democracia muy amplia, camisa blanca y pantalón a mil rallas. Doblez, costura y entresijos: Iglesia-Ejercito-Estado. Reparto caritativo: zapatos sin cordón a dos colores, negro y blanco. Oligarquía bancaria como patrón, la autoridad (“caritativa entre los mas pobres”) infecta de miseria el mundo: EJERCE COMO OPRESIÓN ABSOLUTA.

(‘La imaginación y el pensamiento, ni se encierran ni se encadenan’) Hay compañeros de la zona minera de Bizkaia que supieron a quién abrir las puertas del caserío d` par en par. Idearon con ilusión nostálgica y orgullo en recuerdos humanos volver a ver al rehén de la dictadura que hablaba con la alpargata. No lo lograron, me han dicho, debía de estar muy ocupado, les dije. Las cosas del poder absoluto es lo que tienen. No brota pétalo alguno de adentro-afuera donde el ser y no ser hace al hombre o a la mujer que vive en cada compañero ¿Se esfumó en el Frente acaso por Amplio el alma transportadora de un soplo de libertad? ¿Impuso la uruguaya democracia la burocracia en democracia como causa? ¿Prevalece de la lucha tupamara de otros tiempos lo ético por correcto en hipocresía?

(‘La primera y más importante desidencia comienza por el pensamiento’) Lo que cuenta y manda sobre todas las cosas de la vida en este mundo la CIA con sus ejércitos y sus cuerpos represivos deshaciéndose durante décadas de aquellos quienes les estorba (que son los nuestros) Y se estrechan acuerdos en política de Estado haciendo del Frente Amplio: un frente limitado; donde abundan las ganancias “en el reparto de los pobres de la tierra quiero yo mi suerte hechar”… Dejaron sus presentes en un hotel de Montevideo a su nombre, no lo vieron, tampoco “calcetines”, la gata del caserío de Gallarta que tanta sensibilidad y mimo derrochó ronroneando mientras jugaba a las escondidas hasta que se levantaba Mauricio por sus alpargatas. Pero ésto y mucho más es harina de otro costal.

Maité Campillo (actriz y directora de Teatro Indoamericano Hatuey)

 

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