lahaine.org
Europa, Anti Patriarcado :: 04/08/2016

‘Femme’ Lacombe

Anjel Ese

El 4 de agosto de 1765 nació Claire Lacombe, actriz y una de las artífices más destacadas de la Revolución francesa. Llamada “la Rosa roja” y “la Heroína del 10 de agosto”, acabó siendo encarcelada por la dictadura de Robespierre en marzo de 1794. Sobrevivió milagrosamente a la caída del Incorruptible y la Convención termidoriana sólo la liberó año y medio después de su entrada en la cárcel, en agosto de 1795. A partir de 1798 se pierde su pista.Si, como dice Fourier, el nivel de emancipación de una sociedad se mide por el nivel de emancipación de las mujeres, la Revolución francesa quedó bastante lejos de la emancipación social plena. Claire Lacombe, como todas las figuras destacadas en el apogeo de la Revolución francesa, era una mujer de acción. Se involucró desde el principio en las jornadas revolucionarias, asumiendo que la participación de las mujeres trabajadoras en la lucha común era algo tan natural como la de los hombres. Participó valerosamente en el asalto al palacio de las Tullerías que el 10 de agosto de 1792 acabó con la monarquía. Se alineó con el ala más radical de la Revolución, los enragés, y fundó con Pauline León en mayo de 1793 la Sociedad de Mujeres Republicanas Revolucionarias, en plena efervescencia popular contra la carestía y el acaparamiento. La Sociedad aglutinaba a mujeres de la clase trabajadora, más conscientes que nadie de lo penoso que resultaba llevar el pan de cada día a los hogares. Exigían la imposición de un precio máximo sobre los alimentos. Tras su llegada al poder, los líderes jacobinos dejaron de necesitar la organización de las mujeres y pasaron a identificarla con el molesto celo de los extremistas. Las sentían con razón como una amenaza a su dictadura burguesa y arremetieron contra ellas. La organización de Lacombe cayó junto con los enragés.


El 7 de octubre de 1793, calumniada y perseguida ella y su Sociedad por la dictadura jacobina, Claire Lacombe declara su voluntad de continuar la lucha: «Nuestros derechos —dice— son los del pueblo y, si nos oprimen, sabremos oponer resistencia a la opresión». Unas palabras difícilmente tolerables para los robespierristas. Se indigna cuando la comparan con Charlotte Corday, y firma sus escritos, no como Citoyenne Lacombe (Ciudadana Lacombe), sino como“Femme Lacombe”, Mujer Lacombe, haciendo prevalecer con ese gesto los derechos de la naturaleza sobre los de la sociedad política.El 30 de octubre de 1793, el Comité de Salud Pública clausura la Sociedad de las Republicanas Revolucionarias y la Convención ratifica la prohibición de todas las sociedades de mujeres. El artículo 1.º del decreto rezaba así: «Los clubs y las Sociedades populares femeninas, independientemente de la denominación bajo la cual sean conocidos, quedan prohibidos». Jean-Pierre Amar, ponente del decreto, había lanzado desde la tribuna un alegato en el que declaraba que «no es posible que las mujeres ejerzan los derechos políticos».

Lacombe y sus compañeras apelan el 17 de noviembre a la Comuna de París. Pero Chaumette, procurador general de la Comuna, las recibe con estas palabras: «¿Desde cuándo les está permitido a las mujeres abjurar de su sexo, convertirse en hombres? ¿Desde cuándo es decente ver a mujeres abandonar los cuidados devotos de su familia, la cuna de sus hijos, para venir a la plaza pública, a la tribuna de las arengas a realizar deberes que la naturaleza ha impuesto a los hombres solamente?». Las Republicanas Revolucionarias, como todos los revolucionarios, habían adoptado el gorro rojo, símbolo de los esclavos libertos. En la sala de la Comuna, donde se las recibe con hostilidad, suenan gritos de «¡Abajo el gorro rojo de las mujeres!». Se las acusa de contrarrevolucionarias una y otra vez. Lo que realmente se temía era su agitación en las colas de las panaderías y en las secciones en favor de la igualdad económica que ponía en peligro las privilegios de muchos grandes propietarios ligados al club jacobino enriquecidos a costa del hambre del pueblo.

Como mujeres, eran más fáciles de atacar que sus compañeros enragés en una nación que arrastraba milenios de prejuicios, así que se convirtieron en las primeras víctimas de la reacción, mucho antes de las purgas de la primavera de 1794 y del golpe de Termidor.Claire Lacombe logró eludir la cárcel algunos meses debido a su prestigio y a su conexión con algunos miembros del club de los cordeliers. Cuando éstos caen en desgracia, entra en la prisión del palacio de Luxemburgo en marzo de 1794. El camino hacia la guillotina puede abrirse cada minuto. Chabot, en los Jacobinos, la había llamado “Madame Lacombe” diciendo que no se la podía denominar “ciudadana Lacombe” y acusándola de hablar como una aristócrata. Poco más hacía falta para cobrarse su cabeza.Tras su largo encierro, que la hizo padecer atrozmente, Claire Lacombe desaparece para la Historia.

A su salida de la cárcel, con el triunfo definitivo de la reacción esperándola en la calle, comprendió que su tiempo había pasado. Las últimas revueltas por el pan de Germinal y Pradial del año III (abril y mayo de 1795) habían sucumbido bajo la represión de las bayonetas, y a Lacombe no la soltaron hasta el 18 de agosto. Esta mujer, que tres años antes había asaltado junto a sus compañeros y compañeras el palacio de las Tullerías y había echado abajo una monarquía que llevaba siglos en pie, se dedicó a trabajar algún tiempo como actriz en París. Según Michelet, durante unos meses montó un puesto en el que vendía azúcar y miel, pan y especias a la puerta del Luxemburgo, donde había estado cautiva. A partir de 1798 no se vuelve a saber nada de ella.

http://pasabaporaquiymedije.blogspot.com.es/2016/08/femme-lacombe.html

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal